domingo, 31 de enero de 2016

Córdoba, 2; Leganés, 3

Cuando Alexander Szymanowski se fue del Recre al Brondby


Francisco Javier Gómez Izquierdo

     Prometo que no sabía que hoy nos pitaba Arcediano Monescillo, pero nada más verlo calentar he sabido que el protagonista del partido iba a ser él. Este hombre no es que tenga manía a un equipo, a un jugador ó a una ciudad. Este hombre es una calamidad como árbitro y aunque por lo general y conforme avanza el encuentro suele cebarse con uno de los contendientes, a veces se arrebata contra los dos y entonces ya no hay quién lo pare.

     El partido iba bien. Arcediano nos había pitado un penalty a favor bastante discutible -¡vamos, creo que no era penalty!- en el minuto 45,  y el zurdo Szymanowski  nos había colado un golazo en el 46, pero a veinte minutos par el final le vino el calambrazo a Dámaso Arcediano Monescillo y volvió a pitar penalty y a regalar tarjetas a cuatro o cinco futbolistas pepineros, entre ellas una roja a Bustinza, uno de  de los tantos cedidos del Athletic que tiene el Leganés. La expulsión y la ventaja en el marcador pareció contentar a Oltra, un entrenador con muy buena prensa y que a mí no me engaña. El título de entrenador está bien que habilite para que decidas la táctica y el gobierno de una plantilla, pero de ahí a despreciar a los que no lo tenemos como si ser entrenador tuviera la misma categoría que la de cirujano, me parece de una soberbia injusificadísima. Para mí, este Oltra no lee bien los partidos y hace cosas que no sorprenden a nadie y menos aún a los rivales. Cosas que yo por ejemplo nunca haría.  Sin embargo, a mí se me ocurren modificaciones comprometedoras para la estrategia del contrario que el señor Oltra ni se imagina.

     Con un hombre más y los tres cambios agotados para quedar bien con los futbolistas del banquillo, el entrenador Oltra ha encerrado a sus hombres sin tener previstos los imponderables añadidos con árbitros como el señor Arcediano, de cuyas extravagancias un servidor ya tenía suficientes antecedentes. A falta de cinco minutos, penalty innecesario de Razak y castigo desmesurado de Arcediano. ¡Expulsión!. Luso, el mediocentro asfixiado que habría que haber sustituido se pone de portero para demostrarnos que es capaz de todo y desde 30 metros se come el 2-3 quizás injusto pero definitivo a favor del Leganés.

      El partido ha sido uno de esos despropósitos  que se recuerdan durante años y que hacen inolvidable el nombre de un árbitro entre una afición acostumbrada a colegiados extravagantes. “Mira, Andrés, tú que conoces al hombre, dile que lo deje. Que hace mucho daño al fútbol. Que el demonio particular del cordobesismo era Valle Gil y ya  se ha retirado. Que lleva camino de sustituirle, con el agravante de que no parece tenernos especial inquina. Mas parece padecer incapacidad manifiesta y éso es muy malo para él y para el fútbol, Andrés”.

    Por lo demás, muy bien el Leganés. Con mucha gasolina, un porterazo  y con mucha guerra que dar, a pesar de ser  equipo recién ascendido y hecho de recortes vizcaínos. Lo teníamos avisado en Salmonetes...

Domingo, 31 de enero

Valle de Esteban

-¿Qué echo de menos? Joder y trasnochar y beber, como cualquier ser humano.
Leopoldo María Panero

"Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra"

DOMINGO, 31 DE ENERO

En aquel tiempo, comenzó Jesús a decir en la sinagoga:

-Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.

Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios. Y decían: «¿No es éste el hijo de José?» Y Jesús les dijo:

-Sin duda me recitaréis aquel refrán: "Médico, cúrate a ti mismo"; haz también aquí en tu tierra lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún.

Y añadió:

-Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, más que Naamán, el sirio.

Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.

Lucas 4,21-30

sábado, 30 de enero de 2016

Eros y Thanatos en los Museos Capitolinos (Carta al señor Hasan Rohani)

 Venere Capitolina

Carlos V y el Furor
      
 
Jean Palette-Cazajus

El espectáculo que Usted ha dado cuando, reverencialmente acompañado por las más altas autoridades italianas, iba vagando por las amplias estancias del romano Capitolio, quedará en muchas memorias. Sobre todo cuando se le ve pasando, indiferente, ante altos cajones de madera gris. No se le ve muy entusiasmado por la muestra de arte «povera» o conceptual que le han preparado sus huéspedes italianos. Debo confesar que comparto su reserva frente a esta clase de manifestaciones artísticas.

No era así. Resulta que los insípidos cajones solo pretendían ocultar a sus ojos y a los de su séquito los hermosos desnudos clásicos albergados por los Musei Capitolini, y particularmente la famosa «Venus púdica».

Dijo Schelling que «la forma humana es la expresión del alma y de la razón». Se refería a la forma humana desnuda, claro.

Cuando, en el arte occidental, se ha representado vestido un ser humano, hombre o mujer, se trataba de expresar su realidad como persona. Cuando se le representaba desnudo, se significaba una esencia. Ninguna obra ilustra mejor esta alternativa que el espléndido bronce del Prado, obra de los Leoni, padre e hijo, y titulado «Carlos V hollando el Furor». Cubierto por su coraza de quita y pon, el Emperador aparece como un personaje histórico. Sin ella, admiramos un bellísimo desnudo clásico, una alegoría de Marte o de Apolo.

Nada resume mejor la cultura occidental como el desnudo. Sin él no seríamos nada de lo que somos. Ocultándolo, nos humillamos, nos rendimos y, sobre todo, secamos la fuente de donde brotó todo pensamiento.

Para Protágoras, «el hombre era la medida de todas las cosas». Su cuerpo desnudo lo fue primero en el sentido más literal. Se medía con «codos», « brazos », «brazadas», «palmos», «dedos», «pies», «pasos». De esa referencia, ya esencial, se pasó a la anatomía y la morfología en un intenso proceso de autoesclarecimiento de la propia condición. Ya estaba en marcha la autonomía del conocimiento frente a la heteronomía de la creencia.

Platón es posterior a Policleto y Fidias y una generación anterior a Praxíteles. Vivió inevitablemente permeado por el ideal de lo «Kalos kai Agathos», literalmente lo bello y bueno, estética y moralmente. (Ya sé que son palabrotas, pero alguna sí debo intentar aclararle, Señor Rohani, porque me parece que las desconoce). Platón usa el neutro «to kalón» para calificar el Ideal. Es la misma palabra que sirve para calificar los desnudos de los citados escultores.

Puesto a romperme los dientes como tantos antes que yo, y mejores, también deberé atreverme con lo que se esconde detrás del «Eidós» platónico. La palabra nos sugiere la «forma», descriptiva o inteligible, nos sugiere la «idea», nos sugiere el «modelo», allí late el «concepto» y todo ello sólo es comprensible con referencia a la «esencia», y a la más exigente dimensión del Ser. Todos estos conceptos, difícilmente traducibles en otras culturas, son la armazón de nuestro discurso cotidiano, son imprescindibles para entendernos y, si nos gustan el «Sátiro en reposo» o la «Venus Capitolina», es porque los tenemos definitivamente interiorizados.

La perfección del cuerpo humano simbolizaba la infinita capacidad del «Noús», el puro intelecto, la humana capacidad de conocimiento que aboca a la necesidad de la autonomía, como ciudadano y sujeto moral. Hay que ir más lejos todavía : de esos cuerpos desnudos, modélicos y en todo referenciales, brotarán los hábitos mentales que impulsarán las prácticas de la Ciencia Moderna.

La condición de la mujer griega, seamos sinceros, no era precisamente ideal. No desaparecía ninguneada por fanegas de trapos negros, como en su país, Señor Rohani, y la suprema elegancia del blanco «quitón» proclamaba su derecho a la belleza. Pero bien es cierto que era una eterna menor y que no podía acudir al Agora sin un velo cubriéndole el pelo.

