lunes, 31 de marzo de 2014

Razón: portería





Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    El verdadero espectáculo de la Liga está en la portería del Real Madrid.

    “Razón: portería”: homenaje a Javier Gomá, que tiene titulado así un florilegio filosófico, y a Ramón Gómez de la Serna, gran fisgón madrileño, que escribió que las porterías son el ombligo de la casa.

    A Ramón le gustaba la portería del portal de Mazzanti, que tenía la Giralda pintada sobre un cielo optimista, algo así como un despacho (“mi buró”) de Del Bosque para porteros de época, como Casillas, cinco títulos ligueros en catorce años, y cuya suplencia nos está costando una guerra civil (¡esto es la Españeta!) entre el periodismo, que apoya a Casillas, y los hechos, que apoyan a Diego López, a quien la inmensa minoría del piperío, alentado por el sindicato de prensa, silbó el sábado en el Bernabéu, con Paco Jémez, el Mortadelo (calva y cuellos) grancanario, por testigo en el banquillo vallecano.

    ¡Homéricos piperos!

    El piperío es el fruto de una masa adulada: les han dicho que saben de fútbol porque han visto a muchos futbolistas, argumento que se puede aplicar también a la gorra del portero que corta las entradas.

    Gracias a la portería del Real Madrid, el periodismo españoleto es un revival de la “Primera Plana” de Billy Wilder, una bandada de revistosos matalones instalados en la sala de prensa de la penitenciaría para hacer leña de Earl Williams, que en Madrid es Diego López.
    
Madre mía de mi vida! Pero qué es esto!!! Entre las piernas.
    
Obra de una cronista amiga de la causa casillista, ese tuit contra Diego López chorreaba como un haiku, el haiku supremo de la sicalipsis que impregna este ambiente de engorilamientos con la figura del yerno de España (López, en cambio, tiene más de cuñado que de yerno, con lo que eso supone), detrás del cual está el Mundial de Brasil (con lo que sabemos de Brasil, siquiera por lo que recordamos de “Los tres caballeros” de Disney), las campañas publicitarias y el milenarismo deportivo.

    –Es que Casillas hace milagros.
    
De Jesús se sabe que hizo siete milagros, contó doce parábolas y estuvo cuarenta días en el desierto.
    
De Casillas, que ya lleva un año en el banquillo, sus evangelistas nos han acreditado el milagro de la Novena en Glasgow y la parábola del City en el Bernabéu.
    
El milagro de Glasgow incluyó la torcedura de pie de César, que era el portero de Del Bosque, quien nunca más ha vuelto a tener dudas de fe, lo mismo que le ocurrió a Camacho en Corea con el episodio del frasco de colonia de Cañete.
    
La parábola del City es igualmente conocida: dos goles ingleses de broma (“Madre mía de mi vida! Pero qué es esto!!! Entre las piernas”) y remontada de Cristiano en el tiempo de descuento que coloca boca abajo a todo el estadio menos a Casillas, que permanece imperturbable. La explicación de su oficina de prensa pone la “gallina de punta” (expresión de Cruyff): alguien ha robado una imagen de la Virgen de Navalacruz y la pena ha dejado lelo al portero del Madrid y de España.

    Escribe Ramón:

    –Las porteras tienen amistades incondicionales y enemigos acérrimos con los que tienen disputas a las siete de la mañana que despiertan a toda la vecindad. ¡Cuántos fueron expulsados de su paraíso por la portera!



DONDE DIGO DIEGO
    Diego López fue suplente de Casillas en el Combinado Autonómico: salió de allí cuando Xavi decidió que para semejante honor mejor estaba Valdés. Valdés se ha roto la rodilla y para su plaza en Brasil hay convocado un concilio en el despacho (“mi buró”) de Del Bosque: ¿De Gea, que habla inglés porque juega en el Manchester United, o Diego López, que tiene de suplente  Casillas en el Madrid? La decisión es un salsipuedes para el marqués de Salamanca, que es un “administrador de egos”: el ego de Xavi y el ego de Casillas, tapados por el “cojonudismo” atlético de Diego Costa. Es decir, que al espectáculo de la portería (meritocracia frente a enchufismo) le queda mucho recorrido.



Los tertulianos no quieren cobrar

El control que Hacienda ejerce sobre los tertulianos famosos no cesa. El ministerio aprieta al máximo y no permite ninguna factura sin justificar. Ahora, algunos de ellos están pidiendo aplazar el pago de sus colaboraciones.

Novillos en Madrid. De la suerte suprema hablaremos otro día

A la hora de la novillada


José Ramón Márquez

Con una semana de retraso iniciamos la temporada madrileña, guiados más por la irresistible atracción de Las  Ventas que por los atractivos del cartel que la Empresa nos propone. Las Ventas, ¿y por qué iba a ser de otro modo?,  nos recibe con su consabida capa de mugre, el orín de las barandillas, los desconchones en la pintura, las cajas eléctricas abiertas, los materiales diversos arrumbados en cualquier parte… toda la espléndida gestión del espléndido gerente de la Plaza, el catalán Abella, amigablemente conocido como Abeya, se nos muestra un año más, con toda crudeza, en plena eclosión primaveral.

En el cartel, novillos de José Luis Pereda y La Dehesilla para Jesús Fernández, Juan Ortega y Tomás Campos.
 
