miércoles, 1 de julio de 2009

DE JOSÉ TOMÁS A LA TOMASA

José Tomás no ha inventado los toros en Barcelona. Cataluña, o el pueblo que habla "el pus bell catalanesch del mon" -el idioma que siguió al Imperio-, fue siempre más taurina -más española, por tanto- que Madrid. Antes de que un suizo inventara al Barça -el Barça y el reloj de cuco son los dos únicos inventos suizos-, los toros acaparaban incluso las portadas de las revistas satíricas (como, por ejemplo, La Tomasa, un setmanari català), y eso que el "pueblo culto barcelonés" no se andaba por las ramas a la hora de hacer valer sus derechos, si notaba que se le tomaba el pelo. Ahí está la protesta que ante la falta de trapío de los toros organizaron la tarde del día de Santiago de 1835:



"Ayer 25, día de Santiago, por la tarde hubo función de toros y salieron tan malos que se incomodó el pueblo y empezó a arrojar las tablas de la contrabarrera, las sillas y hasta los abanicos que se usan en el país, observándose que lo hacían hasta las señoras, por lo cual no había quien lo pudiese contener. Como por vía de desahogo cogieron un toro, le cortaron las patas, y tomando la maroma de la contrabarrera le arrastraron con ella por varias calles. De aquí se pasó a pegar fuego a los conventos, habiendo ardido completamente Santa Catalina, Trinitarios descalzos, San Agustín, Carmelitas descalzos y calzados, de los cuales aún hay alguno que arde; habiéndose salvado del fuego la Trinidad calzada y Capuchinos por una súplica de los vecinos, por estar situados en la hermosa calle de Fernando VII, y Santa Mónica, por estar circunvalada de casas nuevas; los Servitas por estar en el almacén de depósito de pólvora de la artillería, y S. Francisco, porque a pesar de haberle pegado fuego cinco o seis veces fueron los frailes bastante diligentes en apagarlo con una bomba que tenían. Han resultado algunos frailes muertos, ya de las llamas y humo, y ya también a golpes de mano airada en lo oculto, porque el que aparecía ante las gentes era respetado y salvado; tal ha sido la cordura del pueblo culto barcelonés, sin que se sepa que se haya robado ni un alfiler, pues que preferían arrojar a las llamas las ropas y demás enseres que se dijese que el interés les habría movido a ello; advirtiendo que entre la turba iba gente muy necesitada y muchas mujeres. Continúan ardiendo los referidos conventos, y de cuando en cuando aparece algún fraile muerto o vivo, y en este caso con una escolta es llevado a un fuerte, desde donde son conducidos a Monjuí. Solamente ha sido conducido a las reales cárceles un joven, que por el decidido empeño del pueblo ha sido forzoso ponerlo en libertad en medio de un inmenso gentío que lo esperaba. Las monjas también desocupan sus conventos por disposición de las autoridades. Corre la noticia de que han llegado a Mataró los chispazos del desorden, de cuyas resultas arden algunos conventos. Ésta es la voz que corre a las cinco de la tarde."

Ante el menudo trapío de los bicornes benéficos que el domingo han de pasar bajo las horcas caudinas -para el vulgo, manoletinas- del Pasmo de Galapagar, esperamos que el "pueblo culto barcelonés" no reaccione pegando un cerillazo al templo de la Sagrada Familia. Que suene, pues, el tamborcillo de los Bruch.