domingo, 31 de diciembre de 2017

Cataluña voltairiana

Sitio de Barcelona
Batalla de Montjuic

Martín-Miguel Rubio Esteban

Hay algo en el independentismo catalán que huele a artificio, a superstición y superchería, como si hubiese sido concebido en una redoma de sacristía. Sus esencias intangibles no están en la hermosa lengua catalana, sino que sus orígenes parecen programados entre sotanas rancias y color negro de Corte del Siglo de Oro.

Con el fin de debilitar “sólo hasta cierto punto” a España, Voltaire, en el El Siglo de Luis XIV nos hace una descripción de Cataluña cercana al paraíso terrenal, que tiene todos los recursos materiales para independizarse, y que el resto de España, árida y pobre, opera sobre ella como un marmolillo tontón que no la deja desarrollar con plenitud. Es así que parte de estas páginas voltairianas colaboraban “tendenciosamente” al naciente mito de Cataluña. Pero la honestidad intelectual de Voltaire le impide dejar la cosa así en su obra inmortal, y se siente en la obligación de compensar un poco con la verdad, describiendo el venero de un odio que al propio ilustrado francés llega a asustar. El mismo Voltaire se estremece cuando relata el salvajismo de la plebe catalana y de numerosos curas y monjes, ebrios de odio y de superstición, contra la minoría castellana que habitaba en Barcelona en los inicios de la Guerra de Sucesión. Saquean sus casas, degüellan a hombres y a niños, violan sistemáticamente a las mujeres (también los santísimos curas), incluso a la Duquesa de Popoli. Menos mal que los propios ingleses, al mando del gentil Peterborough, una vez tomada la Ciudad para la causa del Archiduque Carlos, consiguen reprimir a las turbas y salvan paradójicamente, por piedad y caballerosidad inglesa, la vida de sus enemigos castellanos que habían sobrevivido a la matanza y las de sus mujeres y niños, y los ingleses los cuidan, los protegen y los consuelan mientras son dueños de Barcelona. Los españoles se quedaron confundidos al ver tanta magnanimidad en aquellos ingleses que, aunque herejes, fueron sus Ángeles Custodios, pues que los salvaron de una muerte cierta a manos de un populacho catalán despiadado, envenenado entonces por sacerdotes degolladores y violadores. Cuando Barcelona fue recobrada por Felipe V les quitaron a los catalanes la mayor parte de los privilegios, respetando la vida y los bienes de todos los barceloneses. Y de todos los curas y monjes que habían sublevado al pueblo y habían envenenado su simple corazón, y combatido contra España sólo hubo sesenta castigados; hasta se tuvo la indulgencia de condenarlos sólo a galeras. Cataluña se pacificó y volvió a ser hermosa la parte, según Voltaire, más bella de Europa. Además, el Rey, con la intención declarada de dar los mismos derechos a todas las regiones que configuraban España, otorgó a los catalanes la posibilidad de comerciar también con las Américas, y cualquier otro territorio del Imperio Español.

Esto es, lo mismo que en el caso vasco, la Iglesia está “ab origine” detrás del nacionalismo catalán más montaraz. Por eso el nacionalismo es una mitología sensu stricto. Todo el nacionalismo español hirsuto, violento y fanático nace de la superstición religiosa sostenida por curas trabucaires herejes, que en nada representan el dulce mensaje cristiano y mucho menos el catolicismo filántropo. A ese clero lo hemos vuelto a ver estos días en Cataluña. Desde que al obispado, gracias al modernismo y el aggiornamento, pueden llegar curas medio analfabetos, horros de cualquier vestigio de latín, la Iglesia se encuentra en una situación preocupante. Esto ya lo barruntaba el santo y docto Papa Benedicto XVI en una preciosa epístola a todos los obispos en el inicio mismo de su pontificado. Y se marchó sin conseguir que el clero le ayudase a cumplir sus deseos de sensibilidad cultural y fino gusto. Nada se puede conseguir con curas trabucaires. Hasta los Papas mismos ya dimiten.

De lo que tenemos que tener mucho cuidado los españoles no catalanes es no confundir al pueblo catalán con el nacionalismo independentista catalán, que es donde precisamente nos quieren hacer caer esos independentistas nacionalistas -trabuciares laicalizados-, más estadólatras, desde luego, que nacionalistas. Ni la hermosa tierra española que es Cataluña ni los diligentes habitantes de aquella región tienen la culpa de esta loca aventura política.

Como tribunos que aspiran a la tiranía con tenacidad criminal, bajo el signo torvo de la “lex sacrata”, los nacionalistas independentistas imponen su voluntad despótica por medio de un sistema de linchamiento. Si tras el referéndum sedicioso, la secesión y sublevación general contra España se hace efectiva, la aplicación del Artículo 155 de la Constitución tendrá que revestir ya formas graves. El Estado necesita recuperar inmediatamente las ciudades y pueblos desde las que se expulsó a la Guardia Civil y la Policía Nacional. No puede quedar ninguna isla libre en esta Cataluña con un gobierno palmariamente sublevado de la presencia de quienes custodian el honor de la patria común. Cuanto más tarde el Estado en recuperar todos los territorios catalanes, más dolorosa saldrá la felonía nauseabunda del gobierno catalán, perfumado de incienso rancio. El pueblo español tiene todo el derecho del mundo a pedir a sus gobernantes que se aplique la ley y se castigue al delincuente, pues si ya no es lícito exigir castigo de delitos cometidos, entonces se está ya cerca de que estén permitidos aun los mismos delitos; y, como decía Quintiliano, “si se deja a los malos campar por sus respetos, con toda seguridad se está en contra de los buenos” (et licentiam malis dari certe contra bonos est). El gobernante no podrá jamás tolerar las conspiraciones que se tramen contra el Estado, no porque se sienta deseoso del castigo de los culpables, sino con el objeto de salvar al Estado y el bien común.

Domingo, 31 de Diciembre


"Será como una bandera discutida"

DOMINGO, 31 DE DICIEMBRE

Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor. (De acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: "Todo primogénito varón será consagrado al Señor"), y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: "Un par de tórtolas o dos pichones". Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre honrado y piadoso, que aguardaba el Consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.» Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño.  Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre: «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma.» Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.

Lucas 2,22-40

sábado, 30 de diciembre de 2017

El tiempo


Moonwalk

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Logran, por primera vez, que el tiempo fluya hacia atrás, titulan una noticia que suena a “Bola de fuego”, la única película fallida de Hawks, a pesar del gran Grant y la superior Stanwyck.
    
¿Tiempo hacia atrás? Eso lo llevan haciendo los valientes liberales españoles desde Camba y aun antes.

    –La valentía ofrece todos, absolutamente todos, los caracteres del autoritarismo político y económico.
    
Nuestros abuelos antropólogos observaron que la sociedad española, no obstante su pobreza, siempre tendió a constituirse “a modo aristocrático”, influyendo esta propensión en el desdén con que fueron mirados los oficios y en el abandono, ruina y desaparición de cualquier industria. (Compárense la industria nacional del 78 y la industria nacional de este 17.)