Los novillos podemos decir que entraban dentro de la categoría de redada, entre el primero, un castaño que atendía por Billetero, número 93, en tipo de Núñez, hasta el quinto, Charco, número 143, con el hierro de La Dehesilla, que recordaba a los lisarnasios tan caros a Barquerito. Digamos que cada cual de su padre y de su madre, algunos, como el primero y el sexto, justos de fuerzas, y otros, como el segundo, Cristalero, número 116, con más que torear. Diversidad de formas y diversidad de comportamientos y, en general, más interesantes los novillos que los encargados de despenarlos.
 
Jesús Fernández, recordado por la cogida que le propinó en esta misma plaza un novillo de Murteira,  echó sus ganas al asador de Las Ventas, se dejó coger en varias ocasiones y dio el único muletazo estimable de toda la tarde: un solitario, triste y aislado derechazo en el que mandó sobre el novillo y le remató atrás, sin solución de continuidad. Alegrémonos de ese solitario pase, pues es sabido que muchos días nos vamos de la Plaza sin siquiera haber visto uno solo, aunque tan magra cosecha tampoco sirva para poner a Jesús en el candelero o en el candelabro.
 
A Juan Ortega apenas se le nota todo lo que debe haber toreado. Debe haber toreado un montón, pero el hombre ni progresa, ni adecuadamente. No es que esté ayuno del más mínimo concepto, es que no hay por dónde coger esta tauromaquia de esperar el toro, de no llevarle toreado, de no mandar en él… Imbuido de las nefastas influencias julianas, las aplica sin ton ni son y sin las ratonerías del Belmonte de San Blas, por lo que su toreo es un ir y venir sin motivo ni razón. Le jalearon desde el tendido una especie de serie en la que ponía la mano alta, como la catenaria de los antiguos tranvías, y fue incapaz de oponer un poco de toreo, de firmeza, de mando a las dificultades que le plantearon sus oponentes. Torero de faena hotelera, digo yo, que el hombre traía premeditado lo que iba a hacer y le falló que los novillos fuesen tan tontos del haba como los que él necesitaba.
 
Al lado de Tomás Campos estaba, en el callejón, Diego Urdiales, que lo mismo se conocieron en Arnedo. No se sabe qué consejos le daría, pero a buen seguro que el extremeño no siguió ninguno. La ‘lidia’ de su primero fue un deambular por la Plaza detrás del astado, que iba donde le daba la gana sin que la muleta de campos le sujetase. Estuvieron a punto de tocarle los tres avisos. Su segundo, el débil sexto reseñado más arriba, destrozado por las arteras mañas del picador Juan Peña, se quedó más en el mismo sitio, pero como el torero era el mismo, la explicación de su toreo fue igual de inconsecuente.
 
En realidad lo que una vez más brilló por su ausencia en la tarde madrileña fue la aspiración al toreo. No digamos la falta de ambición, porque Fernández a su modo demostró su ansia, aunque fuese a base de cogidas, pero la negra sombra del neotoreo, del postjulianismo, se cierne como una sombra ominosa sobre la tauromaquia. Del hecho de que la antaño conocida como ‘suerte suprema’ ya no le importe a nadie, especialmente a los matadores, ya hablaremos otro día.

Lunes, 31 de marzo


Los 80. Montesol para Gente y aparte

domingo, 30 de marzo de 2014

Champiñones rellenos

Domingo, 30 de marzo

Los 80
 Güili Montesinos en el Multicentro de Serrano

sábado, 29 de marzo de 2014

Estanli



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Todo lo que queda del “agit prop” desencadenado por la izquierda plural al hilo del ocio generalizado de que gozan España y su Generación Mejor Preparada de la Historia son sesenta y siete antidisturbios descalabrados y dos pintadas universitarias: “Revelate” y “Hitler, Estanli, Musolini, Franco, Mariano: elige”.

    ¿Estanli? Ése debe de ser Stalin dicho con la prosodia de un profesor de golf de El Rompido, Huelva.

    ¡Revelate con Estanli!

    Nuestra Universidad.

    Es la ortografía de la Revolución, que ya en su día llamó la atención de Camba y que sólo revela inocencia, como el pulso de Teddy Bautista cuando su detención.

    –Tiene el pulso de un inocente –dijo el marido de Ana Belén que había dicho la enfermera.

    No me escandaliza esa ortografía: no a todo el mundo le es dado presenciar una decadencia.
    
La ortografía, según mi ensayista, fue una superstición que sentían los castellanos y los parisinos de la Isla de Francia, donde Gide definió la homosexualidad como una falta de ortografía que ponía en femenino lo que debía ser masculino.

    Además, si los viejos pasan de ella en la mesa-bañera de la Academia, ¿por qué han de defenderla los jóvenes en la barricada de la Universidad?
    
En cuanto a lo de Estanli, ¿qué quieren que les diga? Que nunca se vean esos joveznos en la necesidad de protestar en una pared contra la “biología” de Lyssenko (que grafitearían “Tachenko”).

    Revel observó que en 1953, año de la muerte de Estanli, los manuales franceses de historia se convierten en estalinistas: consiguen relatar la segunda guerra mundial sin mencionar el pacto germano-soviético ni el reparto de Polonia entre Hitler… y Estanli, sin cuya intendencia “el cabo bohemio” no hubiera podido arrasar Europa.

    –No al libro di testo! –gritan en el 68 los sindicatos italianos de maestros.

    Que la escuela, había proclamado Mussolini en el 25, eduque a la juventud para hacerle comprender el clima histórico de la Revolución.

    Y en ello estamos.

