sábado, 31 de agosto de 2013

La Supercopa

Francisco Javier Gómez Izquierdo

Nuestra Liga ha empezado lenta. Quiero decir que a los futbolistas de Real Madrid y Barça les falta chispa y quinta marcha. Para los asuntos de casa puede que su trantrán les baste, pero Europa está dispuesta a lo que haga falta y trabaja con tenacidad esa asfixia reglamentaria que tanto incomoda a ese fútbol español considerado de autor. 

Del fútbol español se han ido ciertos ángeles y unos pocos demonios a respirar civismo y democracia. El periodismo nacional echa mucho de menos a estas criaturas por lo que sigue espiando comportamientos, cual vigía de Occidente tan denostado antaño. También hogaño, ya que no reparan que lo suyo es tribunal aún más miserable.

      El caso es que anoche volvieron Pep y Mou en vez de Bayern y Chelsea y los locutores venga a repetirlo por “el tele” como si no existieran Ribery o Eden Hazard. Chelsea y Bayern están más pitosos que los dos nuestros y Juventus, Nápoles, Borussia y alguno más también.
    
Personalmente creo que los entrenadores argentinos -salvo excepciones tipo Simeone- desprecian la velocidad del fútbol europeo y procuran el sobo en “el pasto”, “temporizar”, “posicionar correctamente”,.... y pamplinas varias, hasta que la realidad  demuestra su impostura y ridiculez. No sé en qué acabará el Tata Martino- pienso en la Champions y no en nuestra liga bifronte-, pero desde la Argentina dicen que es fiel discípulo de Bielsa y ya sabemos de las locuras de don Marcelo

Ancelotti es míster correcto que ha dirigido buenas plantillas, pero no creo que esté vacunado contra el veneno periodístico de unos cuantos sabios a los que no se puede contrariar y de los que debe aprender a cuidarse. A merengues y culés les ha salido contestón al Atlético, con menos fútbol pero con más “güevos”, pero me da que los colchoneros quedarán a veinte puntos del campeón, por lo que hemos de aceptar que lo que de verdad importa es la Copa de Europa y ahí estuvieron Bayern y Chelsea presentando credenciales para el porvenir.

         No estuvo mal el partido. Me pareció que al Bayern le falta consistencia en el centro de la defensa y que Guardiola debe acomodarse al pensamiento alemán, poco dado a extravagancias tales como ver a Lham hacer  de Khedira, teniendo en cuenta que al Pep le sobra cualquier Khedira. Toca mucho el Bayern, pero ni Kroos es Xavi ni Gotze ó Muller se parecen a Iniesta, por lo que la táctica pudiera ocurrir que no fuera la correcta y el Pep tendría que acomodarse al vigor y dictadura física de la celebrada tradición germana. El Chelsea ya lo tiene claro. Sujetar bien atrás y salir como centellas al contraataque sin olvidar ese punto de agresividad tan mouriñesco y que tan necesario es para competir.  El míster portugués debe atemperar el ímpetu de los suyos, pues protestar la expulsión de Ramires no es de recibo. El árbitro se conformó con una amarilla cuando lo correcto hubiera sido la roja directa. Perseverar por tan mal camino servirá de disculpa en la derrota, pero acabará por molestar a sus propios seguidores y como quiera que me parece que Mourinho está bajando del Alpe al que ascendió, haría bien en aprovechar lo mucho bueno de lo que dispone: Hazard, sobre todo.... y Fernando Torres, un extraordinario delantero al que Del Bosque incomprensiblemente tiene ahora por detrás de Soldado y Negredo.

MMF



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Ha muerto Manuel Martín Ferrand, y María Soraya, fina portavoz del gobierno, le ha llamado “maestro de periodistas”, que es un pésame muy de Valladolid, donde se valora el buen castellano.
    
Coincidí con MMF primero en Diario 16 y luego en ABC, aunque a mí siempre se me apareció como el señor que precedía a García en la madrugada de Hora 25, aquel gong de Hora 25, con el transistor a cubierto bajo la manta de los frailes, que luego tocaban a diana con el “Buenos días, España” de Victoriano Fernández Asís.
    
En periodismo, o se hace precisión, o se hace literatura o se calla uno.
    
MMF tuvo la obsesión de la precisión, y yo lo leía como a un D’Ors gallego, es decir, artesano de la glosa y devoto de la mesa, cultura y gula eclesiásticas, conversadores a quienes los menús les excitaban a la locuacidad.

    Para esta clase de golosos, no hay más que dos grupos humanos: los que guisan con aceite, como los semidioses, y los que guisan con manteca, como los esquimales.

    Ese prejuicio antropológico, y seguramente el clima, llevarían a MMF de La Coruña a Cataluña.

