miércoles, 25 de noviembre de 2009

LA GRAN FAENA DE ARRABAL A MORANTE



José Ramón Márquez

En un reportaje publicado ayer en El Mundo, sección Cultura, página 48, se da noticia de una visita al Centro Pompidou que hicieron en fechas pasadas el dramaturgo Arrabal y el torero Morante de la Puebla, que es como el relato de la faena de un torero sobrado de facultades.

Los primeros lances de la faena tienen lugar en la casa del dramaturgo. Éste invita a Morante a que ‘lea en euskera y en voz alta el poema de una renuente felatriz’, invitación que el diestro declina, saliendo suelto. A continuación, Arrabal, muy cruzado, declara: “Soy la encarnación de Morante, le robo y le plagio”. Después, para marcar su poder, le arrea un pase de trinchera relacionando al de La Puebla con Gracián, y se adorna con gracia cuando sostiene que "el maestro no pega muletazos, ni capotazos, sino que hilvana haikus a compás".

Arrabal compone una faena de poder: mano de hierro en guante de seda, la muleta siempre a la cara.
Luego, en el museo, remata su lidia poderosa al natural. Le susurra “fíjate la pretensión de imposibilidad de Giorgio de Chirico” y “Calder es la conciliación”. El dramaturgo guía al torero por Chagall, por Picabia… La estocada se produce frente a la Fountain de Duchamp. El torero, con la media lagartijera dentro, pregunta: "¿Dónde está Dalí?"

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Después se van a almorzar y conversan. Morante dice: “Con él [Rafael de Paula] he descubierto que el toreo es pensamiento”. Le falta decir “y palabra, y obra y omisión”.

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Nadie se ha acordado de Morante para los premios a la decepción esos que han patrocinado en Facebook, como nadie se ha molestado en desvelar sus inexistentes grandes triunfos de la temporada pasada, salvo que contemos como triunfos, como Arrabal, cada uno de sus haikus.