La marca del zorro




Esta mañana en Morata de Tajuña

Los vulpinos (Vulpini) son una tribu de mamíferos carnívoros incluidos en la familia de los cánidos.
 Se conocen comúnmente como zorros, zorras, raposos o raposas.
Wikipedia

Estudiantes



Francisco Javier Gómez Izquierdo

Alardean estos días unas pocas tribus salvajes imponiendo su brutal fanatismo a las autoridades y atemorizando a nuestros agentes de policía, que a lo visto han de tener comportamiento beatífico y dejarse matar si es necesario.

Dicen muchos periodistas -el joven de la cadena cuatro al mediodía hasta parece su portavoz de prensa- que los cafres son estudiantes y que protestan por los recortes en becas y la persecución del Pepé a los pobres. Curiosa novedad la de que los pobres tienen categoría de torpes en la comprensión y  menor inteligencia desde el advenimiento del pensamiento progresista. En mis tiempos los hijos de los labradores eran ejemplo de aplicación y sacaban cuando menos un siete de media para conseguir una beca que aliviara los gastos de unos padres pobres que se avergonzaban de que sus hijos sólo pasaran de curso “raspandillo”. Un servidor no pudo ir a la Universidad porque mis padres tenían seis hijos que mantener, a pesar de pasar “holguero” aquel COU del 76. Me puse a trabajar en la San Miguel diez horas de noche, porque en mi casa se necesitaba el dinero y tras fortalecer el espíritu en empleos variopintos -limpié gallineros, cogí lúpulo, fuí cantinero, vendimié....-,  estudié una oposición y la aprobé hace ya casi 30 años.

    No estoy frustrado, ni molesto, ni indignado por nada de lo que pasó entonces. No creo que la Universidad me hubiera hecho mejor persona, pero hoy estoy contento de que mi hijo  de 19 años lleve dos en una Facultad.

 Como padre he padecido la desaforada persecución de las autoridades de la Educación andaluza hacia los buenos alumnos, hacia los alumnos que hacen buen uso de los euros que la Administración pone a su disposición, hacia los que tienen la desfachatez de acabar con sobresaliente cada curso...¡en fin, un despropósito!

    Mi chico no está de huelga estos días. En la Facultad  de Medicina de Córdoba ni siquiera se ha planteado tal posibilidad. Los representantes sindicales universitarios al parecer tienen cierta edad y pocos conocimientos y desde que hace un año o dos fueron ridiculizados por la malversación que hacen de los impuestos de los ciudadanos, prefieren no mostrarse en las facultades a las que acuden estudiantes de verdad. Para acceder a Medicina los alumnos suelen necesitar una media de más de 12 porque ahora el 10 es un 14 y para muchos de esos alumnos que aprovechan el esfuerzo de los contribuyentes no hay beca, porque sus padres tienen la poca vergüenza de ser funcionarios del Estado con nómina delatora. Los padres de esos alumnos han de costearles su esfuerzo sin ayuda administrativa y subvencionar gandules que es tribu dadora de muchos votos.

    Dicen que los broncas cordobeses subieron a Madrid aprovechando la excursión del ejército de Cañamero y que por eso aquí no hay la mínima incidencia. Pretenden una educación estatal consentidora y generosa. Con mucho desayuno molinero y poca gramática. Con mucho psicólogo y ningún matemático... y por supuesto todo de balde.

Sábado, 29 de marzo

Los 80. Montesol para Gente y Aparte

viernes, 28 de marzo de 2014

Almas bellas vs. policía



Jorge Bustos

Pier Paolo Pasolini nació de teniente y campesina, combatió a los nazis y fue capturado en campaña, se afilió al Partido Comunista y le expulsaron bajo acusación de una homosexualidad incontinente que pervertía a los cándidos cachorros de Gramsci. Todo ello sin dejar de declararse cristiano. Dando tumbos siempre personalísimos acabó en el cine, donde continuó haciendo travesuras. Era un tipo difícil de alinear. Por eso volvió a sorprender a la intelligentsia la postura antigregaria, insobornable, de una coherencia ofensiva, que Pasolini adoptó durante los disturbios del mayo del 68:

Todo el mundo se pone de parte de los estudiantes, pero yo voy con los policías, porque yo siempre estaré del lado del proletariado.

A los guevaritas de bate y cantazo que salieron a cazar maderos el sábado por la noche no se les podrá gritar, ciertamente, lo que Ionesco a los pijiprogres del mayo francés:

¿Adónde vais, insensatos? ¡Mañana seréis todos notarios!

Lamentablemente, para llegar a notario y disfrutar de los placeres bien ganados de la condición burguesa se precisa una porción fértil de cerebro que no encontrarán las ondas P300 del escáner neuronal en las mentes vírgenes de los pobres milicianos que le pusieron al 22-M el consabido broche de la violencia criminal con coartada política.

Oiga, que la inmensa mayoría del 22-M dio ejemplo de civismo. No desacredite toda la movilización por culpa de unos radicales.

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Un prejuicio alemán


Barricadas


Barricada de la Batalla del Jarama, hoy



Igacio Ruiz Quintano
Abc

    La visita pastoral de Pablito Iglesias a los gudaris de una herriko-taberna en Pamplona recuerda a las que el predicador de Deadwood hacía a las señoritas de “La Gema”, el salón de “Al” Swearengen: una francachela sin importancia, si no fuera porque Iglesias, aunque lego, es profesor (colega nada menos que de El Juli en la cátedra complutense) adscrito al Presupuesto.