    El clima determina muchas vocaciones, y a mí, que soy de allí, me tenían muy impresionado las cosas que en plena guerra civil dijera D’Ors a Pemán en el hotel “Norte y Londres” de Burgos:
    
Aquí, mi querido Gran Capitán, no se puede hacer otra cosa que lo que hizo el Cid. Irse a conquistar Valencia para comer naranjas y bañarse en el Mare Nostrum… Lluvia, más lluvia, brumas… ¡Y luego esa catedral tan feísima!
    
¡Ah, el clasicismo irreductible!
    
Para un clásico irreductible los monumentos góticos o platerescos son pura confitería.
    
Y MMF, como su modelo d’orsiano, fue un clásico irreductible (la precisión por encima de todo), aunque convencido de la conveniencia de escandalizar a las beatas de quince en quince días. Pero siendo hombre de micrófono y de pluma se ha ido sin resolvernos una duda poco d’orsiana:
    
¿Se habla como se escribe o se escribe como se habla?

Sábado, 31 de agosto

HIGOS Y TOROS

Fácil coger higos chumbos con una caña en un vallado cualquiera; pero coger higos chumbos dentro del terrado de los Murubes, de espaldas a los novillos que van y vienen, solemnes, espantándose las moscas con la cola y el cabeceo, eso es otro cantar. Y más si quien está en esta faena atrevida es un viejo. Se le ve blanquear la cabeza bajo el sombrero. ¿Quién es ese hombre, quién es ese loco?, pregunta Faustino Murube a su hermano Joaquín, los ojos en sombra de ala y el gesto contraído. No le va ni le viene con la vida en peligro del viejo, pero la osadía ¡pisar tierras de Toruño un ser extraño a la casa, tierras cerradas por el agresivo y espeso vallado de chumberas ante el que un regimiento se detendría, y con los toros dentro!...
UNA BROMA DE LOS MURUBES, 1957 / MANUEL HALCÓN
LAS TAURINAS DE ABC
EDICIONES LUCA DE TENA, 2006

Ignacio Ruiz Quintano

Niñas, al salón

Gijón, Asturias

viernes, 30 de agosto de 2013

¿Los Apache?




 Chinchón, esta mañana

El encierro en Virginia

Carmen*


Cruzado de piernas a lo César González-Ruano en El País


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    María del Carmen Chacón Piqueras, que es, como su Barça, una creación de los Servicios de Propaganda de España, marcha a Miami a impartir clases de Derecho.

    Ella misma se presta a la leyenda al recordarse con diez años echando la noche de Tejero en una escena que quiere ser de Ana Frank: “empaquetar libros y documentos que intuí (!) comprometedores”.
    
Luego, en una época en que cualquier español, si quería, podía ser ministro, Carmen fue ministra de la Guerra.

    Richard Rorty se hizo filósofo para consumar el intento platónico de fundir realidad (las orquídeas silvestres que tanto le gustaban) y justicia (el trotskismo como liberación de los débiles de la opresión de los fuertes) en una imagen única.
    
Carmen se hizo ministra de la Guerra para consumar el intento lazaroviano (del realizador Valerio Lazarov) de fundir la vida y la muerte en una imagen única: aquélla en que ella, embarazada (¡la vida!), dice a un militar (¡la muerte!):

    –¡Mande firmes!

    En lo que nació la criatura, Carmen iba a la guerra de Afganistán con pediatra de cabecera, y en Madrid la tomó con el chapiri legionario, en general, y con las barbas del subteniente Remón, en particular. Vivía en el Ministerio, con su esposo, que, al decir de las porteras, participaba en las reuniones ministeriales.

    Su guerra fue la libia, inspirada por el zascandil de Bernard-Henri Lévy, quien telefoneó desde Trípoli a su amigo Sarkozy para que bombardeara un país donde sus libros no se vendían.
    
¡No podemos perder ni un minuto! –animaba el sindicalista Méndez, que hablaba de las bombas de Carmen como si fueran los huevos estrellados de Lucio.
    
Ahora Carmen se nos va a los Estados Unidos a impartir clases… de Derecho, cuyo doctorado nunca completó en España, aunque lo luciera, y con Matrícula de Honor Cum Laude, en su página web.

