Badanas, 15 en los años 30
Badanas, 13. Esta mañana
Ana, la decana junto Inma, la canaria
Micromacetas de Ana
"...más chicas que mi dedo"
La casa de las Campanas
en las Siete Revueltas
Francisco Javier Gómez Izquierdo
Tenía que hacer esta mañana unos "mandaos" en el Cerro de la Golondrina por lo que aprovechando que se inauguraban los patios a las once, me he acercado a la calle Badanas donde antiguamente los vecinos no tenían rival en el concurso. No hay cordobés que no haya visto la foto de esa comunidad en blanco y negro, orgullosa y postinera entremetida en un barroquismo floral que no admite parangón. No es el mítico patio de Badanas, 15 (lo están rehabilitando actualmente) el que este año invita al paseante a entrar. Es el de Badanas 13, trasera de Bodegas Campos y del que no recuerdo haya concursado en estos 35 años largos que llevo en Córdoba. Llego a las once menos cinco y allí esperan Inma y Pepi, pareja canaria a la que asesoro un poco y a la que encuentro poco después en el patio de la calle el Tinte donde Ana Muñoz, decana de cuidadoras sigue dando cariño a sus flores y entreteniéndose divertida con esa inclinación caprichosa por sus diminutas macetas: "...ésta es el tapón de un suavizante, ésta el de un rotulador.." dice divertida y pone el dedo para que se vea bien la comparación. Ya puestos, acompaño a la pareja canaria a la casa de las Campanas, al patio de la calleja del Aceite y me despido en la calle Parras porque como les digo andaba de recadero.
Hoy han abierto los patios. Lo estarán hasta el catorce de mayo. Esperando que no sufran demasiado con las aglomeraciones e impertinencias de los visitantes y soporten "la caló" que nos azota con la mejor atención de sus cuidadores, invito a que disfruten ustedes de unos paseos que recordarán con gusto, quiero suponer, por mucho tiempo. Inma y José han entrado en cuatro y están entusiasmados. Inma, con el ánimo alegre y complacido hasta ha comprado unos pendientes al platero de la Casa de las Campanas en las Siete Revueltas.
-No os perdáis el de Marroquíes en Santa Marina y el de la calle el Trueque en San Lorenzo -les digo al despedirme.