    Para ellos, la hipertrofia de la personalidad nacional se manifestaba política y teocráticamente por una condición hipertrófica, el autoritarismo, y una condición atrófica, el servilismo.

    –En la mecánica social, servilismo y autoritarismo vienen a ser la misma cosa, pues uno depende del otro, y si se atenúa la atrofia del primero, se atenúa equivalentemente la hipertrofia del segundo.
    
¿Tiempo hacia atrás? “Buy terms divine in selling hours of dross”, nos dejó católicamente dicho Shakespeare.
    
La Nochevieja, para mí, sería volver a los 80, cuando todos los días era Nochevieja: un tiempo divino, en contraste con este triste tiempo socialdemócrata (¡terrenal!) que aspira a eternizarse mediante el autoritarismo/servilismo y sus consecuentes leyes de excepción.

    La partidocracia, que, como el cacicato, adapta las leyes constitucionales a sus funciones, no utiliza más que una sola ley muy castizamente española, por depender de nuestro autoritarismo constitucional: la “ley de encaje”, repetidamente mencionada por la literatura picaresca. La partidocracia exagera nuestro servilismo y constituye nuestro modo de degeneración política. La degeneración consiste en invertir parálisis y actividad de fuerzas.

Sábado, 30 de Diciembre


Levántate toste, priado
toma tu perro y çurrón
tu çamarra y çamarrón
tu alboque i cayado.
Vamos a ver al gasajado
d'aquella çiudad nombrada
que suena qu'es tomada...

viernes, 29 de diciembre de 2017

Del paternalismo a lo políticamente correcto



Martín-Miguel Rubio Esteban

Lo políticamente correcto es una subespecie (non aeternitatis) del paternalismo tradicional del poder político no democrático. Así, el antiguo paternalismo del autoritarismo franquista (v. g. “estudia”, “sé un hombre de provecho”, “sé frugal, ahorrador y madrugador”, “cumple con las fiestas de guardar”, “respeta a las personas mayores”, “ama a la patria”, “obedece a tus superiores”, etc.) se ha transformado en este régimen de partidos en lo políticamente correcto de carácter totalitario. Lo que en el paternalismo autoritario era un imperativo parenético, una exhortación para conseguir llegar a ser un poco feliz y solidario –de acuerdo a la mundivisión franquista y católica-, ahora es una obligación para no caer en el infierno de la marginación civil, como un secluido apestado. Lo que en el paternalismo franquista era una mezcla de amor, sentido común, experiencia, buena fe, conveniencia, miedo y sin duda un gran cinismo político, ahora lo políticamente correcto tiene la sistematicidad de una ley científica implacable, que te puede aplastar no por la “auctoritas” sino por la omnipotente demagogia.

Del mismo modo que el franquismo desarrollaba su paternalismo político en asignaturas-maría como la “Formación del Espíritu Nacional”, el actual totalitarismo dogmático de lo políticamente correcto impone su “Educación para la Ciudadanía”, posteriormente convertida por la LOMCE –cuyo borrador era muy bueno, pero que fue empeorada fatalmente con las enmiendas que el Gobierno aceptó– en temas transversales paladinamente consignados en la última Ley Orgánica de Educación. Es así que el harnaz de lo español es constitutivamente infantil. Cuando el Estado se ocupa de todo, hasta de lo que debe pensar el ciudadano sobre todo y del comportamiento que debe tener hasta en sus más domésticas prácticas, todo suele terminar en un desastre. Lo políticamente correcto asfixia las libertades civiles, la demagogia rampante -ahí está el monstruoso demagogismo pedagógico del sistema educativo, ordenación arquetípica de lo vulgar, que ha lanzado a millones de españoles a la incultura y la barbarie-, y sin oxígeno espiritual y cultural hace que la sociedad pierda todas sus potencialidades de desarrollo y crecimiento. Todo ser que se arrastra, por golpe se le gobierna, decía Heraclito.

La cultura es tan baja que uno escribe hace unos años en este mismo periódico digital varios artículos literarios sobre Ramiro Ledesma Ramos, en los que uno construye su infancia y adolescencia a través de la pura ficción, crea personajes que tienen la utilidad de explicar encuentros e ideas de Ramiro, y algún pretendidamente historiador lo plagia todo (hasta la redacción misma) y lo mete en su libro de “historia”, que presenta hoy en sociedad campanudamente. Lo malo no es el plagio -siendo en sí un robo que quizás me lleve a tomar alguna medida-, sino el nulo conocimiento histórico que se presupone para no distinguir la ficción de los hechos históricos probados y contrastados. Además este plagio no ha sido seguido de un asesinato, que es lo que exigía Valera a los ladrones de creaciones ajenas. La historia en nuestro tiempo se construye a través de artículos literarios de El Imparcial o del Diario del Movimiento Ciudadano para la República Constitucional, o me imagino que también de otros medios. Leer historia cansa, requiere hábito de trabajo, viajar para cotejar documentos, etc. Lo mejor es copiar lo que ya han escrito otros. Ése es el otro síntoma del presente; ser desaprensivos utilizando el trabajo y los conocimientos de otro. La conversión en bárbaros y brutos de una sociedad civilizada se ha repetido más veces. Para el desaprensivo basta con leer lo escrito en una hoja de perejil, y sobra.

También ha plagiado Inés Arrimadas un texto de William Shakespeare en su último gran discurso en las elecciones catalanas; se trata del discurso que Enrique V pronuncia un día antes de la Batalla de Agincourt, día de San Crispín, y apela al recuerdo futuro que de ese día de San Crispín tendrán todos los hombres honrados sobre su comportamiento en batalla tan decisiva. “Tomorrow is Saint Crispin. Then will he strip his sleeve and show his scars, and say, “these wounds I had on Crispins´s day. Old men forget; yet all shall be forgot, but he´ll remember, with advantages, what feats he did that day”. No sé si es más escandaloso que la candidata de Ciudadanos oculte a su audiencia de dónde coge el discurso, o que ella misma se considere el rey conquistador Enrique V. Arrimadas es un Enrique V bañado en crema hidratante, una Cleopatra de vanguardia. En el país de los ciegos

O se ponen límites al intervencionismo moral-espiritual del Estado o muere lo poco que queda de sociedad civil. Lo políticamente correcto paraliza las defensas, es como el pez torpedo que lanza corrientes eléctricas. Imposibilita pensar, separar lo justo y lo injusto, y nos convierte en grey vanilocua. La propia derecha puede acabar no haciendo sino repetir o tolerar los tópicos banales de los pedagogos y los socialistas tan dañinos para la sociedad española. La demagogia social y el pedagogismo educativo han extirpado del sistema educativo todo aquello que entrañaba esfuerzo intelectual, como las lenguas clásicas, y nos abre a la alta cultura. La plebeyización total de España es uno de sus grandes logros. El pensamiento débil entraña también una moral débil, relativista, en la que prácticamente no importa a nadie nada el bien común, sino tan sólo la pitanza y la satisfacción de los instintos más básicos de cada uno. España está ebria, y basta recordar cómo la embriaguez busca la gracia en el perderse en la indefinición, vaguedad u olvido. Pero llega la Navidad y diríase que los comportamientos bárbaros menguan un poquillo, se refrenan algo, y hacemos el paripé durante unos pocos días de que los otros nos importan algo y hacemos el infinito esfuerzo de enviarles un WhatsApp elaborado por alguien. Pero pronto llegará la Nochevieja y la naturaleza creada por la demagogia volverá a reclamar sus derechos.

