viernes, 30 de junio de 2017

La libertad


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    La libertad, si hablamos a lo grande, nunca arraigó en Europa, un continente demasiado viejo.
    
En Europa puede haber libertades, que es otra cosa: una cosa que alguien, desde arriba, da… o quita.
    
Para ser libres, los locos de la libertad tuvieron que dejar Europa y establecerse en América, donde fundaron, todos a una (¡el pueblo, no un ejército!) su libertad a tiro limpio (¡ay, esa Segunda Enmienda que a ningún europeo le entra en la chola!). Ley y orden. “Imperio de la ley”, invento romano que arraigara en Inglaterra y que John Adams define para una señora en la calle:

    –¡La república de las leyes!
    
Parecía algo irrefutable, pero sólo hasta que oyes a Ana Pastor en el Congreso:
   
Nuestra democracia se fundó democráticamente.
    
En Filadelfia, nadie, salvo Hamilton, sabía que estaban creando la democracia representativa. Y tampoco nadie citaba a Rousseau, sino a Montesquieu, que en su “Espíritu de las Leyes” advierte de que, si el poder ejecutivo sale de los diputados, desaparece la libertad política.
    
La libertad política es, pues, una felicidad americana (“felicidad” por libertad es la palabra más repetida por Tom Paine). Hoy, con el moderno clero (universidad y mass-media) en contra, es una felicidad en decadencia, pues de ella sólo hace causa el partido republicano. El partido demócrata mira más a Europa (la cabra tirando al monte), cuyo norte no es la libertad (la idea europea de libertad se reduce a ir en bicicleta sin reglamentos), sino la igualdad, que, por utópica, es una ideología catastrófica.

    La Revolución americana es la libertad que lleva a la democracia. La Revolución francesa, que declara demodé a Montesquieu, es la igualdad que lleva a la dictadura. Sin libertad no hay democracia y sin dictadura no hay igualdad.

    Nuestro actual igualitarismo es la universalización de una idea falsa: lo llamamos socialdemocracia, que nos entretiene con lo accesorio para que no nos acordemos de lo trascendente.

    Aquí la libertad nunca importó a nadie.

Viernes, 30 de Junio


(Ignacio) Sánchez Mejía (s) desafía al bicho, sentado en el estribo, dando un pase escalofriante; al repetir, es enganchado por la ingle y volteado horriblemente, saliendo suspendido y dando la impresión de una grave cornada.
Gregorio Corrochano

jueves, 29 de junio de 2017

Dalí



Dalí en el mercado hippy de San Carlos (Ibiza)

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    A la España que viene le faltaba Dalí (“yo soy el único que es genio y santo”), y ya está aquí: acaba de ser convocado por una jueza (¡la justicia poética!) que ordena la exhumación de su cadáver para resolver por el ADN una demanda de paternidad.

    La demandante no lo hace por dinero:
    
Sólo quiero ver una sonrisa en mi madre.
    
Adiós, pues, a la cadera mitocondrial de Gala, “principio y fin de todas las cosas”.
    
Si la Transición fue cubista (¡El “Guernica”! ¡El “Guernica”!), la Plurinación será daliniana, como vimos ayer en la fiesta de “las sexualidades no heteronormativas, orgullosas de la disidencia con el modelo binario impuesto por el capitalismo patriarcal que otorga privilegios al hombre heterosexual, para someter al resto”, según el daliniano manifiesto del anarco-sindicalismo ibérico.

    –Defendemos una disidencia orgullosa, autogestionada, horizontal, anticapitalista, antirracista y transfeminista; salimos a la calle como bolleras, maricas, latines, trans, intersex, negres, queer, arrománticas, asexuales, viciosas, bisexuales, alorrománticas, gordes, sordas, pansexuales, poliamorosas, moras, trabajadoras sexuales, diversas funcionales y como todas aquellas personas que con nuestra existencia cuestionamos la heteronorma.
    
El indio Guillén dice que España, además de negra, es lívida, porque todos sus pintores (“Todos místicos, todos atormentados, lúgubres todos”) tienen la obsesión del más allá, pero Dalí sigue chapoteando en el lodo primordial del más acá: en 1957 (cuatro años después de Watson y Crick), “el gran masturbador” pinta “El paisaje de la mariposa”, con su ADN.
   
Dios no juega a los dados, escribió Einstein mucho antes de la escalera del ADN, cuyos peldaños recorren los ángeles en el sueño de Jacob que yo tuve –dice Dalí en su dedicatoria a Severo Ochoa; estos ángeles simbolizan los mensajeros del código genético.
    
Dalí no era científico; es que los acontecimientos guiaban su imaginación, y ahora el ADN le hace un caballito.

Jueves, 29 de Junio

Valle de Esteban

Camba habla de un catalán que conoció en la basílica de San Pedro: estaban bajo la cúpula, con la boca abierta de admiración, cuando el catalán dijo:

 Mire, mire. ¡Qué casualidad! Yo no sabía que aquí hablaban del Tibidabo
Y apuntaba con el dedo al friso de la cúpula: “Tu est Petrus et super hanc petram aedificabo ecclesiam meam, et tibi dabo claves regni caelorum…” Etcétera.

miércoles, 28 de junio de 2017

El recuento de la Transición

 El arroz de un Bullit de Peix en Cala Vadella
La otra versión del Abrazo genovés

Hughes
 Abc
 
Cuando se habla de la Transición se utiliza un plural característico: el plural democrático. Si es el Rey el que habla, parece que sustituye el mayestático por ese plural democrático. Es un nosotros que atraviesa las generaciones y se refuerza sentimentalmente. El “nosotros-Transición” difiere un poco del normal. Es especialmente vibrante, solemne, con las resonancias y lo bruñido de lo que es historia y también leyenda. Es un nosotros multigeneracional, un poco mágico. Y es un plural inaccesible. Es un plural dado, incluyente pero blindado.
 
En su discurso de hoy en las Cortes, Ana Pastor dijo algo extraordinario: “Nuestra democracia se fundó democráticamente”. Eso es fascinante. Es la celebración del punto tautológico, autorreferencial de la Transición. La Nación no aparece. El momento legitimador, el origen es el abrazo: la reconciliación, el consenso. El consenso como elemento fundacional de nuestra historia. El Abrazo de Genovés es nuestro general a caballo. El consenso en Excálibur. Así que el discurso de la Transición cambia poco. Está oneguizado crónicamente, y algunos episodios y elementos suenan demasiado oficiales, inverosímiles, con una excesiva confianza argumental en el amor al prójimo, la renuncia, y la proverbial “altura de miras”. A mi juicio (modesto e insignificante), es una visión tan embellecida y acrítica que levanta las suspicacias de lo demodé, de lo que sólo se acepta como kitsch. No incorpora cinismo ni ciencia, es todo amor, bondad oneguiana, quejío de cantautor, tono Victoria Prego, y un sistema de creencias inmediato y reversible tan ensalzado que podría considerarse “suarismo metafísico”.
 
