CUBA EN VERSO
La Habana inquieta
Eras inquieta Habana, como las aves
con plumajes gloriosos en tus rincones.
Eras sonora como finos cristales
y perfumabas con esencias de flores.
Tus mujeres cimbreaban cual palmares
bajo los vientos sensuales de alamedas.
Tus bailarinas, las blancas, las morenas
danzaban como sílfides entre encajes.
Tus avenidas del mundo eran paseos.
Tus hoteles y tus playas, impecables.
Las antiguas ruinas y los monumentos
contaban de tus patriotas sus verdades.
Te envidiaban las metrópolis de Europa.
De las ciudades del mundo eras la llave.
Tenías séquitos de príncipes y nobles
que en ti olvidaban todos sus afanes.
Eras tan inquieta Habana, como un cauce.
Corrías feliz buscando una aventura…
Al amanecer, vestías de mantones
y en la noche enamorabas a la luna.
¿Cómo poder profanar tu santa esfinge?
¿Cómo lograr destruir tal hermosura?
¿Cómo todo es oscuridad, decadencia
y hasta tu aire se hace hedor en las alturas?
Tus calles son ahora los basureros.
Tus hogares prostíbulos en penumbras.
El paseo del Malecón era un orgullo,
ahora es una pocilga casi inmunda.
Hombres, mujeres confusos te deambulan.
Otros sin fuerzas, raídos, se deshacen.
Del Caribe eres Sodoma y Gomorra
cuando antes eras la Perla de los Mares.
Tus jóvenes se comercian en esquinas.
Tus bellos edificios en ruina yacen.
Tu música es el solaz de aquellos parias
que tus lágrimas ignoran al comprarte.
¡Oh, Habana! Tus hijos lloran tu impotencia…
¡Oh, Habana! Tu destrucción irreemplazable…
Sólo tu alma queda ahora, quizás escondida,
entre las raíces de un árbol, en un parque.
Aquel innombrable que te halló repleta,
te destruyó con afán, parte por parte.
Algún día retendrá en sus pesadillas
los espíritus malignos que lo invaden.
Y los que te recordamos en silencio
te decimos con las ansias que nos cabe
que amor y orgullo por ti siempre tendremos…
¡Y que tú perdurarás en nuestra sangre!