Mientras tanto, Feliz Navidad a todos los lectores en una España unida y llena de potentes ilusiones. El sol de España no saltará sobre sus medidas; y si no, las Erinias, guardianes de la justicia, lo descubrirán, y castigarán al sedicente.

Pasteles

Juez Gorsuch

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Juristas propiamente dicho sólo quedan en América, la tierra donde el juez Marshall, con su decisión sobre el caso Marbury contra Madison, resolvió que la Nación legisla y el Estado ejecuta.
    
En América se debate hoy si el ciudadano Jack Phillips, propietario cristiano de Masterpiece Cakeshop en Colorado, incurrió en discriminación al negarse a hacer una torta para una boda gay, como sostiene la Comisión de Derechos Civiles de aquel Estado. La controversia ante la Corte Suprema es si el pastel constituye expresión creativa y, por lo tanto, tiene derecho a recibir protección bajo la Primera Enmienda.

    –La verdad es que todavía estoy esperando a probar un pastel de boda que pueda decir que sabe genial –fue el comentario con que distendió la discusión Neil Gorsuch, el juez propuesto por Trump para llenar el vacío originalista dejado por el hamiltoniano Antonin Scalia en defensa de la Constitución, o derecho de uno contra todos (a diferencia de la ley, o derecho de todos contra uno).

    El debate del pastel de boda es jurídicamente tan fascinante como el que en Inglaterra se traían entre manos Huxley y Gladstone a propósito de los cerdos gerasenos arrojados al mar por Jesucristo. ¿Eran propiedad de un judío o de un gentil? Si de un gentil, su aniquilación constituyó una injerencia injustificable en la propiedad privada.

    El mismo Gladstone afirma que ningún extranjero, por mucho que estudie las leyes inglesas, es capaz de comprender la constitución inglesa.

    –De igual modo –decían nuestros criminólogos decimonónicos– podemos decir los españoles que ningún extranjero, aunque estudie detenidamente las leyes españolas, es capaz de comprender nuestra constitución política.
   
 Ningún extranjero… ni ningún español que se tome en serio un retorcimiento totalitario del derecho como ese “Pacto de Estado” (?) contra la violencia machista como sacado de “La facultad de las cosas inútiles” de Dombrovski. Porque en España no legisla la Nación, sino el Estado.

Viernes, 29 de Diciembre


Levanta Pascual, levanta
aballemos a Granada
que suena qu'es tomada

jueves, 28 de diciembre de 2017

Episodio XI: Popurrí europeo

 Funeral de Otto de Habsburgo. Viena 2011


Jean Juan Palette-Cazajus

«Emperador de Austria; rey de Hungría, de Bohemia, de Dalmacia, de Croacia, de Eslavonia, de Galitzia, de Lodomeria y de Iliria; rey de Jerusalén, etc.; archiduque de Austria; gran duque de Toscana y de Cracovia; duque de Lotaringia, de Salzburgo, de Estiria, de Carintia, de Carniola y de Bucovina; gran duque de Transilvania, margrave de Moravia; duque de Alta y Baja Silesia, de Módena, de Parma, de Piacenza y de Guastella, de Auschwitz y de Zator, de Teschen, del Friul, de Ragusa y de Zara, conde principesco de Habsburgo y del Tirol, de Kyburgo, de Görz y de Gradisca; duque de Trento y de Brizen; margrave de Alta y Baja Lusacia y de Istria; conde de Hohenembs, de Feldkirch, de Bregenz, de Sonnenberg, etc. señor de Trieste, de Cattaro y de los altos del Windish Mark; gran voivoda de Voivodina, de Serbia […]; etc.»

No hace tanto tiempo que se pudo oír, por última vez, la vertiginosa lista con su rancio sabor a poso de los siglos. Fue el 16 de julio de 2011 tras el grandioso funeral tributado por una nostálgica Viena al archiduque Otto de Habsburgo (1912-2011), longevo heredero de la monarquía austrohúngara. "¿Quién solicita entrar?" había preguntado el capellán que esperaba los restos mortales detrás de las puertas cerradas de la vienesa Cripta de los Capuchinos, histórico panteón de los Habsburgos. El maestro de ceremonias leyó entonces la interminable relación. El capellán contestó: “No lo conocemos” y repitió su pregunta. “Un hombre mortal y pobre pecador” dijo finalmente el maestro de ceremonias. Y se abrieron las puertas.


Benedict Anderson 1936-2015

El anacrónico esplendor de la larga letanía fue uno de los protocolos espectaculares cuyo rutilante ornato consiguió ocultar hasta 1914 la  realidad de unas instituciones en descomposición. La mortal contradicción entre el teatro de la eternidad formal exhibida por el Imperio habsburgense y la disolución explosiva de la macedonia de naciones que lo integraban fue causa primera del conflicto. Detrás estaba el parto sangriento de la casi totalidad de los actuales países de la Europa central y oriental. Polonia, Ucrania, Chequia, Eslovaquia, Austria, Hungría, Rumanía, Serbia, Croacia, Eslovenia, Bosnia, Italia.

Algo dijimos de  los países de la ex Yugoslavia. También de Flandes y Valonia, de Grecia y de Turquía. En todos los casos, consideraciones demasiado breves y someras para dar cuenta de situaciones muy complejas. Lo de Líbano fue una excepción, aprovechando que pasaba por Valladolid el Pisuerga de la actualidad, para mostrar la asombrosa artificialidad de un país fabricado por el colonialismo, devastado por los odios comunitarios y religiosos y sin embargo dotado de un asombroso sentimiento de identidad nacional. Los otros países tenían en común todo el aparato normativo que presidió la emergencia de los nacionalismos a lo largo del siglo XIX. En particular la construcción voluntarista de una lengua culta, nacional y sobre todo estandarizada, fabricada por un puñado de intelectuales y lingüistas a partir de los dialectos rurales. Es la tesis de Benedict Anderson, autor, en 1983, del clásico «Imagined Communities», [«Comunidades imaginadas» FCE 2006]. Los nacionalismos son hijos de la lectura. Y cuando no, son tribalismos, urge añadir. Es la invención de la imprenta la que siembra la semilla del moderno sentimiento nacional enraizado en los textos de las respectivas «novelas» nacionales. La Biblia alemana de Lutero, en 1534, empieza a estandarizar el llamado Hochdeutsch, o Alto Alemán, y anticipa en tres siglos el tsunami decimonónico de las lenguas nacionales. En un contexto diferente también mostraron su precocidad el castellano y el francés, en este caso como instrumento privilegiado de dos culturas, dos estados y dos monarquías particularmente conscientes de su proyección histórica. Pero en ambos casos, como ocurrió en la mayoría de los nacionalismos decimonónicos también se producía en la realidad una situación de «diglosia» entre la lengua culta y escrita y las formas locales, populares o dialectales. Apenas pudimos rozar el «drama» lingüístico del griego moderno, al final del largo dominio otomano, confrontado a la inmensa distancia entre la realidad dialectal del «demotiki», el griego popular, y la mítica referencia del griego antiguo. Contamos brevemente el invento de la llamada «Katharevousa», un híbrido de neolengua culta, y los problemas que su uso planteó hasta nuestros días.