Queda ese potente y muy vivo plural democrático que se irá ensanchando en el tiempo sobre la futura mitificación de una casta hispana orientalizada por el harakiri japonés y el consenso chino. Porque el suarismo metafísico como sistema de creencias es (según el oneguismo) un poco oriental. Eso sí, se nota una mínima evolución en esta celebración de los 40 años de las primeras elecciones. La necesaria actualización. El franquismo aparece nombrado como dictadura, lo que extrema la necesidad higiénica, profiláctica, de abrir una zanja de renuncia mística entre franquismo y transición: aquí aparece el nosotros democrático de las biografías automáticas (título para una novela que no escribiré: Las Biografías Automáticas).

El caso es que se hace eso, y además no se invita a Don Juan Carlos. Es una saga monárquica extraña que sucede con ausencia del sucedido. La borbónica es una sucesión algo friccionada.
El caso es que la ausencia del Rey Emérito es extraña e irregular y respalda la idea de la vuelta de tuerca narrativa: una nueva carga mítica sobre los hechos que olvida al actor fundamental, o que lo tiene presente, pero ya no en presencia. Esto es como ir a celebrar La Escopeta Nacional y no llamar a Berlanga. Es decir, que a Juan Carlos I lo hacen relato. Lo cuentan. Lo recuentan (su presencia emitiría átomos invisibles, reverberaciones de memoria). Nos recuentan o nos recontamos, en todos los sentidos.

Acabando. Yo me quedo con ese plural democrático, el “nos” no mayestático, porque en boca del Rey el plural de majestad se hace de pronto plural de consenso y transición. Pero ojo, que la Transición es un plural poderoso que tiene la virtud de lo no terminado, de lo que no acaba. Ahí sigue la tía: mírala, mírala, viendo pasar el tiempo. Ya surgen imitaciones de Suárez, de Ónegas, de Felipes. Un revival muy logrado. Pero sobre todo tiene algo ese plural que opera sobre el inmediato progenitor. Ese figurado “matar al padre” de todo madurar generacional se ha demostrado que vuelve a funcionar. Ese paso adelante. La Transición es un mecanismo histórico-edípico parece que activo.

Espacios


Es Cubells

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Ayer estaba Jürgen Klopp, entrenador del Liverpool, en Es Cubells, la cala ibicenca donde se despachan (a precios que no alcanzó el marco en los días de la inflación alemana de entreguerras) los mejores raones del mundo, lo que vendría a dar la razón a quienes sostienen que estamos ante el IV Reich: un imperio que además de extraernos los euros… ¡nos come los raones!

    El raón es un salmonete español con cara de loro y, como dice Séneca del salmonete romano, no es fresco si no muere a manos del comensal:

    –Permitidme que con esta ocasión castigue la sensualidad y gula reinantes: nada hay tan bello, exclaman los sensuales y golosos, como un salmonete expirante, fuera del agua.
    
¿A semejante preciosidad romana del placer ha llegado el alemán contemporáneo? ¿Es Klopp el último romano? ¿Es el raón ibicenco la frontera del nuevo espacio alemán? ¿Qué espacio es ése, grande o vital?

    Los americanos creían que “grande” y “vital” eran lo mismo, y en Núremberg querían cargar a Schmitt con la responsabilidad penal de ambos conceptos. Al jurista le costó hacerles ver la diferencia, con ejemplos de autorías intelectuales que aún dan que hablar: John Calhoun, el casto hombre de acero de los confederados, sería responsable de la Guerra de Secesión; Rousseau sería el causante del terror jacobino; y Jean Bodin, creador del concepto moderno de soberanía, sería culpable incluso del referéndum de Pep Guardiola en el tiquitaca de la sedición.
    
Guardiola, que parece haber leído más a José Luis Sampedro que a Carl Schmitt, pasa por ser un mago de los espacios (balompédicos), y a lo mejor por eso lo contrataron en Alemania, donde allá por los años veinte del siglo pasado se puso de moda el término “gran espacio”. Hitler lo incluyó en su “Mein Kampf”, anunciando una “marcha hacia el Este” que hacía dormir a Stalin con un ojo abierto, como las liebres, esperando la invasión.

    Y si estas consideraciones son inspiradas por un plato de raones en la mesa, bien valen el imperio que cuestan.

Miércoles, 28 de Junio


Además de negra, España es lívida. Todos sus pintores tienen la obsesión del más allá. Goya, retorciendo sus muñecos entre la miseria y la muerte. Velázquez, con sus reyes macilentos, con sus bufones grotescos, donde toda la fealdad y toda la miseria de la carne aspiran a la muerte. Teotocópuli, con sus caballeros entecos, apergaminados, con las pupilas febriles, que velan al borde de la Vida. Ribera, con sus ascetas admirables, de miembros exangües y de ojos llenos de celestes ensueños. Todos místicos, todos atormentados, lúgubres todos. Todos diciendo el dolor de la vida precaria y la celeste penumbra que entreabre la Muerte.
Alberto Guillén

martes, 27 de junio de 2017

Las J’hayber



 Hughes
Abc
 
El periodista Antonio Maestre está recibiendo chanzas en Twitter -”ha incendiado las redes”- por un artículo en el que se remonta a su vida en el barrio y a unas zapatillas J’Hayber, que él describe como “horrendas” y con las que hace abiertamente “realismo social”. Aquí hay una gran coincidencia generacional que celebro. En un tuit posterior ha hablado de que su artículo ha irritado a lo que él llamaba “la derecha joldaun”. Si “eso” es la derecha, yo no sé qué diría de un desdichado como yo... Bueno, sí lo sé.
 
Se ríen de Maestre, pero la tarde de Dalí él ha exhumado un fetiche generacional. Lo primero, ¿cómo se dice J’Hayber? Yo siempre dije “jota jaiber”, aunque había quien decía “jáiber”.
Decir jota jáiber ya me hacía sentir ridículo, un poco agredible:

-Cómo molan tus jota jaiber.