Conviene designar los siniestros acontecimientos de la Noche Triste, en Colonia, como lo que fueron, el símbolo de la Violación de Europa. Para la cultura de aquellos perros de presa, toda mujer no tutelada regresa al mundo de los objetos naturales y se ofrece al instinto de los depredadores.

El desnudo femenino, en cambio, proclamó la definitiva pertenencia de la mujer al mundo de las ideas y de la cultura y, sobre todo, ennobleció y sublimó la fuerza del deseo, supeditándolo a la ética personal. Nuestras inhibiciones, nuestras prohibiciones brotan del interior, de la autonomía. Seguimos fallando y los fallos nos son individualmente imputables. Cuando las prohibiciones sólo vienen del exterior, queda abortado todo albedrío, desaparece el sujeto moral y en cualquier momento se levanta la veda. Evolutiva y éticamente, nosotros usamos un endoesqueleto. La jauría de Colonia, como los cangrejos, todavía vive encerrada dentro de un exoesqueleto.

Históricamente, el desnudo femenino ha simbolizado la pureza. Busque una reproducción de «Amor sagrado y Amor Profano», del joven Tiziano. De las dos señoras, el Amor Sagrado es la desnuda, no la que aparece cargada de brocados venecianos. El desnudo femenino simbolizó también a menudo la Verdad. Porque aquí hemos acostumbrado a pensar, ¡qué casualidad!, que debe ir «desvelándose». Sobre todo, no deje de contemplar los dos personajes que aparecen a la izquierda de una sobrecogedora alegoría, pintada por Botticelli en 1495 y titulada «La Calumnia». De los dos, el de la derecha nos recuerda desagradable e irresistiblemente, inoportuna casualidad, la estampa física cotidiana de las mujeres de su país. O, peor todavía, las de un país odiado por Usted y tan mimado por nosotros, Arabia Saudita.

El personaje de la izquierda, ondeante mujer, desnuda y etérea, dorada y ascensional, simboliza la Verdad, la que nosotros buscamos, no la que Usted detenta, y señala con un dedo sublime las alturas. Sin duda el Renacimiento salvó al Cristianismo de parecerse en algo a la cultura que Usted simboliza.

La prensa italiana habló de «Sumisión». Sólo se tiene conciencia de aquello que, previamente, se haya nombrado. El mérito esencial de la novela de Houellebecq, sin entrar a valorarla desde la literatura, consiste, como en la tabla de Botticelli, en habernos desnudado la evidencia de una situación que no veíamos porque no nos habíamos atrevido a enunciarla. La novela salió hace exactamente un año. La crítica bienpensante la calificó, más o menos, de delirio provocativo. Un año después, casi nadie se atreve ya a cuestionar nuestro proceso de «Sumisión».

En las colecciones capitolinas figura una extraña talla. No sé si formó parte de las que se hurtaron a su pudorosa mirada, Señor Rohani. Copia romana de original griego, nadie sabe si es Eros o Thanatos. Después de su particular visita, nosotros que presumíamos de ser paladines de lo primero, vamos siendo corifeos de lo segundo.


 Amor Sagrado, Amor Profano
Tiziano

La Calomnie
Sandro Botticelli

El Gary Cooper de Gamonal

Juan José García  ‘cuatro veces’ 

Gaitu lleva 31 años en la Policía Local, aunque estudió para maestro en la Escuela Normal (especialidad filología francesa) tras terminar bachillerato en el Diego Porcelos. Hizo la mili en Berga (Barcelona), donde aún conserva amigos, incluso de Esquerra. Se licenció, ojo, el 23 de febrero de 1981, por la mañana. La intentona de golpe de Estado de Tejero fue por la tarde. Había abandonado el cuartel, pero todos los soldados andaban «acojonados». Pensó que tenía que irse para casa pitando, no fuera que la llamaran a filas. Telefoneó a su tía para que avisara a su padre y ese mismo día cogió un autobús de la línea de El Gallego, que completaba la línea Barcelona-Burgos.

Lo de ser policía se lo planteó después de trabajar dos años en ARA Guarnecidos, una empresa del Grupo Antolín. «Lo de maestro estaba muy mal en aquella época, pero tenía que dar un giro a mi vida», recuerda. «Papa, que quiero ser guardia», le espetó a su progenitor. «¿Tú que has estudiado magisterio?», se sorprendió. Pero al final no se opuso. Por cierto que el próximo día 2, cuando reciba el Tito de Oro, la figura de su padre, José Luis, ocupará un lugar primordial en su discurso, pues «quería al barrio tanto como a su pueblo». «No tuvo una vida regalada, pero lo afrontó todo con la mayor de las sonrisas; para mí y mis hermanas fue una figura irremplazable», dice emocionado.

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Will Kane (Gary Cooper)

Temblores



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Con la incertidumbre política tiembla la economía, que no sabe a qué puerta llamar ni de qué chaqueta tirar, pero los políticos son como “El niño que no podía temblar”, de los Grimm.
No les tiemblan las manos (a los que trincan) ni las piernas (a los que vienen a “regenerar” con Rivera, el “cirujano de hierro”).

¡No nos temblarán las piernas!...

No les tiembla la cara ni la voz. La verdad es que no les tiembla nada.

Un camello es un caballo diseñado por una comisión, según el viejo chascarrillo parlamentario, pero los de Ciudadanos, al parecer, tienen firmes las piernas para traer al Congreso una comisión de investigación de la corrupción, ese andancio generalizado (sistémico, no sistemático) debido a la falta de separación de poderes (donde todo está en una mano, que decía Hamilton), es decir, al entierro de Montesquieu como si fuera un Tierno.
Si el poder ejecutivo fuera confiado a un cierto número de personas sacadas del cuerpo legislativo, no habría ya libertad –nos dejó escrito el barón, cosa que jamás se le habría ocurrido al alcalde que nunca devolvió el “Wittgenstein” prestado por Gustavo Bueno.
Rivera, pues, es el niño de los Grimm que no puede temblar.

En el cuento de los Grimm las piernas de un hombre caen por la chimenea y caminan por la habitación hasta reunirse con la cabeza y el cuerpo cercenados que caen luego. Pero lo terrorífico, nos dice Chesterton, no son semejantes prodigios terroríficos (por otro lado, magníficas metáforas de la corrupción política), sino la ausencia de terror en el niño, que da palmaditas a los espectros en la espalda e invita a los demonios a beber vino con él.

“El héroe sólo aprendió a temblar al tomar una esposa que le echó encima una palangana de agua fría.”
Esa única frase –concluye Chesterton– encierra más verdad sobre el verdadero significado del matrimonio que todos los libros de sexo.
En el “salsipuedes” español, más que un estadista, empieza a hacer falta un palanganero.

Sábado, 30 de enero


Valle de Esteban

-La gongorinolaringología... ja, ja, ja
Vicente Núñez

viernes, 29 de enero de 2016

Antitaurinos en Córdoba

Entrada a la Plaza Grande o de la Corredera

El héroe inmortal

Francisco Javier Gómez Izquierdo

         Los Podemos de Córdoba se dicen Ganemos y tienen cuatro concejales en el Ayuntamiento. Junto a otros cuatro de IU han colocado de alcaldesa a la señora Isabel Ambrosio, que va por el Partido Socialista y de la que no se sabe de qué asuntos hemos de  considerar no ya experta , sino al menos mínimamente conocedora. El caso es que la alcaldesa Ambrosio está a lo que manden sus concejales aliados, y hace unos días se decidió no “pagar entradas para los toros a tanto caradura como pulula”, en palabras más o menos literales del vicealcalde Pedro García, el más firme sostén de Ambrosio. Don Pedro nos toma por tontos y hace como si no supiésemos que su Partido ha gestionado durante muchísimos años -don Julio, don Herminio, doña Rosa, don Andrés...fueron alcaldes comunistas-  esas entradas subvencionadas con dineros municipales que al parecer, y según sus palabras, iban a manos de familiares y amigos de los colocados en el Ayuntamiento. Pero hagamos caso por una vez al joven y desbocado Don Pedro. Tomémosle el discurso por verdadero y aplaudamos su negativa a divertir a los que viven de gañote. Celebremos que la propuesta avalada por su facción y la de Podemos haya secuestrado la voluntad del grupo socialista y el Pleno retire la subvención taurina para el festejo que medio patrocinaba por mayo. Pero, ¡ay!, en Córdoba gustan los toros y el personal ha descubierto el disimulo en el planteamiento de Don Pedro y los podemitas para dinamitar el toreo local, que no en balde cuenta con cinco califas -Lagartijo, Rafael Guerra, Machaquito, Manolete y El Cordobés-, y hasta de entre los afines del vicealcalde Pedro han saltado banderilleros escandalizados que han vendado el tortazo del Pleno Municipal con esparadrapo de la Diputación, donde se ha votado lo mismo, pero ha salido lo contrario, bajo presión de varios cordobeses que se juntaron para la ocasión.
    
