martes, 31 de octubre de 2023

La escalera


William T. Cavanaughh


Ignacio Ruiz Quintano

Abc


Criado en la fe y el ejemplo del Islam (hasta su conversión al cristianismo, que “duró seis años”), Mosab Yousef, autor de “Hijo de Hamás”, 2010, dibuja la vida islámica como una escalera que tiene la oración y la alabanza a Alá en el primer peldaño: “Los escalones del medio representan la ayuda a los pobres y a los necesitados, el sostenimiento de la beneficencia…”

Y el peldaño más alto es la “yihad”.

Como agente doble que fue, Mosab Yousef tiene dos perspectivas: la de Israel, que en los nacionalistas de la OLP veía un problema político necesitado de una solución política; y la de Palestina, donde Hamás convirtió el problema político en religioso, necesitado, por tanto, de una solución religiosa, “lo cual significa que nunca podrá ser resuelto”.

Guerras y religiones. En “El mito de la violencia religiosa”, 2009, el teólogo católico William T. Cavanaughh desmonta la leyenda del Estado como Séptimo de Caballería que aparece para imponer la paz finiquitando las guerras de religión, cuando, bien mirado, fue el Estado el instrumento belicoso para arrebatar sus poderes a la “religión”, concepto, por cierto, que aún está por definir en su sentido moderno.

Charles Tilly, historiador norteamericano, atribuyó el éxito europeo del Estado-Nación a su capacidad para extraer recursos de la población: sus impulsores dieron con la máquina de hacerlo, y a la vez, de contener los esfuerzos de esa población por resistirse a la extracción.

En un artículo titulado “Guerra y construcción del Estado como crimen organizado”, 1985, Tilly propone la analogía del “impuesto revolucionario” para explicar la formación del Estado occidental: “La afirmación de que los Estados nacientes ofrecían a sus ciudadanos protección contra la violencia ignora el hecho de que el Estado mismo creaba la amenaza, y luego cobraba a sus ciudadanos por reducirla”:

El retrato de unos hombres que hacen la guerra y el Estado como empresarios que buscan sus propios intereses y los imponen por la fuerza se parece bastante más a los hechos que sus alternativas: el contrato social, etcétera.

Cavanaugh reúne muchos datos que sugieren que la transferencia de poder hacia el Estado emergente fue causa, y no solución, de las guerras del XVI y XVII: “Las llamadas guerras de religión surgen como guerras que libran las elites constructoras del Estado con el propósito de consolidar su poder sobre la Iglesia y otros rivales”.

El concepto de religión que usan los teóricos es un invento del Estado liberal moderno. La distinción religioso-secular va acompañada de la invención de las dicotomías privado-público, religión política e Iglesia-Estado.

Para Cavanaugh, la idea de que la religión causa violencia podría no ser una simple observación empírica neutra, y tendría una función ideológica encaminada a legitimar cierto tipo de prácticas y a deslegitimar otras.


[Martes, 24 de Octubre] 

El #1 siempre fue Raúl



Orlando Luis Pardo Lazo

Hypermedia


Hasta en el carnet de identidad. Al que, por cierto, le falta una cifra: sólo tiene 10 dígitos, en lugar de los 11 clásicos de todos los cubanos.


La letra, por cierto, es la del propio Fidel. En 1976, él mismo era quien se dedicaba, durante horas y horas no recogidas por la historia, a rellenar los carnets de todos y cada uno de los cubanos. El tuyo también: si lo conservas, revísalo y verás.


Fidel Castro fue eso. El número 2. El ventrílocuo de su hermanito menor. Un vicecomandante barbudo bajo las órdenes de un general lampiño.


No lo digo con alegría o venganza, sino con pena propia. Se nos fue la vida bajo la botaza verde oliva de un error estadístico. Sometidos por la retórica ridícula de un segundón.


El número 1 siempre fue Raúl.


Tú los duermes en público, Fidel, del malecón para afuera. Que, del malecón para adentro, yo te los meto en cintura, Fidel.


Tú, concéntrate en discursear maravillas, Fidel, hechízalos. Mientras yo puntualmente te los despingo, desde la Sierra Maestra hasta la Plaza de la Revolución.


La foto de este lunes no es un meme, aunque lo parezca. Actualmente se está exhibiendo en el Centro Fidel Castro de La Habana.


Raúl Castro, fallecido en noviembre de este año, no se quiso ir sin dejarnos este mensaje en clave:


Reverencien o resabien el recuerdo de la Revolución. Da igual. Ustedes, los cubanos, nunca tendrán ni la más puta idea de la gloria o la grosería que se ha vivido

Martes, 31 de Octubre

 



Porcheta Umbra

lunes, 30 de octubre de 2023

El mantón de Sergio Ramos




Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Lo dijo en la víspera Ancelotti, que cada día habla menos y dice más cosas: “Sin el gol de Sergio Ramos en Lisboa, yo no estaría aquí”.


    Aquel gol hizo que Canelita se creyera tan importante o más que el presidente en el Real Madrid: jugó esa baza en su renovación, y perdió, frustración que le llenó la barriga de gatos que el sábado, en Sevilla, salieron todos a relucir. Había que congraciarse con el sevillismo, que nunca le perdonó su fuga a Madrid. A Bellingham (¿quién es Bellingham?) le dio arriba y abajo. También a Camavinga. Y no faltó la mueca poligonera con Rudiger. ¿Cómo pudo este tío estar siglo y medio de capitán en el Real Madrid?


    De central, pase. Ves enfrente a Alaba y reconoces qué bien estaría aún en ese puesto Sergio Ramos. A su “hat-trick” intelectual en el derbi, Alaba, que no es central, sumó en Sevilla un autogol de bandera que sirvió para que los loros de la TV disculparan a Arrizabalaga (para ellos, Kepa): “Es que viniendo el remate de un compañero es imposible para Kepa”, fue el argumento. Pero el caso es que la sombra de Courtois se hace cada día más alargada; él era la verdadera cubierta del Bernabéu. La justificación de Arrizabalaga en Sevilla fue el cabezazo que le sacó a Sergio Ramos, evitándonos a todos el bochorno de la celebración que hubiera desatado el autor del gol de Lisboa.


    Su gol de Lisboa es el “mantón bordao” de Canelita en el fútbol.


    –¡Que no vendas tú, “manques pases jambre”, / tu mantón “bordao”!


    Ésta es la clave de toda la actitud social de Andalucía: los demás pueblos luchan para no “pasar jambre”. Andalucía lucha, cuando lucha, por su “mantón bordao”. Esto lo explica Pemán en su “Sociología andaluza”, que no sabemos si tiene que ver con ese “madridismo sociológico” al que en Barcelona atribuyen los pagos del Barcelona al árbitro “senyor” Negreira.