Pienso que siendo un niño valenciano que estudiaba los rudimentos de una lengua con apóstrofo, era yo bien idiota de decir Jota Jaiber y no Jáiber. Ahora caigo en ello.

Lo segundo sobre esas zapatillas sería precisar su status. Yo creo que de pobretón no eran ni mucho menos. Había zapatillas de mercadillo, de marcas muy raras y risibles, y luego las muy nacionales. Kelme y las Paredes las llevaba la gente que no podía llevar Nike, Adidas, cosas así. Las Converse las mirábamos como si fueran Jimmy Choos. Las Air Jordan fueron un terrible marcador de clase. Un auténtico trauma. Cuando un niño llegaba con unas Air Jordan, cómo decirlo…esa expresión “como niño con zapatos nuevos” se creó por algo. Ese niño caminaba como flotando y ponía los pies muy raros, ladeados, para que le viéramos la onda de la nike. En el niño Air Jordan había unos andares patizambos a propósito. La verdad es que presumir de pobres es tan feo como presumir de ricos, pero las jota jáiber eran, y en eso sí tiene mucha razón Maestre, muy resistentes. Demasiado resistentes. Eran zapatillas que casi podía heredar el hermano, y aportaban algo de lo que no habla en el artículo y que me parece fundamental: las j’hayber daban una falsa sensación de flotación. Y había algo fraudulento en ello, como pretencioso.


El niño de las Air Jordan disponía de una cámara de aire y algún gel que garantizaba tecnológicamente esa aspiración de la flotación que la imaginación del niño necesitaba. Las Jota Jáiber hacían algo que las colocaba entre las zapatillas normales y las otras. Tenían mucha suela y amortiguaban con excesiva goma. Eran como el 4x4 de las zapatillas. Esto estaba bien, pero a la vez mal. Éramos “falsos flotantes”, un poco advenedizos de lo mullidito, pero además es que eso lo conseguíamos a cambio de la renuncia a todo esteticismo. Las zapatillas eran utilidad pura, el sueño de una madre convertido en zapatilla. Eran resistencia, trote (e iban casi siempre asociadas a las plantillas devorolor que Maestre, con tacto, no ha querido recordar). El niño J’Hayber no sería distinto, sino uno más. Yo incluso puedo imaginar cómo jugaría al fútbol Antonio Maestre a partir de su actual contextura física y de saber que las calzaba. Y luego está el color. El tono era entre blanco y gris y con el tiempo adquirían un inconfundible color de balón de fútbol gastado, despellejado.

Es que duraban tanto que uno de mis disgustos al entrar en la Universidad fue ver que algunas de mis compañeras aún las llevaban. Yo entonces tenía un fino erotismo de tipo berlanguiano (más que tenerlo aspiraba a ello) y el efecto en las piernas de las chicas me parecía abominable y muy triste. Esto puede ser terrible, incluso un poco invalidante, en el joven que no es “tetero”, “mamario”, sino sensible a la extremidad. Las Jota Jáiber eran terriblemente igualadoras. Aunque ahora veo -entrado ya en otro “paradigma” psicosexual- que podían ser sexis a su manera (creo que las J’Hayber son perfectas para el perreo o twerking. Creo que ahora es cuando empieza “su tiempo”). En fin, que yo quizás estuviese tan quemado como el mismo Antonio Maestre, así que le entiendo, aunque mi trauma con zapatillas sea otro. En un momento económico cumbre y tras mucha labor de disuasión -y grandes notas, he de decir-, conseguí que me compraran unas Le Coq Sportif. Esas zapatillas eran todo lo que yo soñaba. Eran hermosísimas, preciosas, distintas, francesas, con una forma cercana a lo baloncestístico, pero muy elegantes. Era el gallo de la selección de Francia. Solamente decirlas ya era la leche: Sí, mira, tengo unas “lecoq”. Podía llevarlas y no sólo jugar con las más altas prestaciones deportivas sino añadiendo un “no sé qué”, un prurito estético. ¿Un dandismo quizás? Mi trauma se produjo porque el primer día que las llevé al colegio, ese mismo día, me las robaron en los vestuarios unos miserables y ya no hubo más. No hubo otras. No me duraron ni una semana y el robo se clavó en mí como las J’Hayber en Antonio Maestre. ¿Qué fue? Esas zapatillas-cisne eran perfectas para mí, y eran mías, eran distintas, superiores, nadie las llevaría, ni los pijos (siempre carentes de ese chispacillo de audacia), eran raras y me daban un porte francés. Eran mías, las tenía, y quizás, en cierto modo, yo también fuera perfecto para ellas ¿Y qué falló cuando todo estaba bien? El entorno. Falló el entorno. Comprendí que no me dejarían. Que las futuras “le coq” habría no sólo que obtenerlas, sino que esconderlas.
 
Las consecuencias psicológicas (e incluso políticas) de hecho me persiguen aún y creo que no es necesario que las refiera. Así que sí comprendo a Antonio Maestre. Beaucoup.

Otro orden



Soñando con la Grande Armée de Macron


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    En el viejo orden celestial, los ingleses, decía el costumbrismo, eran colonialistas: creían que el cielo era una colonia suya y que, al morir, iban allí.

    Los españoles, en eso, éramos más clasistas, y creíamos que al cielo iríamos los de siempre.
   
Los alemanes, por su lado, vieron el cielo en el Mediterráneo (cuyos habitantes se lo gastan en copas y mujeres, según la doctrina oficial de la UE), lo hipotecaron y, cuando tenían unas vacaciones o alcanzaban la jubilación, se establecían en él.

    Ahora la propaganda de frau Merkel (o te tapas las orejas, o acabas como el general Noriega cuando los marines que tomaron Panamá no le dejaban dormir con Bruce Springsteen a toda leche para forzar su rendición por sueño) dice que el Brexit y Trump acabaron con el cielo, y que hay que buscarse otro.

    Pitarch, el Eisenhower de Bono, hace suyos los temores de frau Merkel (¡los temores de los perdedores de la guerra!), da por bien empleada la ruptura militar con Inglaterra y América (¡los vencedores de la guerra!) y anima a un nuevo orden celestial que estaría basado, se supone, en una “Grande Armée” de Macron equipado con el material bélico que la España de Zapatero, primero, y luego de Mariano, provee al Madurato venezolano. El peligro no nos vendría del Sur, pues todos los europeos saben que el islam es cosa de paz; el peligro nos vendría del Este, esas divisiones de Putin capacitadas para plantarse en Punta Umbría en diez días, aunque tengo para mí que regresarían a casa corriendo en cuanto vieran los precios de El Tabla.

