jueves, 30 de noviembre de 2017

El Carranza

 El año que nací

El Carranza, hoy


Francisco Javier Gómez Izquierdo

  En 1955, el mismo año de la primera edición de la Copa de Europa -L’Equipe, Bernabéu, ya saben...-, unos señores de Cádiz ingeniaron un torneo que pasaría a la Historia del Balompié como el Torneo de los Torneos: el Trofeo Carranza.

      Los no nacidos en Cádiz esperábamos ansiosos la última semana del verano antes del comienzo de la nueva Liga para poder ver por televisión a los mejores equipos, no de Europa, sino del Mundo. Hablo de los años 70 en adelante, cuando por ejemplo se celebró una edición para que Cruyff y Pelé se pudieran enfrentar en una final Barça-Santos con Español y Palmeiras de secundarios. Recuerdo que aquella final la ganó el Español al Palmeiras con un Pelé ya decadente goleado en el partido de consolación. A Cádiz venían los mejores de Europa: Inter, Milán, Roma, Eintracht, Stade de Reims, Standard de Lieja, Madrid, Barça, los Atléticos, Betis.... y los mejores de América: Peñarol, River Plate, Estudiantes, Nacional, San Lorenzo, Palmeiras, Vasco de Gama...¡ah, el Vasco y sus contundentes negros cabreados ganadores de unas cuantas ediciones a los que traíamos en conversación hasta que empezaba la temporada! Por lo general, al domingo siguiente. Reconozco que llevamos unos cuantos años que ya no es lo mismo y que el torneo ha perdido sentido internacional, pero el fútbol tendrá que agradecer siempre el invento de la tanda de penaltys que desde 1962 -VIII edición- decide emocionantes eliminatorias e incluso finales de Copas del Mundo.

      El Carranza se creó para pagar las necesidades de un equipo recién ascendido a 2ª. Las necesidades de un equipo que pasó de jugar contra el Iliturgi y el Utrera para  hacerlo contra el Barça y el Sevilla tardando los mínimos años posibles. Para prestigiar su criatura los directivos gaditanos no quisieron imponer la participación del Cádiz hasta bien entrados los 70 ya con el equipo en Primera.  Eran tiempos del sindicalista Quino, el extravagante Canito y los exquisitos Mejías, Villalba o Carvallo. El Mágico aún estaba por venir.
     
El Carranza era y es el Carranza. El mejor torneo de fútbol. Conquistarlo, un honor para los mejores equipos y los más grandes futbolistas del mundo. Carranza, un nombre inseparable al fútbol para los gaditanos, los españoles y el mundo en general.

     Resulta que no. Que Ramón de Carranza y su hijo José León fueron unos alcaldes franquistas con la maldad propia de todos los franquistas de los años 50. Al parecer los franquistas por aquellos entonces eran pocos y muy señalados y aunque los Carranza construyeran el estadio  y aprobaran, fundaran y contribuyeran al engrandecimiento del torneo de su nombre, no merecen que su memoria permanezca entre los gaditanos, porque así lo han decidido los muchos “kichis”, que al parecer en Cádiz son y que saben que los Carranza eran unos “chivatos”. Chivatos franquistas. Ni vasquistas, ni catalanistas, ni siquiera cadistas. Chivatos franquistas.

      Van a cambiar de nombre al campo de fútbol del Carranza y ¡claro está! se han levantado voces contrarias en el mismo Cádiz con gran sorpresa del alcalde que ha prometido someter a votación ,¡¡que manía!! entre los cadistas la ocurrencia de unos coleguitas que recuerdan como si fuera hoy la dictadura de Primo de Rivera, la de Franco y hasta la conquista por el pueblo andaluz del artículo 151 de la Constitución, ¡¡¡¡en 1977!!! Más concretamente, un 4 de diciembre. Los tíos van a cambiar también el nombre a la calle León de Carranza por ese 4 de diciembre, aniversario ¡mecachis en la mar!, del nacimiento de Franco. Y a todo esto, los cadistas de Burgos, ¿podremos votar?

El peatón

Sólo se conoce lo que uno domestica

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

El peatón ha decidido, como las razas vencidas, someterse para subsistir.

El peatón se siente importante porque, aprovechando el espíritu de la Navidad, el Ayuntamiento de Madrid lo pone a circular en dirección única por las calles: es un 155 municipal (si el espíritu del artículo 155 da para disolver Parlamentos, ¿por qué no va a dar para tomar calles?) que suspende la libre circulación constitucional del artículo 19 sin pasar por el artículo 116, aunque tampoco reclamará nadie, pues aquí todo se hace en función de lo mismo: la domesticación.

No puedo jugar contigo –dice el zorro al principito–. No estoy domesticado.
Sólo se conoce lo que uno domestica, insiste el zorro. ¿Que qué es domesticar? “Domesticar significa… crear lazos”. En Madrid, cada lazada municipal contra el peatón son, por lo menos, cien euros. El peatón madrileño es hoy un perro de circo, y tan contento. Botella impuso el “Moonwalk” (en la puerta del bar, un pasito adentro para beber, un pasito afuera para fumar) y Carmena impone la “Kalinka” (todos van al bar por una calle, todos vuelven del bar por otra calle).
En el libro “El experimentado cazador”, 1790, de D.J.M.G.N., libro favorito de Azorín, el mejor periodista que ha dado España (de ahí el respeto que infunde esta Casa), leemos: “Para lograr tener buenos perros es necesario que tengas macho y hembra de buena casta… Después que la perra para, elegirás los que quieras criar y que tengan mejor oreja… Los cogerás por el pellejo del pescuezo y los levantarás en alto, y aquellos que no se quejan son los más humildes… Luego los mandas a una majada de cabras, que les den la leche que quieran comer; y si no puedes, les mandarás dar de cuando en cuando unos pedacillos de pan seco, y se crían lo mismo… Luego empiezas a echarle un pellejillo de conejo liado para que vaya por él, y te lo traiga; después que ya sabe traer estas cosas, te sales de paseo alrededor del pueblo…”

Por la calle que Carmena diga, claro.

El burka occidental



Hughes
Abc

No todos los días podemos ver algo genial, auténticamente genial. Así califico lo que ha hecho Agatha Ruiz de la Prada: ir a firmar su divorcio de Pedro J. vestida con burka. “No quiero que mi ex me vuelva a ver”, ha dicho a “¡Hola!”

La apropiación del burka es una genialidad desmesurada, un acto cultural de mucho calado. Seguro que ha habido diseñadores que lo han sacado en algún desfile, pero ella además le ha dado un uso. Y qué uso. Agatha quiere invisibilizarse. Cuando todo el mundo lucha por la “visibilidad”, ella se oculta. No por pudor, sino por despecho. Quiere privar a su ex del privilegio de verla. No lo hace entonces para que sólo la vea el amado, lo hace para que sólo él no pueda verla. Es el burka al revés. El burka occidental. No me reservo a ti, sino que me oculto a ti. No es el burka contra el mundo, sino contra uno. Te me codifico.

¿Se convierte así en un burka posiblemente feminista? La mujer decide quién la mira. Actualiza el “para ti estoy muerta”, establece una orden de alejamiento visual. Recupera del mundo musulmán la invisibilidad y se apodera, se hace con ella. ¡Se “empodera” de celosía! ¡Recupera el velo para Occidente! Ágatha hace un viaje de siglos que nos deja temblando.

Pero esto…¿ Esto se ha hecho antes? Ha cogido esa prenda-enrejado y se ha hecho moruna, medieval, se ha ocultado. Se ha ido del mundo, se le ha clausurado a Pedro Jota. Una mujer tan libre como para permitirse el burka, que ya no es el de la sumisión, sino el del repudio.

Imagínenese que en un próximo acto social ella y Pedro Jota coincidiesen y que, siguiendo con su decisión, la diseñadora hiciera acto de presencia con burka. ¿Se le podría prohibir? ¿Verdad que no?
Esto puede ser una mortificación, pero no para ella, sino para él. Porque Ágatha, así, se distingue del resto de las mujeres del mundo. Se singulariza. Se priva, se hace tesoro y preserva su recuerdo. Qué secreta y hermosa está vestida así.

El velo… qué tesoro para la mujer. La ocultación de la mujer es una maravilla de misterio y sensualidad, es un delirio para el hombre, pero es que aquí es contra el hombre. ¡Pero qué genialidad! ¡Qué darle la vuelta a la tortilla!