    En la visión de Pemán, Canelita tiene algo de rey destronado, de ángel caído. Cuando, para saludarse unos a otros por la vereda, sobre el borriquillo blanco, se tocan levemente el ala del sombrero, parece que sonríen levísimamente y que aluden a un mismo pensamiento de oro: “¿Te acuerdas?” Por eso su “cante” tiene languidez de canto moro de caravana. Y por eso la copla madre de todas las coplas, se llama “soleá”, adaptación de la “saudade” portuguesa, oscila entre la melancolía y la añoranza. Y por eso cuando el campesino andaluz, liando un cigarro, empieza un cuento, dice invariablemente: “Hubo una vez un rey…”


    –¡De esto es, pues, de lo que se acuerda el andaluz. No de la gloria de América o del Califato, sino de “un rey” que “hubo una vez”


    Hubo una vez un Canelita. Y hoy hay otro; tan otro que, para hacer afición en Nervión, ha llegado a decir: “Ahora me toca sufrir los arbitrajes”. Y como sea que la concausa de la causa es causa del mal causado, el arbitraje del sábado arrasó al Real Madrid en Sevilla, sin que en ninguna de sus distintas salas (el falansterio de Cantalejo tiene más salas que el Supremo) se diera nadie por escandalizado, pues el escándalo, como ha dicho Guardiola en Inglaterra, no eran los pagos a Negreira, sino cómo jugaba de bien el Barcelona. Y ponía cara de Raphael para acogotar al periodista inglés:


    –No me importa que murmuren / Y que mi nombre censuren / Por todita la ciudad / Ahora no hay quien me detenga / Aunque no pare la lengua / De la alta sociedad. / Escándalo, es un escándalo / Escándalo, es un escándalo


    Guardiola y la calle saben que nada va a pasar, puesto que el río de la Amnistía lo limpiará todo, y por eso se permite bromear con enviarle videos de “su” Barcelona (“el escándalo era cómo jugaba aquel equipo”) a un plumilla inglés en cuya cabeza todavía andará dando vueltas Ovrebo en la eliminatoria con el Chelsea en Londres. ¿Negreira? Otro invento del “madridismo sociológico” (?), al decir de Laporta, que no sabe, el hombre, que “sociología” es un “flatus vocis”, es decir, que no existe.


    Contra aquel “escándalo” de equipo guardiolés, cuando la edad dorada de Negreira, hubo de jugar en el Real Madrid nuestro Canelita, y, sin embargo, es ahora cuando ha de “sufrir los arbitrajes”: el arbitraje del sábado (árbitros de campo, sala Var y Cuarto de los ratones) lo torturó perdonándole dos goles, un penalti y varias pirulas de amonestación. Si Kepa no desvía su cabezazo, Canelita estaría hoy contoneándose por la Castellana envuelto en su “mantón bordao”. Para el Clásico, que manden a Barcelona a Iturralde, ese duende como de “La Oficina Sniestra” de Pablo San José, que firma autógrafos en las tarjetas.


SEIS PENALTIS


    El enésimo Balón de Oro de Messi (darle Balones de Oro a Messi viene a ser tanto tonto como darle Oscars de Hollywood a Andy García) pasará a la historia como el Balón de los seis penaltis de Catar, sede del Mundial concebido (palabras de Infantino) para “reparar la injusticia que supone que Messi no tenga un Mundial”. De los seis penaltis catarís lanzados por Messi uno acarreó consecuencias nefastas para un gran futbolista, Dembelé, que en la Final tuvo la desgracia de contactar con Di María en el área y activar el pito del árbitro que señaló el punto fatídico, que resultó ser una especie de “ictus” en la carrera del extremo francés. Ni en Barcelona ni en París ha vuelto a ser el mismo. 

[Lunes, 23 de Octubre]

Lunes, 30 de Octubre

 


Italia

domingo, 29 de octubre de 2023

Por San Judas Tadeo

 

Cintas petitorias a San Judas

 

Francisco Javier Gómez Izquierdo

              El 28 de octubre de 1973, hace medio siglo cabalito, debutó Johan Cruyff con el Barcelona ante el Granada. Aquel día marcó dos goles y empezó a escribirse una época en la Historia azulgrana. No por casualidad, el estreno de Cruyff, para servidor el hombre de fútbol mas inteligente que haya nacido de mujer, coincidió con la festividad de San Judas Tadeo o de Alfeo. Si Alfeo era hermano de San José, este Judas "el Bueno", era primo de Jesucristo y por eso los que se saben la Biblia, hasta en verso, sospecharon al santo harto milagrero por parentesco divino. Desde entonces el Barça se cree divinizado y que todo lo hace bien y bonito... y si caro, alguien pagará.


              Hoy, día de San Judas el de Alfeo y María la de Cleofás, un pelotero que aún no se sabe lo que dará de sí, se ha plantado donde hace 50 años un mito deslumbró a un público derrotista y enfermizo que inventaba afrentas extravagantes para justificar impotencias, y ha hecho lo mismo que aquél: decir "aquí estoy yo". Los que asemejan a Bellingham con Di Stéfano, creo que están mas acertados que los que lo hacen con Zidane. Cierto es que la elegancia cuando corre e incluso cuando anda -Luis Aragonés decía que "a los buenos se les conoce nada más verlos andar"- llama más la atención que el trotar de la Saeta, pero ese llegar al área, ese talento innato para ponerse donde va a llegar un balón que ¡¡¡Modric va a controlar mal!!, el sensacional remate de cabeza o el preciso chut desde fuera del área son pertrechos y bagajes que otros acarrean de uno en uno, mientras el Milord inglés los carga y maneja todos con una soltura que empieza a resultar para los rivales mas terrorífica que temible.

 
          Estaba el Barça-Madrid entretenidillo con un Madrid que adolecía de cierta modorra. Al Barça le puso franco el partido una torpeza de Alaba y aunque la culerada siempre ha presumido de artistas, los mejores estaban siendo dos obrerotes: Gavi, un zapador, y Fermín, al que por jerarquía y con ese nombre de mayordomo era cosa segura que iba a ser sustituido. Se dirá que Xavi se equivocó en los cambios, que entre Gavi, Fermín y Ferrán tenían bien vigilado a Belligham, que el cansancio, que patatín y patatán.., pero lo verdaderamente cierto es que el cinco merengue tiró de inspiración y lanzó un balón que sorprendió a todos los públicos; a los que estaban en Montjuich  y a los que estábamos en el sofá. Los jugadores fuera de categoría son los que fabrican esos goles en los partidos importantes. Son grandiosos en los grandes festejos. El empate trastornó el planteamiento de Xavi, y Bellingham, al que sólo se le había visto en el zurriagazo del empate se convirtió en gigantesca invisibilidad y apareció allí, donde nadie lo esperaba, donde se camuflan los killers, donde sólo saben estar los elegidos... y ¡pam! victoria al canto. Es muy bueno Bellingham. Cruyff lo hubiera fichado, seguro.

 
    Como digo, quizás el día fuera propicio para que los excelentes den ejemplo a los mediocres y animen a éstos a esforzarse en sus trabajos. En Córdoba son legión los que se encomiendan a San Judas Tadeo.

¿Elecciones?


Cardenal Segura


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Sabemos que Pablemos dice “democracia” por no decir “dictadura”, palabra con mala prensa (lo dice él en un youtube), pero como buen farsante habla de Felipe VI como de Pío XII hablaba el cardenal Segura (por cierto, el único opositor serio que tuvo Franco en vida), pero con coleta, “estrepitoso por sus firmezas y sus inconformismos”, que en sus sabatinas citaba al Papa puntualizando:

Nuestro papa, Pío XII, felizmente reinante, y al cual yo no voté
El muñeco de Pablemos es Sánchez, que tampoco es de mucho votar y a quien el otro día, en el Desfile, una pobre gente pedía… “elecciones”.