    Resuelta la amenaza de Putin, quedaría la de Puigdemont, quien ya mete cuchara hasta en el “prestigioso” (“prestigioso” en España es igual que “famoso”) “New York Times” de Slim, cuate de Felipe González. Hombre, si el NYT no respeta la Constitución americana del 87, ¿por qué iba a respetar la Constitución española del 78, que técnicamente es una Carta otorgada?

    Y para contrarrestar al NYT, España sólo cuenta con Boadella.

Martes, 27 de Junio


Cuando el viajero va llegando a Sevilla, lo primero que ve es la Giralda. “Ya se ve la Giralda”, dice el viajero. Después dice: “Ya se ve Sevilla.
Gregorio Corrochano

lunes, 26 de junio de 2017

A quién le importa



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    En una discusión de culturas nacionales, Jean Palette me recuerda que el deporte francés por excelencia es el rugby, no el fútbol, que sería, y esto lo digo yo, el deporte de los pobres (“la banlieue!”), que, por cierto, son muchos, razón por la cual la Francia futbolera es exportadora y ganadora: de hecho, la única “grandeur” de Macron, ese divertido gallo Claudio de frau Merkel para los recados de la UE.

    “France Football”, la revista del “Balón de Oro”, ha elaborado una guía Michelin de los himnos balompédicos, y en su Top-10 figuran el Sevilla y el Barcelona, pero no el Real Madrid, el equipo con más rapsodas y probablemente con más himnos del mundo.

    Liverpool (“You’ll never walk alone”), Casablanca (“Toujours on va gagner”), Panathinaikos (“Horto Magiko”), Sevilla (Himno del Centenario), Newcastle (“Don’t take me home”), Besiktas (“Ooh Ssh!”), Boca Juniors (“Dale Cavese”), West Ham (“Forever blowing bubbles”) y Barcelona (“Canto del Barça”, de Manuel Valls, el crítico musical del periódico global, no el ex primer ministro francés, hijo del pintor Xavier Valls, pintado por el columnismo “engagé” de Madrid como liberador republicano de París, aunque en realidad no llegó a Francia hasta 1949).

    ¿Y el Madrid?

    –Usted, Pemán, que hace versos, ¿por qué no hace una letra a la Marcha Real? –dijo un día Franco al director de la Academia, que todavía no había sido despedido.
    
El general pensaba en el agobio que a la hora de los brindis pasó un almirante español en unas maniobras en el Japón cuando, sin letra que cantar, se arrancó, seguido por la tropa, con el “Corazón Santo, Tú reinarás”. Franco ignoraba que Pemán ya había escrito, a petición de Primo de Rivera, una letra (con su pedrea o tamborileo de acentos agudos: seguir, azul, caminar, sol…), “pero no se logró que lo cantaran más que unas cuantas escuelas primarias y algunos conservatorios”.

    –Los himnos no se componen, mi general. Nacen y se consolidan en un ambiente irracionalista. Tienen que llevar sobre sí una carga de tradición y de inconsciencia. La Marsellesa no surgió de las barricadas, sino de las provincias, y es la música de un “Tamtum ergo” aligerada de compás.
    
Los españoles habían ido a defender Cuba henchidos de patriotismo verbalista y filarmónico al compás de la marcha “Cádiz”, de Chueca (“¡Vámonos a Cuba ya!”), cuando Cánovas llamaba “Mr. Sastre” a Mr. Taylor, ministro de los Estados Unidos en Madrid, anticipo de las habaneras de Burgos y Cano (“La Habana es Cádiz con más negritos; Cádiz, la Habana con más salero”).
    
En Madrid, la Movida Gay ha hecho himno suyo el “A quién le importa” no de Alaska, como se creen los del karaoke callejero, sino de Carlos Berlanga. Aunque, si Yoko Ono viene de quedarse judicialmente con la autoría de “Imagine”, eximiendo de semejante cursilería a John Lennon (¡el Yon Lenos del alcalde-granuja Tierno!), tampoco sería sorprendente que Alaska consiguiera quedarse babuchamente (esto es, por la babucha) con la autoría de “A quién le importa”, eximiendo a Carlos Berlanga de algunas rimas (“Me mantendré / Firme en mis convicciones / Reportare mis posiciones”) que harían sonrojarse al mismísimo Sabina.

    Quien en menos palabras resumió la importancia de un himno fue Woddy Allen al decir que, si escuchaba a Wagner, le entraban ganas de invadir Polonia.

    No es ninguna broma que el Madrid acometa este año la conquista de su Copa Número 13 (12+1) sin ninguno de sus himnos (ni siquiera el de las mocitas madrileñas, nacido, como Zinedine Zidane, en una servilleta, en este caso del restaurante “La Rana Verde” de Aranjuez) en el Top-10 del mundo.


OPERACIÓN DUNNARUMMA

    Todo indica que Donnarumma (otro Gianluigi, como Buffon) es el “puertas” que quiere el Madrid, el Donald Tusk del club de Florentino Pérez. (Tusk es el “puertas” del club de frau Merkel, la UE, un metrosexual polaco a quien nadie ha votado, pero que contesta las preguntas de los periodistas con estrofas de “Imagine”, el himno tonto –ya se puede decir– de Yoko Ono.) Lo mejor de Donnarumma, quien debería contestar las preguntas de los periodistas con estrofas de “Un Albero di Trenta Piani”, es que, por su edad, podría hacérsele un contrato de veinte años, como sugiere Berlusconi, su patrono. Una alineación que empiece por Dunnarumma y termine por Mbappé es imprescindible para plantar cara anímicamente a la superstición de la Copa Número 13.

Lunes, 26 de Junio

Valle de Esteban

Pregunta: ¿Volvería usted a la plaza para luchar, para ganarse la vida como antes?

Juan Belmonte: ¿Y por qué no?  Morir en la Plaza o en otro sitio, ¡qué más da!

domingo, 25 de junio de 2017

Domingo, 25 de Junio

Valle de Esteban

Hace falta una voluntad terrible para arrimarse al toro cuando ya se ha sufrido una cogida grave. Es la carne herida la que tira de uno. Hay que dominarla, vencerla
Juan Belmonte

"¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos?"

DOMINGO, 25 DE JUNIO

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:

-No tengáis miedo a los hombres, porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse; nada hay escondido que no llegue a saberse. Lo que os digo de noche decidlo en pleno día, y lo que escuchéis al oído pregonadlo desde la azotea. No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No, temed al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo. ¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo; no hay comparación entre vosotros y los gorriones. Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo.