    –Aquellos que no recuerdan el pasado, están condenados a repetirlo –avisó Santayana, predecesor de Carmen en la cátedra americana.
_______________
*Doctora Chacón
*Chacón y el ejército de Azaña
*Dos enigmas del 23-F
*Dime qué no hiciste el 23-F

El otro bar de Mou

Monte Alto, La Coruña
Esta tarde

L. V.

Una pequeña historia del rock

 
 Faro de Luces, Asturias

Eloína Fernández

Todo lo que sé de música se lo debo a las sesiones de dos DJ “frustrados” como mis hermanos y a las interminables (y maravillosas) tres horas diarias de Sputnik en los años de Universidad, cuando Televisió de Catalunya se dedicaba a algo más que a hacer propaganda por la independencia.
Estamos en los 90. Interpreto ahora como un privilegio el haber empezado esa década con 13 años y haberla acabado con 23 (con mis hermanos: el mellizo Alejandro y Víctor, un año menor); es decir, adolescencia y primera juventud. No es difícil imaginar que aquellos fueron los años más felices de nuestras vidas.

En el año 90 el heavy empezaba a entrar en decadencia, pero no había un solo chaval en San Pedro y San Pablo que no reverenciase a Metallica, Iron Maiden, Helloween, Manowar, AC/DC o Judas Priest. Lo mismo debía de pasarle, a mil kilómetros de distancia, a mi primo José Ángel, que desde Oviedo nos introdujo al mundo del metal con una de aquellas cintas de selección de hits que circulaban por entonces y que acababan convertidas en auténticos objetos de culto, hasta el punto de que yo nunca me hubiera movido de aquel cassette si Alejandro no hubiese empezado su frenética carrera por escuchar más y más cosas. El Kill’Em All, el The Number of the Beast y toda la discografía de Metallica (el grupo de Alejandro) y Iron Maiden (el de Víctor) comenzaron a entrar en casa, junto con un goteo constante de nuevos grupos que iban fraguando nuestra primera cultura musical. No es de extrañar que en ese contexto, la irrupción de Nirvana fuera percibida como una agresión para los metaleros de San Pedro, muchos de los cuales no empezamos a valorarlos hasta unos cuantos años después. Nuestra fe en el heavy permanecería inquebrantable incluso con la llegada de dos acontecimientos paralelos y a la vez completamente antagónicos como fueron la LEVEL y aquellos ‘temazos’ de trance, bakalao e italodance (oh, el italodance), que, a pesar de su aparente frivolidad, dejaron una huella que aún hoy, como la del heavy, sigue viva en muchos corazones de los barrios de Tarragona; y descubrir a The Smiths, ese grupo eterno que una vez entra, como bien sabrán los fans, te acompaña de por vida.
 
No fue hasta años más tarde, como decía, cuando Alejandro y yo empezamos a escuchar a Nirvana. Un tanto desubicados en la modernidad de la gran urbe de Barcelona y en la frenética vida cultural de la Universidad, dimos una oportunidad (¿o más bien se coló?) al grunge, que entró como un elefante en una cacharrería y de alguna forma desplazó a nuestra banda sonora de barrio, el heavy (a pesar de la resistencia de Sepultura), de manera que Pearl Jam, Soundgarden, Stone Temple Pilots, Screaming Trees o Alice in Chains construyeron nuestro nuevo mapa del rock. Mientras tanto, Víctor navegaba entre las aguas de Iron Maiden y Megadeth y las del hardcore melódico, con NOFX encabezando una lista que iría completándose con Lagwagon, Satanic Surfers o Pennywise hasta hacerse interminable.
Aún estábamos en 1994 y ya se habían producido numerosos cambios respecto a los primeros 90.
 
 Pero en ese año y los siguientes nos esperaban muchos más. Un descubrimiento de algo pasado cambiaría nuestras vidas: los Pixies, Black Francis y sus inconcebibles gritos en River Euphrates. Se nos abría el mundo de lo alternativo a la vez que en el Sputnik sonaban insistentemente Stereo de Pavement y los ritmos industriales de Ministry o Nine Inch Nails. El brit pop se hace un hueco también con el memorable Definitely Maybe de Oasis y el sorprendente Parklife de Blur, mientras que el intentar acallar el ruido de una verbena de mi barrio me lleva a escuchar extasiada diez veces seguidas un vinilo desconocido que anda por casa, el disco homónimo de Suede, sin tener la más mínima necesidad de explicarlo al mundo (es esta escena lo que a día de hoy yo me atrevería a llamar felicidad). Faith No More, The Posies, Redd Kross, Type O Negative, Paradise Lost, My Bloody Valentine, Teenage Fanclub… se van incorporando a nuestra banda sonora de los 90, particular y concreta, y sin embargo no creo que muy diferente de la de millones de jóvenes de la época (si exceptuamos el italodance).