Las costuras del sistema europeo se rompen como consecuencia de la falta de representación de los Estados de Partidos, donde el voto en la urna es como la moneda en la máquina expendedora: quieres un sándwich de pollo y un marlboro y te sale un sándwich de atún y un celtas corto. Es la “magia” del sistema proporcional, que, dicho por Leibholz, su ideólogo, elimina cualquier atisbo de representación y, “superando a Rousseau”, conlleva la integración de las masas ciudadanas del partido en el Estado, al sustituir el principio de representación con el de identidad. Por eso la propaganda socialdemócrata llama populismo a la representación y se despliega con furor contra Trump y el Brexit, fenómenos sólo al alcance de los dos sistemas representativos, americano e inglés, que conocemos.
Estas cosas debían sonarle incluso a Felipe González, siquiera por amistad con Manuel García Pelayo, autor de “El Estado de Partidos”, después, ay Saulo, de lo de Rumasa. Pero no le suenan, y este domingo se pasó por el asilo, creyéndose Arístides Briand, a presumir de lo que carece, llamando “democracias iliberales” (?) a Polonia y Hungría porque no respetan los fundamentos… “¡de la democracia representativa!”, o sea: principio representativo en la sociedad, principio electivo en el gobierno y principio divisorio del poder en el Estado. Morro es poco.

Y los liberalios, mientras, de copas con Pinker.


Octubre, 2018 

En busca de la prevalencia de los idiotas (XXXI): la evolución moral del idiôtês griego


 

Sócrates


Martín-Miguel Rubio Esteban


La épica homérica retrata al hombre como sumergido e infiltrado en el mundo. Los estados mentales y las acciones asociadas con ellos son con frecuencia representados como tramados por los dioses o por alguna parte del hombre que se opone a sí mismo como algo integrado. El hombre se compone de partes que no están estructuradas, ni constantemente diferenciadas en términos de cuerpo y alma, o de razón y emoción. La vida mental se concibe no como algo interno y limitado por una fuerte noción de uno mismo, sino como algo público, un proceso en el que intervienen dioses individuales o una interacción entre partes personificadas de los hombres. Este punto de vista del hombre como abierto e interpenetrado por fuerzas entendidas como externas –lo vemos muy bien en la obra de Séneca, por otra parte– es apropiado a un mundo en el que el hombre está profundamente encajado en una unidad social, y él mismo no tiene experiencia ni de estar aislado ni de ser autónomo. Sin embargo, el hombre individual no se disuelve; cuando está movido por un dios o por alguna parte de él mismo, es el hombre entero el que se mueve. Posee una integridad funcional. Así, perfectamente expresado, en la Ilíada Agamenón afirma que «él no es responsable de» o que «no es la causa de» (ouk aitíos ) su cólera contra Aquiles, ya que Zeus y el Hado y Las Furias Vengadoras «le pusieron dentro de su juicio un salvaje engaño (atê)» ( Il. 19.86; cfr.2.375 y 9.17). Cuando Agamenón niega que él sea el responsable de su ira tampoco está sosteniendo que él haya actuado de mala gana ni invoca cualquier otra consideración subjetiva, sino que afirma que «la deidad tendrá siempre su camino» ( Il. 19.89 ). Los dioses literalmente le quitaron su juicio, le engañaron; para ilustrar su declaración Agamenón nos ofrece un cuento acerca del poder de la diosa Engaño (Atê) ( Il. 19.91 ). La participación del agente es mínima: gobernado por «un engaño salvaje», Agamenón despoja a Aquiles de su premio ( Il.19.89 ). Como él mismo no ha sido la causa de su propia ira y de sus terribles consecuencias, dado que todo el conocimiento y el poder se encontraban en las manos de los dioses, Agamenón manifiesta su complaciente deseo en «hacer todo el bien que le sea posible y devolver los regalos con abundancia» (Il.19.137; cf. 9.119). Es decir, ni su ofensa ni su ofrecimiento de paz nacen de ninguna reflexión sobre él o sobre su honor; las dos cosas son elementos de un designio divino, y divinamente motivado. Toda la acción de la Ilíada parte de la perspectiva de una obra de los dioses, que intervienen directamente para guiar las relaciones entre los mortales. En general, esta intervención toma la forma de suscitar o de calmar a los hombres de un modo explicable en términos humanos, o de tener relaciones con ellos directamente, como un hombre que está con otro. El fenómeno de la atê, la chifladura causada por una ceguera enviada por los dioses, se invoca cuando el hombre está obligado a hacer algo temerario, ignorante, imprudente, finalmente desastroso; algo que no se hubiese llevado a cabo de otro modo, pero algo que el hombre racionalmente no podría desear hacer. Tales acciones están traspasadas, explicadas y excusadas como la obra de una divinidad o un espíritu. (Compárese la tendencia moderna, tan criticada por Isaiah Berlin, de un jurado a creer que una madre que asesina a sus hijos debe estar o ha estado loca y, por consiguiente, es inocente).


     A pesar de todo, el acto de un hombre engañado por los dioses sigue siendo en cierto sentido su acto; antes de ofrecer su excusa, Agamenón reconoce que los griegos le han censurado por su cólera con razón, e incluso mientras él mismo se está disculpando no niega que él mismo (en cierto sentido) realizó lo que los dioses deseaban llevar a cabo. Para restaurar el orden que los mismos dioses, por sus propias razones obscuras, le han hecho desbaratar, Agamenón debe ofrecer una restitución. El hecho de que fuese engañado es relevante para la valoración de la culpa y la responsabilidad, pero sea cual sea el motivo, un orden objetivo ha sido amenazado y debe restaurarse en su integridad. En la Grecia Antigua, sean cuales fueran las circunstancias de, digamos, el acto de un asesino, la consecuencia era una contaminación. Este aspecto objetivo del crimen, a saber, la responsabilidad implícita en el puro acontecimiento de un acto que ofende al orden sancionado por los dioses, persistió siempre a lo largo del desarrollo de la moralidad del hombre en el marco de la pólis. La ciudad donde se había producido el crimen tenía que ser descontaminada con agua lustral y ritos apotropaico llevados a cabo por los sacerdotes. En la esfera de una causalidad cósmica o divina, como en el caso de Agamenón, la cuestión de la responsabilidad subjetiva no necesita plantearse. La conciencia de Agamenón fue literalmente asaltada por fuerzas oscuras. Pero con la aparición de instituciones cívicas y de la ley, se interpreta el papel causal del agente en términos más subjetivos. Las condiciones que se suponen afectan a la responsabilidad del hombre permanecen conectadas con aquellas que se encuentran en el punto de vista homérico, a saber, la ignorancia y la compulsión: el héroe homérico no puede comprender las fuerzas que lo mueven. En el período posterior, no se considera generalmente que la conciencia del hombre haya sido invadida. Pero el modo de pensamiento es estructuralmente similar, y esta continuidad implicó una paradoja: desde una perspectiva, un delito era esencialmente un error, una falta, el producto de la ignorancia. Es decir, era la ignorancia la que causaba, o mejor, constituía, el delito; y sin embargo era también la ignorancia la que lo excusaba, la que marcaba la ausencia de una participación consciente. La perspectiva primera presenta al hombre, lo mismo que a las flechas y a los animales, como parte de un orden cósmico, orquestado por la divinidad. La participación consciente del agente está ella misma controlada por los dioses, y su ignorancia es la señal de su status como instrumento. Por consiguiente, no sorprende que sea también su ignorancia la que limite el campo que está más allá de su control. Es así como el intelectualismo socrático está arraigado por completo en la antropología griega, como ya nuestro gran Antonio Tovar descubriera.