    Por lego, cuesta incluirlo en lo que Revel llamó “la traición de los profes”. ¿Por qué los maestros de los países democráticos odian a tal punto la sociedad liberal? ¿De dónde procede su odio a las sociedades menos bárbaras de la historia y su rabia por destruir las únicas civilizaciones que han conferido al conocimiento un papel dominante?
    
¿Por qué el contribuyente del que se amamanta Pablito Iglesias no puede exigirle que subordine el compromiso a la verdad y no la verdad al compromiso?
    
La respuesta es la barricada.
    
Ayer, los jóvenes que un día engrosarán las brigadas de limpieza en la Europa rica, se fueron de barricada… por la dignidad, ya que, frente a las cuatro dignidades del buen budista, el buen marxista todo lo resume en una: no pagar.

Carrillo, dimisión, por fascista y por cabrón –fue su bandera.

    Que me corrija Tamayo, el simpático teólogo de Amusco (Palencia), pero la idea de que lo digno es no pagar triunfa desde que la Iglesia cambió el perdón de las deudas por el de las ofensas en la quinta petición del Padrenuestro.

    –Perdona nuestras deudas… ¡así como nosotros perdonamos a nuestros deudores!

    Si Llamazares, que es doctor, hojea los Evangelios, a mitad del de Mateo verá la parábola del siervo despiadado al que le son perdonados diez mil talentos, pero él no está dispuesto a perdonar cien.
    
La Generación Mejor Preparada de la Historia sale de la barricada, no del libro. ¿Cómo iban a concebir nuestros abuelos, con su Pemán, una égloga pastoril-ideológica donde Salicio, en vez de los desdenes de Galatea, llorara la ineficiencia de la Universidad?

Bacalao con tomate (de Semana Santa)

@DominguezArjona

Tapas vistas  en bar de #Sevilla en ##CuaresmaSevilla14

La Milla de Oro que sueña Pablito Iglesias


El regreso de los euskokillers

 Históricos de ETA con graves delitos de sangre preparan un regreso masivo a España. La mayoría se encuentra en Venezuela. La Comisaría General de Información calcula que este año pueden volver más de 50 huidos.

I like to be in America / Okay by me in America

@zarpetrov

pesaje hecho todo perfecto .recuperando las fuerzas para mañana.gracias  a todos por el apoyo!!

Viernes, 28 de marzo

Love All The Hurt Away

jueves, 27 de marzo de 2014

Entre las piernas


(Tuit recogido en homenaje al Visto y no visto de José-Miguel Ullán)


La siesta del bretón

ABC, Indurain, Pepe Cerdá, Edi Clavo, Mourinho

La bufanda de Valle-Inclán


Mañana marcera

 Cibeles
El Chispas

Recoletos
El Gijón

 Colón
El Motódromo

Busquets


No es el último anuncio Nike



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Busquets, pivote del Barcelona, pisando (aquel “¡pisalo, pisalo!” de Bilardo en Sevilla) la cabeza de Pepe, central del Madrid ya con cara de cascabel pisado, en el Bernabéu: no impresiona la agresión, sino la impunidad.

    Como ocurre con la Izquierda Digna que este fin de semana, coincidiendo con el Clásico, se marcó en Madrid unos cuántos “busquets”.

    El “interiorismo” mariano tiene a los tricornios de Ceuta luchando sin brazos, como los Monty Python tenían al Caballero Negro de “Los Caballeros de la Mesa Cuadrada”; en Melilla, a la “pestañí” sin vacunar; y en Madrid, a los antidisturbios “despelotados”, para no herir las sensibilidades de la Izquierda Digna (“¿Habéis visto la violencia inherente al sistema? ¿Eh? ¿La habéis visto? ¡Mirad, me están reprimiendo!”, denuncia Dennis en “Los Caballeros…”) y sus observadores de la OSCE, mientras la gobernadora Cifuentes contempla el espectáculo desde un despacho con vistas, como el de Del Bosque, el seleccionador que, si fuera jugador, le gustaría parecerse a Busquets.
    
¿A quién se le ocurre ser fraile, habiendo epidemia en Madrid? ¿Y a quién se le ocurre ser policía, habiendo manifestación en Madrid?

    Pero esto no es ir de manifestación; esto es ir de venadeo. Así, no tardará la policía española en arrebatar al periodismo venezolano el título de profesión más peligrosa del mundo, que aquí querría yo ver a Gandhi con su “satyagraha”, un método de recibir palos a base de negarse a hacer lo que el adversario quiere que hagas.

    El éxito del método “satyagraha” depende de la fuerza moral del agresor: llegados a un número de “busquets”, a los matones debe repugnarles seguir maltratando a quien no hace nada para defenderse. Bertrand Russell vio en el método dos limitaciones: una, que no funciona “contra nazis o comunistas”, y la otra, la posibilidad de que las masas excitadas pierdan el control dando lugar a lo que Gandhi llamó un “error himalayo”.

    El error himalayo de Madrid.

Soraya, púber, canéfora, vital y rosa

(Colección Look de Té)

-Umbral hubiera calificado a Soraya Sáenz de Santamaría de púber canéfora, vital y rosa, junto a la silla curul de Mariano

El Poeta Verdadero

Jueves, 27 de marzo

Los 80. Alaska para Gente y aparte

miércoles, 26 de marzo de 2014

Paul & Simone

Su primera foto juntos

Colas





Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Si en Londres la cola del Palladium representaba la civilización inglesa, en Madrid la cola del Congreso representa la civilización española.

    –A última hora, siempre es un pelotón de soldados el que salva la civilización –dijo famosamente Spengler.