 Lo más ilustrativo y que ha de servir de ejemplo para saber a qué atenernos con la tropa que nos gobierna es constatar la curiosa bipolaridad de Antonio Torres Hidalgo, el  joven concejal y diputado socialista que en la concejalía votó SI y en la Diputación dijo que nones. El muchacho lleva casi desde juvenil en el ambiente y sabe  que la opinión en política nunca es eterna. En su caso no dura ni veinticuatro horas.

     Quedamos a la espera de lo que tenga que decir don Pedro, pero al parecer falta en la ciudad la señora de Podemos que asesora conforme a doctrina.

Helmet Hair




Ignacio Ruiz Quintano
Abc

El personaje político que más impresionó a Felipe González, Gonzalón, fue Margaret Thatcher, la dama del cardado de hierro, o “Helmet Hair”.

Gonzalón milita en el cantinflanismo, que es lo que da dinero, y cuando quiere ponerse serio, se pone el “Helmet Hair” de Thatcher y se va a ver al director del periódico global a hacer un “vanity fair”: si Dios le hubiese dado tanta valía como él supone tener, “De Gaulle” gobernaría hoy a España.
Más vanidoso aún que Gonzalón es Pablemos (ambos vienen de Arniches y su “¡Mecachis, qué guapo soy!”), que suple con coleta la falta de casco. Pablemos, llamado a quitarle el partido a Gonzalón como éste a Llopis, murió políticamente en la “performance” del otro día, “nombrándole” un gobierno a Gonzalón. Narciso, ay, ahogado en la fuente, con un ex-jemad que lucía como el mosquito de las charcas, que, por cierto, se llama zapatero (“gerris lacustris”).

Como Gonzalón a su edad, Pablemos es marxista sin haber leído una sola línea de Marx (es lo que Monedero llama “soberbia intelectual” de su líder) y querrá “disolver los cuerpos represivos”. 

Pablemos pilla de la teocracia persa y viaja a Venezuela. Gonzalón pillaba de la socialdemocracia alemana y viajaba al Moscú de Brézhnev con la pandilla (Guerra, Ramos, Boyer y la Solimán, más el Guti, para llevarles los gorros polares, pues en Rusia conviene taparse las orejas como en Irán las pantorrillas), a cuyos miembros los progretas del NYT llamaban “supernacionalistas”. Pablemos se las echa de “plurinacionalista”.

Cada uno con su fox-terrier de pelo duro (Guerra y Errejón), hablamos de dos tipos con imaginación (creo que hasta han cambiado de señora): Gonzalón se inventó un Héctor bíblico, y Pablemos, un Kant que escribió la “Ética de la Razón Pura”. Para colocar a su militancia provincial, Gonzalón inventó las autonomías; y para colocar a sus peñas separatistas, Pablemos no sabe qué inventar.

Nada que en 1911 no anticipara Robert Michels.

Viernes, 29 de enero

Valle de Esteban

-Qué hubieran contado hoy Gil de Biedma de las Filipinas, o Gómez Carrillo de El Cairo, o Chaves Nogales de Moscú, o Pla de Roma, o Camba de Berlín, si todo el mundo ha estado ya, y los que no, las visitan en el Google desde casa.
Pepe Cerdá

jueves, 28 de enero de 2016

Miércoles de Cuartos

 Calle Cielo en Cádiz

José Luis García Cossío. Selu.
 “Si me pongo pesao me lo dices”. Al oído, Juan


Francisco Javier Gómez Izquierdo

       Salió ayer un miércoles de cuartos como no se recuerda. Cuartos en el Europeo de Balonmano, un deporte que por arte del demonio no interesa a casi nadie y que si apunto el sorpresón de la eliminación de Francia, gran favorita de todo, Dinamarca, con un Hansen sobrevalorado en opinión de mi tierno infante, ó Polonia, que jugaba en casa y a la que sobraba perder por creo que diez para clasificarse, a ustedes les sonará casi a chino. Hasta un servidor, que ha procurado ser fiel al noble deporte, va flaqueando en demasía en la atención. No acabo de entender tan poco atractivo en una disciplina en la que España es tradicionalmente puntera. De hecho, otra vez en semifinales.

      Quien no va a estar entre los cuatro primeros es el Atlético de Madrid en Copa, al que descabalgó el Celta de Vigo de una final que el aficionado colchonero soñaba contra el Barça en el Calderón. La Copa tiene cosas que no tiene la Liga. En la Liga te puede ganar el Spórting un partido, pero es imposible que te quite el título el Cádiz. Tres puntos tienen remedio. Una eliminatoria, no.
    
El Celta es equipo extraño que unas tardes parece once artístico y otras se nos presenta adocenado. Anoche, y sin Nolito, tocó homenaje al gran Sarmiento Birba y  una mítica raza de hombres vestidos con los colores del cielo cegaron la vista y nublaron el conocimiento de ese estratega de la rocosidad que manda en el Atlético. La ventaja de Simeone, como la de Cruyff cuando llegó al Barcelona, está en su incontestabilidad. Cruyff tardó tres años en ganar una Liga y se le permitieron sin mayores críticas, extravagancias como las de Danny Muller, el novio de su hija; Lucendo, ¿se acuerdan de Lucendo?, Romerito... o el capricho de ver regatear a Onésimo encima de la raya de córner. Simeone ya tiene su Liga y lo que es más importante, el cariño colchonero. A Simeone le podría haber eliminado el Villanovense y no hubiera pasado nada porque maneja el victimismo atlético con la habilidad musística del que ordaguea a la grande con cuatro reyes de mano.
     
Pero los cuartos en los que se fija el televisor del salón de casa se disputan en el Falla y como estoy convaleciente y con la voluntad y autoridad perdidas es mi tierno infante quien maneja el mando en una tarde noche en la que “confluye un acontecimiento planetario” * con el Selu, Antonio Martín y Martínez Ares, el genio que ha vuelto para felicidad de sus devotos. Dicen que hasta Juan Carlos Aragón se ha puesto nervioso y le ha dado por el Son cubano en vez de cantar en veneciano.

       El Selu, espectacular como siempre, llega a la genialidad con ese Juan -“¿Sabes cuánto te quiero a ti Juan? ¿Del uno al diez? Once”- con cara de Rubalcaba al que la chirigota da la brasa sin misericordia hasta ponerle la oreja como una piruleta. Se equivocó la chirigota al final de un pasodoble y tembló el teatro, el hijo se volvió estatua y no me supo determinar las consecuencias ante el jurado. “Si supone perder el primer premio, hay que cambiar el reglamento”, dice el hijo dolido ante el yerro del mito, pero me consta que el mozo está mas con las comparsas y las emociones fuertes le llegaron con la noche mas metida. Con un pasodoble insuperable de Martínez Ares que a mi doña puso los “pelos como escarpias” y a nuestra criatura lo transportó a los cielos de Cádiz. Para entonces un servidor estaba en la piltra. En el cuarto de dormir.


    * Por cierto, doña Bibiana Aído Almagro presenta mañana día 29 a las 12, Tesis Doctoral de no sé qué carrera titulada “Factores determinantes del reconocimiento de oportunidad. Un análisis en distintos entornos económicos y culturales” en la Facultad de Empresariales de Cádiz.

Samuel

Senador Galán votando con el pie


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Con la grande polvareda, dice el romancico, perdimos a don Beltrane. La “grande polvareda” es la grande falla pepera en Valencia, y don Beltrane, ese joven ingeniero, de nombre Samuel, enchufado por Carmena de consejero delegado en Calle 30.