Desaparición de Polonia 1772-1795

No hay un solo país que no tenga su itinerario particular, con su repertorio de heridas y sombras, de cuidadosos olvidos selectivos, de mitologías complacidas, de ficciones estructurales. Pero seguir sumando instructivos invariantes y edificantes peculiaridades de la construcciones nacionales europeas nos apartaría durante semanas, meses, del necesario regreso al punto de partida, es decir a la reflexión sobre la actual situación de emergencia. Quién recuerda a estas alturas que nuestra labor comparativa inicial trataba de esbozar una reflexión comparativa sobre historia francesa, catalana y española, sobre aparentes tendencias centrífugas y centrípetas. A ella volveremos. La construcción de la nación francesa, básicamente deudora de la Revolución y del llamado «modelo republicano», demuestra casa día ser un objeto singular. Muy influyente desde un principio, el modelo nunca pudo ser realmente copiado. La pregunta es urgente: referida a los problemas españoles ¿es la «diferencia» francesa estructural o también acechada por la transitoriedad de todo lo humano e histórico? Tendremos que dejar de nomadizar para centrarnos en el núcleo del objeto comparativo.

Neonazis húngaros conmemorando el Tratado de Trianon 2009
 
Las tesis de Benedict Anderson sirven para explicar. Para entender conviene tener en mente la inexorable presencia de los señalados tribalismos fundamentales, algo descuidados por el historiador americano. Anteriores y ajenos a toda reflexión, son presentes en el génesis y la naturaleza de cualquier sentimiento de adscripción comunitaria.  Son aquellos que localizamos con facilidad en los comportamientos ajenos, pero que nos cuesta asumir en los nuestros propios. «La semejanza une menos de lo que separa cualquier diferencia» ¿Recuerdan? El último episodio evocaba la tragedia de los «micrasiata », los griegos de Asia Menor. Casi millón y medio de expulsados hacia la Grecia europea tras la derrota frente a los turcos, en el terrible 1923. Nunca se vio mejor la diferencia, entre el idealizado constructivismo intelectual de los nacionalismos históricos, en este caso la «Megali Idea» del panhellenismo irredento y la despiadada realidad del tribalismo cotidiano, una vez ocurrida la «Gran Catástrofe». La acogida de los expulsados en el solar griego no siempre fue la esperada. Los griegos de Esmirna eran demasiado diferentes de sus compatriotas europeos. Fueron considerados “τουρκόσποροι”, turcos asquerosos, por su forma de vestir, sus costumbres, su cocina o su música. Llegado con ellos de Asia Menor, el emotivo estilo musical «rebétiko» (ρεμπέτικο), como el flamenco en ciertas épocas, fue símbolo de «mala vida» para los biempensantes. Llegó a prohibirlo la Dictadura de los Coroneles (1967-1974). Hoy música nacional, sigue arañando las doloridas memorias.

Estos últimos tiempos el Parlamento europeo se las ve y las desea frente a los desafíos lanzados a la Constitución por Polonia y Hungría. Cualquiera que sea el fondo de la cuestión, lo entenderemos mejor si tenemos presente la truculenta historia moderna de estos dos países. Hoy nuestros recorridos tendrán que ser vertiginosos. De Polonia sólo recordaré que entre finales del siglo XIV y el último tercio del XVIII iba formando, con el Gran Ducado de Lituania, la llamada República de las Dos Naciones cuyos territorios eran los más extensos de Europa. Pero entre 1772 y 1795, Prusia, Rusia y Austria se repartieron el país, en tres ocasiones sucesivas, hasta borrarlo literalmente del mapa. Polonia resucitaba en 1918 para caer, en 1945, en las garras soviéticas. Podemos intuir la etiología de ciertas paranoias históricas. Paranoias todavía más presentes si caben en el «alma» húngara. Desde el siglo XVI hasta 1918 podemos afirmar, grosso modo, que Hungría fue propiedad de una nobleza entre las más arrogantes y parasitarias –salvo honrosas excepciones– de la historia europea. Aquella casta logró fosilizar en beneficio propio un sistema de propiedad rural que condenó a a una secular servidumbre la mayoría del campesinado al tiempo que ahogaba cualquier emergencia de una clase media urbana. Hasta finales del siglo XVIII, la lengua oficial en la corte y la administración de los Habsburgos era...el latín. La nobleza húngara ¡una octava parte de la población! se repartía entre una minoría de grandes latifundiarios llamados « magnates » y una patulea de «hidalgos» pobres, vagos e inútiles que practicaban un latín de cocina entreverado de palabras alemanas y húngaras. Ya que, naturalmente, los dialectos del húngaro solo podían ser galimatías de siervos.

Chequia y Eslovaquia

El nacionalismo húngaro se vio estimulado a principios del siglo XIX por la voluntad austriaca de germanizar el imperio y siguió la vía normativa. Un puñado de intelectuales, entre ellos el poeta nacional Sándor Petöfi (1823-1849) limpió, fijó y dio esplendor al húngaro transformándolo en lengua nacional. Pero el cotarro político siguió dominado hasta la Primera Guerra Mundial por la nobleza. El conde húngaro engominado, finamente bigoteado, chorreando dorados y alamares es prototípico de toda película ambientada en aquellas calendas. En 1914 tenía derecho a voto una  minoría del cuerpo electoral y entre el 45 y el 50 % de las profesiones de clase media, abogados, médicos, periodistas o comerciantes eran ejercidas por judíos. Añadiremos que los húngaros «étnicos» sólo constituían entonces el centro político y geográfico de un país de 325 411 km2, cuya periferia era  mayoritariamente constituida por minorías nacionales, eslovacas y rumanas las principales, también serbias y croatas, todas paladinamente ignoradas y discriminadas. El tratado de Trianon, en 1920, trajo la pesadilla a la vencida Hungría. Transilvania pasa a ser rumana y los eslovacos crean su propia nación antes de unirse a los checos para constituir Checoslovaquia. También se rectifican las fronteras orientales y meridionales en benefico de Austria, Croacia y Serbia. El nuevo país se queda en el 29 % del anterior territorio. Desde entonces, la memoria histórica húngara sigue en carne viva. La nueva Hungría, tan secular y visceralmente antisemita como la anterior, expulsa a los judíos de sus profesiones habituales y llega a abrir para ellos el prototipo de los futuros campos de concentración. La aristocracia sigue dictando el tono de la política y aquella Hungría traumática termina uniendo su destino al de la Alemania nazi. Luego, como en Polonia, llega el paraíso soviético. Entenderemos que de casta le viene al galgo la nuca tiesa de Viktor Orbán, el actual mandatario.