     La preservación del orden social, e incluso del orden divino en tanto en cuanto sea inteligible, es responsabilidad del hombre, sin embargo, puede estar inspirada por los oscuros designios de la divinidad. Para el Agamenón de Ésquilo, el conflicto implícito en la doble causalidad es espantoso. Incluso las acciones imprudentes y desastrosas son el producto de la deliberación y la determinación divina. Al decidir sacrificar a su hija Ifigenia, Agamenón «se pone bajo el yugo de la necesidad» ( Ag.218 ). Decide sacrificarla, a sabiendas y deliberadamente, pero también de acuerdo con las determinaciones de los dioses. Un cambio en el centro de gravedad de la doble causalidad está marcado por el papel de la ilusión engañosa, «átê»: en Homero átê es la causa de la cólera de Agamenón, y actúa en conformidad consigo mismo, en tanto que en Ésquilo átê pone en condiciones a Agamenón para actuar en una decisión que él mismo ha tomado ( Ag. 219 ). Aunque se invoca la divina átê como una explicación de la locura y la imprudencia humanas en una variedad de contextos hasta el mismo siglo IV, sin embargo, se percibe claramente un cambio conceptual. El cambio no es un cambio en los criterios de responsabilidad: ya en Homero, la ignorancia y la compulsión se consideran como hechos exculpatorios. La diferencia descansa en el alcance en el que la responsabilidad personal – conocimiento y actuación personales – es de hecho un rasgo distintivo de la experiencia del hombre en la participación del orden del mundo. El hombre llega a diferenciarse más claramente del orden social, y a marcar los límites entre lo interior y lo exterior. Se experimenta él mismo como una fuente de orden y control, a expensas del orden cósmico encarnado en el término de la providencia o fortuna, týchê. La transición desde un orden impuesto externamente en el que el hombre figura como un agente totalmente inconsciente a una participación consciente en un orden todavía externo y misterioso, y eventualmente a una autodeterminación que declara su potencial independencia de la tychê o control externo, es finalmente una transición política. Es la comunidad política, la pólis, libertada del poder arbitrario y autocrático de los nobles o los tiranos y ordenada por una ley común (nómos) la que expresa a la vez la autonomía del hombre y su participación en un modelo divino. El nómos divinamente sancionado se construye por los aristócratas y se aprueba por el pueblo. El orden político es la imagen de un orden divino inteligible (no obscuro ni arbitrario), entregado por los poderosos tradicionales, los nobles, cuya autoridad era tanto religiosa como política. Este noble origen produjo al nivel de la pólis no sólo que el agente del nómos fuese divino, sino también que el buen orden o la buena ley (eunomía) fuese una diosa. Dentro de esta esfera ordenada, los hombres persiguieron sus propios fines de acuerdo con determinaciones sociales. Tal como el rey espartano Demarato, de acuerdo con Heródoto, dijo al describir a los espartanos al rey de Persia: «Son libres aunque no completamente; porque el nómos es su amo, a quien temen mucho más que tus hombres a ti» (Herodoto 7.104).Heródoto asocia la libertad ateniense con la huida de la ciudad de la tiranía arcaica de Pisístrato y sus hijos (546-510 a. C.). Sostiene que la libertad es la fuente de la bravura: «En tanto estuvieron oprimidos por la autoridad eludieron su deber deliberadamente en el campo de batalla, igual que los esclavos se zafan de trabajar para sus amos, pero cuando se conquistó la libertad entonces cada hombre de entre ellos tuvo interés en su propia causa» (Heródoto 5. 78). Aquí, como en otras partes de las Historias de Heródoto, el contraste significativo no está entre la democracia y la oligarquía o la tiranía, sino entre la libertad, por una parte, y el poder irresponsable y despótico (y estrechamente interesado), por la otra. Atenas y Esparta caen al mismo lado de esta división: se tiene a ambas como órdenes políticos libres y responsables. El tratado médico Aires, Aguas y Lugares repite el punto de vista de Heródoto de que ser miembro de una comunidad ordenada por la ley es ser libre y, por consiguiente, valeroso. Si la comunidad política griega estaba en un principio concebida, tanto por los espartanos como por los atenienses, en contraste con el despotismo representado por los tiranos locales y el rey persa, como el orden creado gracias a una interacción pública al servicio de la ley, sucedió que los atenienses que lo seguían de forma explícita examinarían y corregirían esta concepción de la libertad y la autonomía del hombre. Los desarrollos políticos en Atenas desataron y en ocasiones rompieron los frenos de la jerarquía tradicional que se habían convertido en mediadores en la relación entre la interacción social y el orden sancionado por los dioses. Estosnuevos cambios impulsaron a los atenienses a tener conciencia de ellos mismos en términos específicamente políticos, más que en términos de relaciones sociales y económicas constitutivos del orden tradicional. A principios del siglo VI a. C., como resultado de los cambios económicos que habían reducido a muchos de los residentes más pobres del Ática a una condición de servidumbre virtual o real, y elevado a otros a una posición desde la cual estaban dispuestos a desafiar el monopolio aristocrático en el poder político, las reformas de Solón buscaron la homogeneidad social y la armonía. Los conflictos sociales se resolvían a través de la forja de una solidaridad genuinamente política. Solón, el mediador nombrado por los atenienses para acabar con la crisis, dio forma a la idea de la pólis al absorber la aristocracia tradicional en una definición de ciudadanía que asignaba una función política a cada residente libre del Ática. Los atenienses no eran esclavos sino ciudadanos, con el derecho, como mínimo de participar en las reuniones de la Asamblea. Sin embargo, las reformas de Solón no tuvieron éxito en prevenir los posteriores disturbios sociales y el eventual triunfo de un tirano, Pisístrato, del 546 a. C. El poder de los pisistrátidas, deseosos de suprimir a sus compañeros aristócratas, precipitaron la disolución de la jerarquía tradicional y promovieron el sentido de autoconciencia de la unidad y la solidaridad de los atenienses como un todo. Después de la expulsión del hijo de Pisístrato en el 510, la contienda aristocrática de la clase que había dirigido la lucha contra la tiranía se acabó gracias a la petición de socorro que hizo un contendiente, Clístenes, a la plebe para que le prestase apoyo. Es así cómo la lucha de las familias aristocráticas contra la más poderosa, la de los Alcmeónidas, trajo la Democracia. Clístenes se embarcó en reformas proyectadas para socavar la dominación local de las familias aristocráticas y vincular políticamente a cada ateniense con una comunidad más amplia. En el transcurso de sus reformas Clístenes fijó las fronteras de la pólis más como una entidad política que geográfica – fronteras que Solón había dejado permeables – a fin de identificar formalmente a los habitantes libres del Ática que había en esa época como ciudadanos atenienses. Por consiguiente, la ciudadanía consistió no ya en tener residencia en Atenas o en ser miembro de la Asamblea, sino en dos cosas más; poder ser elegido en el Consejo clisténico a través de un demo local y descender del grupo de familias identificadas como grupos de ciudadanos por Clístenes. De este modo, los atenienses llegaron a juzgar el dominio político como el coto de una categoría restringida de la población libre del Ática – una clase de aristocracia de nacimiento – y a considerar la ciudadanía como una oportunidad de dar mucho más que la conformidad; la de participar realmente. La distinción política significativa ya no se correspondió más con la división social entre noble y plebeyo, ni siquiera entre libre y esclavo, sino que se definió en términos puramente políticos: ciudadano frente a no ciudadano. La Democracia no borró las diferencias entre los ricos y pobres, pero dotó a todos los atenienses libres, hijos de atenienses, del mayor título nobiliario, el de ciudadanos. Esta concepción de una identidad política y un orden político sólo fue completamente realizada en el siglo V, cuando el dominio institucional de la elite llegó a su fin, y el status político se distinguió claramente de las características personales, sociales o económicas, y la libertad y el orden se construyeron políticamente, como el producto de la interacción de los políticamente iguales.