Las partidocracias hablan con “la voz de la sangre” (se destruye la familia y se destruye todo), y han hecho suya una moraleja del teatro: “Entre el sentimiento y la razón, debe triunfar el sentimiento”.

Lo que molesta es que ahora sea nuestro dedo –explican los amigos de Samuel, que son los mismos de Errejón, el becario “black” que grita a quienes le han sentado en el gallinero del Congreso que no leen Historia y por eso no saben que él es Saint-Just en la Montaña, con lo que eso supone. (Si es por la guillotina, sabrá, aunque eso no venga en “El rincón del vago”, que la cuchilla despescuezó, por cada aristócrata, a tres o cuatro plebeyos, más algún listillo como el propio Saint-Just.)
En lo de Samuel, ¿tiene la culpa Carmena de que la gente se dedique a hacer recomendaciones? ¿Inventó ella la recomendación? Téngase en cuenta, además, que a ella podía haberle ocurrido lo que a aquel respetable señor que en la República escribió una carta pidiendo la plaza de carabinero para un cualquiera, alguien confundió al recomendado con el recomendante (es lo malo de vestir sin necesidad como un necesitado) y lo nombraron a él para dirigir el tráfico. ¡Carmena, consejera delegada de Calle 30! ¿Qué cosas no estaríamos diciendo ahora?

Volviendo a la grande polvareda de la grande falla pepera, el portavoz de Ciudadanos en el Congreso dice que a ellos, contra la corrupción, “no nos temblarán las piernas” (?), tropo parlamentario inspirado en el senador socialista Joaquín Galán, que en 1991 votó por otro, con el pie, la ley del IRPF.

“Tienen unos pies inmensos”, fue la impresión que en China dejaron los primeros españoles.

¡Pues, anda, que morro!... –suspirará, sentado con Carmena, el señor Wanda.

Éstas son las mañanitas



"Una lucha entre un régimen antidemocrático, comunista y oriental y otro régimen antidemocrático, anticomunista y europeo"

Milicianos

LIBERALISMO Y COMUNISMO

Gregorio Marañón

y VIII


Éstos son los términos exactos del problema. Una lucha entre un régimen antidemocrático, comunista y oriental y otro régimen antidemocrático, anticomunista y europeo, cuya fórmula exacta sólo la realidad española, infinitamente pujante, modelará. Así como Italia o Flandes, en los siglos XV y XVI, fueron teatro de la lucha entre los grandes poderes que iban a plasmar la nueva Europa, hoy las grandes fuerzas del mundo libran en España su batalla. Y España aporta —es su gloriosa tradición— la parte más dura en el esfuerzo por la victoria, que será para todos.

En torno a estas términos es coma la mayoría de los españoles han tomado su posición. Y en torno a ellas es coma debe tomarlos el espectador extranjero, que quizá sea menos espectador de lo que se figura. O comunista o no comunista: no hay por el momento otra opción. La fórmula comunista es única, y con ella tratan sus adeptos de conquistar el mundo. La fórmula anticomunista no es necesariamente fascista. Anticomunistas son Italia y Alemania y Portugal y el Japón y, explícita o solapadamente, otros muchos estados de Europa y de América. Y cada cual, dentro del mínimum de un esquema común, se gobierna a su modo. Hay, pues, donde escoger.

El problema sería, en suma, clarísimo, a no ser por la intervención perturbadora de las fuerzas liberales, cuyo inmenso prestigio y cuya inmensa torpeza llenan hoy de confusión al panorama político del mundo. La ceguera frente al antiliberalismo rojo ha hecho que el liberal venda su alma al diablo. Pero su castigo será proporcionado a su error: porque el liberalismo, como fuerza política, ha terminado su misión en el horizonte de algunas generaciones. Quedará por ahora sólo como sentimiento de las almas, porque con un nombre o con otro lo que representa en su origen y en su esencia es el motor inmortal del progreso de los hombres. Y, sin duda, brotará un día, cuando sea purificado de las inevitables dictaduras de hoy.

Los liberales españoles saben ya a qué atenerse. Los del resto del mundo, todavía no. Yo no escribo para convencerlos. Porque en política el único mecanismo psicológico del cambio es la conversión, nunca el convencimiento. Y debe siempre sospecharse del que cambia, porque dice que se ha convencido.

Los liberales del mundo oirán también un día el trueno y el rayo; caerán de su caballo blanco, y cuando recobren la conciencia habrán aprendido de nuevo el camino de la verdad.

Jueves, 28 de enero

Valle de Esteban

-Por eso fusilaban en el Cerro de los Ángeles al Sagrado Corazón y serraban las cabezas de los ángeles de los retablos. Eran creyentes vueltos del revés.
Agustín de Foxá

miércoles, 27 de enero de 2016

Camareros y camareras


Según convenga, ser un camarero es una bendición o una maldición. Según convenga a Pablo Iglesias. Claro.
@arenasjp


Riveras

Twitter


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

El afán de mostrarse “avanzado”, cuando no se sabe por dónde ni hacia qué hay que avanzar (afán contra el que ya prevenía Fernández Flórez), ha animado al periódico global a propinar un coscorrón sermocinal de cura vasco a Fran Rivera por llevar a su hija a torear.
Moralmente está bien que Carolina Bescansa lleve a su bebé a su escaño en el Parlamento, donde nadie nos asegura que no vaya a entrar un guardia pegando tiros al techo, y está mal que Fran Rivera lleve a su hija a la plaza de tientas, donde la sensibilidad de Juan Cruz (sensibilidad de canario flauta, que decía Ullán) es capaz de ver en una vaquilla el ánima negra de “Bastonito”.

Antes de que el periódico global, en su afán de “avanzado”, compitiera con la web de “Rebelión” (ni un día sin cogitación de Pablemos o Errejón) que tanta gracia tenía hace diez años, Ullán publicó un artículo, “La niña y la vaca”, sobre la contemplación, una tarde, en Rianxo, por dos escritores, el gallego Rafael Dieste y el mexicano Gabriel Zaid, del paso de una niña y una vaca. 

Para Zaid, la niña, que iba por delante, era la inocencia, y la vaca, la mansedumbre.
Porque las vacas –pensaba Dieste– sienten por las niñas una veneración que nace del asombro que les produce encontrarse de pronto ahí, al lado de una figura tan perfecta.
Pero ya sabemos que en lo de Fran Rivera no se discute el peligro (corre más riesgos cualquier niño viajando de paquete en una bicicleta, sin otras vistas que el pedo libre de la americana del pedalista), sino el toro, animal doméstico para los lectores de Mosterín y fiera totalitaria para los de Cocteau.

Y a usted ¿qué le da más lata, el toro de lidia o el canario flauta? –preguntamos un día en Casa Ciriaco a Fernando Cuadri, que cría de los dos.

El canario flauta.
Con su niña a cuestas, Fran Rivera ha desplazado en Twitter al otro Rivera, Albert, con su mochila (donde lleva el “bonapartismo”, que dice Lassalle, cada día más ajardielado), lo cual es bueno.

"Lo que les ha hecho cambiar es el sentido antiespañol de la propaganda del Frente popular"

Madrid, 1931

LIBERALISMO Y COMUNISMO

Gregorio Marañón

VII


Pero la maniobra comunista tenía otro gran peligro en España, que era su internacionalismo, difícil de separar, en la psicología popular, del sentimiento español. El español, aun el de ideas más avanzadas, tiene siempre un lastre de cualidades nacionales probablemente superior al de casi todos los pueblos de Europa. Es España, ciertamente, el país de los regionalismos: muchas veces he dicho que el regionalismo es la manifestación más genuina y viva del alma nacional, y basta para comprobarlo el ver la rigurosa distribución regional que espontáneamente establecen los grandes grupos de españoles emigrados en América. En América, se habla de italianos, de franceses, de alemanes; pero cuando se trata de españoles, se habla de castellanos, andaluces, catalanes, gallegos o asturianos. El atender a las características regionales me ha parecido siempre, en España, no un imperativo político, sino biológico. Ahora bien, el error de muchos ha sido el tratar de infiltrar bajo la noble realidad regional la insinuación separatista. El sentimiento nacional de España está hecho de espiritu regional, prolongación del enorme sentimiento familiar del alma española; pero no sólo no es, por ello, aquél menos fuerte, sino que en ello encuentra su savia y su fortaleza. En cualquier población de América o en cualquier gran capital de la España misma, con Madrid o Barcelona, los españoles se reúnen, en efecto, por provincias en sus centros regionales, como vastas familias que apenas se tratan con la vecindad. Pero ante la nación en peligro, como tal nación, todos se unen, identificados en un solo fervor; y acaso sea el peligro común el único modo eficaz de unirlos políticamente.