Creí un tiempo que Checoslovaquia era un país sereno y cohesionado. En parte por olvidar que la importante minoría alemana de los Sudetes había quedado expulsada en 1945. Claro que ellos, previamente, se habían arrojado complacidamente a los brazos anexionadores de Hitler. En realidad, entre los checos, urbanizados, industrializados y más bien descristianizados, próximos a las culturas germánicas, y los eslovacos mayoritariamente rurales, muy tradicionalmente católicos y más eslavizados, hubo reticencias desde un principio pese a que ambos idiomas sean mútuamente comprensibles con un poco de buena voluntad. Mis bellas amigas Hélena y Katerina me contaban otrora que bajo el comunismo los telediarios eran un día en checo y al otro en eslovaco. Por más que suave, se produjo sin embargo la evitable ruptura que tanto le dolió al excepcional Presidente Vaclav Havel. Hoy las relaciones entre ambas repúblicas siguen siendo privilegiadas.

Porcentaje de lengua materna ucraniana

Los problemas de Ucrania han abierto muchos telediarios en los últimos años. Pocos países han tenido una identidad más problemática y más dispersa a lo largo de la historia. «Fantasma de Europa» la definía un historiador en 1939.  Ellos se consideran artesanos y descendientes de la «Rus» de Kiev una incierta entidad política fundada en el siglo IX por un conglomerado de eslavos y vikingos varegos sobre los territorios de la actual Rusia central. Aquel proto estado desapareció en el siglo XIII tras las invasiones mongoles de la Horda de Oro. Rusos y ucranios proclaman una misma filiación con la Rus de Kiev si bien ambos exigen el derecho exclusivo de primogenitura. Toda la historia de Ucrania cabe en esta ambiguedad relacional con los primos del norte. Tras la retirada de los mongoles los territorios de la actual Ucrania quedarán esencialmente sometidos a las influencias rusas. Primero fueron las repúblicas cosacas independientes en las estepas de la llamada Zaporozhia, luego, a partir de Catalina II la dominación directa de Moscú y la sumisión del campesinado ucraniano, tradicionalmente libre, al régimen zarista de servidumbre. En los territorios del oeste, controlados primero por Polonia, luego por el imperio austriaco, los ucranianos, entonces conocidos como rutenos o galitzianos, desarrollarán una cultura  occidentalizada cuyas consecuencias inciden en el actual conflicto civil. A partir del siglo XIX, se pone en marcha el sólito proceso. El artesano de la dignificación y formalización de una lengua ucraniana culta, hasta entonces jerga de mujiks analfabetos, será en este caso el poeta Tarás Shevchenko (1814-1861). Notemos que su casi contemporáneo y compatriota ucraniano, Nicolás Gogol (1809-1852) escribió exclusivamente en ruso. Notemos también que los actuales límites territoriales del país son los de la República soviética de 1945, con excepción de Crimea. Durante la década de 1920 la Ucrania soviética tratará de afirmar su personalidad cultural. Stalin cortó por lo sano a su eficaz manera. Entre 1931 y 1933, Ucrania será la víctima principal de las hambrunas engendradas por la represión de la propiedad campesina, la famosa «dekulakización». Morirán entre 2,5 y 5 millones de personas. Los ucranianos antirrusos consideran que se trató de un exterminio por el hambre intencional -«Holodomor», en ucraniano-  y lo califican de genocidio. Fue considerado «crimen contra la humanidad» por el Parlamente europeo en 2008.  El complicado nacionalismo ucraniano, entre ambiguedades, voluntarismo y realidades históricas, exigía más detenimiento.

Ucrania, Holodomor 1931

Pero conviene dar un breve rodeo por el paraíso socialdemócrata, o sea por las modélicas sociedades escandinavas. Cuestión de comprobar que aquellos países no llevan tanto tiempo felices y comiendo perdices. Durante siglos la vida fue ruda, el clima brutal, las comunicaciones difíciles, los recursos escasos y la demografía limitada. Las condiciones eran menos desfavorables en la pequeña Dinamarca y sus moradores particularmente enérgicos. Fueron los amos del cotarro hasta casi llegar al siglo XVII. Sus monarcas lo fueron también de Noruega y Suecia durante la llamada Unión de Kalmar entre 1397 y 1523. Unión un tanto forzada y jalonada por incontables y sangrientas guerras con la díscola Suecia hasta la separación de 1523. Noruega, poco poblada, casi sin recursos, se mantuvo en el regazo danés. Durante todo el siglo XVII y hasta la derrota de Poltava en 1709, frente a los rusos, Suecia pesó sobre la política europea llegando a controlar buena parte de Finlandia, del Báltico ruso y ciudades de la Alemania del norte. En 1810, los suecos eligen como rey a Jean-Baptiste Bernadotte, mariscal napoleónico y, de paso, lejano primo mío. Su primera decisión : cumplir, en 1814, el viejo sueño sueco de birlarle Noruega a Dinamarca. Noruega se independizará de Suecia en 1905 mediante un referendum  -legal y consensuado- con un 99,95 %  de votos a favor. La población sueca se duplicó entre 1750 y 1850 pasando de 1,78 millones de habitantes a 3, 48 millones, mientras los rendimientos agrarios se habían estancado. Hasta 1920, la miseria empujó a Estados-Unidos a maś de 1,3 millones de suecos. Los que regresaban no aguantaban el esnobismo y el clasismo de la clase dirigente, el alcoholismo popular y el desprecio por las mujeres. La profunda desigualdad social sueca impregnaba el lenguaje a través de una rígida y compleja forma de ustedeo que dejó paso a un tuteo generalizado con el advenimiento, en los años 60, de la era socialdemócrata.

Mi primo J. B. Bernadotte, rey de Suecia

De los tres idiomas incriminados podríamos decir lo que ya decíamos del serbocroata, o sea que con un poco de buena voluntad los tres países pueden entenderse. Pero, como en el caso yugoslavo todos prefirieron ahondar las diferencias, sobre todo los suecos. Los noruegos viven la curiosa situación de disponer de dos idiomas oficiales, el «boksmäl» una forma de danonoruego que refleja la larga convivencia histórica y el « nynorsk », o nuevo noruego, construido por el lingüista Ivar Aasen y presentado en 1848. La fecha y el proceso ya nos resultan rutinarios. Las reformas lingüísticas se han prolongado casi hasta el día de hoy.