Se acerca el año 2000. De alguna manera sabemos que ya no será nuestra década. Toca madurar musicalmente antes de hacerlo en general (yo no quiero ni lo uno ni lo otro) y aquellos grupos demasiado “serios” que aparecían en el Rockdelux y que, en plena juventud, habíamos tenido a bien dejar en el tintero empiezan a sonar por casa por cortesía de Alejandro. Son los años de escuchar entre otros muchos a The Jayhawks, The Afghan Whigs o Mark Lanegan, la gran pasión de mi mellizo que yo no entendí hasta que lo vi en directo más de diez años después. Nos acercamos ya sin complejos a los clásicos (a los que ya habíamos acariciado tímidamente atraídos por el misticismo de The Doors): The Beach Boys dejan de sonar solo a California Girls y David Bowie, Neil Young o Love (o más concretamente, el que para mí es el mejor disco de la historia, Forever Changes) ocupan ya un lugar de honor en nuestro trono musical. De repente, The B-52’s nos parece lo mejor que hemos oído. Nuevos grupos y cantantes (al menos para mí), como Boo Radleys o el maravilloso Jeff Buckley me van resucitando los 90. Empezamos a escuchar a Pernice Brothers, a Foo Fighters, a Queens of the Stone Age

Continúa nuestra pequeña historia del rock (seguramente Alejandro y Víctor, que son los verdaderos melómanos, me dirán que me dejo muchas cosas). En realidad, no se acaba nunca. Cuando crees que ya lo has visto todo, descubres a Derribos Arias y a toda la Movida Madrileña, o al iluminado de David Eugene Edwards con 16 Horsepower y Wovenhand, o entras en una especie de comunión inexplicable con Joy Division, o entiendes que en realidad Leonard Cohen es un auténtico genio… y vuelves a empezar. No, no se acaba nunca. Nuevos y viejos nombres se agolpan en nuestra mente, que los va recopilando minuciosamente para no perder esa conexión con algo que en cierto sentido nos ha hecho distintos: más sensibles, más humanos.

Supongo que el advenimiento de la era de las descargas en Internet pilló a Alejandro comprando un arsenal de discos en la FNAC y a Víctor hojeando un catálogo norteamericano de discos de hardcore melódico. Ese mundo no ha llegado a interesarnos (dudo que lo haga nunca), tal vez porque intuíamos lo que por el camino de la tecnología se iba a perder. Pero esa es ya otra historia…

En la casa del teniente Colombo

1004 de Roxbury Drive, Beverly Hills


José Ramón Márquez

Y hoy, ya, el final.

Resta una última cosa que hacer en L.A. Hay que ir al 1004 de Roxbury Drive, en Beverly Hills, a ver la casa donde vivió y donde falleció en el verano de 2011 el Teniente Colombo, Peter Falk, que sin eso el viaje quedaría incompleto.

El día en que se cumple el L aniversario de la Marcha del Millón de Hombres sobre Washington es el de la víspera del retorno a la Patria, a la España de Mariano, la España del Tertuliano, la España que roba orejas a July.
Por un lado apetece la vuelta, por ir a Casa Salvador, a que Pepe Blázquez nos agasaje con comida de verdad, pero por otro da una inmensa, infinita, pereza volver a la rutina. FINIS.

Viernes, 30 de agosto

HURÍES DE LA ZOOLOGÍA

Y desde aquel momento por esa progresión geométrica en que crecen los estados sentimentales, toda la ciudad “vivió” apasionadamente la curación del “tótem” indultado. Se siguió con interés la primera cura, en que intervino un reputado cirujano que la víspera le habría cortado el apéndice a cualquier condesa. Hubo que extraerle una cuarta larga de pica que le había dejado dentro un picador, y que pasó de mano en mano de los aficionados como si fuera el puñal de Guzmán el Bueno. Se supo, hora por hora, la temperatura del animal y los gramos masivos de penicilina con que se la combatía. Sólo por pudor no se puso “lista” con parte facultativo a la puerta de los chiqueros. Estoy seguro que, si se pone, se hubieran apuntado en ella canónigos, jueces y catedráticos de Historia. En la casa del ganadero entró alguien que llegaba de fuera y le oyó contestar, por teléfono, preguntas de mejorías y grados de fiebre.
    -¿Tiene enfermo algún hijo? -preguntó al portero de librea.
    -No, un toro...
    Parece ser que “Desteñido” -que éste es su nombre, ya insigne- está salvado. Y gracias a su bravura ha cambiado la muerte por una especie de paraíso de Mahoma en el que empleará el resto de sus días comiendo y divirtiéndose con las más bellas e ilustres vacas de la Bética: verdaderas “huríes” de la zoología
.
EL “SÉNECA” Y EL TORO PERDONADO, 1955 / JOSÉ MARÍA PEMÁN
LAS TAURINAS DE ABC
EDICIONES LUCA DE TENA, 2006
Ignacio Ruiz Quintano

Ñocla frita

El Puntal, Asturias

jueves, 29 de agosto de 2013

La guerra y el juego de los 7 errores

Blair, Bush, Aznar

Cameron, Obama, Hollande

Leer es de pobres


Mambrú

Al Swearengen preguntándose quién se ha peído
 
Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Mambrú, que esta vez es Obama, se va a la guerra, y los Bardem, que esta vez son Hollande (francamente más tonto que Chirac), lo van a acompañar.