Leer en La Gaceta de la Iberosfera

Domingo, 29 de Octubre

 




Fumar

Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas

DOMINGO, 29 DE OCTUBRE

En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, formaron grupo, y uno de ellos, que era experto en la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?» Él le dijo:

-"Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser." Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas.

Mateo 22, 34-40

sábado, 28 de octubre de 2023

28




Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Hoy, 28 de octubre, se cumplen 6.018* años de la creación del mundo (según las famosas cuentas de Userio, cardenal mayor de San Patricio), y 32 de la fundación del felipismo, anunciado “urbi et orbi” desde un balcón del Palace.
Iban a devolvernos (fue su promesa de descamisados en aquel balcón) hasta Gibraltar.

Para esquivar a los geólogos, que sostienen que el mundo tiene más años de los que le echaba el cardenal, los fans de Userio inventaron que Dios creó el mundo en el 4004 a. C., pero que dejó signos engañosos de mayor antigüedad a fin de poner a prueba la fe del hombre.

Y para esquivar a la teoría, que sostiene que el socialismo viene a socorrer a los pobres, los fans de Felipe González inventaron que la pobreza imposibilita la generosidad, y montaron un régimen para hacerse ricos que parecía una carrera de sacos: de la ferretería del suegro de Vera, el aparejador de Interior, a la cantina de la madre de Villa, el sindicalista de Rodiezmo, pasando por lo que Ullán llamó “la fotogénica cucaracha hinchable con la que más gozaba Roldán”.
El día que nos vayamos, a España no la va a conocer ni la madre que la parió –avisó el hermano de Juan Guerra.
Sería su único acierto, si hoy pusiéramos el Registro de la Propiedad a fecha de 28 de octubre de 1982, jueves (“Si hoy es jueves, esto es Bélgica”).

Felipismo es nuestro sistema electoral proporcional, que, a beneficio de nacionalismos periféricos, Felipe González impuso a Fraga, más viajado y más demócrata (de intelecto, no de carácter), que tenía en la cabeza (la cabeza en la que cabía el Estado, aquel Estado) el sistema mayoritario.
Felipismo es Felipe González diciendo ahora que lo de Pujol no le parece corrupción, sino “una operación de cobertura hacia los que tiene debajo”, los chiquillos, como el cazador de Atapuerca cuando salía al campo por un ‘praeovibos priscus’ (antepasado del buey almizclero) para la cena.

Felipismo fue acostumbrarse no ya a vivir al día, sino a vivir al día siguiente.

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*Octubre, 2014 

Breve glosario del debate político español. II




Javier Bilbao


Fútbol femenino: Cualquier historiador que, hoy día o en décadas posteriores, quiera trazar un recorrido contemporáneo de la idea de Nación española, de la percepción que tenemos de nuestra identidad y lazos comunes, deberá dedicar un capítulo al Mundial de Fútbol de 2010 y las dos Eurocopas que lo acompañaron ¡No hay boutade ni provocación alguna en tal afirmación! Fíjense cómo llegó a ser la cosa que el centro de Bilbao se desbordó de gente agitando banderas españolas al grito de «yo soy español, español, español» . No vasco, ni europeo, ni occidental, no. Esto, naturalmente, puso nervioso a más de uno… ¿Podría estar España saliendo del letargo del R78? Nuestro cine llevaba décadas bien amaestrado, el mundillo literario tiene bien asimilada la consigna guerrista de no moverse para salir en la foto, pero el fútbol —con su prodigiosa capacidad de arrastre—permanecía intolerablemente respondón, no solo reacio a dar muestras públicas de fidelidad al credo progresista, sino alimentando esa criatura tan sospechosa que es el patriotismo. La solución vino del fútbol femenino, hija predilecta del Ibex-35, troyano con el que retornar al deporte nacional al redil y convertirlo en otro espacio más donde replicar la eterna letanía feminista. Con el tiempo llegarían a ganar un Mundial, pero la exaltación patriótica fue convenientemente asfixiada ya desde el día siguiente por una de las polémicas más demenciales que hayamos podido contemplar. Quedaba así, bien clarito, para qué le sirve al poder el fútbol femenino y por qué lo fomenta.


Negacionista: Inicialmente fue una palabra que describía a aquellos que cuestionaban o directamente negaban el Holocausto judío. Tenía por tanto potentes connotaciones emocionales e ideológicas, no podía ser de agrado de nadie ser etiquetado así. De manera que era demasiado tentadora la posibilidad de emplearla para intimidar al adversario en discusiones completamente diferentes y así pasó a ser lanzada contra quienes cuestionasen el cambio climático y, también y más concretamente en España, contra aquellos que negasen la premisa ideológica feminista subyacente en la legislación sobre la «violencia de género». Ser negacionista ahora es, por tanto, salirse del consenso, sea cual sea éste.


Diversidad: E pluribus unum («De muchos, uno») fue uno de los lemas nacionales escogidos en 1776 por los llamados Padres Fundadores de Estados Unidos. Tenía la noble aspiración de recoger sujetos de orígenes diversos —inicialmente sólo europeos, eso sí— en torno a un proyecto común, una unidad de destino, si me permiten la expresión. Desde hace unos años, sin embargo, el lema que ha pasado a poblar la vida pública estadounidense es engañosamente parecido, pero diferente: «diversity is our strength» (la diversidad es nuestra fuerza). El primero proclamaba la importancia de la unidad, aunque sin excluir al diferente; el segundo simplemente celebra la diversidad como un fin en sí mismo y de forma contraintuitiva: sabemos que las sociedades heterogéneas a menudo han colapsado víctimas de enfrentamientos internos, que grandes imperios multiculturales eclosionaron en múltiples entidades, esas sí, más homogéneas. Como era previsible, en nuestro país los últimos años no han faltado figuras públicas imitando tales manifiestos sobre la diversidad.


Migrante: Suele ir precedido del término «persona» (véase la siguiente entrada). Las palabras van cargadas de intención y usar unas u otras condiciona la política aún sin que lleguemos a ser conscientes de ello —señalarlo es precisamente la intención de este humilde glosario— ¿por qué entonces en los últimos años los medios de comunicación y políticos hablan no del antaño habitual «inmigrante», sino de «migrante»? Si ambos términos son estrictamente lo mismo… ¿por qué no se usa indistintamente uno u otro? pongámoslos bajo el microscopio: el primero presupone una comunidad a la que se llega desde fuera, diferencia nacionales y foráneos, para el segundo sólo hay gente indistinguible desplazándose de aquí para allá como aves en viajes estacionales y por tanto todos seríamos, en cierta forma, migrantes en un mundo en el que «las fronteras son cicatrices en la tierra», «la tierra es del viento» y «la patria es un hospital», de acuerdo a las enseñanzas de nuestros cráneos más privilegiados.