    Pero lo que salva la civilización no son los pelotones, sino las colas, aunque, por si acaso, el gobierno tenga estos días a sus mejores soldados ensayando la defensa de objetivos culturales (Monument Men!), tal que las pompitas doradas de Gustavo Torner en las vidrieras de la catedral de Cuenca.
    
¡Pelotas, no! –ordenan los políticos a sus guardias, recibidos en las calles de Madrid con adoquines debajo de los cuales está la playa de la Dignidad donde veranea Willy Toledo, que recibe crema solar de Otegui.
    
Del “¡Tiros a la barriga!” de Azaña al “¡Pelotas, no!” de Rajoy (“Black Hawk Down” para pobres) hay un trecho civilizatorio tan largo como la cola del Congreso para despedir al figurante de “Orgullo y pasión” (el rodaje donde otro figurante atacó con diente de áspid el seno de Sophia Loren) que, como James Stewart en “El hombre que mató a Liberty Valance”, ha sido inscrito en la Historia como El Hombre Que Devolvió La Democracia A La Cámara (título acuñado por la TV pública).
    
La verdad es que en ningún sitio se muere como en España.

    Incluso La Pasionaria, convertida, al decir de El Campesino, en fanática de Stalin como lo había sido de la Virgen de Begoña, murió como católica (confesión y comunión reglamentarias), al decir del jesuita Lamet, una vez reconvertida por el padre Llanos, cosa que Pilar Urbano no logró de Tierno.
    
Cuatro colas fúnebres (las mismas que guerras civiles nuestros abuelos) lleva uno vistas en la vida de España: Franco, Tierno, Suárez, y al fondo, Lola Flores, que en México le decían los exiliados:
    
Lola, lo de menos es vivir en España, pero no morir en España sería horrible.
    
En nuestro teatro clásico, la muerte ahueca la voz y habla en verso.

El duquesado


Beatriz Manjón
Abc

Archisabido es aquello de Hemingway de que se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar, por eso en las diferentes retransmisiones del recorrido del cortejo fúnebre —Ana Blanco en TVE, Griso en Antena 3 y Ana Rosa en Telecinco— hubo más parlamento del necesario, y eso que Carlos Edmundo de Ory dijo que el silencio es políglota. Vivimos obsesionados por rellenar, que se lo digan a Madonna. Era difícil desde casa contagiarse de la emoción, pues hasta con voz en off le ve una el flequillo a Oneto. La evolución de la longitud de la cortina lateral del periodista daría para un gráfico de los que tanto gustan a Ana Pastor. La más comedida fue Ana Blanco, pero llegó luego Mariló, error en flor, y se refirió al «duquesado» —ducado, debió de pensar, es el cigarro—, viniéndoseme a la cabeza Marichalar de cuero y fusta. A la espera estoy del «baronsado». Debería Mariló escribir «50 títulos de Grey». «Ay, qué tiene, qué tiene la cara morena de la marquesona», cantaba Antoñita Romero. La presentadora ha creado un estilo propio consistente en preguntarse y contestarse ella misma, que es lo que hacía Uribarri en Eurovisión: retarse. Hay que agradecerle que esta vez no inquiriera qué había dentro del coche fúnebre, y una aportación definitiva: «Todos llevan abrigo». Y es que entre la premuerte y la postmuerte parece habérsenos ido la primavera. En las conexiones con Ávila, les volaba la cabellera a las reporteras, menos a una de Telecinco, con coleta y plumífero, como de estar cubriendo un temporal, que se refirió al expresidente como «Adolfo», a secas. Otra destacó la mañana «desapalacible». Un acertado Joaquín Prat habló de los «honores ciudadanos» como reconocimiento supremo. Aunque Cuatro y la Sexta no alteraron su programación, en el espacio de Cintora, Revilla advirtió: «Al mío que no vayan los que me odian». Ferreras llegó a dividir la pantalla para mostrar, en una ventana, el interior de la catedral de Ávila y, en otra, a un reportero hablando de Bárcenas ante una sucursal de Bankia. A Cuatro y a la Sexta les pasa con Bárcenas lo que a Pelopony con los gays: es acordarse de él y florecerles todo.

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Suárez, torero

Suárez, de corto
 

Alerta de meningitis entre los policías de Melilla: los únicos que no han sido vacunados

Los policías que trabajan en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes de Melilla llevan desde la semana pasada en máxima alerta. El brote de meningitis surgido en el CETI ha afectado ya a varias decenas de 'sin papeles', y el riesgo de contagio crece cada día. Tanto es así que ya se ha vacunado a los internos y a los trabajadores sociales. Sin embargo, los agentes siguen sin estar inmunizados.

Una aficionada de 107 años

Isabel Ortega, 107 años, sólo se animaba a salir de su pueblo, Castil de Peones para ir a los toros, porque reconoce haber sido una gran aficionada que no perdonaba ni las corrid,as de Briviesca ni las de las fiestas de San Pedro en Burgos:

-No sé decirte qué torero prefiero. Me gustan todos.

Miércoles, 26 de marzo

Revistas reglamentarias

martes, 25 de marzo de 2014

Campechanismo minimalista

@Giskexe
Definición de humildad, campechanismo minimalista y, sobre todo, buen gusto

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 Del Bosque

 Don Santiago Bernabéu

El amo del Córdoba C. de F.

 Negocios del amo del Córdoba y del terreno municipal

 A uno que no paga
   A otro que veremos...