No es un velo conyugal, sino de la separación. Creo que ella ha podido dar con esto un nuevo sentido al rito del divorcio, darle trascendencia y otra hondura dramática a un acto tan triste y notarial. Esto se imitará. Ha logrado el colmo de un diseñador: darle vestimenta a un ritual, uniforme a una ceremonia. Me caso con velo, me divorcio con burka.

Cuando surgió la polémica del burkini yo estaba a favor de su uso. Lo sigo estando, claro, pero ahora mucho más convencido. Ahora incluso me planteo el burka, después de que Ágatha le haya dado color, y un sentido tan libre. Libre, ojo, ¡pero antiquísimo! En el amor surgen profundidades muy morunas. Se quiere en cristiano, se ama en moro. ¿Cómo no se va a poder llevar el burka entonces?
Genialidad enorme, inconmensurable. Quizás lo mejor que he visto este año.

Podía haber elegido un velo negro, pero el burka es más firme. Recoge las poderosas ideas de sumisión, de prisión, de encierro, de perpetuidad y se las arroja con rebeldía al otro.

“Los hombres me tiran los tejos, pero yo ni me entero”. ¿Cómo se va a enterar? El burka admitiría ser, más allá del divorcio, una prenda para los períodos de soledad elegida. A veces para la mujer es pesado aguantar las miradas de los hombres. Somos machistas de retina, incansables oteadores del cervatillo femenino. ¿Y si ellas deciden ponerse un burka una semanita? Eso tiene que ser gloria bendita. ¿Y si una mujer, harta ya de los hombres, decide cortar por lo sano y ponerse un burka?

Yo creo que llegará el día en que el burka se usará más en occidente que en el mundo árabe.

Jueves, 30 de Noviembre


La Tartaria es un lío terrible. Ni los geógrafos ni los historiadores saben a qué atenerse. Pero un novelista tiene la obligación de saber lo que es tártaro y lo que no es tártaro y poder hacer una novela tártara.
Ramón Gómez de la Serna

miércoles, 29 de noviembre de 2017

La Antiespaña

El Pícaro y Alonsillo

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

En un movimiento rutinario de centrocampismo electoral, el marianismo bascula del marxismo (“la economía es lo único importante”) al falangismo (“no somos nacionalistas españoles”).
Lo primero lo dijo el salvador de España (“Ho salvato la Spagna, ora bisogna chiudere le ferite”). Y lo segundo, se supone que para “chiudere le ferite”, por seguir en la lengua de Gentile, lo ha dicho Alonso, o Alonsillo, como el Pícaro (Fernán Gómez) llamaba a su criado (Juan Ribó).
Los curitas vascos le dicen “falangista” a Rivera, y antes de que se lo digan a Mariano, va Alonsillo y, como esos galgos que se quejan cuando te ven coger una piedra, grita:

¡No somos nacionalistas españoles!
Todos conocemos la historia de Pedro en el palacio de Pilato o la de los jesuitas de Scorsese (“Silencio”) en el Japón de los samuráis. Estos peperos ignacianos (“trigo soy de Mariano, molido por los dientes de las fieras….”) superan a todos, y arremeten contra Rivera con los argumentos (sin percatarse) de José Antonio en el discurso de clausura del segundo consejo nacional de la Falange:

No somos nacionalistas, porque ser nacionalistas es una pura sandez.
(Y se comen el corolario: “Somos españoles, que es una de las pocas cosas serias que se pueden ser en el mundo”).

Parece imposible meter en estas molleras que los nacionalismos son malos sólo donde la Nación no está separada del Estado, es decir, en la Europa continental. Es lo que viene a decir Savater, con fama de filósofo en los ambientes, cuando dice, aunque sin saber por qué, que no es lo mismo el nacionalismo de Churchill que el nacionalismo de Hitler. Churchill puede ser lo nacionalista que quiera porque en Inglaterra no pinta Estado, sino Gobierno. Igual que Trump, a quien los membrillos llaman Hitler cuando en nacionalismo no llega a la suela del zapato a Paine, a Washington, a Franklin, a Jefferson o a Hamilton.
Gobernar es transigir, ya lo dijo Salomón –cantaba Romanones en una zarzuela del Apolo.

El marianismo.

Claria y capitalismo


Un colega del doctorado, de los que no me ha denunciado todavía, traduce clarias del vietnamita.

En serio. Ese es su proyecto para graduarse de PhD en mi universidad. Las clarias gigantes y cómo traducir sus bigotes de gato al inglés.

Para los cubanos, no se trata de clarias ni mucho menos.

Todos sabemos y recontrasabemos que “claria” es un eufemismo para no mencionar el vulgar nombre del “pez gato”: esa recombinación de limpiapecera con lombriz solitaria acuática.

Vomitivo.

Un asco.

De tanto discutir en clase los textos de mi colega todavía no delator, uno va aprendiendo las siete maravillas del mundo a lo largo y ancho del río Mekong.

Para empezar, nunca se ha llamado Mekong.

Como todas las palabras en Occidente, “mekong” es también un barbarismo. Algo que alguien oyó mal y transcribió peor. Como un eructo. O un peo.

Nada de Mekong, compañeros.

Mekong ni mierda.

El río se llama en chino Lahn Xang. Es decir, el de “cauce rápido”.

Prodigiosa imaginación, ¿no? Millones de chinos no pueden estar equivocados.

Si un río con río corre rápido, como rápido corren los carros por los carriles del ferrocarril, entonces a ese río con río se le ha de nombrar así: el río del “cauce rápido”.

Lahn Xang.

No se rían.

Excepto el español, que es la madre y la madrastra de la pura retórica, el resto de los idiomas son muy concretos. Correctos.

El cubano, específicamente, como lengua sería hijo e hijastro de una puta retórica.

Échense como suena esto: Zaza, Quibú, Toa.

Por favor. Un argot sin etimología.

Como debe ser, por cierto. Dialectos déspotas para un pueblo dictadurable como el cubano.

Después no se quejen por las clarias enanas.

Cuando el falso Mekong va bajando hacia el sur, por una ribera un tipo de chinitos lo llaman “Lanchang”, que literalmente es el mismo nombre del reino de los “cien mil elefantes”. Léase, el actual Laos.

Un río a donde venían a beber los elefantes salvajes de la maleza y los elefantes domesticados del reino.

Mientras que en la orilla de enfrente al falso Mekong otros chinitos le dicen simplemente “Mae Kawng”. Que ya no significa nada, sino precisamente “río Kawng”.

Aunque, por esa área, parece que el concepto de “río” y de “madre” son medio sinónimos, según mi colega vietcong parado junto a la pizarra electrónica del aula. Así que Mae Kawng es también la Madre Kawng de los ribereños de ojos rasgados.

Pienso de pronto no en Yuliesky, sino en su padre enfermo Lourdes Gourriel. El gran jonronero retirado cubano, a medio camino entre el exilio y la oncología, explicando ante las cámaras inquisitoriales de la CNN por qué su hijo no es un racista.

Pobres cubanos. Tan solitarios entre sus altísimos salarios y la desaparición del castrismo.

No tenemos ni un nicho necrológico a donde regresar cuando la vida se vaya. Y nos vaya.

Somos como los visitantes foráneos de Bangkok, perdidos en el llano, que entendían “Mae Kawng” como “Mae Kong”. Como es lógico, porque las fonéticas orientales son puro caos y pura confusión.

Y ni siquiera los brutales británicos pudieron hacer nada al respecto. Mucho menos los amanerados franceses.

De manera que el nombrete así mismo se le quedó: río Mekong y bien, río Mekong y para el carajo.

Hasta el día de hoy.

Tal vez Trump pueda hacer algo al respecto antes del 2020.

O tal vez la momia de Ho Chi Minh.

Desecar su cauce o algo por el estilo. Encontrar carbón o uranio bajo su lecho. En cualquier variante, mucho mejor que tanta traducidera estéril en un aula de PhD.

Llámese colonialismo o llámese poesía hidráulica.

Lo cierto es que ese río está repleto de clarias. Y no sólo de clarias, sino de clarias gigantes. Peces gatos grotescos, así en cubano como en vietnamita.

Pla huek. O sea, pez gigante.

En puridad, por esas regiones no se ha descubierto aún el concepto de h. Así que se pronuncia “pla buek”, un término de uso común entre las clases altas y las castas bajas de los intocables.

La única excepción, como era de esperarse, son los khmers rojos y no rojos de Kampuchea. Esa gente la ha cogido con llamar a la claria el “pez de los dioses”: tre-rao-al.

Aunque yo creo que es una justificación para no tener que comerse esa carne tan carroñera.

Cuando llegaba a mi carnicería del barrio, en el Lawton inmemorial de las afueras y los abajos de La Habana, la peste a orina duraba días y días después de venderse todo.

