jueves, 13 de noviembre de 2025

A qué llamamos beneficencia


Aranguren


Ignacio Ruiz Quintano

Abc


Criar toros para matarlos puede parecer una paradoja española, pero es la paradoja universal y, desde luego, una de las más brillantes paradojas inglesas, como Camba les dijo a los ingleses en su cara. Si de paradojas hablamos, ¿qué más dará tauromaquia, o hacer toros para matarlos, que socialismo, o hacer pobres para socorrerlos? Tomás Gómez, el Florito del Nuevo Socialismo, tiene razón: además de comer atún, hay que acabar con los males sociales, para lo cual, naturalmente, lo primero es producirlos, y así, una corrida de toros, moralmente considerada, viene a ser exactamente lo mismo que una fiesta de caridad, aunque existe una razón para que las corridas de toros parezcan menos morales que las fiestas caritativas, y es la razón sencillísima de que constituyen un espectáculo bastante más hermoso, incluida la última corrida de Beneficencia y sus cochinitos disneylandializados para Julián López, en cuyo carné siempre tiene 18 años por la misma regla de tres que en casa del Sombrerero Loco siempre eran las 5 de la tarde. Está visto que a la corrida de Beneficencia fueron los madrileños que no habían aguantado la cola para la exposición que el CSIC le ha puesto a Aranguren (“Filosofía en la vida y vida en la filosofía”, como para perdérselo), y luego no hubo ni corrida ni beneficencia. Beneficencia... ¿para quién? Evidentemente, para la empresa y sus tres toreros, que no la necesitan. Imaginemos que Zapatero, en lugar de destinar el gasto social a los socialistas, como su propio nombre indica, lo desviara hacia la derecha, donde, como ha denunciado Pepiño Blanco, no existen los parados. (Todo español que acabe chapoteando en el lodo primordial del paro queda estabulado como nuevo socialista.) ¿Podría llamarse gasto social al gasto en la derecha? Pues lo mismo ocurre con la corrida de Beneficencia, nombre obsoleto como la lírica de García Montero y que encima puede llevar al engaño. Aquí ya no hay más beneficencia que la del Gobierno de España. 

Jueves, 13 de Noviembre

 


Escaparate madrileño V

miércoles, 12 de noviembre de 2025

El botellón



Ignacio Ruiz Quintano

Abc


Se avecina como un nublo de primavera un magno botellón, y no tiene nada que ver con el chupinazo de Gallardón señalando a la concejala Botella para el segundo puesto en la lista municipal. Es el botellón que todo el chavalerío español, a modo de revuelta posmoderna, viene preparando a conciencia para el Viernes, 17, fiesta de San Patricio. Atritos o contritos –eso sí, por lo civil–, los progres están que echan las muelas, de la indignación: “¡Qué vergüenza!” No entienden que los chavales prefieran un botellón a un taller de redacción. La ministra de la Salud, que ni fuma ni bebe –su cara es el espejo del alma–, mientras criba embriones como si fueran angulas, alerta a la población sobre el atentado para la salud que a su juicio –sano juicio– supone el botellón. “¡Ese botellón es una vergüenza!”, rabian los progres, ignorantes de las voces que dio Gargantúa al salir del vientre de su madre: “¡A beber! ¡A beber!” ¿Cómo, si no, este Siglo de Oro zapateril va a producir sus Anacreontes y sus Horacios? ¿Quién, si no, será capaz de leer el artículo de Rodríguez y Persson sobre la igualdad? “¡Hay que ver qué vergüenza!”, insisten los progres, que acabarán por meterles a sus hijos la nariz en las anginas para descubrir si han ido al botellón a cogerse un pedo revolucionario. (Un pedo de centurión provocó el definitivo levantamiento judío en Palestina.) Antiguamente, el vino fue un dios. Del vino surgió el teatro. El vino, dice Ortega, es un problema cósmico. Los progres, en cambio, creen que, teniendo un Gobierno de progreso como el que nos manda, el único problema cósmico es “Brokeback Mountain”, y acuden a verla con la misma devoción estrábica que Goytisolo miraba a Sartre –¿y a quién miraría Sartre?– cuando lo sacaba de la siesta para que le firmara una botella de Chinchón para Cela. ¡Pum, pum! ¡Que viene, que viene! El botellón, claro. Y el delegado del Gobierno, sin los “Apache” que tiene solicitados para el “¡se me disuelvan, coño!” de su elevado oficio. Mientras llegan los “Apache”, y coincidiendo con el Día de la Mujer, a modo de homenaje, el Gobierno ha rebajado la estatura mínima de la mujer para ser policía o guardia civil. “Da mihi potum!”