Persona: Personas migrantes, personas LGTBI, personas trans, personas racializadas, personas en estado de prostitución, personas con discapacidad… Palabra repetida hasta el hastío como señalización de virtud, pues supuestamente decir directamente «discapacitados», «prostitutas» o «negros» al parecer nos haría olvidar que son seres humanos. Para terminar de arreglarlo el movimiento ecologista lleva unos años planteando el reconocimiento de las «personas no humanas» para referirse a los grandes simios.


Populismo: Dícese de quien se sitúa del lado del pueblo frente a las élites, algo que es obligado hoy día dada la excepcional idiotez de estas. Durante los últimos años ha dado lugar a una ingente excreción de tertulias, artículos y ensayos de gente que adorna su discurso con palabras en inglés en torno a la verdadera naturaleza, la esencia misma, la verdad última en torno a este amenazador fenómeno del siglo XXI, por la cual al final se deducía que la democracia en sí misma era populismo. Ea, lo que diga Von der Leyen y ya está.


-Ista, -fobo: Las expresiones con tales sufijos más comúnmente empleadas en nuestra conversación pública, por no decir griterío partitocrático, acostumbran a ser palabras-policía que convierten en defectos morales las argumentaciones políticas. El oponente no expresa razones que puedan ser sopesadas y compartidas por pocos o muchos, sino un odio puramente subjetivo, psicologista, que lo descalifica para seguir expresándose. Así mismo, cuando se critica a alguien por su conducta, en realidad se estaría atacando a todo el colectivo del que formaría parte y que al parecer representa. En consecuencia, tal conducta queda automáticamente redimida.


Incel: Término de origen estadounidense importado, cómo no, a España para referirse a alguien que es involuntariamente célibe y que esta vez no suele ir precedida de «persona» (¿la minoría sexual más oprimida?). Como la acusación de «machista» ha sido repetida tan maniáticamente que ha terminado generando indiferencia en quien la recibe, había que probar otra cosa para referirse a aquellos que critiquen el feminismo. Servidor la ha visto utilizada hasta contra Elon Musk, padre de siete hijos. Es un recurso dialéctico que conlleva ciertas paradojas, pues encontramos que el hombre deconstruido y la mujer emancipada que recurren a él terminan siendo un poco como los de toda la vida, al considerar la promiscuidad masculina —a ellas nunca se las llama incel— como algo digno de celebración, símbolo de estatus, que dotaría a las opiniones políticas de alguien de una mayor legitimidad. Para ese viaje no hacían falta tales alforjas…


Mercadona: Hace unos días Yolanda Díaz agradecía con gran ditirambo a la revista Forbes, cuyo lema por cierto es «La herramienta del capitalista», su invitación a un evento en el que se premiaba además de a la susodicha, a un compañero suyo de partido que por algún motivo suele definirse a sí mismo como mujer, Elisabeth Duval. Alguien podría pensar que esta nueva izquierda apadrinada por el mundo financiero neoyorquino, cuyas preocupaciones oscilan entre los huertos urbanos, los carriles-bici y las minorías raciales y sexuales, habría olvidado por completo las cuestiones económicas. Craso error. Son frecuentes en sus discursos las alusiones ferozmente críticas a la mayor empresa con sede en nuestro país, una que emplea —según dicen, con buenos sueldos— a más de 100.000 españoles. Esa, en concreto, no les gusta nada. También son frecuentes sus reproches para otra gran empresa española de alcance mundial, Zara, y su propietario Amancio Ortega. Con las multinacionales de otros países, ya sean competidoras o no de estas dos, no suelen encontrar ocasión de indignarse, por lo que sea.


 Leer en La Gaceta de la Iberosfera

Sábado, 28 de Octubre

 


Masaccio

viernes, 27 de octubre de 2023

Correr tras el viento



Ignacio Ruiz Quintano

Abc


Para abstraerse de la ruidajera mediática sobre el conflicto (esa mezcla de Hollywood y la Biblia, que diría el general Patton), no está de más la lectura de “Hijo de Hamás”, 2010, de Mosab Yousef, hijo de Hassan Yousef, fundador de Hamás. El Shin Bet, al adoptarlo, lo llamó el Príncipe Verde, en alusión al rango paterno, un rey de Hamás, y al color de la bandera.

La verdad y el perdón son la única solución al conflicto –concluye Mosab, convertido al cristianismo–. El reto no es “encontrar” la solución. El reto es ser lo bastante valientes para ser capaces de “aceptarla”.

Para la cultura política española, Mosab vendría a ser en la guerra Hamás-Israel lo que, salvando todas las distancias, fue El Lobo en la “guerra” Eta-España. Mosab dedica su relato “a mi amado padre y a mi familia herida; a las víctimas del conflicto palestino-israelí; a cada persona que mi Dios ha salvado”.

Yo amaba a mi padre profundamente. Pero aquel hombre incapaz de hacerle daño a un insecto había encontrado el modo de racionalizar la idea de que estaba bien que otros hicieran volar a las personas en pedazos siempre que él no se manchara las manos de sangre.

(Ya Hannah Arendt había reparado en el modo alemán de huir ante la realidad, y fue tratar los hechos como si fueran opiniones.)

Historia trepidante, la de Mosab: “A thrill a minute” (un estremecimiento por minuto), como se anunciaban las películas de gangsters en el Hollywood de oro.

La meta de mi padre era la libertad islámica y creía en la lucha contra Israel para poder alcanzarla. Pero para los jóvenes la lucha se convirtió en la meta: no un medio para llegar a un fin, sino un fin en sí mismo.

La importancia de Mosab estuvo en ayudar a la inteligencia israelí a hacer el esfuerzo de averiguar qué era Hamás. “Hamás era un fantasma. Una idea. Y no es posible destruir una idea; sólo estimularla. El problema era que la meta aglutinadora de Hamás era una ilusión”.

Me encanta el trabajo de inteligencia, pero estamos peleando en una guerra que no puede ganarse con arrestos, interrogatorios ni asesinatos –dijo Mosab a sus jefes al despedirse–. Nuestros enemigos son las ideas, a los que no les importan ni las incursiones ni los toques de queda. Ustedes no son nuestro problema, y nosotros no somos el suyo. Somos como ratas atrapadas en un laberinto. No puedo más.

Se sentía como si hubiera sacrificado media vida para “correr tras el viento”, como lo describe, dice, el rey Salomón en el Eclesiastés. Ni siquiera podía compartir lo vivido. “¿Quién iba a creerme?” Se preguntó qué harían los palestinos si Israel desapareciese. “Y por primera vez supe la respuesta: seguiríamos luchando. Por nada. Por una chica sin pañuelo. Por ver quién era más duro, dictaba normas o se quedaba con el mejor asiento”.

El libro te deja con el gif de Leonard Cohen, que formaba parte de la terapia israelí en la cárcel: “First we take Manhattan , then we take Berlin!” Día y noche.


[Viernes, 20 de Octubre] 

Contestación a unos miserables III



Hughes


Perdone el lector que contra mi costumbre refiera un caso personal. El día 13 de octubre, la cuenta de Twitter o X de la ACOM publicó un tuit dirigido a mi persona en el que, con ortografía y puntuación algo vacilantes, se me acusaba de libelo añadiendo parte de un artículo mío del día 10.

