miércoles, 4 de noviembre de 2009

MIÉRCOLES, 4 DE NOVIEMBRE

LA SEÑAL DE LA CRUZ

Lo más interesante que uno ha leído sobre el pensamiento del, al fin, difunto Claude Lévi-Strauss, una de mis bestias negras en la Facultad de Periodismo -donde todo era bastante bestia-, lo escribió Octavio Paz en El nuevo festín de Esopo, que nos recuerda que el cristianismo fue el primero que se atrevió a criticar al poder y a exaltar a los humildes: el examen de conciencia, un invento suyo, consiste en ponerse en el lugar de los otros, verse en la situación del humillado o del vencido: el otro; el cristianismo descubrió al otro y aun más: descubrió que el yo sólo vive en función del tú; sin el cristianismo la idea rectilínea del tiempo (la historia) no habría nacido. Debemos, pues, a esta religión el progreso, sus excesos y sus remordimientos: la técnica, el imperialismo y la etnografía.

Ahora, unos innominados burócratas de Estrasburgo han decretado la expulsión de la cruz de las aulas porque "puede molestar a los ateos o a quienes profesan otra fe". La estúpida perversión del argumento no indica sino que estamos en manos de estúpidos pervertidos.

Nuestra única esperanza está en la injusticia de Dios.

Ignacio Ruiz Quintano