Hughes
Abc
Últimamente me he encontrado con artículos periodísticos en los que he creído ver brillar algo. Textos con cierta impronta umbraliana escritos por “ellas”, como dicen en las antologías. Eso que llamaron cipotudez o neoumbralismo, pero realizado ahora por mujeres con conciencia feminista. Si decimos chuminada –por lo del cipote–, el viejo patriarcado se nos revela negativo en el lenguaje, así que habría que decir la chuminez. El umbralfeminismo.
Las dos cosas confluyen en el estilo. El yo joven, romántico, paradójico, desenfadado y socialmente sensible se refuerza con la pureza política del feminismo. Las metáforas echan humo, pero tienen una nueva tersura. Lo postumbraliano (como movimiento), algo cansado, cínico ya, perdido como todos en el centrismo, se refuerza con la fresca carga ideológica del género. El hombre no tiene causas, ellas aún sí. ¿Pervivirá el umbralismo a través de la igualdad de género? ¿Se reforzará el feminismo con esa voz aguardentosa? La relación puede ser de colaboración.
El combate de Umbral contra los angloaburridos lo ganaría Umbral, pero casi más por ellas. A Marías los de Prisa le dicen “viejuno”. Es el desacato, la rebeldía. Entre los dos hay una bisagra, que es Reverte. Que es como el eje, o el kilómetro cero de lo macho. Pero ellas, las nuevas voces periodísticas, están más en el umbralismo (por muy matizado que sea) que en lo otro. Y lo están por la emoción. Lo ibérico es hoy más sentimental que ayer. La socialdemocracia, al contacto con el populismo, hace aún más importante la emoción. Aquí es donde entra el tono umbraliano, desvaído, remoto, como soniquete remanente, si se quiere, o como lejana influencia versificadora y visual. Pero entra.
La mujer joven se ayuda de la síntaxis umbraliana para reordenar el mundo desigual, le sirve también para participar de una épica masculina de la “vida a tragos”. Entra por el adiestrado oído del lector como algo reconocible. Y el efecto es curioso, como si aquellas progres de sus libros le hubieran cogido la olivetti, como si las jais se le hubieran “empoderado” de la vieja bufanda. El mundo heroico del último bar se acerca a lo paritario. Ya hay chicas en el ratpack. El macho sabinero o sabinista se da la mano con la posible votante de Podemos que él mismo ha creado. “Ojos de gata, ponme una copa”. Pero ella está del otro lado de la barra. “Póntela tú tronco” (¡ella dice tronco!). La chica se apoderó de su universo poético y toma la dacha. Será el desenfreno sentimental durante un tiempo. La torrencial sensibilidad de ellas anegará la de ellos, pero entre medias su emoción tendrá un punto macho (hay ahora mismo una fiera emoción macha que se quiere conquistar). En el arsenal polipoético del postumbralismo y el sabinismo… ¡entra la igualdad! Pero es eso (en el blog todo es precipitación): como si la nueva voz feminista, necesariamente sentimental y emotiva, se popularizase, se vulgarizase, mediante un tono reconocible por umbraliano, que es el instalado.
El resultado no lo voy a juzgar yo (pobre de mí), pero creo que ahí se alían dos voces de nuestro tiempo actual. Una que se iba, un poco gagá si se quiere, y otra que llega.