Para terminar el repaso, por qué no elegir, a voleo, el caso de Italia. La unidad no fue culminada hasta lograr arrebatarle Roma al papa, en 1870. De hecho, hubo provincias «irredentas» hasta 1945. La fractura básica sigue partiendo norte y sur como opuso el reino de Piamonte-Sardegna y los Borbones de las Dos Sicilias durante el «Risorgimento». Un sector de historiadores afirma que, tras la unidad, el Norte explotó un Sur, entonces más próspero de lo que dice la rutina, abocando al actual infradesarrollo el llamado «Meridione». Acuérdense de «El Gatopardo». A mediados del siglo XIX hablaba el italiano el 2,5 % de la población, hoy lo usa en casa un 55 %. El resto usaba -usa- dialectos con frecuencia mutuamente incomprensibles. El italiano fue la lengua literaria desde Dante, Petrarca, Bocaccio y Pietro Bembo. Fundamentalmente basado en el toscano de Florencia, Pisa y Siena. Modernamente fijado y formalizado -¿excesivamente ?- tras el Risorgimento. La «Lega Nord» y su arlequinada de la Padania reflejan la permanencia de las grietas históricas.

Emigrantes suecos en 1905

No podremos hablar de Suiza, nación inmutable donde las haya. Aparentemente. La conciencia de su identidad actual no se concretiza en el fondo hasta mediados del siglo XX. España, Francia, Inglaterra reinvindican un itinerario histórico plurisecular. No será difícil mostrar que los patéticos conflictos actuales, los sentimientos que conforman hoy las posturas más encontradas, cualesquiera que sean, tienen todos una etiología asombrosamente reciente.

Italia. La polémica del "Meridione"

La tea

Cocteau

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Se frotan dos maderas y nace un dios danzante: así fue el origen del fuego.

En España se frotan dos leños y nace un ilustrado que escribe “dios” con minúscula o fantasea con pegar fuego a la iglesia: la performance pornográfica de Rita Maestre en una capilla de la Complutense o el tuit de Izquierda Unida con su Nochebuena a la llama.

¡El fuego! –contestó famosamente Cocteau a la pregunta de qué salvaría en un incendio de las mejores obras de arte.

En la España populista, la muerte del fuego presagiaría, según Foxá, el ocaso de la familia (alrededor de la chimenea de Navidad). Pero en la España ilustrada presagiaría el ocaso de la revolución entrevista por Azaña en las noches de la Granja del Henar.
La manifestación revolucionaria que avanzaba por Recoletos con el sano propósito de quemar el ABC se había formado con elementos del Café de la Granja, y había tanto pequeño literato en ella que yo tuve la sospecha de que todos aquellos energúmenos eran gentes que no habían podido colaborar en ABC y habían decidido quemar aquella casa que no pudieran antes asaltar con sus gerundios.
Eso contaba Ruano en “Informaciones” en abril del 32. Un año antes había reporteado para el “Heraldo”, con inusitado fervorín republicano, el incendio del convento de Maravillas: “He aquí un capítulo importante: la destrucción que los mismos religiosos han hecho de sus conventos. No se nos olvide. Serenidad ahora. Que la generosidad y la paz de la República esté con todos”.

La vida de un republicano vale más que todos los conventos de Madrid –tenía dicho el Ilustrado de Alcalá.

En marzo del 36, Alcalá Zamora anota en su diario: “La iglesia de los Jerónimos, que tanto significa en Madrid, se vio en peligro de incendio, acudiendo para protegerla por decoro vecinos del templo, algunos nada devotos. Tuvieron la candidez de avisar a la Dirección de Seguridad, y ésta envió guardias para prenderlos e imponerles multas de mil pesetas cada uno”.

Por el humo, al fuego.

Jueves, 28 de Diciembre



Tan buen ganadico
y más en tal valle,
placer es guardalle

miércoles, 27 de diciembre de 2017

Plurales

Otro Don Pelayo es posible

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    A los del partido único les ha sentado a cuerno la petición real de “respeto a la pluralidad”.

    La pluralidad del mundo se estudiaba en la escuela con Anaxágoras, el de las “homeomerías”, para quien todo estaba en todo, y el universo, en la pluralidad de lo diverso.

    La pluralidad de España se enseñaban en clase de Formación del Espíritu Nacional, con cosas que el Ausente sacara de Ortega, que lo había sacado de Renan (y que luego el cursi de Giscard copiara para la fallida Constitución europea): España era varia y era plural, pero sus pueblos estaban unidos en una unidad de destino en lo universal, y justamente por varia y por plural tuvo desde sus orígenes vocación de Imperio.

    ¿España o Españas?

    Las Españas fue una vuelta de los autores castellanos del Renacimiento a los clásicos, que tuvieron esa costumbre de decir. Querían hacerse los cultos, en ningún caso los separatistas. El marqués de Santillana usó siempre el plural latinizante "las Españas", pero escribió una dolorida “Lamentaçión de Spaña”:

    –¡O patria mía! ¡España!
    
Aquí se pierde Pablemos, pero porque Pablemos sólo es un agitador, y un agitador republicano con nómina del Estado monárquico, que es lo más cutre que en la industria de la agitación se puede ser. El secreto del agitador, nos dice Kral Kraus, es fingirse tan tonto como lo son sus oyentes para que ellos crean que son tan inteligentes como él.

    Ante un “anda ríos” de la partidocracia como Pablemos entendemos mejor el juicio de Salillas (“Antropología picaresca”) de que lo que a Cervantes le llamaba la atención de que hubiera tantos vendedores de cosas menudas (cestería, petaquería y paja política) es una cosa íntimamente relacionada no tan sólo con la poquedad industrial y comercial del país, sino con la naturaleza parasitaria de nuestra constitución.

    Es verdad, sin embargo, que en la calle los tenderos que siempre dijeron “Buenos días”, en plural y generoso español, ahora dicen “Buen día”, en singular y rácano europeo.

Miércoles, 27 de Diciembre



Campanitas de Belén,
tocad al Alba que sale
vertiendo divino aljófar
sobre el Sol que della nace,
que los ángeles tocan,
tocan y tañen,
que es Dios hombre el Sol
y el Alba su madre:
din, din, din, que vino en fin,
don, don, don, San Salvador,
dan, dan, dan, que hoy nos le dan,
tocan y tañen a gloria en el cielo
y en la tierra tocan a paz.

martes, 26 de diciembre de 2017

Silencio




Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Antes de suicidarse en su piso de París, al financiero Ivar Kreuger (“Leonardo of larcenists”, lo llamó Galbraith) se le oyó decir:

    –Los éxitos que he tenido pueden atribuirse, quizás, a tres cosas: la primera es el silencio, la segunda es más silencio, mientras que la tercera es mucho más silencio todavía.
    