    Ya lo dijo el general Schwartzkopf en la primera guerra del Golfo:

    –Ir a la guerra sin Francia es como salir a cazar ciervos sin tu acordeón.
    
La movida es en Siria.

    Siria para mí es “Las ruinas de Palmira” del conde Volney (leías ese libro con quince años y te convertías en un ateo tan pichi como Llamazares o Pepe Rodríguez), y también “la mirada dulce” que veía Eça de Queiroz (¡paisano de Mourinho, hummm!...) en su amigo Bracolletti: “una mirada dulce, que me recuerda la de los animales de la Siria…”
    
El pretexto son… las armas de gas, una cosa que puede discutirse en serio, como hace Peter Sloterdijk en “Temblores del aire”: “El siglo veinte quedó inaugurado de modo espectacular el 22 de abril de 1915 con el primer uso masivo de gas clórico como recurso bélico en manos de un ‘Regimiento de Gas’ de la armada alemana apostado en el saliente norte de Yprés.” O en parodia (aún más cruel), como hace Al Swearengen en “Deadwood” (la serie de TV), cuando, encerrado en su garito con sus comadrejas, EB Farnum se pee, provocando la ira del “jodido inglés”.

    –Pero la Onu… ¿Qué dice la Onu?

    Mientras todo parezca un accidente, nadie pedirá el papel de barba de la Onu, sin el cual la guerra es “Inmoral, Ilegal, Ilegítima e Injusta”, como la del “trío asesino” de las Azores.
    
Además, Paul Bremer, el dominguero que Bush envió de gobernador de Iraq vestido con un traje de Emidio Tucci y las “tenis” de Emilio Aragón, ha pedido por carta mano dura a Obama, el hombre de la Paz y la Sanidad, con lo que las sirias podrán cantar que se hacen tirabuzones con las bombas que les tiren los neocones.

    Oiremos muchas arengas. Ni caso. Escuchemos a Canetti:

    –En el mundo actual sería más difícil condenar públicamente a la hoguera a un único hombre que desencadenar una guerra mundial.

Un cohetito para Asad


Autopista hacia el cielo
(Colección Look de Té)
Jorge Bustos

"Carlinhos Brown, Macaco y Manu Chao se han encerrado para calcular cuántas batucadas hacen falta para evitar la intervención en Siria", anuncia un genio de Twitter, que también los hay. Los portaaviones británicos y americanos navegan hacia la costa siria, aunque no necesitarán acercarse demasiado porque van equipados con unoh cohetitoh –que decía el añorado Hugo– de largo alcance, vuelo bajo y un olfato especial para encontrar y volatilizar santabárbaras de tirano mediterráneo. Suenan tambores de guerra, señores, y el djembé urgente de cantautor comprometido no parece que vaya a lograr asordinarlos.

Dado que aducir la conveniencia de amortizar los presupuestos de Defensa anglosajones –“En algún momento tendremos que usar esos misiles tan caros que fabricamos, oiga”– no parece satisfacer las ansias infinitas de paz de cantautores y demócratas en general, pasamos las horas prebélicas enzarzándonos en torno a la justificación o no del casus belli. No es nada original; quizá constituya de hecho el pasatiempo más antiguo del hombre junto a otro igual de cansado y sólo a veces más entretenido. El uso de armas químicas por parte de Asad contra su población entra de lleno en el catecismo de declaraciones de guerra visado por el sínodo neoyorquino del padre Ban Ki-moon, quien sin embargo aún ruega "una oportunidad a la paz", como si Asad se la hubiera concedido a su desdichado pueblo. Gasear a ancianos y niños como traca final –y traca literal– de un año de vesania genocida soslayada por Occidente ha facilitado a Obama la decantación de su duda hamletiana como príncipe de la paz, título expendido por Estocolmo. Para el comisario de la policía del mundo ha llegado la hora de desempolvar el adagio romano: si vis pacem para bellum –traducimos para Alfred Bosch: "Si quieres la paz prepara la guerra"–, a ver si nos lavamos la conciencia por un año de avestrucismo culposo.

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Vucaque - Rothenburg full concert



Vucaque's full performance in Taubertal Open Air Festival, on August 9th 2013


Espanya ens roba

Después de que Artur Mas prorrogara esta semana los presupuestos de 2012 para lo que resta de año, desde CiU han arremetido contra el sistema de financiación autonómica, asegurando que "la España subsidiada vive a costa de la Cataluña productiva". Sin embargo, la realidad es que el Gobierno de Rajoy tendrá que aprobar un nuevo rescate de Cataluña de aquí a final de año.