No aparecía enlace alguno al mismo, ni el título ("Reacciones al pogromo"), ni dónde se había publicado, ni forma alguna de leerlo. Sólo una parte del texto, escogida y subrayada con evidente mala fe, y cuatro palabras destacadas escritas en el tuit: «Vil metal» y «alma judía», que ACOM, en puzzle insidioso, ponía juntas cuando no aparecían así en el artículo. Con ello hacía posible dar a entender que yo relacionaba una cosa y la otra, un viejo tic del antisemitismo. Era un tuit de una falsedad, de una malicia y de una falta de categoría personal y humana abrumadoras.


No conozco mucho de la ACOM, Acción y Comunicación sobre Oriente Medio, se llama, quizás más acción que comunicación… Aunque se adornan con la bandera de España, parecen un grupo de presión proisraelí. Es decir, propaganda de otro Estado.


Por terceros sí conozco las formas y maneras de esta asociación. Tendencia a la intimidación, al amedrentamiento.


—Hola, buenos días.


—¡Cómo se le ocurre que pueda ser bueno después del Holocausto!


Sugerir tan sólo la sombra de antisemitismo sobre alguien es mandarlo a la muerte civil y profesional. Hacerlo falseando o trastocando los elementos de juicio debería ser delito.


Habiendo sufrido sus formas «comunicativas» (la alevosa desfiguración, el recorte descontextualizador y difamatorio) podría llegar a pensar que el efecto de la ACOM sobre la conversación pública española será como el de Israel sobre la franja de Gaza. Deslizar algo tan serio, tan inconmensurablemente serio y trágico para realizar ajustillos de cuenta con un periodista es una malversación de aquello que dicen representar y defender. Por respeto a la causa judía deberían tener más cuidado para administrar su insidia y, ya que presumen de precisión, digamos, balística, elegir un poco mejor el objetivo.


Del vil cabe esperar el vilipendio, y no sería tanto este tuit alevoso sin la segunda parte, la acción propagadora de unos individuos dedicados a ello de un modo casi se diría que profesional. El tuit fue amplificado por personas que de esta forma lo completaban. ¿Qué se podía predicar de un tuit así realizado por una asociación judía en la misma semana del ataque de Hamas? Se dejaba la pelota botando y sólo faltaba que alguien usara la palabra: «antisemitismo». Y hubo quien lo hizo.


La insignificancia profesional, personal y la evidente bajeza moral de los implicados invitarían a dejar pasar la cuestión, pero dos motivos me obligan a lo contrario. El primero personal, el honor y la verdad. El segundo, lo que intuía dibujarse de fondo, que ya no me afectaba sólo a mí.


Algo más había, algo que iba más allá y se delataba, por un lado, en el exceso de atención a mi persona, plumilla insignificante; por otro, en los rasgos reconocibles de un estilo. En mí se estaba atacando otra cosa quizás, un espacio, una alternativa, quizás una simple posibilidad, el vislumbre de algo que pudiera ser, y se hacía con unas maneras realmente familiares.


Había otra cosa: 


un esquema cancelador que ya se ha utilizado antes en España. Un golpe en dos tiempos: un propagandista, unos propagadores. Alguien acusa de algo gravísimo (antisemitismo), lo deja caer, otros rematan en nombre del autodenominado liberalismo —jaja—. Los cobardes callan y no hay tribunal. Así se va preparando una mortaja civil.


Los difusores del venenoso tuit, que ya tenían experiencia en la cuestión, seguían unas formas conocidas y un sulfuroso perfume quedaba en el ambiente: el losantismo, las maneras de Losantos, empleador de uno de los autores de la bellaquería. No digo que siguiera órdenes, pero sí una pauta.


El estilo de Losantos, sin su alegre facundia, va haciendo escuela.


Es el liberalismo baturro del que habla González Cuevas replicado por esbirros e imitadores. Esa mezcla de ideología y estilo ha formado y también malformado la derecha española en las últimas décadas y presenta unos rasgos reconocibles. Sobre una absoluta falta de respeto a la Verdad, propia del excomunista que lo sigue siendo neuronalmente, se entra en el debate con formas intolerantes, carentes de liberalidad alguna, difamatorias e intimidantes. El insulto por estilo, y por bandera una parodia ideológica resumida en Occidente y Libertad, algo que hacen llamar «liberalismo» (le pongo dos comillas porque no puedo ponerle cuatro). Son sedicentes liberales y sedicentes patriotas que corren siempre, como palanganeros de tuerta hispanidad, donde brotan los flujos de think tanks.


Los neocons de EE. UU. eran trotskistas metidos a conservadores. Y losantismo es un comunista metido a no se sabe qué pastiche llamado liberal. Algo en común: cierta superioridad intelectual del izquierdista reinsertado en la derecha más ágrafa; también que unos y otros han sido liricos entusiastas de la guerra.


Porque conviene que lleguemos a este punto. Igual que sus papás americanos fueron y son halconazos imperiales, estas voces fueron los palmeros entusiastas del apoyo a la invasión de Irak. La podríamos llamar así: la derecha iraquí, bombardera y falaz. Hay una generación entera de políticos y periodistas en España que chapotearon felices e inconsecuentes sobre esa guerra, sus consecuencias y secuelas. El losantismo es correlato del aznarismo y todo el aznarismo y sus satélites, sus deudos y tiralevitas, sus joselitos radiofónicos, sus analistas y sus ministras y, por supuesto, su mundo de escribas y mamporreros fue en su momento un gran cuadro flamenco para el sí a Irak.


Que semejante monstruosa frivolidad, sin una sola retractación, vaya aun por la vida salvando Occidente y dando lecciones de humanidad y moral es delirante. Pero ¿esas ínfulas, de dónde? No nos extraña que deban impostar ser más judíos que los propios judíos, y que se crean Hannah Arendt dilucidando los contornos del Mal. De algún sitio tienen que sacar un pretexto, un adorno de dignidad, un abalorio mínimo de moralidad o sabiduría.


Siento que en ese artículo mío daba en el clavo de cierto intercambio: crédito moral a cambio de matonismo. Un contrabando con algo sagrado. ¡Estos jetillas, eunucos morales, abusando de las palabras Holocausto y Libertad!


También se ha revelado solo, por sí solo, el esquema ensayado de una muerte civil o profesional, el mecanismo esbozado (el argumento, el estilo, los autores) para ir acogotando cualquier forma de expresión que quiera situarse ante las dialécticas eternizadas y encarnizadas (Guerra Fría, Oriente Medio…) con una mínima, libre conciencia española.

Viernes, 27 de Octubre

 


Calamar Toni

jueves, 26 de octubre de 2023

El olenchero



Dickens

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    El Presupuesto fue el alma del Parlamento (el primero, en León, cuando los vikingos, al decir de la ciencia de las elites, practicaban el onanismo en Canadá cogiéndosela con una hoja de arce) y el cuerpo del Estado: su esqueleto, según Schumpeter, que tenía su gracia, con lo cual ya no se le lee en la escuela.


    La segunda República hizo un Presupuesto en cinco años para sumirse en la guerra civil, que es la ausencia de Estado, esa cosa que primero intentó construir Cánovas con un rey y luego Franco con un ejército, hasta que los delegados americanos en Europa, que eran los alemanes, nos colocaron este Estado de Partidos a cuyo lado las monarquías absolutas serían hoy el Festival de Woodstock.
    

