lunes, 31 de marzo de 2014

Razón: portería





Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    El verdadero espectáculo de la Liga está en la portería del Real Madrid.

    “Razón: portería”: homenaje a Javier Gomá, que tiene titulado así un florilegio filosófico, y a Ramón Gómez de la Serna, gran fisgón madrileño, que escribió que las porterías son el ombligo de la casa.

    A Ramón le gustaba la portería del portal de Mazzanti, que tenía la Giralda pintada sobre un cielo optimista, algo así como un despacho (“mi buró”) de Del Bosque para porteros de época, como Casillas, cinco títulos ligueros en catorce años, y cuya suplencia nos está costando una guerra civil (¡esto es la Españeta!) entre el periodismo, que apoya a Casillas, y los hechos, que apoyan a Diego López, a quien la inmensa minoría del piperío, alentado por el sindicato de prensa, silbó el sábado en el Bernabéu, con Paco Jémez, el Mortadelo (calva y cuellos) grancanario, por testigo en el banquillo vallecano.

    ¡Homéricos piperos!

    El piperío es el fruto de una masa adulada: les han dicho que saben de fútbol porque han visto a muchos futbolistas, argumento que se puede aplicar también a la gorra del portero que corta las entradas.

    Gracias a la portería del Real Madrid, el periodismo españoleto es un revival de la “Primera Plana” de Billy Wilder, una bandada de revistosos matalones instalados en la sala de prensa de la penitenciaría para hacer leña de Earl Williams, que en Madrid es Diego López.
    
Madre mía de mi vida! Pero qué es esto!!! Entre las piernas.
    
Obra de una cronista amiga de la causa casillista, ese tuit contra Diego López chorreaba como un haiku, el haiku supremo de la sicalipsis que impregna este ambiente de engorilamientos con la figura del yerno de España (López, en cambio, tiene más de cuñado que de yerno, con lo que eso supone), detrás del cual está el Mundial de Brasil (con lo que sabemos de Brasil, siquiera por lo que recordamos de “Los tres caballeros” de Disney), las campañas publicitarias y el milenarismo deportivo.

    –Es que Casillas hace milagros.
    
De Jesús se sabe que hizo siete milagros, contó doce parábolas y estuvo cuarenta días en el desierto.
    
De Casillas, que ya lleva un año en el banquillo, sus evangelistas nos han acreditado el milagro de la Novena en Glasgow y la parábola del City en el Bernabéu.
    
El milagro de Glasgow incluyó la torcedura de pie de César, que era el portero de Del Bosque, quien nunca más ha vuelto a tener dudas de fe, lo mismo que le ocurrió a Camacho en Corea con el episodio del frasco de colonia de Cañete.
    
La parábola del City es igualmente conocida: dos goles ingleses de broma (“Madre mía de mi vida! Pero qué es esto!!! Entre las piernas”) y remontada de Cristiano en el tiempo de descuento que coloca boca abajo a todo el estadio menos a Casillas, que permanece imperturbable. La explicación de su oficina de prensa pone la “gallina de punta” (expresión de Cruyff): alguien ha robado una imagen de la Virgen de Navalacruz y la pena ha dejado lelo al portero del Madrid y de España.

    Escribe Ramón:

    –Las porteras tienen amistades incondicionales y enemigos acérrimos con los que tienen disputas a las siete de la mañana que despiertan a toda la vecindad. ¡Cuántos fueron expulsados de su paraíso por la portera!



DONDE DIGO DIEGO
    Diego López fue suplente de Casillas en el Combinado Autonómico: salió de allí cuando Xavi decidió que para semejante honor mejor estaba Valdés. Valdés se ha roto la rodilla y para su plaza en Brasil hay convocado un concilio en el despacho (“mi buró”) de Del Bosque: ¿De Gea, que habla inglés porque juega en el Manchester United, o Diego López, que tiene de suplente  Casillas en el Madrid? La decisión es un salsipuedes para el marqués de Salamanca, que es un “administrador de egos”: el ego de Xavi y el ego de Casillas, tapados por el “cojonudismo” atlético de Diego Costa. Es decir, que al espectáculo de la portería (meritocracia frente a enchufismo) le queda mucho recorrido.