Era insoportable.

La náusea.

En Cuba eran más bien unas clarias enanas, pero igual multitudinarias.
En el Mekong, añade mi colega académico con orgullo de inmigrante, las cazan hasta de más de dos metros. Una barbaridad.

Y la claria más claria del récord Guinnes pesó justo 180 kilogramos.

Hemingway se hubiera vuelto a morir de haber visto semejante espectáculo. The Old Man and the Cat Fish. Premio Nobel ipso facto.

En fin, no quiero seguir asqueándolos sin necesidad.

Ni tampoco con necesidad.

Cuando llegué al exilio, tan tarde como el 5 de marzo del 2013, pensé que en los próximos mil años nadie me iba a mencionar a las cabronas clarias.

Estaba equivocado.

Estábamos equivocados.

En el primer restaurante de lujo que me llevaron en Nueva York, la especialidad de la casa era, ya saben, Blackened Catfish.

Dios no me dejará mentir al respecto. Que la patria me covfefe orgullosa si no les estoy diciendo ahora la verdad, toda la verdad, y nada más que la verdad.

Podría jurarlo sobre la biblia de los cubanos, sea lo que sea ese libro para un pueblo si no muy ateo, por lo menos sí muy atroz.

Nunca en la vida se me olvidará aquel menú: Cajun catfish with the right touch of spices. Traditional method of down south cooking. Without any fat.

No sabía que el pez gato tuviera grasa.

Ni tampoco me importó averiguarlo esa primera noche sin Cuba.

Valía carísimo, por lo demás. Qué locura de mundo.

Fue un síntoma bien tempranero de que en los Estados Unidos algo estaba muy pero que muy mal.

Una cosa corpórea.

Como un tumor de izquierda.

Como un fundamentalismo ecológico.

Como un síndrome refinado de la Revolución.

No sé si en sus cerebritos, en su alma metalizada, o en sus pliegues del tracto gastronorteamericano.

No me extrañaría que la crisis general del capitalismo hubiese comenzado justo por aquí. Por los menús marxistas de Manhattan, con copyright de una conspiración entre el sudeste asiático y los chefs esclavistas confederados.

Pedí un bisté de res.

Carne de vaca, carajo. No me jodan más con las clarias.

Váyanse para Cuba, si tanto les parece que las croquetas de claria al plato son una delicatessen.

Me trajeron el bisté tinto en sangre. Otra exquisitez, según las libidinosas profesoras que me hospedaban en NYU.

Me paré. Sin pedir permiso.

Ni en inglés ni en vietnamita ni en la cabeza de un guanajo.

Fui al baño.

Me metí el dedo hasta la campanilla. Puafff.

Vomité bilis. Vomité vísceras al vacío. Vomité vocablos.

Tenía un hambre del recontracoñísimo de mi madre. Porque no había comido nada ese día, entre el nerviosismo del avión y la comemierduría de despedirme para siempre de Cuba.

Sudaba frío. Pensé que sería un infarto.

Respiré. Me calmé un poco las nalgas.

“Resiste, coño”, me dije. “Aprieta el culo y dale a los pedales, que para algo tú eres y vas a ser el gran Orlando Luis”.

Pensé en transmitir ahí mismo un video por Facebook live, a ver si entre mis 5000 amigos virtuales me sentía un poco menos vaciado.

No lo hice en definitiva.

Me lavé la boca. Agua del grifo. A cuentagotas. Tap, tap, tap.

Olía rara esa agua. No sabía ni a agua.

Otro asco. Flúor capitalista contra mi vértigo cubano de todavía no haberme ido. Ni haber llegado.

Respiré.

Se me fueron pasando los retortijones de estómago. No tuve que cagar, por suerte.

No vi papel sanitario. O lo vi, pero dentro de un aparato del cual no sabía, ni tenía ganas a esa hora, de aprender cómo sacarlo.

Fuck the United Catfishes of America.

Viré a la mesa.

El olor de la hemoglobina seguía nauseabundo. Una masacre.

“Este es el fin”, pensé sin que ningún cubanólogo lo notara.

¿Alguien podría llevarse ese charco de sangre de una jodida vez?

Pero no dije nada, como Barack Obama y la corrección política mandaban.

Con gusto me hubiera comido entonces unas de aquellas clarias gigantes. Ennegrada, con su toque de especias cocinadas al estilo del sur. Incluso con grasa.

Pla buek al burro.

Pla buek imperial.

Pla buek a la jardinera.

Esto nada más que me pasa a mí, yo pensaba y pensaba mientras hacía cuentos cómicos sobre la falta de comida en Cuba y cosas así.

Los faunos con tenure-track me aplaudían. Yo era su títere más reciente. Su monito etnográfico extraído, como una muela podrida, del paraíso de los bárbaros.

Tal vez ya hasta me calculaban, apostando a cuál podría ser mi inclinación y/u orientación y/o potencia sexual.

Todo por un falo.

Manhattan es una posada con rascacielos.

Me sentí virgen raptada, por más patético que me parezca ahora teclearlo.

Esto no me hubiera pasado en Cuba, yo pensaba y pensaba mientras hacía cuentos cómicos sobre la lentitud de internet en Cuba y el fin del castrismo.

Pero estábamos nada más que en marzo y en el 2013 apenas.

No podíamos saberlo, claro. Pero al castrismo, como a esas clarias del Mekong importadas a la Gran Manzana, todavía le quedaba todo un mundo por delante.

*Capítulo de la novela inédita "Que la patria os covfefe orgullosa", libro de próxima publicación por Ediciones Hypermedia.

Miércoles, 29 de Noviembre


Algunos han dicho que Ortega deja sin escribir su obra de Filosofía. Puede que él mismo lo dijera también.
Gregorio Marañón

martes, 28 de noviembre de 2017

El "parte"

Teléfono minúsculo, fabricado para ser" empetado",
  incautado a un recluso


Francisco Javier Gómez Izquierdo

     -Mirusté por favor si me pueden dar un destino de los de cobrar, el colomato, la cocina ó en la basura mismo, que ya sabusté que lo llevo bien y no hi tenío ni un poblema, ni una discusión y mucho menos un parte.
      
Un preso, perdón, interno,  sin partes ya no es una rareza. Lo era hasta antes de que se crearan los módulos de Respeto, cuando el que más o el que menos debía presumir de indomable y valentón y era raro el que no iba “empalmao” en el patio con estiletes fabricados por habilísimos ingenieros capaces de convertir objetos inanimados en asesinas herramientas. Hoy el interno del Respeto está todo el día ocupado y se le echa inmediatamente en falta cuando deja de presentarse a actividades tales como gimnasio, escuela, talleres cien y todo tipo de terapias: preparación para el primer permiso, habilidades sociales, trato con el cliente, modo de redactar currículos, baile del cha cha chá, etc.

      Al interno del Respeto se le pone un negativo por llegar tarde, por no haberse duchado, por hacer mal la cama, por hablar alto en el comedor, por no respetar la cola del Economato... en fin... que el preso de estos tiempos está todo el día pendiente de lo que no debe hacer porque no sólo le vigilan los funcionarios, benévolos en su mayoría, sino sobre todo los propios internos, rigurosos la mayor parte de ellos y ansiosos de dar novedades a los trabajadores penitenciarios.

     Conociendo, por mi compadre el "boqui", que siempre anda conmigo, el discurrir de un día en prisión llama la atención la poca adaptación del Régimen de uno de los Jordis catalanes al que al parecer  han pillado correspondencia (cartas) en un paquete de ropa de salida, haciéndose merecedor de un parte, como un interno conflictivo de los de toda la vida. El hombre tendría que saber que no hay cuerpo más escrupuloso con las leyes que el de los funcionarios de prisiones y que metiendo sus escritos en uno o varios sobres con su franqueo, remite y remitente e introduciéndolos en el buzón del módulo, el funcionario tendrá todo el cuidado del mundo en la inscripción en el registro de salida correspondiente, para que si hubiera lugar a una reclamación por extravío o intervención ilegal de la carta, el mentado Jordi tenga argumentos demoledores con los que documentar derechos supuestamente pisoteados. No. El señor Jordi cree que los funcionarios son agentes del “enemigo” interesados en conocer sus elegías nacionalistas y pretende, al parecer, pasar de contrabando a los amigos los disparates racistas que le inspiran las musas nocturnas de los cielos de Madrid. Cree el incauto que esconder panfletos entre las braguetas de los pantalones sucios es el modo mas seguro de que nadie se entere de lo que todo el mundo sabe sobre sus aún presuntos delitos. ¡Con lo fácil que le hubiera sido aprovechar el sistema garantista que tan bien le ha ido hasta ahora en la vida y proceder del modo dicho poco más arriba..., va el señor Jordi y se gana un parte!  Además y por lo general, la ciencia taleguera suele emplearse en introducir objetos y sustancias prohibidas en las cárceles, no en sacarlas. ¡Qué ganas de llevar la contraria en todo!