En Hollywood, ante la estatua en bronce de John Wayne

 Warner Bros

José Ramón Márquez

Y hoy el cine, o mejor el show business, que me parece que el cine nos ha acompañado durante todo el viaje. De los tres grandes estudios, de los clásicos, la Universal Pictures, la Metro Goldwin Mayer y la Warner Bros, uno ha sido siempre, sin desmerecer a las otras, de la Warner, que es la que hizo Casablanca, la que dio al mundo al Pato Lucas y la que produjo el primer film sonoro, ‘El cantor de Jazz’.

En Burbank, bajo el característico depósito de agua con la W y la B pintadas, están los estudios de los que ya salen más series para la televisión que películas, que lo del cine, incluso aquí, parece que no acaba de irse arriba y el negocio está cambiando.

Ya me lo decía el otro día un joven en un supermercado. Estaba ojeando una película de Vin Diesel, de las que tenían en un expositor al lado de la caja, y el chico, mientras iba echando los productos a la bolsa, suelta:

-No la compres, descárgatela.

Acaso fuese un frustrado aspirante a actor que tomaba venganza contra un mundo que le había sido vedado, pero más bien parece que su opinión era el signo de los tiempos.

Mientras que los de Universal tienen montado una especie de parque de atracciones basado en películas, los de Warner enseñan el estudio. Te montas en un carrito y te pasean durante un par de horas por entre los decorados, los platós, los talleres y las oficinas y tú te imaginas que por aquellas puertas entraron Humphrey Bogart o Lauren Bacall o James Dean o Alfred Hitchcok o Douglas Sirk. A la puerta de los platós hay colocada una placa en la que dice en qué año se construyó y qué películas se rodaron ahí, y marea ver esas listas y pensar que de allí salieron todas aquellas cintas que nos alegraron la infancia y la adolescencia de sesiones dobles, y en lo distintas que eran las películas que veíamos, sucias, llenas de cortes y de rayas en los finales de los rollos, fruto de tantos y tantos pases, de los productos que habían salido de aquí al mundo y para el mundo, que no creo que los que hicieron El Grupo Salvaje pensasen que su cinta iba a acabar en el cine Ideal de Leganés. El western declina con el cine y en Warner hace años que demolieron la Laramie Street, que era el trozo de decorado que, convenientemente retocado, sirvió para tantas películas. Ahora los decorados representan genéricamente a la América más o menos contemporánea, tipo medio oeste con su iglesia mormona, tipo Nueva York o Chicago o bien tipo sureño, ahí están puestos para que los usen, y cuando pasamos los están usando los de El Mentalista, precisamente, que andan acarreando atrezzo desde un camión a una de las casitas.

A la salida, al lado del aparcamiento, un griterío, y es que están los de Avenger Sevenfold dando una rueda de prensa al aire libre, que presentan su nuevo disco. Todos los asistentes llevan la canónica camiseta negra con diversos motivos, que ya se sabe que ése es el color que distingue al heavy metal pata negra.

De Warner nos vamos a Hollywood Boulevard, al Teatro Chino y al Dolby Theater, que está al lado. Alrededor de estos lugares tan famosos a costa de los Oscar hay decenas de personas tratando de convencerte para que hagas un tour que te llevará a ver por fuera las casas de los famosos y algunos lugares donde se rodaron escenas de filmes. Buscamos entre las estrellas del suelo la de Charles Champlin, el Oti Rodríguez Marchante de la crítica norteamericana, y la de Chuck Norris, cuya estrella ya estaba ahí puesta muchísimo antes de que se construyese Hollywood.

Y luego, por seguir este paseo de ilusión, vamos a Rodeo Drive, a hincharnos a ver Ferraris, Rolls Royce, Masserati y Lamborghini. Las tiendas elegantísimas esperan la llegada de alguna pretty woman, pero la verdad es que sólo se ve cargadas de bolsas a not so pretty womans de aspecto así como árabe.

Un poco más allá, en Wilshire Boulevard, está la estatua en bronce de John Wayne a lomos de un caballo algo enano. Es, como si dijésemos, la versión gringa de la estatua de El Espartero de la calle de Alcalá, sólo que sabemos muchas más cosas de la vida y milagros de The Duke que de la del Príncipe de Vergara.