Mateo 10,26-33

sábado, 24 de junio de 2017

Felicidades a Jean Palette


Combinaciones



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Vale, la horda de Pablemos carece de ética. Pero ¿y los demás? ¿Cuál es la ética de la “pandi” de Rivera, el kantólogo (de Kant)? ¿Y la recua de Sánchez? ¿Y la tribu de Mariano, con su “Marca” y su “Pontevedra é boa vila, dá de beber a quen pasa, / a fonte da Ferrería, San Bartolomé na praza…”?

La ética es invención griega: una visión viril, militar y orgánica de la vida humana, aclara Santayana, para quien los griegos sabían lo que era tener una patria, una religión y una noble y hermosa manera de vivir que había que defender hasta la muerte, pues reconocían que la fuerza de la naturaleza acaba por destruir la de cada una de sus partes.

Los griegos se libraron por eso de la arrogancia sin condenarse a la nimiedad.
(La nimiedad de contentarse con cualquier cosa y la arrogancia de proclamar que, en su nimiedad, eran los favoritos del cielo.)

Para Bertrand Russell, que da muchas vueltas al asunto, la ética es reductible a la política, y coincide con Santayana en que no hay “conocimiento” ético.
La ética deriva de la pasión, y no existe método válido de trasladarse desde la pasión hasta lo que ha de hacerse.

Para aproximarse a conclusiones éticas, Russell crea la doctrina de la “combinabilidad”. ¿Cómo combinar, dice, que uno es del Partido Demócrata, pero odia a su candidato presidencial?

El arte de la política consiste en encontrar el mayor número de personas “combinables” posible.

¿Recuerdan a Napoleón dando puñetazos en su palco de la ópera porque piensa en cómo combinar tres Cuerpos de Ejército en Fráncfort con dos Cuerpos de Ejército en Colonia?
La naturaleza dota al hombre de pasiones de difícil combinación (esto se ve bien en los entrenadores de fútbol), y el arte necesario para ello es el arte de la política: un hombre desprovisto de este arte sería, según Russell, un salvaje, incapaz de vivir en una sociedad civilizada.

A Pablemos, como a sus socios de partidocracia, lo que les falla no es la ética, sino la política.

Sábado, 24 de Junio

Valle de Esteban

Yo no creo que nada en el mundo produzca tanto pavor como el espectáculo de un toro en el ruedo al que hay que arrimarse y matar.
Juan Belmonte

viernes, 23 de junio de 2017

A vueltas con la Mezquita. Los cuatro sabios de Córdoba

La mezquita
Siglo VIII

La mezquita municipal
Cada mayo

El Chisgarabís Mayor (Zaragoza) del Reino

Franco, Solís y Mayor Zaragoza

Francisco Javier Gómez Izquierdo

    Habrá pocos alcaldes en el mundo tan inoportunos y con tan poco conocimiento como la socialista Ambrosio de Córdoba, pues empeñada en dar gusto a sus socios comunistas, no tiene mejor entretenimiento y mayor afán que echar a la Iglesia y sus católicos de la Mezquita. “...Es de los cordobeses...”, le dicen que diga, y como ella es la que representa -ingenua criatura- a los cordobeses tiene el gusto de invitar al Islam a orar en un  local que ha sido siempre ¿? del Ayuntamiento.
          
La alcaldesa Ambrosio estaba ayer eufórica tras formar, ¡por fin!,  una comisión ¿externa? y de prestigio que dictamine la titularidad de la Mezquita. La alcaldesa ha fichado, mejor le han fichado, a cuatro pozos del saber sin aguas ponzoñosas. ¿Cómo, si no, han de entenderse los conocimientos de Federico Mayor Zaragoza, la rutilante estrella de la alcaldesa, de cuyos méritos sería mezquindad dudar? El hombre fue condecorado hasta por Franco, aunque de tales méritos  no consta se haya pronunciado el Comisionado político de la Memoria Histórica. Si será sabio el hombre que tiene clarísima la solución al problema ¿?: Que los católicos y los musulmanes compartan el templo. No ha explicado si a la vez, a días alternos o unos de mañana y otros de tarde. No, si al final nos montan una Jerusalén a nada que nos descuidemos.

        ¿Y doña Carmen Calvo? La segunda sabia por orden jerárquico y de la que se esperan demoledores informes jurídicos que demuestren la ancestral titularidad del Ayuntamiento. Me entero que  doña Carmen la de Cabra es catedrática de Derecho Constitucional y tamaña revelación me aclara esa estupidez neosocialista de “nación de naciones” a la que la señora no ha puesto la  mínima objeción. Creo que durante la tarea encomendada no va a llamar a declarar a Fernando III, el rey burgalés que conquistó Córdoba y su mezquita para la Fe de Castilla, por considerarlo un imperialista  y además un machista. ¡Ah, doña Carmen, siempre cerca del poder para satisfacer sus ansias marimandónicas!

       Los otros dos expertos son medievalistas. Eso dicen. Uno fue concejal de Cultura con los socialistas en Pozoblanco y da clases, ¡madre mía, en qué lenguas educadoras andan nuestros hijos!, en la Universidad de Córdoba, y del otro pone el periódico que es crítico con la Reconquista en publicaciones que amparó Alfonso Guerra. Al parecer también da clases. En Huelva. Lo que no se sabe es si los dos medievalistas pertenecen a la corriente sanchista del PSOE. Viniendo con doña Carmen y teniendo en cuenta la hegemonía podemita en el Ayuntamiento, se entiende que sea lo más probable.
     
Como del negocio que han montado los galafates no se habla en ningún momento del precio (sueldos, dietas, peritos amigos,  material de conocidos, etc.) , uno  no puede dejar de mosquearse y agradecería tuvieran a bien informarnos en el próximo pleno municipal del montante a percibir por los cuatro sabios de Córdoba. Los cuatro sabios que demostrarán que los terrenos y la basílica de San Miguel que en el siglo VI se levantó en la diestra orilla del Guadalquivir eran propiedad del Ayuntamiento de la época. De un colega de doña Ambrosio. 
                        

España



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

En la Corrida de la Cultura, con el Pirulí doblándose de calor como una vela de cera, Morante de la Puebla brindó un “cuvillo” en Las Ventas al tabú de la Transición, Antonio García-Trevijano:

Al hombre más inteligente que he conocido. ¡Viva España! –dijo. Y lanzó la montera.

El “cuvillo” salió cultural y galbanoso y, al final de la “sinfaena”, Trevijano devolvió a Morante la montera con un billete de mil pesetas dentro y este brindis:

¡Por la tradición!