     De momento que se olvide de un destino remunerado y como se descuide un poco y le pongan otro, le vemos en los módulos que no son de respeto. En los módulos de los irreductibles. De los refractarios a todo tipo de Tratamiento. De los que arreglan sus asuntos en los tigres con una toalla al cuello. De los que no saben muy bien que cosa es Cataluña.

Simplicidad



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

El conservadurismo inglés se plantea adoptar para su programa electoral los dogmas socialdemócratas que nos zumban en la cabeza para no perder votos en el caladero de amebas que produce el sistema educativo. Vamos, Theresa May con las barbas de Tolstoi, apóstol de la simplicidad.

La pega es que, como saben los chestertonianos, un inglés no puede jactarse de ser simple, y seguir siendo simple: hablar de la propia simplicidad lleva a ser menos simple. El simplón, dice Chesterton, nos quiere simples en las cosas que no importan (dieta, ropa), pero complejos en las cosas que sí importan (filosofía, lealtad).

Populismo es ofrecer soluciones simples para problemas complejos –repite el tertuliano español, un amante de la vida simple para quien todo lo que no sea marianismo es populismo aventado por los hackers de Putin, esos duendes de la imprenta que, al parecer, estaban detrás de toda la morralla catalanista publicada en el periódico global durante los últimos cuarenta años. (Nadie, por cierto, ha reparado en el curioso detalle de que los hackers de Putin sólo habrían alcanzado sus objetivos en las dos únicas sociedades con representación política: Estados Unidos e Inglaterra).

Aplicado a la prensa (sueldos a la baja y pensamientos al alza), el lema de la simplicidad (“Vivir con sencillez y pensar en grande”) nos ha llevado, con motivo de la muerte de Manson, a las grandes exclusivas de “Newsweek” o “The New York Times”, con sesudos psicoanalistas elaborando la comparación (“científica”, por supuesto) entre el viejo asesino… y el presidente Trump. Al decir de estos alienistas, Manson encarna, no las maracas del 68, sino la “posverdá” y lo “alt right”:

¡Usó la empatía para entrar a otras personas y manipularlas!

Visto con humor, sería lo que han hecho los hermanos Koch (¡magnates y republicanos, como Trump!) al comprar “Time”, cuyos columnistas antitrumpianos dirán ahora que cuánto mejor es una vida “en grande” y pensamientos simples.

Martes, 28 de Noviembre

Valle de Esteban

Tan sólo una vez en mi vida he tomado la pluma para escribir en periódicos.
Xavier Zubiri

lunes, 27 de noviembre de 2017

Otro domingo sin ganar

        
Mario Ortiz, leonés desmelenado


Francisco Javier Gómez Izquierdo

          Las épocas de cierto desasosiego, pongamos laboral o sentimental, las he capeado con el irracional optimismo que suele acompañar a los fervorosos fieles del fútbol que al llegar el fin de semana, al equipo, aun perdiendo, le veíamos brotes de próxima confirmación. Intuíamos una pareja capaz de hacer diabluras en la izquierda, un lanzador de faltas fiable, recuperación de lesionados, la mala puntería de nuestros delanteros que algún día tendría fin, el destierro de la mala suerte, y en fin, asuntillos menores que veíamos solucionables. Mis a veces falsas expectativas mantenían en pie mi espíritu indoblegable al desaliento.

         No tengo mayores problemas que los propios de una edad perfecta para disfrutar del fútbol y a pesar de que por circunstancias que no vienen al caso tengo que volver a acudir a la mina a diario, el Córdoba CF se ha propuesto cargarme de incomodidad y desesperanza un domingo sí y otro también. Ayer, la Cultural Leonesa, equipo de bajo presupuesto y ascendido para sufrir, nos ridiculizó hasta la acostumbrada humillación de cada partido de la presente temporada. A la media hora nos pitan un penalty a favor y expulsan al inocente Zuiverloon. 1-0. Poco antes del final del primer tiempo otro penalty y otro gol de Guardiola. “Hoy ganamos seguro. 2-0 y contra diez no puede escaparse el partido. Además a la Leonesa le falta calidad”.

      Mala memoria la del vecino, pues la Leonesa pudo colar dos goles nada más empezar el partido y “además” tiene un entrenador, Rubén de la Barrera, capaz de reconocer la falta de calidad propia y ajena. La propia la disimula y con la ajena hace un cesto. Así, en la segunda parte y con la extraordinaria colaboración del centrocampista Mario Ortiz, que ayer pareció valer por tres, más la invariable contribución al gol de los delanteros despedidos -Rodri-  por el amo del Córdoba, los leoneses empataron un encuentro que si llega a durar cinco minutos más, lo ganan. Menos mal a nuestro portero polaco que le paró un gol al canario Yeray. ¡Con uno menos, una hora!. La Cultural va a andar ahí, ahí, pero tengo que reconocer que también es mejor que nosotros.
      ¿Qué he de hacer para evitarme, cada vez que regreso de El Arcángel, sensaciones tan desagradables? ¿Acaso renunciar a ver la deshonrosa decrepitud y muerte de un equipo y un club al que empecé a querer hace 30 años? ¿Por qué ha tenido que caer el Córdoba CF en manos tan indeseables? ¿Qué trajiste, qué te llevas y qué nos dejas Carlos González?

Pobres vergonzantes


Marcial Lalanda

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Benzemá, que da sí lo que da de sí, volvió de Chipre dando voces de ser el más grande, con el permiso de Alá… y de Marcial Lalanda (“Karín tú eres el más grande / Karín tú eres de Madrid / por ti yo voy a los toros / yo voy a los toros, / voy sólo por ti”).

    –Soy muy grande, y el que no esté contento es su problema.
    
Benzemá es tan grande que, jugando de delantero centro del Real Madrid, el sábado anotó su segundo gol, gol de palomero, en nueve partidos que llevamos de Liga, y se fue ovacionado por el piperío del Bernabéu, que, de haberlo sabido, le hubiera cantado el pasodoble de Marcial.

    Lo tiene peor Cristiano, un portento de la Naturaleza que empezó a competir demasiado pronto y que en las carreras con centrales absurdos deja caer señales de decadencia, y eso incluye la mala suerte. El sábado, después de su remate al travesaño, la cara de Cristiano era como la de aquellos nobles que el Caballero Audaz describe en el comedor de pobres vergonzantes del Asilo de María Inmaculada en el madrileño Paseo de Martínez Campos. ¡Cuántas novelas!... ¡Cuántos dramas!... ¡Cuántas grotescas comedias acaso habría para la máscara educada y correcta de aquellos rostros, en los cuales la sonrisa parecía una mueca!...
    
Aristócratas, millonarios, aventureros, artistas, cortesanas, negociantes…; todos en aquel torbellino de misericordia… Todas aquellas vidas que fueron doradas en el tiempo por el sol de la fortuna o de la fama; vástagos de familias opulentas; descendientes de nobles, de guerreros famosos, de políticos encumbrados; burgueses que conocieron la satisfacción de todos los caprichos; bolsistas que manejaron millones y barajaron cifras fabulosas en especulaciones desgraciadas… Luisa Pedreño, aquella famosísima dama que hace quince años era la mujer más codiciada, más célebre y de más moda en Madrid. ¡Había que verla en la Castellana, guiando los seis poderosos caballos de su “mail-coachs”!
    
Y ahí estaba, de testigo, en la banda del Bernabéu, Míchel, jornalero del banquillo con barba blanca de sabio sufí. Míchel, quién nos lo iba a decir, ha roto a moro, mezcla de Anguita y rey Feisal, envejeciendo mejor que Butragueño (¡lo que tiene trabajar!), que se desinfla por las costuras vegetalistas del yoga como un flotador playero de Pluto. El mítico “Agonías” (“árbitro, Maldini me pega”) estuvo a punto de cerrar definitivamente la Liga en el Bernabéu, donde, si todavía no se da por cerrada, es porque la bruja Lola ha dicho que el Madrid sale campeón si Sergio Ramos se rompe la nariz. Ramos y esa expresión suya de hombre que contempla su nariz, tan peculiar de los que hablan para que el futuro recoja sus palabras.

