José Ramón Márquez
Dice el tópico que noticia es cuando un hombre muerde a un perro y no cuando un perro muerde a un hombre. Viene esto a cuento de la renovación de Taurodelta como adjudicataria de la concesión de la Plaza de Las Ventas para otro añito. No creo que nadie pensase seriamente que la Administración propietaria del coso fuese a tener en cuenta los intereses del público –nótese que no anoto la palabra aficionados– y no optase por la vía más sencilla que es la de girar la cabeza y mirar para otro lado. A un mes de la finalización de la feria más bochornosa de los últimos cinco lustros, señalada por la notabilísima ausencia de varias figuras, por la inexistencia de carteles rematados y por la omnipresencia del encaste Juan Pedro, se vuelve a agitar el fantasmón de la crisis (que vale, al parecer, para todo) para avalar la inicua decisión adoptada. Al parecer, los escrupulosos servidores públicos “en tiempos de crisis, no se mostraban favorables a elaborar un nuevo pliego de condiciones y un proceso de adjudicación”, o sea el culo y las témporas.
¿Y que nos traerá de nuevo esta prórroga? Pues echando mano de la bola de cristal es fácil saberlo: tendremos más y más Ballesteros, seguirá el encargado de los bueyes recorriendo el campo bravo como eminente veedor, permanecerán los carteles disminuidos (en esto vuelve a intervenir el chollo de la crisis) y la injerencia del político de turno en la gestión empresarial, la simpatía de la Marquesa Vega de Anzo seguirá recorriendo el callejón, de los chiqueros seguirán saliendo las mil y una permutaciones de los fabulosos juampedros, continuará en el palco el Presidente que declara que él no tiene ni idea de toros y el trágala del abono cautivo, el verano de novilladas nocturnas y sin corridas de toros… O sea, lo que en la opinión de los gestores será “una revolución”.
En la Plaza Vieja, el popular empresario Casiano colgó un día un cartel que rezaba “OI NO AY SOL”, aboliendo simultáneamente la astronomía y la ortografía. ¿No habrá por ahí alguien a quien se le ocurra colgar en la fachada de Las Ventas un cartel que diga “Pensemos en otro modelo de gestión más limpio e independiente”? Sólo por ese camino se podría hablar de revolución. Hay modelos por ahí que están funcionando y que deberían ser estudiados. ¿Alguien se ha dado cuenta de que ésta ya no es la plaza de la Diputación que socorre a los hospitales?
¿Y que nos traerá de nuevo esta prórroga? Pues echando mano de la bola de cristal es fácil saberlo: tendremos más y más Ballesteros, seguirá el encargado de los bueyes recorriendo el campo bravo como eminente veedor, permanecerán los carteles disminuidos (en esto vuelve a intervenir el chollo de la crisis) y la injerencia del político de turno en la gestión empresarial, la simpatía de la Marquesa Vega de Anzo seguirá recorriendo el callejón, de los chiqueros seguirán saliendo las mil y una permutaciones de los fabulosos juampedros, continuará en el palco el Presidente que declara que él no tiene ni idea de toros y el trágala del abono cautivo, el verano de novilladas nocturnas y sin corridas de toros… O sea, lo que en la opinión de los gestores será “una revolución”.
En la Plaza Vieja, el popular empresario Casiano colgó un día un cartel que rezaba “OI NO AY SOL”, aboliendo simultáneamente la astronomía y la ortografía. ¿No habrá por ahí alguien a quien se le ocurra colgar en la fachada de Las Ventas un cartel que diga “Pensemos en otro modelo de gestión más limpio e independiente”? Sólo por ese camino se podría hablar de revolución. Hay modelos por ahí que están funcionando y que deberían ser estudiados. ¿Alguien se ha dado cuenta de que ésta ya no es la plaza de la Diputación que socorre a los hospitales?
(Imágenes de artespana.com y
elpendulo.yuku.com)
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