En éstas, un alguacil refrescó al diestro que quien presidía la Corrida de la Cultura era el ministro del ramo, el señor De Vigo, quien debía de tener ya la cabeza, el hombre, en las propuestas de los Museos madrileños sobre la identidad sexual (“¡el hecho diferencial!”) para el D-Day del Orgullo Gay.

El alguacil creía indicado brindarle al ministro una fierecilla de El Grullo, la finca donde chozpan los “cuvillos”, mas no hubo tal, con lo que el de Morante a Trevijano hubiera sido el último brindis de un bohemio (ay, José Alfredo Jiménez) en la plaza de Las Ventas del Espíritu Santo, que la Autoridad, un tal Garrido, iba a cerrar como para ensayar con los taurinos de Madrid el 155 que Alfonso Guerra pide para los sediciosos de Cataluña, que ahora consideran separarse, en vez de con un referéndum, con una acampada.

Quechuas por votos, y ahí quiero ver a los juristas del TC, que tampoco parecen muy schmittianos, como Mariano, quien por nada del mundo quiere ser el soberano, es decir, “quien decide el estado de excepción”.

El marianismo huye del decisionismo de Schmitt por si algún lector de Manolo Rivas, el schmittólogo del Consenso, le dice fascista, y gobierna la situación catalana como los padres de Jardiel la conversación matrimonial: pasándole papelitos al mayordomo, que es el TC. Así, la imaginación de los sediciosos se extravía, y en vez de interiorizar que una nación sólo se rompe por guerra civil, juegan a romperla levantando quechuas en la Ciudadela.

España, tradición y modernidad.

Viernes, 23 de Junio

Valle de Esteban

Tenemos que evitar que suceda lo que en las conferencias telefónicas, que las cortan cuando nos falta la despedida.
Ramón Gómez de la Serna

jueves, 22 de junio de 2017

El código

Marqués de Sade

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

En el Ayuntamiento de Madrid la Justicia prende a dos concejales comunistas, y su partido, entre quitar a los concejales como manda su código ético y quitar el código ético, quita el código ético.
En Corea del Norte, por quitar del “hall” del hotel un código ético, condenaron a quince años de trabajos forzados a un estudiante americano que ha muerto apaleado.

El Estado de Partidos es como un convento de Sade, pero sin sexo (el sexo es el dinero: el “oro nefasto” de Mallarmé). En el Parlamento (el coro), el pijerío pepero hace migas (¡la pinza de Casals!) con los gamberrotes podemitas, como ocurre en la calle, pero en el Ayuntamiento (el huerto) es el lúser socialista quien sostiene al zángano comunista.
Tenemos una ideología socialdemócrata, principios, valores… –dice el lego Pedro Sánchez, que no sabe que la socialdemocracia es carecer de principios y de valores.
Sánchez colocó en el Ayuntamiento a Podemos por el módico precio de un código ético con el que Podemos se marca ahora un Groucho (éste es mi código ético, pero si no le gusta tengo otro) que escandaliza a los peperos, que tienen su código ético en un ministro de Hacienda que moja pan en el vermú de la sentencia del Constitucional que condena su amnistía fiscal y que no bajará los impuestos, esa fascistada trumpiana, porque necesita las zanahorias tal vez para los conejos de María Soraya, que son los que echan el día (¡y la noche!) moviendo el labio en las tertulias.
Lo próximo en el Estado de Partidos será una collera de comunistas, que se miran en el hamponato venezolano, y socialistas, que se ven tocándole la quena a Evo Morales, amo de la Bolivia plurinacional de la parpayuela de Sánchez, Adriana Lastra (¿tribu? ¿nación?), y autor, sin un Nuremberg a la vista, de este haiku sobre la insurrección popular en Venezuela:
Lo que está pasando en Venezuela es un golpe de Estado. Dale duro, Maduro contra los golpistas, el pueblo latinoamericano está de tu lado.
Unos setenta jóvenes muertos.

Jueves, 22 de junio


Amor, amor, amor es el lugar del excremento.
Yeats

miércoles, 21 de junio de 2017

Dar con queso

San Pedro, patrón de Moncalvillo


El tuit de la policía nacional en Córdoba

Francisco Javier Gómez Izquierdo

         El actual jefe del PSOE anda emperrado en ayudar al pueblo sin que el pueblo se lo pida, pero creyéndose tan importante como el Santo que le dio nombre quiere hacer yunta con el jefe de Podemos y para el otoño fundar otro 29 de junio en el calendario laico por venir.
         
Cada vez que se me aparece el cerrilismo de estos extraños e inadaptados Pedro y Pablo, más cuenta me doy de mi falta de preparación para los modernos comportamientos. Me resulta incomprensible la desfachatez de la pareja llenando sus bocas de democracia “p’acá” y democracia “p’allá” sin pararse a contar los votos, que imagino es lo que procede en cada convocatoria electoral. Oiga, que la gente vota antes, o mejor, tiene menos miedo a los “corrutos” que a los profesores de la Complutense..., pues mire, igual la gente tiene razón. El caso es que el tal Pedro y el tal Pablo, totalmente desaforados, nos quieren tanto que no paran de gastar dinero público (en teoría nuestro) en busca de una solución que los lleve a mandar en España para que nuestras vidas mejoren. ¡Profesores los tíos!
       Me han venido a la magín estos dos perillanes cuando esta mañana, al salir de la mina, he visto a un pringado que en las últimas Navidades quiso dársela con queso a la Policía Nacional en el Sector Sur de Córdoba. Literalmente “con queso”.
  
 “Ya sabe, agente, los tranquimicines son para lo mío que estoy fatal de los nervios y no duermo, y el queso me lo ha dado a la salida del Mercadona un señora que no conozco para que se lo coman mis niños en estos días..” . Dentro del queso, del que en principio no había sospechas, se encontró un kilo de cocaína. ¿Qué traficante  confiaría tan valioso encargo a semejante criatura?, se preguntan aún en Comisaría. Y es que J. F. C. V. ya se estaba descartando del queso antes de que le preguntaran. Por consejo de su abogado J.F.C.V. se conformó ayer con tres años de condena en vez de los seis que pedía el fiscal y en el gremio de choros y maderos ha quedado ya para siempre como “el del queso”, mejorando categoría ha dejado de ser el simple de toda la vida, para alcanzar la categoría de simpático. La policía de Córdoba, la noche de Reyes del corriente, hizo un “tuit” que también quiso ser simpático advirtiendo que “no te la den con queso” con una fotografía de la comida de los niños, abierta. 
     