Francisco Javier Gómez Izquierdo

  Hace tres temporadas se presentó en Córdoba un señor canario a comprar el club de fútbol de la ciudad por ocho millones de euros, más o menos. El señor canario negoció con unos propietarios ansiosos de vender y los enredó de tal forma que al parecer no ha puesto un euro en los plazos previstos, pero parapetado en papeles judiciales ha ejercido de amo del Córdoba CF a la despótica manera, como ya hemos contado aquí en más de una ocasión. La suerte de Carlos González,  que así se conoce a este redomado... canario, empezó con Paco Jémez el primer año y el playoff de ascenso. El entrenador y la plantilla se revalorizaron, pero no hay constancia fehaciente de los ingresos por traspasos. La segunda temporada el sorteo de Copa alumbró el milagro del Barça en octavos y las sospechas contables se dispararon cuando los aficionados entrábamos a El Arcángel sin tornos, por avería imprevista que un servidor daba por segura una semana antes del partido...

      A comienzos de la presente, el amo del Córdoba garantizó una plantilla para ascender, hasta tal punto que se comprometió con los que retiramos el abono a que si no se jugaba el playoff, la temporada 2014-15 la tendríamos de balde. Nos la regalaba, bajo palabra de honor. Flamencote, llegó a prevenirnos a los siempre fieles de que si no retirábamos antes de mediados de julio el carné nos atuviéramos a las consecuencias, pues no iba a admitir mas de 15.000 solicitudes de socios.  La cosa quedó en 8.000... y les aseguro que no hay más gente en Córdoba a la que le guste el fútbol modesto.
     
La captación fue llamativa, a pesar de ser mayoría los que éramos conscientes de la trapacería. Asegurados los 8.000 abonados, el amo del Córdoba, y en contra del más mínimo sentido común,  puso entradas baratas para los no socios, con la descarada intención de recaudar a toda costa, sin importarle pisotear la dignidad -esa palabra de moda- de los incondicionales. Por ejemplo, mi asiento en preferencia con descuentos por fidelidad me sale a 222 euros. La entrada al espectador ocasional se la pone a 10 euros, que si fuera todos los partidos supondría un total de 210 euros, con la ventaja de poder librar contra el Alavés, Jaén, Lugo... bueno, y cualquiera... que la emoción de la 2ª está en la ínfima calidad de los equipos y la posibilidad cierta de que cualquiera puede con cualquiera.
      
El amo del Córdoba contrató futbolistas de muy bajo coste, más para luchar por la permanencia que para aspirar a décimos y los presentó como los galácticos de plata, los del retorno a 1ª, y sandeces parecidas.
     Hoy, sólo faltan diez partidos. El Córdoba está en el balcón del descenso... y el amo del Córdoba va y dice que los socios tenemos que pagar en el próximo partido contra el Murcia. La costumbre en estas situaciones es que al socio se le regale una entrada para que lleve gente a intimidar al rival y a ser posible al árbitro, pero el amo del Córdoba es así de valentón.

       Incomprensiblemente arropado por el periódico Córdoba y negando el acceso a El Arcángel al resto de periodistas, con especial inquina hacia los de ABC, a este sujeto le importa un bledo el Córdoba.  Sólo le importa la pasta gansa y es rigurosamente cierto que nada más poner las entradas a la venta para el partido del Barça se metió en las taquillas a encargarse de engomillar los billetes. Amo de sus jugadores, como si fueran caballos, no les permite que acudan a las peñas de la Agrupación (40 censadas) y se niega a atender el mínimo requerimiento de cualquiera de ellas.

      Como quiera que el cordobesismo ha afeado la multa al socio contra el Murcia, el amo del Córdoba ha perdido los papeles, como es costumbre, y sus desvaríos nos han sonado a esa cobardía del asno que suelta coces para demostrar su naturaleza.

      Las peñas amenazan   con no entrar el sábado al campo. Se animará desde fuera. Todo dará igual.
     El amo del Córdoba sigue con las gomillas preparadas, cerril en hacer valer sus multas y... con las maletas casi hechas a falta de rellenarlas un poco más. Córdoba es una casualidad en su vida. Se irá y buscará en Cádiz -allí ya lo intentó-; en Mallorca -a la isla iba a ir con Figo, pero esperaba Serra Ferrer y lo detectó-; en Leganés -fue despreciado como era de recto proceder-; Burgos... No , por Dios. A Burgos, no. Allí ya tuvimos a Martínez Laredo. Al menos, aquél sí que nos subió a 1ª, y además supo ver a Juanito.
    
En Córdoba no se sabe lo que se pagó por Paulinho, el Messi brasileño, del que después de jugar medio partido, nunca más se supo.

Suárez y Eva


Devuélme el consenso que me lo has quitao, que me lo has quitao…

La cola de Hughes, anoche, en la calle de los Madrazo

Hughes

“Yo creía en Suárez… No, yo creo en Suárez”. Una señora de las de la cola kilométrica para entrar en la Capilla Ardiente, resumía en términos de fe la cuestión. En un artículo de hoy, un mismo párrafo juntaba las palabras “ungido” y “predestinación”. En la tele, un señor mayor rompía a llorar al hablar de Suárez y miraba a la cámara desconsolado. Ayer, dos niños redichos, totalmente suarezillanescos repetían en la radio: “Suárez juntó las dos Españas”, ¡Zipizapes del catón transicional! Otro señor, ya con pelitos en el Hemiciclo, soltaba lo siguiente: “Mientras él estuvo, dejamos de escupirnos los unos a los otros como hacemos ahora”. Hombre, ya prefiero yo lo de ahora… Toni Cantó hacía pucheritos frente al féretro, todos concentrándose como si quisieran inhalar la centrina. Cienes y cienes de personas procesionaban ante el cadáver y cursis de todo tamaño y grosor de frase nos valoraban los milimétricos matices del calado suarístico. La Santa Transición ya tiene su Santo, pero lo que interesa es que su obra, la Constitución, se respete. Y eso está menos claro.