El presidente de Freixenet, que debe de ser nietzscheano (cree que la palabra más soez es más cortés que el silencio) achaca los males de Cataluña al silencio, esa consigna masónica, en un país, España, de carácter charlatán y cotilla. ¡Agorasei!

    Un silencio político, entre las dos clases de silencio que distinguía el Séneca: el de la noche (romántico, vulgar, negativo, de inhibición y ausencia) y el de la siesta (positivo, producido a fuerza de luz y a fuerza de vida).
    
El de la noche no es verdadero silencio, pues las cosas están muertas. Sólo en pleno día andaluz, a las tres, es cuando las cosas están calladas.
    
En Cataluña sólo hablan Guardiola y Xavi, ambos ex cerebros de España, uno en Manchester y otro en Qatar, que son como los niños de San Ildefonso del Puigdemont de Bruselas, la única “embajada catalana” que Rajoy, ay, se negó a cerrar por ese artículo 155 que en su mano es como el pin de la proverbial cronoquinesis mariana, por la que los flabelíferos pintan a Mariano como al Hiro Nakamura de la partidocracia.
    
Más que cobarde, es que atrasa.
    
A Mariano le dicen cobarde porque atrasa, y a Puigdemont, porque adelanta.
   
 “Recollons, quina nit!”, recibió el general Batet a los presos del golpe catalán del 34. “¡Recojones, qué artículo!”, será el recibimiento de Mariano a Puigdemont.

    La política no da leones. En la guerra los únicos dirigentes caídos fueron los falangistas. Y a los líderes socialistas de la huelga del 17 los hallaron en casa de Gualteiro José Ortega: Largo, entre dos colchones; Saborit, debajo de la cama; Besteiro, detrás de un armario de luna; Anguiano, detrás de una cortina; y en una tinaja, Virginia González.

Festividad de San Esteban

Lastres
26 de Diciembre

Martes, 26 de Diciembre



Campanitas de Belén,
tocad al Alba, que sale
vertiendo divino aljófar
sobre el Sol que de ella nace,
que los ángeles tocan,
tocan y tañen,
que es Dios hombre el Sol
y el Alba su madre.
Din, din, din, que vino en fin,
don, don, don, San Salvador,
dan, dan, dan, que hoy nos le dan,
tocan y tañen a gloria en el Cielo,
y en la tierra tocan a paz.
En Belén tocan al Alba
casi al primer arrebol
porque de ella sale el Sol,
que de la noche nos salva.
Si las aves hacen salva
al Alba del Sol que ven,
campanitas de Belén,
tocad al Alba, que sale
vertiendo divino aljófar
sobre el Sol que de ella nace,
que los ángeles tocan,
tocan y tañen,
que es Dios hombre el Sol
y el Alba su madre.
Este Sol se hiela y arde
de amor y frío en su Oriente,
para que la humana gente
el Cielo sereno aguarde,
y aunque dicen que una tarde
se pondrá en Jerusalén,
campanitas de Belén,
tocad al Alba, que sale
vertiendo divino aljófar
sobre el Sol que de ella nace,
que los ángeles tocan,
tocan y tañen,
que es Dios hombre el Sol
y el Alba su madre.
LOPE DE VEGA

lunes, 25 de diciembre de 2017

La chopa de Navidad


 En algún lugar de Asturias

Gloria a Dios en las Alturas y Paz en la Tierra a los Hombres de Buena Voluntad

C.R.



Ya que era llegado el tiempo
en que de nacer había,
así como desposado
de su tálamo salía
abrazado con su esposa,
que en sus brazos la traía;
al cual la graciosa Madre
en un pesebre ponía
entre unos animales
que a la sazón allí había.
Los hombres decían cantares,
los ángeles melodía,
festejando el desposorio
que entre tales dos había.
Pero Dios en el pesebre
allí lloraba y gemía;
que eran joyas que la esposa
al desposorio traía.
Y la Madre estaba en pasmo
(de que él) tal trueque veía:
el llanto de el hombre en Dios,
y en el hombre la alegría;
lo cual de el uno y del otro
tan ajeno ser solía.

domingo, 24 de diciembre de 2017

La España paleta

Hughes
Abc

“Hay que hablar y escribir bien porque es lo único que nos diferencia de los madridistas”. Este tuit lo escribió La Vida Moderna, un programa de humor de la SER, sobre otro de Isco Alarcón. Ultracorrección prisaica con punto final. Será un académico del grupo, de todas formas, el que nos diga en un futuro si se admite el imperativo sin d final, error ortográfico de Isco además del error imperdonable de haber objetado algo al piriodismo hegemónico (criticó al AS).

(Los mismos nos dicen qué es buen fútbol y qué es buen lenguaje, y cuándo decir algo contra el nacionalismo es facha y cuándo es doctrina constitucional). Me hizo gracia, de verdad, porque me recordó otro tuit de los mismos autores. “Esta noche vuelve el popper a Marruecos”, dedicado a Cristiano Ronaldo después ganar la Eurocopa. ¿Quién podría escribir eso en España sin ser linchado? Humor y comedia es lo que digan ellos que es humor y comedia. Ésa es la definición.

Y cumplen una función marcada: reírse de aquello de lo que nos podemos reír. En España siempre son los mismos. El madridista es su variante deportiva. ¡Ni que hubiese apoyado Isco un golpe de Estado! Lo es el individuo seguramente castellano o sureño, de poca educación, poco sofisticado. Ante todo es un ejemplar humano: el español cateto. Aquello que legitima la antiEspaña (el consumidor de autoritarismo político y madridismo futbolístico). Aquello de lo que huimos, el legado franquista hecho ser humano. La España profunda de la que huir en el laberinto gilipollas de Malasaña. Porque estos cómicos son la hélice del mismo motor político. Un sistema basado en el antifranquismo, pero heredero del franquismo. Sus cómicos saben de quién reírse, y de qué.
Normalmente, del ineducado no nos reiríamos, pero si es madridista sí. O si es de derechas. De joven pasé horas y horas viendo la TV3, que fabricó el modelo: chistes de charnegos por doquier. Los chistosos los exportó y ahora son el establishment cómico televisivo nacional, pero también exportó el sistema. El humor esculpe el tipo humano que hay que superar hacia una especie de engreído ignorante que habla haciendo los ruiditos de Guardiola, en el idioma de las traducciones de Anagrama, con pinta de sujeto perdido en una terminal de aeropuerto global y dando lecciones de democracia e ilustración a todo el planeta. Neutraliza acento y origen a menos que sea de un lugar “histórico”.