    Los piperos recalcitrantes culpan de la situación a los árbitros de Victoriano (Victoriano Sánchez Arminio, el “linemán” que en el Mundial de México’86 eliminó con su banderín loco al mejor equipo del Campeonato, que era la Urss de Lobanonsky), que se ha petrificado en uno de los toros de Guisando (con más morrillo) del Villarato.

    Desde luego, los árbitros de Victoriano son más reales que los hackers de Putin, pero no es mucho lo que desde el Real Madrid se ha hecho para pararles los pies. En 2004, enviar al director general, Valdano, al vestuario de Iturralde, que había expulsado a Zidane en Sevilla, a decir: “Nunca he visto una cosa igual: muy seguros tenéis que estar para hacer lo que habéis hecho, esto es una vergüenza”. Y en 2010, tras vencer al Sevilla, enviar al entrenador, José Mourinho, a leer en la rueda de prensa un folio con los trece errores de Clos Gómez.
    
Si de veras el Real Madrid hubiera tenido alguna vez el propósito de limpiar la organización arbitral, sus acciones hasta la fecha vienen a ser como “asustar a un notario con un lirio cortado / o dar muerte a una monja con un golpe de oreja”:

    –Sería bello / ir por las calles con un cuchillo verde / y dando gritos hasta morir de frío.


 ¿Cree que hay vida extraterrestre?
Sí. Dicen que en Madrid hay un equipo


GALAXIA ORTÍ

    Ha muerto Jaime Ortí, el hombre de Benítez, de las Ligas… ¡y de los galácticos!, cuando todo lo del Madrid, en lo bueno y en lo malo, parecía venir de Valencia: los piperos (como concepto: regalo de Hughes), y sobre los piperos, los galácticos, Figo, Ronaldo, Zidane y Beckham, que en la memoria madridista ocupan ya el mismo rincón que los reyes godos en el bachillerato de don Pedro Sainz Rodríguez. Ortí, que era dicharachero, habló un día de “los galácticos” para resumir aquel rastacuerismo blanco. “Rastacuerismo” fue la palabra favorita de Pío Baroja: era como los franceses llamaban al nuevo rico argentino o “arrastracueros” (señorito venido a más con la venta de cueros para la guerra del 14). En tres años Ortí se llevó dos Ligas, una Uefa y una Supercopa de Europa. Que la tierra le sea leve.

Lunes, 27 de Noviembre


Remotísimo es el privilegio ácido y sublime de las mujeres viudas, que antes del Cristianismo ya tenían más jerarquía, severa y tradicional, que las mismas vírgenes.
Concha Espina

domingo, 26 de noviembre de 2017

Domingo, 26 de Noviembre


El salmonete moribundo y el estilo Séneca
Ramón Pérez de Ayala

"Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda"

DOMINGO, 26 DE NOVIEMBRE

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

-Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas, de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: "Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme." Entonces los justos le contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?" Y el rey les dirá: "Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, conmigo lo hicisteis." Y entonces dirá a los de su izquierda: "Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis. Entonces también éstos contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistirnos?" Y él replicará: "Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo." Y éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.

Mateo 25,31-46

sábado, 25 de noviembre de 2017

No es un spot

Calles de Lista/Serrano
Chanel
No es un spot
Es un alunizaje

Las jais



 
 
Hughes
Abc

Últimamente me he encontrado con artículos periodísticos en los que he creído ver brillar algo. Textos con cierta impronta umbraliana escritos por “ellas”, como dicen en las antologías. Eso que llamaron cipotudez o neoumbralismo, pero realizado ahora por mujeres con conciencia feminista. Si decimos chuminada –por lo del cipote–, el viejo patriarcado se nos revela negativo en el lenguaje, así que habría que decir la chuminez. El umbralfeminismo.

Las dos cosas confluyen en el estilo. El yo joven, romántico, paradójico, desenfadado y socialmente sensible se refuerza con la pureza política del feminismo. Las metáforas echan humo, pero tienen una nueva tersura. Lo postumbraliano (como movimiento), algo cansado, cínico ya, perdido como todos en el centrismo, se refuerza con la fresca carga ideológica del género. El hombre no tiene causas, ellas aún sí. ¿Pervivirá el umbralismo a través de la igualdad de género? ¿Se reforzará el feminismo con esa voz aguardentosa? La relación puede ser de colaboración.

El combate de Umbral contra los angloaburridos lo ganaría Umbral, pero casi más por ellas. A Marías los de Prisa le dicen “viejuno”. Es el desacato, la rebeldía. Entre los dos hay una bisagra, que es Reverte. Que es como el eje, o el kilómetro cero de lo macho. Pero ellas, las nuevas voces periodísticas, están más en el umbralismo (por muy matizado que sea) que en lo otro. Y lo están por la emoción. Lo ibérico es hoy más sentimental que ayer. La socialdemocracia, al contacto con el populismo, hace aún más importante la emoción. Aquí es donde entra el tono umbraliano, desvaído, remoto, como soniquete remanente, si se quiere, o como lejana influencia versificadora y visual. Pero entra.

La mujer joven se ayuda de la síntaxis umbraliana para reordenar el mundo desigual, le sirve también para participar de una épica masculina de la “vida a tragos”. Entra por el adiestrado oído del lector como algo reconocible. Y el efecto es curioso, como si aquellas progres de sus libros le hubieran cogido la olivetti, como si las jais se le hubieran “empoderado” de la vieja bufanda. El mundo heroico del último bar se acerca a lo paritario. Ya hay chicas en el ratpack. El macho sabinero o sabinista se da la mano con la posible votante de Podemos que él mismo ha creado. “Ojos de gata, ponme una copa”. Pero ella está del otro lado de la barra. “Póntela tú tronco” (¡ella dice tronco!). La chica se apoderó de su universo poético y toma la dacha. Será el desenfreno sentimental durante un tiempo. La torrencial sensibilidad de ellas anegará la de ellos, pero entre medias su emoción tendrá un punto macho (hay ahora mismo una fiera emoción macha que se quiere conquistar). En el arsenal polipoético del postumbralismo y el sabinismo… ¡entra la igualdad! Pero es eso (en el blog todo es precipitación): como si la nueva voz feminista, necesariamente sentimental y emotiva, se popularizase, se vulgarizase, mediante un tono reconocible por umbraliano, que es el instalado.
El resultado no lo voy a juzgar yo (pobre de mí), pero creo que ahí se alían dos voces de nuestro tiempo actual. Una que se iba, un poco gagá si se quiere, y otra que llega.

La Abuela

Robin Riverita de los Bosques


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

La Contitución’78 es una novela río: once años le ha llevado a Ciudadanos llegar a la disposición general primera que ampara “los derechos históricos de los territorios forales”, y Rivera, que tenía a Licurgo por natural de Cebreros, ha montado un berrinche.

Para Santayana, que los trató en Manila, los vascos son un elemento original, pero esencial, de la raza española, aunque separados de Castilla se perderían como esos otros pueblos de lenguas extrañas que se ven empujados a invernar sin distinción ni gloria.

Dos procesos históricos, dice Albornoz, tiene España sin acabar, con el país vasco como punto de salida, uno, y el otro, como punto de llegada: la romanización de la Península, inconclusa a los veintidós siglos de iniciada, y la vasco-castellanización de Hispania, incompleta a los mil años de comenzada.

Lo vasco sería la raíz cúbica de lo hispano; y lo portugués, lo andaluz y lo levantino, lo español elevado al cubo.
Los vascos, y sólo hay que ver napias (“ganchos”, decía Chillida), contribuyeron con sus hombres y su espíritu al nacimiento de Castilla, gozando de todas las ventajas de ser españoles, pero sin las cargas de los otros, que ya en el siglo XIV los Riveritas castellanos protestaban de que los vizcaínos no pagasen como ellos alcabalas y sisas. De su patriotismo español dan fe su rebelión cuando el Rey Cruel cedió a Inglaterra el país vasco y su oposición a que el Rey Impotente lo cediera a Francia, obligándole a jurar (¡hay que joderse, Aitor Esteban!) que nunca serían separados de Castilla.
Vasconia es la abuela de España. La abuela gruñona que no se reconoce en su nieta y reniega de ella. “¡Jaungoikoa et Legizarra!” es un lema medieval. La abuela tozuda que quiere vivir como antaño, un particularismo de pura estirpe hispana.
Robin Rivera de los Bosques: déjate de postureos, sal del Estado que parasitas y échate a la calle a predicar “No taxation without representation”, que es lo que todos los españoles necesitan.