Al menos, J.F.C.V., agachó la cabeza cuando lo pillaron y asume su pena con esa característica sonrisa que delata a los culpables. Un servidor echa en falta que profesionales de las ciencias del comportamiento -haberlos, háylos- expliquen científicamente el sonreír delincuente. Yo soy un cateto, pero no hay telediario en el que no asomen rostros hipócritas que me dan el pálpito y me salga un “Huy ééééseee..”.  A la espera del choquetazo de los Pedros y Pablos malos he decidido quitarme unos días de “la caló” infernal (esto hay que vivirlo porque no se puede explicar) y honrar al San Pedro patrón de Burgos que seguro permitirá que duerma lo que necesito.

Napoleón

San Agustín


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Cuando parecía que Europa se hundía, la Providencia nos envía a Macron, el Napoleón de la Abstención (¡rondando el 60!), como diría Hughes.

Europa es el nombre oficial de la Unión Europea, el casino del bar de oficiales que montó el ejército de ocupación para tener ocupados a los pendencieros europeos. Hoy lo regenta frau Merkel y su relaciones públicas es Macron, que quiere que vuelva Inglaterra.
La otra vez que se perdió Inglaterra, en Europa mandaba San Gregorio, quien envió a recuperar las islas a San Agustín. Ahora manda frau Merkel, y envía a recuperar las islas a Macron, en cuya esposa, Brigitte, los socialdemócratas del aluvión macronita creen ver a Santa Mónica, madre del Doctor de la Gracia.

La socialdemocracia –dice John Grayha sido reemplazada por una oligarquía de los ricos como parte del precio de la paz.
La abstención macroniana la describió Gray hace diez años: la industrialización, que nace en Inglaterra, se hace global y alumbra a la clase obrera; en su nueva fase, la industrialización convierte en superflua a esa clase (y a las demás); cada vez son más las personas económicamente innecesarias; en palabras de Moravec, “casi todos los seres humanos trabajaremos para divertir a otros seres humanos”; la vida burguesa se basaba en la carrera profesional, casi desaparecida; como religión, queda la fe (superficial) en el futuro; sólo los ricos están a cubierto; la plebe vive al día: la clase media es un lujo que el capitalismo ya no se puede permitir; el Estado del bienestar fue un subproducto de la guerra; el igualitarismo de posguerra fue la secuela de la movilización de masas; pero la las guerras ya no las libran  reclutas obligatorios y se ha relajado la presión para mantener la cohesión social.
Los ricos pasan la vida sin contacto con el resto de la sociedad. Y mientras no amenacen a los ricos, a los pobres también se los puede dejar que hagan lo que quieran.
Y lo que hacen, los muy “enfoirés”, es que no votan Macron. Ni nada.

Miércoles, 21 de Junio


El Gobierno está poniendo en práctica la opinión pública del momento.
Gladstone (sobre la guerra contra Rusia)

martes, 20 de junio de 2017

Superlativos

Fray Luis de León


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Pedro Sánchez no es sino la crema de lo nuestro, este Estado de Partidos que vive de cazar cada día un drógulus.

Suponga, padre –dice el filósofo Ayer al padre Copleston en un debate sobre lógica en la BBC–, que digo “Hay un drógulus allí”, y usted dice “¿Qué?”, y yo replico “Drógulus”, y usted pregunta “¿Qué es un drógulus?” Bueno, digo yo, no puedo describir lo que es un drógulus porque no es la clase de cosa que usted pueda ver ni tocar, es un ser incorpóreo. Está allí. Hay un drógulus justo detrás de usted, espiritualmente detrás de usted.” ¿Tiene eso sentido?
Lo más divertido del Estado de Partidos es el esfuerzo de sus propagandistas (profesores, tertulianos) por encontrar un sentido a los drógulus de la dieta partidocrática.
González nos trajo el drógulus de las Autonomías (con el único fin de colocar al socialismo/falangismo provincial), y el drógulus de las Naciones había de traerlo Sánchez, el tipo que hizo soriano a Machado, cuya infancia no sería un limonero de Sevilla, sino un torrezno de Soria.

Nación de naciones era el término americanista para ponderar a España como nación partera de naciones en el nuevo mundo, pero Sánchez no sale de España, con lo que nación de naciones sólo puede ser superlativo (a tanto no se atrevió Franco, ya ven), un no va más de nación, obra de un tonto de tontos (el idiota en el sentido griego).

Fray Luis tradujo “Cantar de cantares” y lo metieron en la cárcel, cosa que no ocurrirá con Sánchez, quien, sin embargo, también ha vuelto al púlpito con un “Decíamos ayer…”
Borges tiene contado por ahí que la traducción de Fray Luis se debe a que los hebreos no tienen superlativos, y su forma de decir “la mayor canción” o “el mejor cantar” es “cantar de cantares”, como “rey de reyes” o… esa “nación de naciones” de Sánchez, quien sólo sería un fascista que no lo sabe, enfrentado, encima, a Cebrián, el académico que hubiera querido atar a ese drógulus por el rabo y cobrar a Sánchez por el superlativo.

Martes, 20 de Junio


El cielo y la tierra son implacables. Los seres de la creación son para ellos meros perros de paja.
Lao Tzu

lunes, 19 de junio de 2017

Quedarse en pinquis

Patas-Blancas,
 los pinquis de Vega-Villar


Hughes
Abc

Estaba escribiendo la columnita de televisión y se me ha venido a la cabeza el asunto de los pinquis, esos calcetines de niña que llevan ahora los hombres.

Son de niña, pero quizás sea una influencia de los runners, que los llevan para evitar el frotamiento. En algún momento, un runner decidió ponérselo en el mocasín para ir a tomarse luego el zumo de melocotón en la terraza del barrio. Ese runner que dio el salto del pinki deportivo al pinqui informal fue un poco como el ser que pasó el VIH del reino animal a los humanos. Los pinquis o pinkis, no lo sé, son la renuncia al calcetín. O sea, hemos llegado al punto en que molesta hasta el calcetín, que era la prenda más simpática, más ingeniosa y modesta.