El humor es poder no sólo por eso. Es que para hacerlo es necesario (además del talento que se les reconoce) la licencia. El chiste del Popper lo puede hacer el progre de turno. Si lo hubiera hecho uno de Intereconomía sería un escándalo para el movimiento. Habría lapidaciones arcoíris. Lo hacen en la SER y oye, chico, corramos un tupido velo. Por eso es político, y porque define lo risible y lo risible responde a algo. Huye de algo y persigue algo. Me recuerda esto un libro publicado este año, el “Manifiesto redneck” de Jim Goad. Un grito de mala hostia y humor de un redneck harto del puto progre americano, el demócrata, que le dice cómo no ser blanco y cómo ser pobre y que olvida muy gustoso las diferencias de clase para, a mayor gloria de su conciencia, establecer todo tipo de fronteras identitarias. “El redneck se convierte en el negrata de América”, dice su autor, y lo es porque es el único del que se pueden reír. La “basura blanca”.
Los progres adinerados urbanitas y encantados de conocerse externalizan su culpa en ellos. Del paleto americano se ríen en todas las series y películas; son asesinos, drogatas, nazis, intolerantes, se follan a sus hermanas y a sus hijas, son casi monstruosos. Están fuera del mapa de la “corrección política”. En una región donde no llega la empatía, y de alguna forma se lo merecen. El libro se escribió a finales del siglo XX, pero anticipaba el triunfo de Trump, con sus millones de votos de culo gordo y pelo rubio, llenos de colesterol, rabia y quizás bastantes razones. Esa proeza democrática que los pedantes y los jetas y los jetas pedantes de todo el mundo prefieren olvidar.

En España, salvando las distancias, tenemos nuestros propios rednecks. De un madridista te puedes reír. De un derechista, o de un cateto. De un torero, de Ortega o de Padilla, de una mujer en política si es derechas, de un agricultor si es ignorante y tiene pinta de españolazo. El humor en España tiene una zona reservada, una especie de coto donde la broma se permite. Los chistes de Aznar inauguraron una rama del show business. De ZP no se reía ni Dios hasta que Serrat nos dijo, ya muy tarde, que fue quien le echó de la política.

El objeto humorístico español siempre es un andaluz o un manchego, o chonis, canis, omaitas de los morancos. Curas o peperos, los gangosos de ahora. En realidad, hacen el mismo chiste de Arévalo, solo que con otra gente. Carne de cañón televisiva para las productoras instaladas en Barcelona. La telebasura la pone Cataluña, la “basura” necesaria ya sabemos quiénes. Décadas picando carne con ignorantes de barriada o aborígenes agro desde Barcelona o desde el Madrid intraM30, o, “si ya se es muy de izquierdas”, vallecano, que es como el único barrio que hay en España. No hay otro. Los demás somos de extrañas aglomeraciones urbanas sin personalidad definida. Sin conciencia, sin sensibilidad. Atropellamos a los mendigos en lugar de echarles un euro. Somos así.

Yo podría hacer un libro sobre la definición de madridista desde Arús hasta Roncero. Pero jamás me lo pedirán las revistas ilustradas del fútbol. Y francamente, ya se me han quitado las ganas. El fútbol es lo de menos. El español-del-que-te-puedes-reír se tendrá que comer un régimen de desigualdad, de dos o tres Españas, de supremacismo latoso e infecto. Toda esa gente que es “diferente” y que de quien se quiere diferenciar es de él. Como si no sufriese en sus carnes, antes y más que nadie, todo lo atroz que haya en la política española, sus élites insufribles y su postfranquismo sin Franco-pero desde Franco. Nos dirán que es Madrid, pero va asociado el tipo humano. Lo risible es aquello de lo que se tienen que diferenciar. Lo que legitima todas las “singularidades”. La España paleta es el correlato humorístico de la España Vacía. Inmigrantes que han de asumir un perfil de modernidad urbana, racional e ideológica que no cae del cielo precisamente, cambiando aspecto, costumbres y en ocasiones hasta el idioma. El traje humano ya sabemos dónde lo fabrican.

Quizás esto lo pienso como parte de esa España cateta. Y es sólo mi susceptibilidad.

En cualquier caso, feliz Navidad.

El pollastre


 Franco censurado por sus censores
(Cortesía de E. de Aguinaga)


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    El “pollastre” ya no es el águila de San Juan, que hasta eso nos ha arrebatado Puigdemont. El “pollastre” (“Espanya té un pollastre de collons”, ha dicho él, Puigdemont, que se ha convertido en el Antonio Pérez del 78) es la España de Mariano, cuyo partido, o lo que quede de él, quiere meter en la cárcel al director de ABC por la soberbia portada imaginera de Inés Arrimadas, y hay que entender a María Soraya, que es de Valladolid, donde “La Piedad” de Gregorio Fernández.
    
Todo eso que, aunándolo en un nombre, llamaremos la España oficial, es el inmenso esqueleto de un organismo evaporado, desvanecido, que queda en pie por el equilibrio material de su mole, como dicen que después de muertos continúan en pie los elefantes.
    
¡Ah, Ortega! El día de su muerte los mastuerzos censores franquistas (que censuraban incluso a Franco, aunque sin saberlo: él firmaba “Hispanus”, para las cosas de España, y “Macaulay”, para las cosas del mundo) prohibieron dar foto suya en portada, y Luis Calvo, director de ABC, los toreó dando una mascarilla del cadáver.

    –Y entonces –continúa Ortega– sobreviene lo que hoy en nuestra nación presenciamos: dos Españas que viven juntas, y que son perfectamente extrañas: “una España oficial” que se obstina en prolongar los gestos de una edad fenecida, y otra España aspirante, germinal, “una España vital”, tal vez no muy fuerte, pero viviente, sincera, honrada, la cual es estorbada por la otra
    
En su estudio del hampa, Salillas sostiene (¡en 1898!) que si un extranjero estudiara este dualismo constitucional formularía, entre otras, las siguientes conclusiones antinómicas: “En España existe el sufragio universal = En España no existe la libertad electoral. En España existe una organización judicial aparentemente bien establecida = En España no existe la independencia del poder judicial. España es una monarquía constitucional = España es una federación oligárquica”.

    Pues sí. La federación oligárquica que se nos viene encima. ¡El pollastre de Puigdemont!

Cenar en familia por Nochebuena


En todos los casos a nuestro alcance, la primera familia, aquella que abandona al niño, es la ficticia; la segunda, en cambio, la que lo recoge y lo cría, es la verdadera.
Sigmund Freud

Domingo, 24 de Diciembre


TÍO VIVO
Federico García Lorca

Los días de fiesta 
van sobre ruedas. 
El tío-vivo los trae, 
y los lleva. 

Corpus azul. 
Blanca Nochebuena. 

Los días abandonan
su piel, como las culebras, 
con la sola excepción
de los días de fiesta. 

Estos son los mismos
de nuestras madres viejas. 
Sus tardes son largas colas
de moaré y lentejuelas. 

Corpus azul. 
Blanca Nochebuena. 

El tío-vivo gira
colgado de una estrella. 
Tulipán de las cinco
partes de la tierra. 

Sobre caballitos
disfrazados de panteras
los niños se comen la luna
como si fuera una cereza. 

¡Rabia, rabia, Marco Polo! 
Sobre una fantástica rueda, 
los niños ven lontananzas
desconocidas de la tierra. 

Corpus azul. 
Blanca Nochebuena.