En el Estado de Partidos, y dicho por el padre de la llamada sociedad del conocimiento, “toda renta pertenece al gobierno, excepto la que el gobierno expresa y explícitamente permite que se quede el contribuyente”. Y porque todas las rentas ajenas son pocas para quien las recauda, están la deuda pública y los sablazos a los mandilones en Bruselas, que exigen, para disimular, un Presupuesto, el esqueleto de Schumpeter, que en España viene a ser el esqueleto de Cary Grant en “La fiera de mi niña”, sólo que aquí Cary Grant es Otegui, el tudesco de Elgóibar, con lo que, mejor que de esqueleto, en el teatro de San Jerónimo habría que hablar de canina, la canina de Elgóibar, por todo sostén del Estado español.


    –Tenemos a doscientos presos en la cárcel, y si para sacarlos hay que votar el Presupuesto, pues lo votamos –explica Otegui con la moral electrizante del Carmona de “y si hace falta, hundimos otro barco”; el mismo Otegui del que Cisneros, firma de la Constitución, se libró debajo de un coche en la calle Lope de Rueda, si bien el periódico de las elites informa de que Otegui ha pedido “perdón sin circunloquios”, como consta en el Negociado de Circunloquios, departamento público inventado por Dickens para descubrir “cómo no hacer las cosas”.


    La democracia española ya tiene olenchero.


Octubre, 2021 

Contestación a unos miserables II




 Hughes


El conflicto entre Hamás e Israel ha revelado algunas incoherencias en la izquierda y derecha españolas. Las de la derecha fueron glosadas brevemente en el artículo anterior; las de la izquierda en el del 10 de Octubre. Son, por lo demás, flagrantes. Se trata de una diferencia entre lo que venden y lo que de repente han defendido. Pongamos, por ejemplo, la preocupación de la izquierda por lo que ellos llaman «nazismo» y su justificación y contextualización de la matanza de Hamás.


Pero hay otra incoherencia de segundo grado. La que deriva de observar cómo a derecha e izquierda se desgañitan defendiendo a Estados extranjeros (el soñado de Palestina o el de Israel) con un ardor y una falta de límites que aquí no se les conoce en defensa de lo propio.


Que un país que ha sufrido sumisamente más de 800 asesinatos de ETA, la matanza de 200 personas en Atocha, que ve cuestionada su unidad e integridad, que ha sufrido un golpe de Estado separatista y una campaña internacional contraria, que ve amenazada las ciudades de Ceuta y Melilla, que tiene una colonia inglesa que crece a costa de sus aguas o que padece inquietantes tensiones migratorias en Canarias; que un país así, que además ha de sufrir todo esto aceptando la orden del enemigo, siendo incluso mandado por su enemigo, en las formas más humillantes y serviles, tenga que presenciar cómo su derecha y su izquierda, que lo han acostumbrado a la servidumbre, piden las más enérgicas acciones (el terrorismo, masivos bombardeos) para la salvaguarda de estados extranjeros resulta asombroso. Ver la cantidad de tiempo y energía que medios, políticos y analistas dedican, por ejemplo, a justificar las posiciones históricas de imperios ajenos o de gobiernos que difunden la más negra leyenda española resulta pasmoso.


En el caso de Israel y Palestina esto se hace aun más desesperante porque en esta división, en este desgañitarse con una pasión nunca demostrada para lo nacional, se incorpora la lógica irreconciliable de Oriente Medio. Como si no tuviéramos bastante con la polaridad guerracivilista, importamos la dialéctica de un conflicto quizás irresoluble.


Esto evidencia lo que se sospechaba: la inexistencia de una opinión pública española.


No sólo la acción política y el debate mismo están dominados por intereses extranjeros, por unos discursos prefabricados en el exterior que personas a sueldo o simplemente incautos distribuyen en España.


No sólo observamos un debate a menudo antinacional, sino un debate en abierta defensa de Estados ajenos. Normalmente, estas voces ocultan su filiación, aunque podamos sospechar de ellos por su transversalidad, por su estar en varios sitios. En ocasiones dan la cara y entonces llegamos al punto de ver asociaciones al servicio de intereses extranjeros, por legítimos que sean, tratando de imponer en España unos límites opinativos que ni siquiera existen en su país. 


Lobbies al servicio de Estados o aspiraciones extranjeras amedrentan a españoles y difunden, con estilo mamporreril y una especie de colonialismo moral, una propaganda que hasta en su lugar de origen admitiría matiz.


Somos, así, papagayos de lo foráneo. Y estas personas al servicio de intereses forasteros cuentan para ello con el apoyo de fautores españoles que suelen disfrazar su tráfico mercenario con alguna forma de justificación ideológica o dogmática. A unos y a otros habría que dedicarles unas últimas palabrillas.

Jueves, 26 de Octubre

 


Todo!

Liquidación

Nos vamos

miércoles, 25 de octubre de 2023

¡Pero qué tontos!

 


Guerini jugó poco en la selección

 Tenía por delante a Kempes, Bertoni...


Francisco Javier Gómez Izquierdo


       No llaman la atención los resultados de esta tercera jornada de Champions. Lo que sorprende y a servidor indigna sobremanera es esa cosa que parece foto y que pusieron en el televisor con el fuera de juego de Vinicius anulando un gol que es un canto a la velocidad y la verticalidad que el aficionado demanda en el fútbol. La imagen llama tontos a los que llevamos toda una vida explicando que en caso de duda no se pita el fuera de juego y que esa norma era clara, contundente y sólo propensa a polémicas sanas y socializadoras. ¿Que obsesión es ésa de que el fuera de juego ha de ser milimétrico, cuando no se sabe cómo se las gasta el informático que pone la escuadra y el cartabón? ¿Y si el tío apuesta y tiene un truquito para engañar? No es fuera de juego lo de Vinicius, y Michael Oliver, un árbitro como Dios manda, lo supo porque conoce el fútbol, pero tuvo que hacer caso al diabólico artefacto que tan envenenado tiene al mundo del balompié. Están matando el fútbol y puede que hasta se estén muriendo de pena toda tipo de futbolistas que conocieron sólo una ley de 18 reglas básicas de facilísima comprensión. Desde Bobby Charlton, que llegó a ser nombrado caballero del Imperio Británico, que es distinción a la que los ingleses honran con la emoción y el respeto debidos como así demostraron antes del duelo ante el Copenhague en Old Tradford, hasta peloteros extravagantes capaces de renunciar a gloria, fama y honores como Carlos Alfredo Guerini, que rompió un contrato del Real Madrid para volver a su casa de la Córdoba argentina donde le iban a dejar fumar tranquilo. Los dos se han ido estos días y estoy convencido de que los dos, como otros muchos colegas que con servidor han hablado, recibieron el  VAR como lo que es: un engendro cancerígeno; una maldición que está arrancando el alma al fútbol y lo ha convertido ya en un juguete televisero para matar de pena a los que levantaron hasta las más altas cimas el mayor espectáculo del mundo.


       Descansen en paz Sir Bobby Robson, Historia del United, y Carlos Guerini, que además de en el Real Madrid jugó antes en el mejor Málaga de la Historia. El Málaga de los también difuntos, Viberti y Fito Vilanova.


      Por lo demás, jornada en la que los favoritos Real Madrid y Bayern tuvieron un atragantoncillo que resolvieron como suelen: ganando y ya están en octavos. A la Real Sociedad da gusto verla jugar. También al Arsenal, que en Sevilla puso en evidencia a una defensa a la que se le pide más rapidez, o mejor colocación, en Competición tan prestigiosa. La Real se jugará el primer puesto con el Inter, el Manchester el segundo con el Galatasaray. El Nápoles pasará con el Madrid, y para mí que el Sevilla no va a poder con el Lens.