Sábado, 25 de Noviembre


¿Y por qué esta predilección mía por la tragedia?
Antonio Buero Vallejo

viernes, 24 de noviembre de 2017

Singularidad

“L’avara pobertà dei catalani”

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    En un país de cultura política inexistente hay que recordar que el único objeto de una Constitución democrática es establecer, por escrito, la separación de poderes que garantice la libertad política. Por eso la única que se conoce, la americana, lleva ahí, tan terne, dos siglos y medio, a pesar de la demagogia de Jefferson, que no entendió nada de ella, pero a quien ahora invocan mucho nuestros arbitristas, como si la obra de Hamilton y Madison tuviera conceptualmente algo que ver con la vaina de Guerra y Abril.
    
En España, la vaina del 78 no separa los poderes. Y la vaina que pastelean para el futuro los arbitristas de guardia, Carreras y Muñoz Machado, tampoco. Esos arbitristas se educaron en la “unidad de poder y diversidad de funciones” del general, y la separación de poderes es algo que no entienden y que les deja fríos. Ellos trabajan en poner por escrito, en papel de barba constitucional, la Singularidad Catalana, cosa que nunca existió.
    
Con el mantra de la pluralidad, la partidocracia cautiva la atención de los tontos y entonces te coloca la fascistada de la Singularidad (catalana, por supuesto).

    Por mucho que Rovira Virgili afirmara que “una centella de la Hélade prendió en el alma de Cataluña”, Cataluña carece de singularidad racial (es mezcla de todas las razas españolas) y espiritual, salvo que tomemos por tal lo que Dante llamó “l’avara pobertà dei catalani”.
    
Dos cosas reconoce la Historia: una, que (cuando lo de Roma) Cataluña hizo a España desde Tarragona; y la otra, su “antifranquismo” (sic), pero no contra Franco (que tampoco existió), como vende la propaganda de la Santa Transición, sino… ¡contra el imperio franco!, fenómeno que “debe ser calificado de firme sentimiento hispano”.

    –Sólo su hispanismo racial y espiritual podía agruparlos al enfrentarlos con las tierras francas del Norte.

    ¿A qué, pues, este “Pepentayocho” (hallazgo hughesiano) de buscones bailando su rumba de la Singularidad catalana alrededor del jamón español?

Viernes, 24 de Noviembre

Valle de Esteban

Venga usted. Yo sé de un hotel en el que admiten españoles.
Joaquín Calvo-Sotelo


jueves, 23 de noviembre de 2017

Perdices



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Portada del Diario de Ibiza: “La única neuropediatra que hay en Can Misses, condenada a irse por no tener título de catalán”.

Somos el primer país del mundo que prepara (en secreto, “of course”) una Constitución escrita para cargarse la Constitución Material más antigua de Europa. La debilidad (pensar que no se puede ser liberal sin respetar el derecho de los maleantes a perturbar la vida pública) es nuestra fuerza disgregadora. El libre albedrío del Régimen está hipotecado (regalías, argucias, cuquerías) en favor de la región que va de avasallada: Madrid bloquea el crecimiento del cava extremeño y la devolución del tesoro de Sigena mientras pastelea (lo dice el “Guardian”) el cupo catalán a semejanza del vasco-navarro. Los Morlocks al hoyo, y los Eloi, al bollo. Para la Nación, la Constitución sólo es un puente.
En el Estado de Partidos somos las perdices del coto de Santayana. Imaginad, dice el filósofo, un guarda ejemplar que cuida las perdices de un coto. Entre las perdices hay tres partidos. El primero, el conservador, asegura que la caza ha existido siempre y que antes de que hubiera guardas era mucho peor y duraba todo el año. Luego, los radicales o partido republicano, por el contrario, vociferarán que todos ellos son víctimas de la tiranía, caza cebada para la matanza, y que se están preparando para sacarle los ojos al guarda y volar a la libertad de los campos. El tercer partido, liberal, indica que debería hacerse una distinción: el guarda es un buen hombre; el verdadero tirano, que las conservaba sólo para cazarlas y comérselas, es el amo de la tierra, y debían esperar a que el guarda y sus amigos hicieran una revolución y expulsaran al propietario para que, en adelante, las perdices y los hombres buenos poseyeran la tierra, juntos y en perfecta amistad.

¿Cómo puedo ser yo vuestro enemigo, cuando a no ser por mí y por mi afición a las perdices nunca hubierais existido? –contesta el amo, que hace las veces de Régimen.

Jueves, 23 de Noviembre


Imposibles las reuniones modestas, imposibles aquellos martes de los Gómez.
Jacinto Benavente

miércoles, 22 de noviembre de 2017

El prodigio

Santoni

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Si nadie pestañea al oír que España tiene en el 155 de la Constitución el pin para salir de la trena, ¿vamos a pestañear al ver que el expapa del Palmar de Troya, Gregorio XVIII, se afilia al PP para emprender su carrera política en la Tierra?

Dos consejeros de Puigdemont, Rull y Turull, piden salir de prisión… ¡porque han “acatado el 155”!, un verso suelto de la Constitución del 78 que faculta al Gobierno para “dar instrucciones” a la autoridad autonómica… destituida por el Gobierno con ese mismo artículo que, leído con segundas (¡la broma de Rabelais!), también da para disolver un Parlamento, cosa que a Cromwell, sin una Constitución escrita, le costaba un ejército tremendo.

Si una quimera, bamboleándose en el vacío, puede comer segundas intenciones, bien comido estoy… –fue la broma rabelesiana.

Jurídicamente, pues, el 155 sería una mezcla de quimera de Rabelais y “drógulus” de Ayer (un Punset de la filosofía con tertulia en la BBC): “Suponga que digo ‘Hay un drógulus allí’, y usted dice ‘¿Qué?’, ‘Bueno, digo yo, no puedo describir lo que es un drógulus porque no es la clase de cosa que usted pueda ver ni tocar, es un ser incorpóreo. Está allí. Hay un drógulus justo detrás de usted, espiritualmente detrás de usted’ ¿Tiene eso sentido?”

¿Tiene sentido que Méndez de Vigo, el Espartaco Santoni del Gobierno, no devuelva el tesoro de Sigena?

En el 78 sólo discutieron el 155 Letamendía, que se oponía al manoseo autonómico del Senado, y Fraga, porque ese artículo no permitía al Gobierno una intervención directa.

Hoy, el 155 es un prodigio que coloca a Puigdemont, un helio-orate que predica que el mundo gira alrededor de Cataluña, en el falso brete de Galileo. “Falso” porque a Galileo, según sostuvo siempre Gustavo Bueno, no le perdió su heliocentrismo, sino su atomismo, que complicaba el dogma de la transubstanciación.

Pero luego Pacordóñez disolvió (¡otro 155!) la festividad del Corpus Christi… “¡y no se dieron ni cuenta!”

En la muerte de David Cassidy

Hotel Plaza, Nueva York
(Allan Warren, 1974)


Miércoles, 22 de Noviembre

Valle de Esteban

Pero estábamos saludando la entrada "a pie" de un gran pueblo en la Historia con sus muertos a hombros...
Víctor de la Serna

Miércoles, 22 de Noviembre

Valle de Esteban

Porque resulta que los académicos cobran.
Josefina Carabias

martes, 21 de noviembre de 2017

Cipollino

Mata-Hari



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Una de las grandes leyendas de la Santa Transición la debemos a Joaquín Garrigues, que dijo: “Si los españoles pudieran ver por un agujerito un consejo de ministros, correrían a Barajas a tomar el primer avión al extranjero”.

Es la sensación que uno ha tenido al oír a la ministra de Defensa, María Cospedal, de palique con un falso ministro letón sobre las andanzas como espía ruso de Puigdemont/Cipollino.
¡De la Guerra Fría como tragedia a la Guerra Fría como farsa!

Cipollino es un personaje como de Wenceslao Fernández Flórez, pero es que, de leer los periódicos, Madrid sería otra vez el “grill” del Palace Hotel donde el Caballero Audaz entrevistaba a Mata-Hari en una atmósfera perfumada de esencias caras y humo de cigarrillos egipcios, mientras en un ángulo, un sexteto de zíngaros, envueltos como bajo caperuzas de cangrejos en fraques rojos (¡los hackers de Putin!), tocaba lánguidos tangos argentinos.

