Con este artículo voy a comenzar en El Mundo un comentario regular de la actualidad francesa.
–¿Regular nada más?
Yo tengo muy frescos los recuerdos de España y sé que la inquisición española –contra la que acaban de manifestarse en París diez mil franceses– no le ha quitado a ningún madrileño el hábito de hacer chistes. Así es que me imagino el chiste probable, y –como yo estoy en Francia– lo contesto en serio.
–Nada más que regular, porque cuando la actualidad sea como la de ahora, ni podré informar exactamente de ella a los lectores de Madrid ni podré comentarla con un poco de corazón. La Prensa española no tiene libertad para publicar las noticias ni las impresiones de un periodista que se encuentre hoy en París.
Pero yo he dicho que voy a comentar la actualidad francesa, y empiezo con un artículo sobre Ferrer.
–¿Es que Ferrer es una actualidad francesa?
–A lo que parece es una actualidad de todas partes, menos de España. En España todo lo que tenga algún carácter revolucionario ha dejado de ser actualidad. Anoche, cuando los diez mil manifestantes de la plaza Clichy detenían los tranvías, incendiaban los coches, arrancaban los árboles y disparaban sobre la fuerza pública, se les oía decir de vez en cuando:
–Hay que ayudar a nuestros hermanos de España.
Pero a los hermanos de España les tiene sin cuidado la muerte de Ferrer y la inquisición española, y viven como aquel personaje de Dickens según el cual no dejaba de tener cierto mérito el ser un hombre jovial en un pueblo tan triste como el que él habitaba.
¡Las bromas que se han hecho en la Puerta del Sol sobre los revolucionarios de la Puerta del Sol! Hace mucho tiempo que la revolución se viene tomando a broma en España y únicamente Pío Baroja dice de vez en cuando:
–¡Pero si lo verdaderamente divertido sería tomar estas cosas en serio!...
No. Por mucho que hagan los franceses no ayudarán en nada a los españoles, y si quieren guardar alguna esperanza en su conciencia de revolucionarios internacionales, pueden esperar que los españoles les ayuden a ellos algún día. ¡Que yo creo que no les ayudarán!
Pero, ¿por qué el fusilamiento de Ferrer ha conmovido tanto la opinión europea y, sobre todo, la opinión francesa? ¿Qué se les importa del caso a los franceses?
Es que tal vez se hayan indignado, precisamente porque no les importa nada. A este propósito ha dicho Drumont una cosa que, yo no sé si vale por una explicación o por una psicología, pero que no deja de tener gracia:
–La burguesía de París se ha indignado mucho contra el fusilamiento de Ferrer. En cambio ha consentido cochinamente que guillotinasen a Vaillant. ¡Y es que el acto de Vaillant iba contra la política francesa!
El caso es que el proletariado universal se ha conmovido con la muerte de Ferrer y que en la organización de las Sociedades obreras hay medios de hacer sentir esta indignación en España sin necesidad de contar con el concurso de los obreros españoles. Esto es lo verdaderamente importante y lo que no puede evitar ninguna medida de gobierno –ya que el Gobierno español sólo gobierna en España–, y de esto se viene hablando hace mucho.
Todo lo demás no se puede anunciar ni simular, porque depende exclusivamente de un hombre de corazón. ¿Quién es? ¿Cómo se llama? ¿Dónde vive?
Yo no lo conozco. No le conoce nadie, y esto es lo terrible.
lunes, 27 de julio de 2009
CIEN AÑOS DE LA SEMANA TRÁGICA
(Del libro Maneras de ser español, de Luca de Tena Ediciones)