Gran parte del entusiasmo de la España nacionalista de hoy está suscitado por la idea de la unidad nacional ante el conato del separatismo vasco (tan mal interpretado en el extranjero), en el que la ambición de un grupo exiguo de vizcaínos ha servido dolorosamente de instrumento al internacionalismo comunista. Cataluña, en cambio, a pesar de estar oficialmente con los rojos, ha tenido la intuición de no prestarse a esa maniobra; y esto tendrá, evidentemente, una gran repercusión en el final de la guerra y en la paz. Recordemos también aquí a Navarra, región vasca y de un hondo regionalismo y que, sin embargo, ha jugado el papel primordial, como región, en el movimiento nacionalista actual. Cuando en la primera república de España hubo también un intento de separatismo en el movimiento que se llamó «cantonal» el hombre que entonces representaba al liberalismo y al republicanismo español, el gran orador Castelar, pronunció un discurso famoso, declarando que ante su sentimiento nacionalista renunciaría al liberalismo, a la democracia y a la República. Hay en España muchos hombres de izquierda que saben de memoria este discurso —harto más bello y más moderno que las proclamas marxistas— y que ahora lo recitan con emoción.

Dos meses antes de ocurrir la revolución española escribía yo, en un artículo que publicaron varios periódicos de Europa y de América, que si el Frente popular español, entonces recién formado, no acertaba a dar a su ideario y a su acción un sentido profundamente nacional, provocaría el levantamiento de España. La profecía no tenía ningún mérito porque en todas partes se recogía la hostilidad de los españoles no marxistas ante la táctica, notoriamente rusa, de aquellas agitaciones prerrevolucionarias, que jamás tuvieron la sanción de los gobiernos. El hecho más significativo, en este sentido, y que nadie ha comentado, es la actitud de la juventud universitaria, que fue la fuerza de choque del movimiento liberal contra la dictadura y el fermento entusiasta de los meses que prepararon el cambio de régimen. Pero a partir del tercer año de la República empezó a cambiar de orientación de un modo rápido, que por los días de las elecciones del Frente popular, un profesor socialista, que pocos años antes era el ídolo de los estudiantes, daba ahora sus lecciones —y no siempre podía darlas— entre la hostilidad de su auditorio; y me confesó que el 90 por 100 de sus alumnos era fascista. Cualquiera de los profesores españoles pudimos comprobar este mismo hecho. Hoy, una mayoría de nuestros estudiantes lucha como soldados voluntarios en las filas nacionalistas. Muchos de ellos se habían educado en un ambiente liberal y habían pertenecido, al comenzar sus estudios, a las asociaciones estudiantiles liberales, y aun socialistas o comunistas. Y son varios los jóvenes, entonces casi niños, a quienes conocimos en la cárcel durante la dictadura, y que hoy son héroes, vivos o muertos, de la causa antimarxista. Lo que les ha hecho cambiar es, sin duda alguna, el sentido antiespañol de la propaganda del Frente popular.

De que ésta era la fuerza principal del movimiento del general Franco se dieron pronto cuenta los dirigentes comunistas. Por eso al comienzo de la guerra su propaganda se dirigió, como todos recordarán, a encarecer el ultraje que suponía para España el empleo del ejército marroquí. Pero yo, que estaba entonces en la España roja, pude ver que este argumento, perfectamente extranjero, no hacía la menor impresión en los españoles. La lucha en común de españoles y marroquíes tiene una tradición absolutamente nacional. Sólo los que creen ingenuamente que la historia empieza en ellos y que el pasado no cuenta para nada, ignoran que las hazañas más genuinamente nacionales, como las campañas del Cid Campeador y la conquista de Granada, que puso fin a la Reconquista, se hicieron en parte con soldados africanos. Cada español del lado rojo se sentía étnicamente más próximo a los moros de enfrente que a los rusos semiasiáticos, que ya por entonces inundaban su retaguardia.

El argumento que se ha esgrimido después es el de la invasión por las tropas extranjeras. Convencidos los jefes rojos de la necesidad de inyectar un sentimiento nacional a sus filas, han querido transformar la guerra comunista en una guerra de liberación. El argumento ha tenido mucho más éxito que en España misma en el extranjero, como era de esperar. En España, no: porque los que viven rodeados de rusos, franceses, checos, etc., y saben por propia experiencia lo que vale su ayuda, no pueden juzgar con demasiada indignación el que en el otro lado ayuden otros extranjeros. No hay español que no tenga la conciencia de que la guerra que hace no es una guerra civil, sino una lucha internacional y universal, cuya fase militar se juega en los campos de España. Pero, además, a ningún español, ni rojo ni blanco, le ha pasado un momento por la cabeza el que, una vez terminada la guerra, pueda convertirse esta ayuda en una ocupación territorial.

España tiene reciente el recuerdo de que la guerra de la Independencia contra Napoleón, guerra eminentemente popular, cuyo espíritu pretenden resucitar los comunistas, se ganó precisamente con la ayuda de un formidable ejército inglés, mandado por uno de los más grandes generales del siglo. Y cuando Napoleón fue vencido, el ejército amigo y su general se fueron de España sin retener un solo palmo de terreno. Tampoco ignora el español que en la gran guerra europea, departamentos enteros de Francia estaban ocupados por ingleses y norteamericanos, que partieron también una vez logrado el triunfo. A uno y otro lado de las trincheras españolas nadie duda de que tanto los soldados internacionalistas que luchan con los rojos como los italianos y alemanes que forman al lado de los de Franco se proponen cosas muy distintas de la ocupación territorial. Esto, que tanto alarma a los extranjeros, es lo único que no alarma a los españoles. Y puede asegurarse que si alguna de las varías naciones que tienen soldados en España lo intentara, se unirían marxistas y antimarxistas para impedirlo, con el mismo terrible denuedo con que hoy luchan entre sí. Hay un pedazo de roca española que ocupan los ingleses desde un tiempo en que la nacionalidad de nuestra patria había casi desaparecido, y no hay español que todavía no sueñe cada noche con Gibraltar.

Lo importante no es, pues, la momentánea ayuda de hombres y material, asunto que unos políticos inteligentes pueden arreglar desde afuera en cuanto se pongan de acuerdo. Lo importante es la captación del espíritu. Aunque en el lado rojo no hubiera un solo soldado ni un solo fusil moscovitas, sería igual: la España roja es espiritualmente comunista rusa. En el lado nacional, aunque hubiera millones de italianos y alemanes, el espíritu de la gente es, con sus virtudes y con sus defectos, infinitamente español, más español que nunca, Y es inútil atacar con sofismas esta absoluta y terminante verdad, de la que depende, desde antes del principio de la lucha, la fuerza de uno de los bandos y la debilidad del otro. Si el lema de «Arriba España», que hoy gritan con emoción muchos, muchos que no son ni serán fascistas, lo hubieran adoptado las del bando de enfrente, el tanto por ciento de sus probabilidades de triunfar hubiera sido, por este simple hecho, infinitamente mayor.