¿Que hay en España espías al servicio de Rusia? –pregunta, escéptico, Gecé–. En España reitero aquello del inglés en nuestra guerra: “Extraño país que hace el espionaje público y la propaganda secreta”.
Mata-Hari se veía, simplemente, “una mujer pasaderilla”, y por eso a mí me parecía más indicada para la broma letona María Soraya, la señorita Moneypenny de nuestro Servicio Secreto, que María Cospedal, quien, después de todo, ha despachado con el general Mattis. Seguramente estamos ante otra víctima del periodismo global, que viene propiciando una psicosis antirrusa como la que llevó a Luis Ciges (¡el sobrino pasmado de Azorín!) a alistarse en la División Azul, ninguna de cuyas peripecias de un año, por cierto (y se las oí contar casi todas en un día inolvidable en “El Oliver”), daba una idea del riesgo como un solo día de rodaje de “Un colt para cuatro cirios” con Iquino.

Es curioso que la propaganda promueva lo de los hackers rusos como atenuante del golpismo catalán, cuando, según la literatura penal de la traición, debería ser agravante.

Martes, 21 de Noviembre

Valle de Esteban

...la bomba atómica, a la que, a nuestro juicio, debe considerarse como el Mauricio Chevalier de los explosivos.
Jardiel Poncela

lunes, 20 de noviembre de 2017

De Rulfo (y Paz) con Ricardo Bada


[“Me han dicho que ayer te vieron
 con la Presencia Divina”]


Pero el recuerdo más indeleble y acendrado que tengo de Rulfo, en Berlín 1982, es el de uno de aquellos días de lujo, el domingo 6 de junio, cuando mis colegas periodistas —españoles y latinoamericanos— lo encontraron en un rincón del bar del hotel tomando un whisky conmigo, y lo asaltaron sin piedad asaeteándole a preguntas. Preguntas que respondía con suma educación y creciente cansancio, hasta que de repente, a una nueva pregunta, replicó con una calma total y sin faltarle un ápice a la educación:

-Ustedes ¿por qué no aprenden de su compañero [me señaló con la mirada], a quien le negué una entrevista y a cambio de eso nos hicimos amigos?

 Es el mayor elogio que me han dedicado en todos mis muchos años de profesión.

Crónica de un país improbable

 Cedro del Líbano

Jean Juan Palette-Cazajus

Lo normal es que me sienta razonablemente culpable por entregar al lector escritos que no acaban de expresar ni explicar correctamente lo que era mi intención inicial. Inusualmente, tras mi última entrega, fui incapaz de reprimir un tímido sentimiento de satisfacción por haber conseguido resumir, en corto espacio y de forma hasta comprensible, los 150 últimos años de la Mitteleuropa, de los Balcanes y de la ex Yugoslavia. Sentimiento esfumado tan pronto como asomado a la conciencia ya que el artículo no se mostró capaz de dar cuenta del verdadero laberinto de las afirmaciones nacionales y apenas reflejaba las lecciones de aquella historia vertiginosa. Debía haber incidido sobre la absoluta novedad del moderno concepto de nación. Tenía que haber recordado que esta historia es impensable fuera del gran terremoto de la Revolución Francesa y de su fallida réplica de 1848, culminada en una efímera (1848-1852) Segunda República. Tampoco señalaba que toda Europa había quedado afectada por la llamada “Primavera de los pueblos”, exceptuando España, Francia y el Reino Unido. Siempre y cuando olvidemos que en las Guerras Carlistas el evidente componente localista debiera sin duda considerarse como el primer temblor de los actuales nacionalismos. 

Apenas incidía en el carácter esencialmente “literario” de los nacionalismos decimonónicos. En la artificialidad subjetiva del descubrimiento, de la construcción, incluyendo el remiendo cuando era necesario, de las novelas nacionales. Se trataba de reinterpretar el pasado para construir una memoria común basada  en las lecturas compartidas. A lo largo del siglo XIX, vemos cómo el sentimiento nacional lo monopolizan primero, lo vehiculan después, unas minorías sociales educadas y paradójicamente cosmopolitas en origen. Inicialmente, ni siquiera estas minorías hablaban la lengua nacional. A veces sencillamente porque no existía. Las que existían eran  las masas rurales, analfabetas y mayoritarias, inconscientes de que constituían la materia prima de la proyectada nación. Inconscientes de que los dialectos variados que ellas hablaban con secular incomprensión mutua, también constituían la materia prima de la lengua nacional que aquellas minorías estaban fabricando. Aquellos panaderos de la lengua amasaban la harina de los dialectos y luego la horneaban con levaduras sintácticas inspiradas en las lenguas cultas o imperiales, el alemán, el francés, el latín. Tampoco daba tiempo a sumergirse en la Gran Pregunta: por qué tantos pueblos se empeñan hoy en darle la razón a la desengañada sentencia de Montaigne: “Une menos la semejanza de lo que separa cualquier diferencia”.

 Proclamación del Gran Líbano en 1920

La lucidez impondrá en algún momento regresar a lo fundamental, al escaso impacto de la actividad racional sobre el blindaje de las emociones clánicas. Hoy la intención era la de volver sobre la fundamental modernidad y artificialidad de tantas realidades nacionales contempladas en Europa como evidentes y añejas. La actualidad internacional me ha aconsejado un desvío. Quienes son capaces de apartar un rato la mirada del ruedo nacional y de la truculenta lidia en curso, se habrán enterado tal vez del culebrón acaecido alrededor del recién dimitido Primer Ministro libanés. Las declaraciones y las andanzas enigmáticas de Saad Hariri sólo pueden extrañar a quien ignore totalmente la historia del llamado “País del Cedro”. Cuesta imaginar país más artificial. Cuesta imaginar país más dividido, entre sus 18 comunidades religiosas, 13 cristianas y 5 musulmanas. Y todavía más cuesta asumir que hayan sido tal vez las propias divisiones del país las que han garantizado la realidad de su coherencia y su innegable conciencia de sí mismo. Los dramas actuales se fraguan en la época en que los territorios del actual Líbano entraron a formar parte del Imperio otomano, desde 1516 hasta 1918. Inextricable historia que recorreremos volando. Lo primero que aparece al tirar del hilo es la excepción histórica que define la región. La presencia hasta hoy de la más importante comunidad cristiana del Oriente medio. A partir de mediados del siglo XVI varios monarcas franceses se autoproclamaron protectores de los cristianos de la región. Los enfrentamientos comunitarios y las masacres esporádicas eran habituales. Pero, en 1860, los drusos con la connivencia del poder otomano se lanzaron a degüello contra las poblaciones cristianas maronitas, cobrándose unas 10 a 15 000 víctimas. Intervinieron las potencias europeas, muy particularmente el emperador Napoleón III, que impusieron a los otomanos la creación de una provincia cristiana específica, la del Monte-Líbano. Se aceleró entonces la presencia de las misiones y los centros docentes franceses hasta llegar a una verdadera aculturación de las clases educadas.

Tras la Primera Guerra Mundial y el colapso del Imperio otomano, se pondrán en obra los famosos acuerdos francobritánicos, adoptados secretamente en 1916 y conocidos como Sykes-Picot por el apellido de los dos funcionarios que los negociaron. Aquellos Acuerdos delimitaban las fronteras medio orientales tales y como las seguimos conociendo. Nunca se pudo decir más a propósito que aquellos polvos trajeron estos lodos. Las fronteras actuales de Líbano, Siria e Irak fueron trazadas con olímpico desprecio de la opinión y la realidad histórica. Las principales víctimas fueron y siguen siendo los Kurdos cuya existencia  fue literalmente ignorada. A Francia le fue concedido un “Mandato” sobre Siria y el recientemente creado, por ella misma, Gran Líbano. El Mandato británico incluía lo que hoy llamamos Irak y Jordania así como la Palestina histórica. El  23 de Julio de 1920, cerca de Damasco, los franceses desbarataron un pequeño ejército árabe. Nadie se acuerda en Europa de aquella fecha. No así en Siria y otros países árabes donde los niños son educados en el recuerdo de aquella modesta batalla de Maysalún, símbolo de la resistencia árabe y de la arbitrariedad europea. No olvidemos que el día de la instauración de su Califato islámico, en 2014, Daesh proclamó el fin de la fronteras imperialistas Sykes-Picot. 