Por otra parte, el Presidente Suárez mantenía un prestigio intacto por estar muchos años fuera de cualquier asunto político. Si hubiera seguido pronunciándose sobre el 11M, ETA, la Crisis, el Estatuto, etc., estaría sometido al mismo deterioro cainita de los demás.

Los funerales de Estado son una cosa peliaguda. La oficialización en el tratamiento de una muerte oficializa también su vida.

Yo siempre fui de Suárez. Pero ahora , con tanto centrista en las calles, para mí no tiene ya ningún sentido serlo. Yo era centrista vocacional, infantil, por voluntad de acuerdo, por incapacidad de tímido para la ruptura. Para mí, la vida era disenso y luego consenso. El disenso y el consenso, y venga disenso y venga consenso.

Hablan de Suárez como de un superhéroe conciliador. “Trajo la democracia”. Y cuanto más hablan de Suárez a mí más me interesa Torcuato Fernández Miranda. Lo que más me atrae de la Transición no son los esponsales con Carrillo, sino lo anterior: ¡Franco! Yo siento admiración profunda por la semillita de la transición, no por su flor, la flor está ya muy vista. El planteamiento, el diseño en la medida en que lo hubiera, la sutileza grande para que unas Cortes se desangraran de soberanía y a la vez recogieran en un cuenco esa sangre derramada, sagrada, para legimitar con ella otro régimen posterior.

Suárez para mí también es otra cosa excepcional, finísima, que comparte con algunos socialistas: la continuidad natural desde el Movimiento a la Socialdemocracia. Esa es la matriz política del español. Cierta santurronería paternalista y asistencial.

De manera asombrosa, en La Sexta, al referirse al cambio de nombre de una calle, decían hoy lo siguiente: “El último triunfo de Suárez contra Franco”.

A mí me asusta un poco la posible apelación futura a Suárez. La invocación torticera de su figura (“Hagámonos un Suárez”, dirán algunos echándole jeta constitucional). Una democracia normal no necesita superhérores carismáticos que convenzan a cualquiera con una sonrisa. Existen cauces parlamentarios, formales, reglados, para reducir a unidad decisoria la pluralidad. Esos fueron años inclusivos, no podían ser otra cosa. Pero yo sigo en lo mismo: De la Ley a la Ley. Yo me imagino un híbrido entre Fernández Miranda y Luis Aragonés (¡un perfecto viejo-dos-españas!) que repitiera constantemente: de la Ley a la Ley a la Ley, y volver a la Ley de la Ley a la Ley…

Suarismo





Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Como lo viejo no acababa de irse y lo nuevo no acababa de llegar, surgió el suarismo, que sería un domingo de cuatro años.

    Nunca nadie fue más libre que un español (joven) bajo el suarismo, que era la libertad menuda de la escuela cuando, ausente el maestro, los niños se tiran tizas y a Rosarito se le escapa un taco que es la señal de la Revuelta.

    –Rosario se ha escapado, / se ha ido de su casa, / ha matado a su padre con una lata, / ha matado a su madre con una lata. / ¿A qué estás esperando / para irte de tu casa? –guitarreaba Alaska con Kaka de Luxe.
    
En el 77, Rosarito era Alaska, y la Revuelta, la Movida.
    
¡Suarismo y eterno femenino!
    
Lo femenino en el suarismo fueron Alaska en el Rastro, Pina López Gay en la Universidad, y en la política, Carmela García Moreno, cruce gozoso de Farrah Fawcett, el ángel de Charlie, y Mary Tyler Moore, la chica de la tele, que llegaría (Carmela, no Mary) a jefa de la juventud de España.
    
Desde Sócrates, que era muy feo, hasta Carmela, que era muy guapa, la juventud siempre ha sido una superstición democrática.

    Los jóvenes de hoy no saben nada del suarismo, pero los del suarismo, tampoco, porque para aquellos jóvenes el suarismo era volver a casa a las diez de la mañana después de muchos años de en casa a las diez (de la noche).

    El suarismo terminó en cuanto una franquicia alemana del socialismo, que en la Universidad no existía, consiguió moldear en nuevo régimen la herencia mental del franquismo: providencialismo estatista, puño y rosas donde yugo y flechas, y contra bigotitos, barbitas.

    El gobierno de Madrid rescata la idea gallardoní de dar al aeropuerto de Barajas el nombre del fundador del suarismo (partido de un solo miembro), cuyo ministro más glamuroso,  Joaquín Garrigues, susurraba en los cenáculos:

    –Si la gente viera por un agujerito al Consejo de Ministros en sesión, correría a Barajas a tomar el primer avión al extranjero.
    
Bendita anarquía española (la fetén), el suarismo.

El maestro Putin

El maestro Putin ha formado el G-1 y se ha quedado más ancho que Pancho.

Suárez






Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Soy de la generación sin mando a distancia (lo tuvieron nuestros padres hasta que nos lo quitaron nuestros hijos), pero sé que Suárez fue el primer líder televisual (había sido director de la cosa) de España.
    
Suárez llegó al Gobierno cuando uno llegaba a la Facultad de Periodismo, donde nadie era suarista, porque allí todo el mundo torcía por Carrillo, el timonel que proponía como rumbo la Rumanía de Ceaucescu, donde veraneaban los delegados de clase, que eran (¡siempre!) los del Partido.