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Publicado en la Revue de París en su número del 15 de diciembre de 1937

Miércoles, 27 de enero

Valle de Esteban

-(Azaña) era el símbolo de los mediocres en la hora gloriosa de la revancha. Un mundo gris y rencoroso de pedagogos y funcionarios de Correos, de abogadetes y tertulianos mal vestidos, triunfaba con su exaltación.
Agustín de Foxá

martes, 26 de enero de 2016

Primera vuelta en Segunda

Florín Andone

David Rodríguez


 Francisco Javier Gómez Izquierdo

        Se ha disputado la primera vuelta en Segunda División, y como ya es tradicional en las últimas temporadas el clasificado en decimoctavo lugar sigue aspirando al ascenso. Lo acaba de decir Fernando Vázquez, un entrenador que incomprensiblemente estaba en el paro, recién llegado a Mallorca y que se ha encontrado a su nuevo equipo a 15 puntos de la cabeza. No desvaría nuestro gallego saltarín, dicho sea con todos los respetos. Una racha de cuatro encuentros ganados te torpedea hacia la cabeza, y de cuatro perdidos, por muy arriba que estés, te hunde en la miseria.

     En Segunda división el fútbol escasea y los partidos suelen decidirse en un córner, una falta, por errores incomprensibles o por el arrebato de uno de esos árbitros con ínfulas de prosperidad que para hacerse notar expulsa a dos o tres jugadores de un mismo equipo. Uno de los ejemplares más destacados de esta especie se llama Dámaso Arcediano Monescillo,  del que un conocido de Puertollano me pidió opinión por ser amigo de la familia. ¡Qué arbitrajes se ven en 2ª!
     
 ¿Qué podemos destacar en esta primera vuelta? Pues que el Alavés de Bordolás parece el equipo más aplicado en estrategias, en las que destaca sobre todos sus futbolistas Dani Pacheco, un zurdo extraordinario al que el Liverpool fichó de niño y que no entiendo cómo no sirve a mejor amo. En el Alavés destaca también Toquero, para que se hagan una idea del panorama. Luego estamos nosotros, el Córdoba, al que no acabo de ver, pero lo cierto es que no perdemos comba. Dependemos de Deivid, un central canario, que se nos ha hecho imprescindible. Si falta, perdemos. Arriba tenemos un artista llamado Fidel y el tío más bregador que se pueda uno echar a la cara, Florín Andone.

A Osasuna tampoco lo veo con méritos y mimbres suficientes, a pesar de contar con quizás el jugador más completo de la categoría, Roberto Torres, pero como quiera que a los pueblos de Madrid, Leganés y Alcorcón, los he visto jugar con más sentido que al resto de los veintidós, no me extrañaría que a final de temporada un nuevo club pisara la gloria por primea vez. Campaña, todo un lujo de centrocampista, y David Rodríguez, aquél que asomara como el nuevo Scheschenko, y que, por cierto, no es tan mayor, han convertido al  Alcorcón en un equipo que da gusto verlo. El Leganés es un Bilbao Athlétic en Madrid, donde el bonaerense Szimanovsky me tiene maravillado. Fallan mucho fuera de casa, pero todo está en que los dos se lo crean.

         Al Oviedo lo miman mucho. Los periodistas y los árbitros. Sus mejores hombres, Vila, Koné, Toché y sobre todo Susaeta, creo que no jugarían en ningún Primera, pero cuando veo tanto elogio empiezo a dudar de mi criterio. En el Elche ha explotado Sergio León, un mozo de Palma del Río que las mete hasta con las orejas, pero la plantilla está muy coja y tendrá que ceder el paso al Valladolid del paisano Portugal, que viene empujando con futbolistas de categoría como el veloz Mojica o Manu del Moral. que en la última jornada nos coló un gol de los clasificados artísticos, o a un Numancia triste y previsible en el que debo señalar al gemelo Valcárcel, que juega de lateral izquierdo. Es fichable por escasez de especialistas y haber demostrado solvencia. ¿Y el Mirandés? El equipo capaz de cualquier cosa y al que todos los aficionados respetan con el entrenador más serio y formal y del que me gustan Néstor Salinas, Eguarás y el portero Raúl.
      
Lugo, Zaragoza, Girona, Ponferradina  y  Tenerife tendrán días mejores, pero les cuesta mucho hacer gol y no los veo capaces de sumar de tres en tres. Al Almería yo lo veía subiendo a Primera, pero ya ha entrado en una situación de pánico tan desesperada que la Directiva ha fichado a Gorosito, un argentino que parece andaluz y flamenco y que me da que engaña hasta en las apariencias. Veremos si al final no tiene que arreglar el asunto cualquiera de los Franciscos olvidados.

Al Mallorca, en vez de Del Piero, ha llegado Fernando Vázquez, que es toda una garantía, mientras que en Albacete, Huesca, Llagostera y Bilbao Athletic han comprendido que donde no hay no se puede sacar.

   De los catalanes, el Nástic está arriba, donde le correspondería al Gerona, mientras que los gerundenses ,que de chiripa no están en Primera en vez del Spórting,  no han salido de su particular pesadilla de fin de temporada.

     No sé... No veo nada claro. Si acaso al Alavés arriba y al Bilbao Athlétic y Llagostera descendidos, pero ya se sabe que no hay competición más emocionante que la Segunda División y es en ella donde disfruto todos los fines de semana.

Gran Hermano



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

En la política tenemos una edición de Gran Hermano a cuenta del Estado de partidos o partidocracia, un monstruo que surge del sistema proporcional, siempre defendido por el ya desaparecido Rubio Llorente, que se pasó la vida defendiendo lo mismo que el partido socialista, sólo que después.

Aquí, los concursantes son los partidos, y la Milá, cualquier dama o caballero del actual obscenario (lo que debe ocultarse a la vista) televisivo.

Corremos el riesgo de desacreditar a la democracia –refunfuñan los observadores más campanudos, acostumbrados a narrar un partido de balonmano como si (la socialdemocracia es el reino filosófico del “como si” de Vaihinger) fuera un partido de fútbol (¡todo son goles y porterías!).

Pero ése es el único riesgo que España no corre.

La democracia representativa se ideó para obtener por mayoría absoluta, que es la esencia del régimen democrático, a los presidentes que los ciudadanos directa y voluntariamente elijan, fórmula que está bien lejos de la de España, un país relativamente civilizado donde al presidente lo “designa” en rueda de prensa la Brigada del Amanecer de Pablemos, el comunista que no ha querido ahorrarle al mundo el deprimente espectáculo de la transformación de sus diputados, que comen como sabañones, en funcionarios de la Revolución Pendiente.

No venimos a gestionar, sino a derribar el sistema –dice Mato, el Atila del dinero en el Ayuntamiento de Madrid, que es como el Koala y que puede poner sobre la mesa su gestión en un par de empresas privadas.

¿Cuánto se tarda en derribar el sistema económico? Con las nóminas públicas de estos revolucionarios del trienio, el plan del Koala (¡cristiano de base!), como el cielo de Warren Beatty, puede esperar.

La soldadesca que crucificó a Jesús tuvo más escrúpulos democráticos con la túnica que nuestra partidocracia con la butaca presidencial.

No la rompamos –dicen en el evangelio de Juan; sino echemos a suertes a ver a quién le toca.

"Lo que caracteriza a este liberal es el pánico infinito a no parecer liberal"

Madrid, 1931


LIBERALISMO Y COMUNISMO

Gregorio Marañón

VI


Aquí está, en efecto, otra clave del problema. Si pudiera teóricamente reducirse a una sola causa el gran trastorno actual de la humanidad, yo no vacilaría en decir que esa causa es el inmenso equívoco de que los liberales del mundo, que originariamente representaron el sentido humanista de la civilización, el más fecundo en eficacias prácticas y espirituales, sean hoy en su mayoría simpatizantes del más antiliberal y antihumanista de cuantos idearios políticos han existido jamás, que es el comunista.