 Decorado

 Estudio

 Gran Gatsby

 Gran Torino

 Austin Powers

 Atrezzo

 Plató número 11
Casablanca y Gigante

 Gloria Swanson

 Champlinas

 D.W. Griffith

 Avenged Sevenfold

 John Wayne I

 John Wayne II

Beatles toreros

Jueves, 29 de agosto

REPIQUE DE CENCERROS

Luego, la retirada triunfal entre un repique de cencerros. Luego, la vuelta al ruedo del torero y el ganadero juntos. Todas las paces y reconciliaciones de la fiesta.
    “Esto es bonito don José. La bravura, o sea la fuerza noble, ha producido todo lo contrario de la fuerza bruta. Ha producido paz, vida y generosidad. Porque fíjese usted que lo que el público ha pedido tan ardientemente es perder algo de su derecho; desquitar una “estocada” que entraba en el precio de la entrada. Precisamente las plazas de toros es uno de los sitios donde más se exacerba la figura antipática del “señor que tiene derecho”. El público, iracundo, muestra muchas veces sus entradas, como denunciando una defraudación. Siempre hay un espectador que no deja pasar a otro porque él “tiene más derecho a no levantarse”. Pero lo más bonito de un derecho es que puede cederse. Esto es lo que ha hecho hoy el público. También él ha desconocido su poder. Ha pagado él, como el toro, a gusto, “ha acudido al engaño”
.
EL “SÉNECA” Y EL TORO PERDONADO, 1955 / JOSÉ MARÍA PEMÁN
LAS TAURINAS DE ABC
EDICIONES LUCA DE TENA, 2006
Ignacio Ruiz Quintano

Más allá de la vida, más acá de la muerte

Lastres, Asturias

miércoles, 28 de agosto de 2013

¡Prensa!


García

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    El partido del Madrid en Granada lo vi en la terraza de un bar de un pueblo madrileño en fiestas.

    –¿Y por qué no juega Casillas? –me preguntó una vecina de mesa.

    –Por la prensa, señora.

    Lo cuenta Achille Campanile, periodista romano, en sus “Vite degli uomini ilustri”. Resulta que a Gutemberg le gustaban, no los libros, pues aún no había inventado la imprenta, sino el teatro, pero no tenía dinero y ningún cómico le pasaba invitaciones. Caviló cómo entrar al teatro de balde. Probó de todo, incluso a echar arena en los ojos del portero, mas fue detenido.
    
Finalmente, una noche surgió el chispazo del genio: se presentó en la puerta del teatro y dijo simplemente:

    –Prensa.
    
¡Prensa! –gritó el portero como un eco.

    Y lo dejó entrar.

    Fue la mejor ocurrencia de Gutemberg para entrar al teatro, pero ha sido la peor ocurrencia de Casillas para volver a la portería, puesto que Ancelotti es paisano de Campanile, y se conoce el cuento.

    –Pues si no juega Casillas me voy a la cama –contestó mi vecina de mesa.

    Y ahí nos dejó a todos, viendo chapotear a Cristiano como a un Chuck Norris enfangado en los pantanales vietnamitas, por efecto del tiquitaca sistémico.
    
Antes de caerme dormido sobre el postre (una bonita ración de tarta maría luisa) me entretuve pensando en la diferencia entre la antigua prensa deportiva, que ocupaba la tribuna y contaba (con gran escritura) lo que veía, y la moderna prensa deportiva, que merodea los vestuarios y (con abuso de la onomatopeya) teje la tela de araña de la alcahuetería.

    Para mí, el salto (un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la profesión) lo dio García en “El Plantío”, de Burgos, situándose entre los banquillos con su chubasquero naranja, y una voz del pueblo que gritó:

    –¡Pero si parece una bombona de butano!
    
Y estalló todo.

Eslóganes


Manuel Matamoros

Siempre he envidiado dos aparatos del F.C. Barcelona. El de propaganda y el de infiltración. Admiro un tercero, que no citaré, porque tengo el propósito de cumplir los cincuenta y ocho sin arder en una hoguera. Y aún falta mes y medio.

La propaganda ha tenido el mérito de convencer a España y al mundo de que el eslogan El Barcelona es más que un club alude a unas imaginarias aspiraciones democráticas o independentistas del club que gobernaban, torpemente, las élites franquistas de Catalunya. Este aparato, como inmediatamente veremos, puede con todo, pero en el caso jugaba con ventaja. Porque al final, los eslóganes, que son frases más vacías que mitad de cuarto de valores, tienen el sentido que les quiera atribuir el que los interpreta.

El honor de inventar el exitoso eslogan corresponde a Narciso de Carreras, directivo del Barcelona elegido presidente en 1968. También fue autor de un artículo de fondo, titulado 'La política o la ilusión del bien común' [PDF], que publicó en su tercera La Vanguardia, el primero de octubre de 1960. Contiene esta sentida conclusión: "Hoy, Día del Caudillo, debemos meditar sobre nuestra conducta para acertar en nuestra actuación. Debemos ofrecer nuestra colaboración y nuestro esfuerzo perseverante, leal y entusiasta. La Patria lo reclama y el Generalísimo lo merece".