 Acuerdo Sykes-Picot

El llamado Gran Líbano estaba construido alrededor del núcleo cristiano de la antigua provincia turca del Monte-Líbano a la que se añadieron principalmente unos territorios sureños de población mayoritariamente chií y la llanura norte oriental de la Bekaa encargada de proveer los recursos agrícolas del nuevo estado. El resultado fue un país finalmente multiconfesional que pasó a llamarse República Libanesa a partir de 1926. Para entender hasta hoy la excentricidad libanesa hay que recordar dos fechas fundamentales. En 1932 se procedió a un censo poblacional que arrojó los resultados siguientes: Maronitas, 31%; Otras confesiones cristianas, 19,5%; Sunitas 22%; Chiíes 20%; Drusos, 7%.  Merecería capítulo aparte la minoría drusa principalmente establecida en Siria y Líbano, adepta de una compleja religión sincrética y protagonista hasta hoy de un papel singular en la historia de la región. La segunda fecha fundacional es la del Pacto Nacional de 1943 que consagra la vida política libanesa como un verdadero ritual destinado a desactivar los riesgos de enfrentamientos confesionales. Desde aquella fecha, el Presidente de la República siempre es un cristiano, el Primer Ministro, un musulmán sunita y el Presidente del Parlamento, un musulmán chií. En 1943 se decidió que el número de diputados en el Parlamente sería de 54 cristianos y 45 musulmanes. El único resultado concreto, al final de la  terrible e inextricable Guerra Civil Libanesa entre 1975 y 1989, fue el acuerdo de elevar el número de diputados a 108 para alcanzar la paridad entre cristianos y musulmanes.

 Lo excepcional del citado censo de 1932  no estriba en sus resultados sino en el hecho de que ha sido el último realizado hasta hoy(¡!!). En el Líbano, es tal el miedo neurótico a la alteración de los frágiles equilibrios religiosos que llega al absurdo. Se trataba lisa y llanamente, por parte de los cristianos, de oponer la política del avestruz al inexorable crecimiento demográfico de los musulmanes. Es probable que la realidad se acerque hoy a las siguientes cifras procedentes del Departamento de Estado americano: Chiíes, 31%; Sunitas, 29%; Maronitas 21%; Ortodoxos 8%;  Católicos melquitas de rito griego, 5%; Drusos, 5,5%;  Armenios y otros 1 o 2%. Porcentajes inferidos de los únicos datos disponibles, los del estado civil tales como nacimientos, bodas, fallecimientos. Pero suficientes para mostrar que el eterno temor de los cristianos, el “sorpasso”  demográfico musulmán se había producido como previsto. Cabe pensar que el porcentaje de chiíes es todavía superior al indicado e inferior el de los cristianos. La carrera demográfica hacia el sorpasso provocó un crecimiento demográfico incontrolado. Hoy la población de Líbano se estima en unos 4,6  millones de habitantes sobre un teritorio de 10452 km², es decir la cuarta mayor densidad en el mundo. La emigración fue siempre enorme, movida por la penuria o la inseguridad. Se estima en 13 millones el numero de oriundos libaneses de las cuatro últimas generaciones, particularmente en las dos Américas e ilustrados por personajes como el ex presidente argentino Carlos Menem o la propia Shakira­. La emigración se agravó tras la terrible hambruna de 1915 provocada por una plaga de langosta y agravada por las requisas otomanas de trigo. Murieron 200 000 maronitas en la Montaña Libanesa. Esto indujo el Patriarcado maronita a optar, en 1920, por la solución económicamente atractiva de las vastas tierras del “Gran Líbano”. La diplomacia del “Quai d’Orsay tenía un plan B que contemplaba la creación de una nación exclusivamente cristiana. Algunos libaneses cristianos la rechazaban por no separarse de sus vecinos musulmanes. Hoy muchos lamentan la decisión final del Patriarcado.

 Religiones en Líbano

En el fondo Líbano es una Yugoslavia atómica. En el mapa las distintas confesiones aparecen claramente localizadas. En realidad, como en Yugoslavia, son muchos, en  las zonas limítrofes, los pueblos imbricados, cristianos, sunitas o chiíes. Pero además Líbano, históricamente dividido entre tantas comunidades yuxtapuestas y regularmente enfrentadas, se convirtió comprensiblemente en un modelo particularmente rígido de sociedad patriarcal. Todavía existen pueblos donde los moradores comparten un mismo apellido y siguen renuentes a la instalación de desconocidos o forasteros. En política las divisorias ideológicas no son solamente religiosas sino también clánicas. El clientelismo alrededor de las grandes familias y de los hombres “fuertes” (los “qabaday”) es estructural. Entre los cristianos, particularmente los maronitas, 10 apellidos sobran para dar la vuelta a la mayoría de los presidentes de la república y de los políticos importantes. La historia de los drusos se resume con los apellidos del clan Haramé, en el plano de la sabiduría, y del clan Jumblatt en la política y la guerra. Los odios políticos, religiosos y clánicos generalmente se suman  y a veces se contradicen. Entender el rompecabezas de la política libanesa es cuestión de iniciados.

En el asolado “País de los cedros” solo dos reducidos islotes preservan hoy los últimos ejemplares. En cuanto a la imprudente imagen fija de una “Suiza del Oriente Medio” no resistió el discurrir de la película histórica. La olla a presión estalló en 1975 y el país se instaló en el laberinto sangriento de una Guerra civil que duró quince años, hizo entre 130 y 250 000 muertos, arrasó Beirut y buena parte del resto del país. Su desarrollo resultó incomprensible para muchos libaneses. Prendió la mecha la exasperación cristiana ante el peligro de un estado dentro del estado creado por la presencia de decenas de miles de refugiados y combatientes palestinos. Las Falanges Cristianas (Kataeb) del clan Gemayel atacaron los palestinos pronto ayudados por las organizaciones que se definían islamoprogresistas. Luego las rivalidades clánicas se mezclaron con las políticas y religiosas mientras los aliados de la víspera se asesinaban alegremente entre ellos al día siguiente. La intervención de Israel y de Siria acabó de enredar las cosas. Lucharon cristianos contra cristianos, musulmanes contra musulmanes hasta llegar a un callejón sin salida malamente resuelto mediante la aceptación tácita de la tutela siria.

 Desde la creación de Líbano, Siria consideró que aquellas tierras le habían sido arrebatadas y en ningún momento desistió de manejar la política del país. La versatilidad de la políticos libaneses y sus vuelcos de alianza en su relación con Siria resultan aberrantes para cualquier no especialista. Hasta la Guerra Civil, los Chiíes habían sido los parientes pobres por no decir los parias de Líbano. Su pujanza demográfica y el crecimiento ininterrumpido de su potencial militar les confierieron un papel ineludible. Tras el fracasado intento israelí de eliminarlo en 2006, el Hezbolá se ha convertido en el árbitro por no decir el dueño de la situación política libanesa. Es el brazo armado y el instrumento de Siria. Ellos y sus padrinos sirios e iraníes son sospechosos de haber organizado el atentado que mató a Rafiq Hariri, primer ministro sunita, en 2005 así como el rosario de asesinatos de personalidades antisirias en los meses siguientes. Hoy el actual Presidente libanés, Michel Aoun, fervoroso líder antisirio durante la Guerra Civil, ha suscrito una alianza con Hezbolá. El Primer Ministro Saad Hariri, hijo de Rafiq, sunita con doble nacionalidad libanesa y saudita, gobernaba con el asentimiento del Hezbolá hasta la espantá del 4 de Noviembre sin duda forzada por los propios saudíes. El próximo episodio nos tiene en vilo.

 La perennidad de Líbano es un misterio. La violencia, los desequilibrios y las fracturas  no han faltado en ningún momento de su corta historia y han llevado el país al borde del desastre en varias ocasiones. Pero es imposible evitar la sensación paradójica de que los propios enfrentamientos comunitarios  son los que terminan creando una extraña coherencia y engendrando un real sentimiento de pertenencia nacional. El modo de vida libanés, indudablemente modelizado por las comunidades cristianas, destaca frente al gris ceniciento cuando no el negro fúnebre  de las sociedades medio orientales. La fragilidad del país aparece como su particular modo de relación con la existencia.  Dicen que en 2004 unos jóvenes musulmanes de visita en la iglesia de un aislado pueblo maronita de la Montaña Libanesa vieron cómo les sonreía una estatua de la Virgen mientras de la boca de uno de ellos, brotaba una oración cuyo final decía: “...O reina del Mundo, instaura la paz, el amor y la libertad sobre la faz de la Tierra”. Desde entonces los peregrinos musulmanes  abarrotan Bechuate, la aldea de las apariciones, en número comparable con los cristianos. Es por lo visto muy habitual que los musulmanes libaneses lleven en la cartera una estampa de Maryam o peregrinen incluso a los santuarios marianos. Pero jamás de forma tan masiva como en Bechuate, claramente arrastrados por el mensaje de paz y reconciliación. Al mismo tiempo dice una etnóloga estudiosa del fenómeno, los peregrinos musulmanes jamás se mezclan con los cristianos. Libano solo vive de ser incertidumbre.

Beirut durante la Guerra Civil