Sería muy largo el meditar sobre los motivos de este equívoco sin igual en la historia. El liberal, en el principio, era el hombre comprensivo, tolerante, propenso a explicar el bien y a disculpar el mal por los imperativos humanos y convencido de que el progreso del mundo no se podía conseguir sin un mínimum de libertad. La era del liberalismo se inaugura, en realidad, con el Renacimiento, en el que el inspirador de casi todos los políticos y de gran parte del ideario de los hombres cultos era Tácito, prototipo del enemigo de los déspotas, y, en verdad, el primer liberal en el sentido moderno. Varios siglos de lucha contra el déspota fijaron en la conciencia del liberal dos errores: que el enemigo de la libertad era siempre el tirano único, el monarca, y que el sentimiento liberal anidaba en el pueblo y se alimentaba en el fuego de la popularidad. El primer desastre de este equívoco nos lo proporcionó la Revolución francesa, preparada por los liberales contra los déspotas y al calor del pueblo. Inmediatamente surgió el despotismo del tribunal popular o los dictadores nacidos de la masa, desde Robespierre a Napoleón. Y las víctimas fueron inevitablemente los liberales verdaderos, los que por ser fieles a su liberalismo se rebelaron contra el despotismo nuevo y fueron guillotinados o se vieron obligados a huir.

Entonces nació también la otra especie de liberal, el espurio, el de la ceguera para los colores, el del daltonismo, el de la incapacidad para ver el despotismo cuando aparece teñido de rojo. Éste fue el que cobijó con su autoridad la crueldad revolucionaria; el que la glorificó y el que ha hecho posibles, en gran parte, todas las revoluciones posteriores, hasta la nuestra.

Lo que caracteriza a este liberal —el falso, pero, con mucho, el más numeroso— es el pánico infinito a no parecer liberal. El mayor número de estos liberales no se preocupa de lo que significa, en su hondo sentido, el seguir una conducta liberal, sino en parecer liberales a los demás. El inmenso prestigio social del liberalismo explica y disculpa esta actitud, El más riguroso reaccionario no puede reprimir una sonrisa de gozo —¡cuántas veces la hemos visto!— cuando se le dice: «Usted, en el fondo, es un liberal.» En cambio, el liberal no puede sufrir sin congoja el que se dude de su liberalismo. No ser liberal supone, en el ideario corriente, estas tres cosas importantes: ser sospechado de poco inteligente, porque en efecto, un gran número de los hombres famosos por su labor creadora han sido liberales o por lo menos han tenido un espíritu teñido de tolerancia liberal. Significa, además, ser «enemigo del pueblo», frase creada por la Revolución francesa y que conserva intacto el fetichismo de su prestigio en muchas mentes. Y, finalmente, significa no ser hombre moderno, porque buen número de las conquistas de la civilización se han hecho bajo el signo de la libertad. En todo esto hay una parte gloriosa de verdad. Pero la libertad no tiene colores prestados y fijos, ni es cuestión de ideas, sino de conducta. El terrible error es, no sólo haberla hecho política, sino política de clase.

El comunista ha explotado con aguda intuición y habilidad estas tres brechas de la vanidad de los liberales y ha aplicado a su motor la energía liberal. Es cierto que la negación de todo liberalismo que supone el régimen comunista, hace a primera vista muy difícil el conciliarlo con el fervor liberal. Pero el comunista, como todos los grandes propagandistas maquiavélicos, no se detiene ante estas contradicciones. Sabe que el coeficiente de la credulidad colectiva es, prácticamente, infinito. Y el liberal posee, además de esta credulidad genérica, un peculiar candor en cuanto le hablan en nombre de sus mitos predilectos. En este sentido, el espectáculo del mundo actual es sorprendente. Los mismos días en que en Rusia son exterminados a docenas los disidentes del rígido credo gubernamental o se hace desaparecer en el extranjero a los jefes de las agrupaciones anticomunistas de un modo escandalosamente misterioso, el liberal sigue creyendo que Rusia es el país del progreso y de la libertad, casi la Meca del liberalismo. El ejemplo de España lleva este equívoco a los límites de lo inconcebible. Hay allí todavía bastantes liberales que declaman, can elocuencia y espíritu muy liberales, contra la dictadura del campo de enfrente; y ellos mismos no solamente no podrían expresar libremente un pensamiento heterodoxo, sino que muchas veces habrán tenido que decir, a la fuerza, lo que les mandan. En el mes de noviembre último me decía en Madrid un comunista: «Tú, que has sido siempre liberal, estarás con nosotros»; pero en aquel mismo día el Comité de Obreros había prohibido la reedición de uno de mis libros porque en una de sus páginas se leía esto «Yo, que he sido siempre liberal, gracias a Dios.» Cuando salí de España y dije, sencillamente, que esto no me parecía muy liberal, me declararon «enemigo del pueblo»; y un escritor de un país americano, comunista y católico, me llamó en un artículo «el nuevo Torquemada español».

Desde luego hay muchos liberales, todos los que no padecen la ceguera para el rojo, gran parte de ellos republicanos sinceros, que se han separado de la España comunista precisamente porque es comunista, aparte de los otros motivos circunstanciales que tantas veces se han dicho en artículos, en discursos y en folletos de propaganda. Su actitud se funda, pues, en la fidelidad más estricta a su actitud y a su conducta de siempre; y no es «traición al pueblo», como dicen enfáticamente algunos majaderos. La huida de todos estos liberales de la España roja es, en la psicología occidental, un golpe rudo para el comunismo, difícil de neutralizar con insultos y con contrapropagandas. Por eso han tratado de atraerlos con toda suerte de halagos, pero sin eficacia. Los mismos que fueron a las Cortes de Valencia, tan trabajosamente preparadas, estaban de regreso en Francia cuarenta y ocho horas después. De los juicios que cuentan en privado, es sabido de todos uno que no hay inconveniente en repetir, porque ni puede comprometerlos, ni molestar a los que les hicieron ir allí y les han permitido volver: el régimen de la España roja es absolutamente soviético, y un hombre liberal nada tiene que hacer allí.

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Publicado en la Revue de París en su número del 15 de diciembre de 1937

Martes, 26 de enero

Valle de Esteban

-Es la hora del milagro y de la aurora.
Agustín de Foxá

lunes, 25 de enero de 2016

Entre rufianes

     


Francisco Javier Gómez Izquierdo

        Reconozco que en ocasiones ante una noticia, su explicación por los protagonistas y la interpretación periodística me quedo como bloqueado al ver que lo que para mí es evidente para la mayoría tiene tantas lecturas. Me quedo con el “conque” de que estoy apartado de los nuevos usos del mundo y que soy como Juan, el muñeco que saca este año El Selu en su chirigota y que sólo  me queda mirar y procurar adivinar las intenciones de tanto personaje pesado y egoísta.

      Por ejemplo, la banda del otro día que se puso farruca en la tele y que me pilló convaleciente con no sé cuántos puntos en el pescuezo. El jefe, Pablo Iglesias, hablaba al público -dicen que a los españoles- como si fuéramos segadores cruzando Despeñaperros buscando señoritos que nos den tajo... y a sus iguales -dicen que un tal Pedro, alto y guapo- como si fuera el machaca que los kies se buscan en el talego para que barra la celda y haga la cama.  El hombre de la coleta siempre ha sido eso para mí. Un kiecillo avispado, charlatán y sin entrañas al que protege una cobardía nacional sin solución aparente.  Era cosa de ver la verdadera representación de sus intenciones. Creyéndose Marlon Brando en El Bounty no siendo más que amotinadillos de patera y con una desfachatez  incomprensible en mi educación, creo que  el episodio paragolpista debía haber sido resuelto de inmediato por ese Pedro que en tanto se tiene. 

Pero, no. El tío y su banda siguen orinando en todas las teles, fanfarrones y amedrentando para que a todos nos quede claro que su territorio no tiene límites.

      Cada vez entiendo menos la política y menos aún cómo vota el personal, pero la Cosa Pública no puede degenerar tanto como admitir alegremente el trato con gentes que tienen comportamientos bandolerescos y empiezan disculpando sus gabelas porque parte de lo cosechado irá a manos de “algunos” pobres.  Los cordobeses, donde tienen poder, ya no sabemos a qué atenernos después de negar a los toreros de Córdoba, a los caballos califales y a los tres reyes de Oriente. Corre el rumor de que están preparando algún disparate morrocotudo para Semana Santa.

El blues del autobús





Ignacio Ruiz Quintno
Abc

    Dos cosas piden las figuras del fútbol para jugar en el Real Madrid: dinero (millones de euros) y empatía.