    –Desengáñate, Santiago –dicen que dijo Suárez–: en España sólo hay dos políticos, tú y yo.
    
Y, de golpe y porrillo, juntos, en plena procesión de Semana Santa, hicieron mangas y capirotes y legalizaron al Partido Comunista de España.
    
Un día fui de estudiante a entrevistar a Giménez Caballero en su casa de El Viso, y el hombre se pasó la tarde haciéndome ver con grandes y divertidísimos aspavientos que Suárez era Don Quijote contra los molinos.

    Suárez no tenía partido, pero, según Felipe Mellizo, que era un periodista muy feo con cara de lechuza de Minerva, estaba sobrado de “skill”, que es como los ingleses llaman a la maña para sacar partido de las fuerzas en colisión, o sea, los franquistas y los comunistas, porque el socialismo de Gonzalón no era más que la sopa boba de la franquicia de Willy Brandt, con Guerra en la cola del convento poniendo motes.

    “Tahúr del Misisipí”, llamó a Suárez, dueño del suarismo, es decir, del centro, un lugar privado de trascendencia al que aspiraban todos los españoles que huían de los extremos.
    
Una noche Suárez se fue como había venido, sin que supiéramos por qué, y de él nos quedó su póster de Gary Cooper pasado por Ermenegildo Zegna ante los tricornios del 23-F en el Congreso.
    
Aquellos días (“In diebus illis”, sería la fórmula evangélica del suarismo) cargarían su imaginación, que es la nuestra, para viajar (extraviarse) en el Tiempo.

    Y como seguramente sabía lo que había de ocurrir mañana, no le importó morirse hoy.

Mi presidente en la mili

Cuartel de Loyola, hoy sin tropa
 Al cruzar el puente del Urumea, a la derecha, Infantería,
 y a la izquierda, Ingenieros

Francisco Javier Gómez Izquierdo

Al señor Adolfo Suárez empecé a respetarle al acabar la mili. En 1981. Cuando dejó de ser presidente.

Entre los 16 y 22  (1976 a 1982)  los mozos de aquellos años leíamos todos los periódicos y hablábamos mucho de política... y por el Pilar de 1979 marché a Vitoria nevando, con miedo a que me mandaran disparar a personas. Luego me destinaron a Loyola, como al escritor Muñoz Molina, que contó su mili en el libro Ardor Guerrero, y al poco, por extrañas y curiosas circunstancias, un tecol al que la Eta intentó asesinar me encargó de las comunicaciones del cuartel de Ingenieros, nombrándome centinela eterno.

      En 1980,  la Eta asesinaba a más de docena de inocentes por mes, y en la centralita de teléfonos de Loyola pasaban muchos atardeceres tenientes, capitanes, comandantes y tecoles a los que daba línea para contar a las familias desde distintos despachos las amarguras guipuzcoanas. Con el Teniente Coronel Motos, que era de Valladolid y tenía muchos hijos, un servidor hablaba a menudo hasta que en el Pilar del 80 lo dispararon hasta matarlo y no pude entregarle unos papeles  que me confió el teniente Senra. Antes habían matado en la Concha al gobernador militar, y en un bar donde comíamos, Los Urtáin, cayó su propietario y ¡en fin! todo era un continuo asesinar.

      Los periódicos, los políticos de derechas e izquierdas, la radio, los militares de mi cuartel... todos hablaban muy mal de Adolfo Suárez, y mi natural compasivo llevó a apiadarme de aquel presidente tan vituperado, a pesar de estar en días en los que creía que los socialistas eran los buenos. Entonces llegó Rodríguez Sahagún, su ministro de Defensa, a Loyola, y noté el desprecio de los políticos que lo acompañaban y las desafiantes miradas de los mandos de Infantería e Ingenieros. Me dio cierta cosa cuando entró a hablar conmigo y creí distinguir a un buen hombre. A un hombre formal, trabajador y de afectuoso trato. Veo estos días imágenes de la trayectoria del expresidente y no veo referencias a Rodríguez Sahagún, al que yo siempre tuve por su hombre más fiel. En el momento de la visita del ministro no dí la importancia que sospeché pasado el tiempo. Tampoco fui consciente de la dimisión del presidente poco antes de licenciarme. A menos de una semana, los primeros días de febrero del 81,  el Rey también cruzó el Urumea y también entró a  “mi centralita”.  Me puse tan nervioso como los mandos que le acompañaban. Al salir de la dependencia, un comandante se llevó mi gorra de soldado y al ir a comer crucé el patio con una poderosa estrella de ocho puntas que de primeras infundió el debido respeto, pero que al descabezarme y colgarla con desgana en el palo de la silla todo quedó en un revuelo gracioso. A la semana me licencié y a los quince días, unos guardias desobedecieron las órdenes del presidente, que ya no lo era, de la nación. Desde aquel 23F, Adolfo Suárez y Rodríguez Sahagún salían siempre juntos en las fotos, hasta que aquello del CDS quedó en nada y don Agustín se metió a alcalde.
    
Con la muerte de Adolfo Suárez, y la de Agustín Rodríguez Sahagún en 1991, y desde la humilde perspectiva de un servidor, han desaparecido dos de los mejores hombres buenos de la política que en España han sido después de 1975. Creo que erraron lo suyo, pero no tanto y sin tan mala intención como los que hoy le juran devoción eterna.

Descanse en paz.


Rodríguez Sahagún