Los pinkis se llevan con pantalón corto o pantalón largo porque el objetivo de todo es lucir tobillo. Eso es todo. Es falso que el pie se airee, el pie va enguantado como con un neopreno. El hombre moderno entiende que ha de darle el fresquito en los tobillos, pero sobre todo busca la coquetería. El hombre ha redescubierto su tobillo, se ha mirado tanto al correr que quiere lucir anca y que la extremidad se vea entera a imitación de lo náutico. Ese zapato sin calcetines está muy bien cuando eres parte de la tripulación de un “Bribón”, pero si tu vida es el asfalto, el zapato acaba putrefacto y con olor a tabla de quesos. La bermuda y el polo no eran suficientes. Ahora el hombre va fresquito, enseña el tobillo y parece que tiene la pierna más estilizada, aunque esto sigue sin resolver el asunto fundamental de la pantorrilla masculina, lo más repulsivo que hay ahora mismo en las calles.

Se es homosexual no en virtud de si apetece o no apetece el miembro viril, sino en función de la repugnancia o no que despierta la pantorrilla masculina. Es algo que no se puede ni mirar. El caso es que los pinkis se han convertido en un “must”. Ahora, si tú decides ir con calcetines, pareces Jaimito. Te sacan cantares. E insisto en que quitarse unos y otros, ir a zapato desnudo, sólo se puede hacer si luego aplicas esos polvillos desinfectantes, el mítico peusec (la diferencia de los pies respecto a cualquier otra parte del cuerpo se explica en que el desodorante no solo se echa en los pies sino en el propio zapato).

La persona que más ha hecho por el pinqui ha sido Cristiano Ronaldo con esa foto en la que salía leyendo en el sofá sin zapatos. Le dio naturalidad a una prenda que sirve para engañar, también razón de ser doméstica. Cuando Alfredo Landa se desnudaba delante de la sueca se quedaba en calcetines. Esto nos dio confianza durante algunas generaciones. Pero esta gente… ¿se queda en pinqui? ¿Cómo puede un hombre quedarse en pinquis y ser tomado en serio?

Cristianófobos: exaltados y moderados



Scruton


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    El jardín tributario de Cristiano Ronaldo (seguramente la Lola Flores de la campaña fiscal del 17) divide a los cristianófobos (“¡ese portugués / qué hijo p… es!”, berreaban las aficiones futboleras en los estadios de la Españeta) en exaltados y moderados, dos senderos que se bifurcan.

    –¡Que se j…, por chulo! –concluyen los exaltados.
    –¡Que pague, como pagamos todos! –concluyen los moderados.
    
La cristianofobia es interpretable, mas no explicable. La explicación requiere de una ciencia pues, como avisa Roger Scruton, nadie entiende las tragedias de Shakespeare por medio de encuestas y experimentos, ni el “David” de Miguel Ángel gracias a la cristalografía del mármol, ni, por supuesto, el fenómeno de Cristiano Ronaldo por las proporciones del Hombre de Vitruvio.
    
La chulería atribuida a Cristiano Ronaldo no se considera en Messi, lo cual tiene que ver con la belleza. Messi es feo como un gnomo de cuento escandinavo, pero Cristiano Ronaldo es bello como un armado de la Macarena. ¿Por qué existe y qué hace por nosotros la belleza? Para Scruton, que cita “The Matin Mind” de Geoffrey Miller, el problema de la belleza, pasado por el darwinismo, se asemeja al de la cola del pavo real. ¿Por qué el pavo real malgasta sus recursos (¡haciéndose pasto de depredadores!) sólo para exhibir un generoso surtido de hermosas plumas? El darwinismo, que hoy lo explica todo, explica que la belleza importa como signo de aptitud reproductiva:

    –Los atributos (¡y los tributos!) superfluos son la dote de organismos que van sobrados de energía.

    Si las pavas distinguen a los pavos por el tamaño de la cola, también los seleccionarán por su actitud reproductiva, y la presión evolutiva hará que la cola sea cada vez más grande hasta que el pájaro se derrumbe bajo su peso. Es la misma razón que lleva a los cristianófobos a tatuarse o escribir poemas, pues con estas superfluidades exhiben sus recursos biológicos.
    
Las mujeres se rinden a los artistas por la misma explicación que las pavas se rinden a las glamurosas colas.
    
De aquí el grito científico “¡Que se j…, por chulo!”, del cristianófobo exaltado, cuyo calentón le impide gozar de la finura jurídica de este pertinente tuit de Don Hilarión: “En las condenas por delitos de evasión fiscal, debería considerarse siempre la atenuante de defensa propia”.
    
Y al huir del “cabronismo” de lo cristinófobos de la exaltación caemos en el idiotismo de los cristianófobos de la moderación (“¡Que pague, como pagamos todos!”), socialdemócratas de toda la vida que no han leído la “Fiscalidad voluntaria y responsabilidad ciudadana” del alemán Peter Sloterdijk:
    
¿Cómo se pensaría el ciudadano a sí mismo, si los impuestos, en lugar de ser obligatorios (por un proceso histórico de coacción, parcialidad y habituación), fuesen voluntarios (en España sólo conocemos el caso, realmente incomprendido, de Amancio Ortega)?
    
Tomemos, para no señalar, el ejemplo alemán: millones de ciudadanos, 80; generadores de ingresos, 40, de los que están excluidos 15 por no alcanzar los ingresos mínimos; 5 millones aportan el 75 por 100 del IRPF, y 20 millones, el 30 por 100 restante.

    A los del “¡Que pague, como pagamos todos!” pregunta el filósofo, para quien un ministro de Economía moderno es un Robin Hood que ha jurado la Constitución: ¿No merece el colectivo que tributa que se le reconozca como un rendidor de personas que sostienen el país y no como seres continuamente en deuda?

    –La democracia se haría sinónima de una escuela de la generosidad, y mientras la voluntad de contribuir no fuera la primera característica de esa sociedad, sólo con reparos podría hablarse de democracia.

Sloterdijk

ASENSIO vs RAÚL

    La consagración mundial de Asensio, el gran zurdo que llega, ayudará a olvidarse de Raúl a aquellos que todavía no lo hayan hecho. Asensio es muy bueno, y sabe mejor porque era un bocado del Barcelona, igual que ocurrió con Raúl, que también era muy bueno, y mejor que sabía porque había sido un bocado del Atlético. Asensio es superior a Raúl por su capacidad de aprendizaje: Raúl lleva una vida con Valdanágoras, y, sin embargo, con “la húmeda”, como decían los castizos, no pasa del “Bueno, sí, ¿no?”. El resto de carencias las enumera el propio Raúl: un Balón de Oro, algún título con el Combinado Autonómico… y una despedida del Bernabéu como, según él, hubiera merecido, aunque, así las cosas, ¿qué hubiera podido merecer Alfredo Di Stéfano?