    Para artistas tan dispares como Cristiano, Modric o Isco (el “Ijco” de “Ejpaña”) la empatía es tan importante como para Proust el beso de buenas noches de su mamá. ¡Oh, aquellos besos de buenas noches de Carletto!

    Con Zidane, al decir de Cristiano, de Modric, de Isco (“Ijco, Ijco, Ijco”) y hasta de James, ha vuelto el viejo beso de buenas noches de Carletto, su empatía de oso de peluche, y los jugones vuelven a dormir como los querubines de Rafael, el sueño que quería arrebatarles Benítez con sus chácharas tácticas. La prueba de que la empatía ha regresado a Valdebebas, según la prensa pipera, son los chistes de Ramos en los rondos de los entrenamientos. Ramos, el lateral que era central pero que acabó de central porque no quería ser lateral, hace chistes como Jack La Motta cuando cogió peso y puso un club para ganarse la vida.

    Esta semana, Ramos, el hombre que con su gol en Lisboa arruinó la vida al “indio” De Guindos como no lo haría la prima de riesgo, cuando la prima de riesgo era como Ramos subiendo a rematar un córner, hizo saltar la banca del humor con un alarde de ingenio que ha atraído la atención del piperío patrio:

    –Parecéis el Inter de Mou, ¡vaya autobús! –dijo Ramos a sus compañeros de rondo.
    
El autobús de Mou no es ni el auotobús de Helenio Herrera ni el autobús de Priscilla, reina del desierto.
   
“Este partido lo ganamos sin bajarnos el autobús”, dijo famosamente Herrera en Granada, dando por hecho que aquello estaba arreglado, con lo que arreglarlo de nuevo debió de costar algo más. Por la dimensión del personaje, fue el autobús más famoso del fútbol. Y el autobús más famoso del cine es el de Priscilla, cuya frivolidad tanto ha de ver con el nuevo fútbol. Pero el autobús de Mou es un hallazgo pipero de Ramos, el “Cortihero”. Hablamos del autobús que hizo el triplete en Italia, sensación aún desconocida por Ramos, y atropellando en semifinales al Barça de Messi en el Campo Nuevo, y en la final, al Bayern de Van Gaal en el Bernabéu, curiosamente el mismo escenario y el mismo equipo ante los que Ramos, en compañía de Cristiano y de Kaká, gripó con un penalti que se fue al bar de “José Luis” otro autobús de Mou.

    En cualquier caso, un autobús que hace triplete sin Messi y con Cambiasso, Motta y Chivu se merece este blues del autobús con que nos sale el “Cortihero” de Camas, que vive en la carretera / dentro de un autobús / aparcado en un blues, como cantaba nuestro Ramos del rocanrol.
    
Todo es empatía en el nuevo madridismo: el beso proustiano de buenas noches a sus estrellas de Zidane, el humor en plan monólogo progre del club de la comedia de Ramos y ese “buenrollismo” socialdemócrata de Raúl, aconsejando desde “Vanity Fair” a la afición que no se sufra si no se gana nada, que ahí está el Barcelona, que volverá a ganarlo todo, cosa que como español a él lo tiene igual de contento. De hecho, el sábado, uno intentó celebrar (sin éxito) el gol de Messi en Málaga como si hubiera sido uno de “Ijco, Ijco, Ijco” en la Palmera. ¿Y Luis Enrique? ¿Acaso no es español, y madridista, Luis Enrique? ¿Vamos, por una tontería, a privarnos de las alegrías de sus triunfos?

    Y el caso es que el primero en ver esto así de claro, antes que Raúl, fue Ancelotti.




DE LIBRO Y CORBATA

    Para hacer ver lo especial que fue el desaparecido Manuel Velázquez, el “diez” por antonomasia, Amancio lo ha evocado llegando al entrenamiento con corbata y un libro bajo el brazo. Una mezcla de Carrascal y Pardeza, porque Velázquez, después de todo, fue un señorito (en el mejor sentido de la palabra) yeyé que se ha ido, oh, justicia poética, cuando la devastación de las formas triunfaba mediáticamente en los escaños del Congreso, donde se confunde mala educación con democracia. De cuando a uno todavía se le quedaban las alineaciones pegadas a la memoria como las hojas de los árboles a las suelas de los zapatos, recuerdo ahora un García Remón, Touriño, Benito, Verdugo, Grosso, (Grande), Zoco, Aguilar, Amancio, Santillana, Velázquez y Anzarda (Fleitas) contra Campos, Telechía, Frigols, Cassasas, (Irízar), González, Bizcocho, Viqueira, Rodríguez, Roselló, Isauro y Arrieta.

"La propaganda comunista se especializó en la conversión del liberal de todo el mundo hacia la simpatía a su causa"


Madrid, 1931


LIBERALISMO Y COMUNISMO

Gregorio Marañón

V


Sin embargo, cuando decíamos, hace todavía poco tiempo, que el número de comunistas era pequeño en España, no nos engañábamos. Eran y siguen siendo una minoría, aun entre los que combaten en las trincheras rojas y entre los que forman su retaguardia. El error nuestro, como el de los demás países de la Europa occidental o de América, está en juzgar la importancia social de una idea —y concretamente de la comunista— por el número de sus afiliados. Si el ser humano fuera capaz de atenerse a la experiencia histórica, le bastaría el recuerdo de que la revolución rusa triunfó por el esfuerzo de un grupo casi insignificante de bolcheviques. Pero así como la conducta individual se basa en gran parte en la propia experiencia, la experiencia histórica no influye absolutamente para nada, y probablemente no influirá nunca en la conducta de las colectividades. En España ha ocurrido lo mismo que en Rusia. Unos cuantos hombres de acción, representantes de una masa incapaz de elegir más que un número exiguo de diputados, pero bien organizados y decididos a todo, se han impuesto a la mayoría.

El mecanismo de este triunfo es ahora evidente. Descontada la organización y la disciplina, innegables, se basa en la táctica de servirse sin escrúpulos de todas las fuerzas afines, probablemente colaterales, sean las que sean, para desecharlas en cuanto se ha logrado la victoria. Maquiavelismo puro. El comunismo español apenas tenía, ya avanzada la revolución, unas pocas organizaciones, comparadas con las muy numerosas de los socialistas, en sus diversos matices, de los anarquistas y sindicalistas y de los republicanos de izquierda. Sólo dos o tres ministros las representaban en los gobiernos revolucionarios, inclusive en el actual, y el número de sus diputados era, como hemos dicho, y es también exiguo. Sin embargo, el comunismo no sólo ha impuesto su poder en la España roja, sino que ha reducido a la impotencia a los grupos socialistas, algunos tan fuertes al principio del movimiento como el de Largo Caballero, héroe durante muchos meses de la revolución; y, desde luego, a las nutridísimas masas de anarquistas y sindicalistas, dueñas de la calle hasta el pasado mes de abril y proveedoras del contingente más importante de soldados. La acción caótica de estas fuerzas y su tendencia a la palabrería han sido fácilmente dominadas por la severa disciplina comunista. Cuando ha llegado la ocasión, estos «amigos del pueblo» no han tenido el menor reparo en acudir a una represión sin piedad contra anarquistas y sindicalistas, que son, entre paréntesis, dentro de la revolución, la expresión más genuina de la psicología nacional.

Mas no hubieran podido conseguir esta extraordinaria victoria sin otro apoyo que hábilmente habían ganado y explotado con anterioridad: el de la opinión liberal. Así como la conquista de Rusia pudo lograrse por los propios medios obreristas, la de los países occidentales hubiera sido totalmente imposible con una opinión liberal adversa. La opinión liberal ha dado en nuestro mundo su visto bueno a todos los movimientos sociales. Fue la tirana del pensamiento europeo y americano durante el siglo XIX. Y cuando su estrella empezaba a declinar, cobró nuevo impulso y autoridad con la guerra europea, ganada en nombre de la democracia y con el auge material de los Estados Unidos de América, que sienten el fervor democrático con el ímpetu un tanto petulante de la juventud. Por eso durante los años que han precedido al movimiento actual la propaganda comunista se especializó en la conversión del liberal de todo el mundo hacia la simpatía a su causa.