martes, 24 de noviembre de 2009

EL TORO, EL CINE Y LA PLAYA

Rin-tin-tin en la playa, y los toros, por la Caleta


José Ramón Márquez


El otro día en Sevilla, ayer en Cádiz. Los toros corriendo por las calles a su antojo. Los pelmazos de los cineros sobrepasados por los astados, que aquellos se creían que los toros eran como esas grandes estrellas de la cinematografía que son la mula Francis, la mula que sabía hablar; el caballo Furia, el caballo que sabía contar; y la mona Chita, la mona que sabía amar.

Y los toros en Cádiz, huyendo de las subvenciones, camino de La Caleta, que a lo mejor pasaron cerca de donde el Gitano Rubio y al ver los precios que se gasta se espantaron y eso fue lo que les hizo correr. Y dos días antes en Sevilla, lo mismo. El que iba en la moto, ése que en los créditos de las películas pone ‘stunt’, tuvo que echarse a correr para subirse a la verja de la Maestranza, lo mismo que nos subíamos nosotros para ver salir por la Puerta del Príncipe al Cid de Salteras.

Bueno, pues entre Cádiz y Sevilla, los cineros sin saber armar una talanquera como es debido y con el recuerdo del perro Lassie, del perro Rin-Tin-Tin, de Clarence -así llamaban a Esperanza, la lideresa, los pijos de su pandilla en los setenta-, el león bizco; de la musiquilla de Born Free, de King Kong atado con cadenas en una sala de fiestas, de la pantera negra aquélla que cuando la tocaba ser tía buena decía ‘antaño fuimos dioses’; que todos esos se llevaban la subvención y ni rechistaban, con su agente y su asesor de imagen y su porcentaje de los ingresos en taquilla. Y los toros, venga a correr por la calle Circo, por la playa de la Caleta, sin subvención y sin garrochistas, sin agente artístico ni premio Goya, que lo mismo vieron la ocasión de escapar del mueco y eso fue lo que los hizo huir. ¿Quién lo sabe?