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De la Misión de fray Junípero a Los Ángeles, la descomunal conurbación

Las campanas de la Misión

José Ramón Márquez

Desde San Clemente, tomando hacia el norte, en dirección a Los Ángeles, hay que parar en San Juan Capistrano, que es una Misión fundada por los franciscanos a 28 leguas al norte de San Diego, a 16 leguas al sur de San Gabriel y a media legua del Océano. Aquí se construyó una pérgola bajo la que guarecerse, se colgaron dos campanas de un árbol y se plantó la Cruz en 1775, pero hubo que abandonar el emplazamiento y al año siguiente, el año que en la costa Este andaban las trece colonias a la gresca con Inglaterra, Fray Junípero Serra retornó al lugar, halló las campanas y encontró la Cruz intacta. El día 1 de noviembre de 1776 ofició misa y ese es el día que se considera como el de la fundación de la Misión.

Fue ésta una importante Misión hasta que por aplicación del Acta de Secularización de las Misiones de California fue confiscada por el gobierno mexicano en 1834. Aquí se había plantado en el siglo XVIII la primera vid en la Alta California y aquí se produjeron los primeros vinos blancos y tintos, además de una especie de Oporto llamado Angélica, y de brandy. Durante unos años la Misión sufrió gran abandono, siendo usada incluso como burdel; en 1865 Abraham Lincoln restituyó a la Iglesia esta posesión.

San Juan Capistrano dio título a una famosa canción de los años 40, ‘When the swallows come back to Capistrano’, versioneada por Elvis Presley, Xavier Cugat o Glenn Miller, composición de León René que evoca la llegada de las golondrinas a Capistrano el día de San José, recibida con las campanas de la Misión. En homenaje al compositor que puso a Capistrano en el mapa de la música hay una habitación en la que se conserva el piano de René, partituras y otros objetos donados por la familia del músico.

Y películas, que también se rodaron unas cuantas y, por lo que nos toca, traigamos aquí una protagonizada por Gilbert Roland, Luis Alonso, el hijo del torero Francisco Alonso Paquiro, natural de Grijota -Palencia-, afincado primero en Bilbao, donde compitió con Cocherito y luego en México donde se las vio con Pancho Villa. Gilbert/Luis, impecable galán hispano, rodó en Capistrano, junto a Mary Astor, escenas de ‘Rose of the Golden West’.

Tras el apacible paseo por la vieja Misión, hay que poner rumbo a Los Ángeles, ‘city of light/city of night’ que decía el gordito de Jim Morrison.

Para quien no lo sepa, Los Ángeles es una aglomeración urbana separada por autopistas. Decimos autopistas porque no hay otro término mayor para decir esas carreteras de seis carriles llenas de autos a cualquier hora del día o de la noche, con otras carreteras que pasan por encima y otras que pasan sobre las otras. A los lados de esas carreteras están los diversos pueblos que forman el gran L.A., Pasadena, Burbank, Hollywood, Long Beach, Santa Mónica… una descomunal conurbación, como dicen los que saben de eso, unida por atascos y que se extiende unos cien kilómetros en todas direcciones.

L.A. tiene un downtown histórico. Alrededor de la Placita Olvera, que es el resto que queda del viejo pueblo que fue Los Ángeles, a partir de ahí se fue creando un área comercial y de negocios de la que quedan espléndidos edificios, viejos cines y antiguos almacenes. Hacia los años 70 el mejor comercio se mudó a otras zonas y el lugar fue siendo ocupado por tiendas de medio pelo, que ocupan edificios señoriales. En la actualidad el downtown es algo parecido a lo que podían ser algunas zonas de Manhattan de hace treinta años, con mucha mezcla racial, y esos fabulosos cambios de paisaje humano que se daban con sólo cruzar una calle, pero con menos gente en las aceras. La mayor parte de los productos que se venden en el ‘Fashion District’, de una pésima calidad, proceden de China, hay varios centenares de joyerías que venden brillantes y oro bajo y está el Toy District donde se venden piñatas y juguetes en tiendas atendidas por hombres en camiseta de tirantes y en la acera hay  puestos que ofrecen tacos y burritos vegetarianos. Un poco más allá, en Little Tokio se percibe el movimiento que ya se está produciendo y que en unos años transformará todo este distrito, que en unos años será igual que todo lo demás.

Luego vamos a pasar la noche a Burbank, patria de Warner Bros., que de pijo que es ya ni dejan fumar en las calles de su pequeño, coqueto y cuidado downtown lleno de ‘Organic Restaurants’.

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