Miércoles, 12 de Noviembre

 


Escaparate madrileño IV

martes, 11 de noviembre de 2025

Recetas de Constitución



Ignacio Ruiz Quintano

Abc


Se coge un cerdo y se le castra, arrancaba una receta de doña Emilia Pardo Bazán, amante de Galdós, para Valle-Inclán don Benito el garbancero.


Capar un gocho era para que el tocino enverronase, cogiera gusto, que aquí decimos enverronado al tocino de buen paladar –le dijo a Delibes un castrador (científico, llama cerdos a los cochinos), que se diferencia del capador (autodidacta, llama gochos a los cerdos) en que no habla de la capadora (“a talla, a mordaza y a pulgar”), sino del “gobernáculo teste”. El capador va al grano: “Cápame el gocho, Salvador, y si se te muere no te preocupes; nos lo comemos”. El capador sería un abogado del Estado, y el castrador, un jurista constitucionalista, especie useña en vías de extinción.


La receta de una Constitución (¡ojo, democrática!) es igual que la receta del cerdo de la Pardo Bazán: se coge el Poder del Estado y se lo divide en tres partes que se separan (“que un poder vigile al otro poder para que el ciudadano pueda dormir tranquilo”), como hicieron en Filadelfia los Padres Fundadores entre los cuales no estaba Tocqueville, como afirman los tertulianos del turno de noche en TVE. Fue la primera y la única Constitución democrática que hemos visto, y ya no veremos más, porque el tiempo del constitucionalismo pasó, cosa que en el 76 ya le avisó Manuel García Pelayo, que dirigía en Caracas el Instituto de Estudios Políticos, al Rey Juan Carlos, que visitaba Venezuela y le consultó recetas de Constitución.


De Constituciones no hablaba ya nadie, hasta que Trump rescató la conversación del olvido en Japón, al restregarles a los japoneses que su Constitución (que técnicamente no es tal) la redactó el general MacArthur en un solo día, lo cual tampoco constituiría ninguna proeza para la mentalidad de un americano, cuya Constitución se compone de siete artículos, los imprescindibles para separar los poderes. En realidad, la auténtica Constitución japonesa de MacArthur fue su paseo por el centro de Tokyo a lomos de su caballo blanco (que acabaría dando vueltas por la pista de un circo americano) para desacralizar al emperador.


Y de la desinhibición de Trump a la desinhibición de Aznar, líder de los desinhibidos (¡los desinhibidos de Aznar!, “feministas y sororos, como buenos cristianos”), que en Pleno Pavoneo Mundial por la Disuasión Nuclear ha salido a la palestra para advertir a las potencias que en España el suyo es el único “partido constitucional” de una Constitución que técnicamente tampoco lo es y que fue dictada a un ingeniero agrónomo y a un director teatral, con los resultados que conocemos. Aquí, de paseo de MacArthur hizo el “sesientencoño” de Tejero, que desacralizó el Congreso.


Nadie muere antes de cumplir su misión, pero hay quien la sobrevive –fue la dedicatoria (un aforismo de Jünger) que Carl Schmitt le escribió a Manuel García Pelayo, que lo visitaba en Berlín, en un libro sobre el generalón prusiano Gerhard von Scharnhorst.


[Martes, 4 de Noviembre] 

Martes, 11 de Noviembre


 

El caso Vinicius

San Martín en el pueblo

San Martín de Tours

Iglesia de San Martín

-Iglesia de San Martín en Villahizán de TreviñoClic

-La matanza de San Martín. Clic

lunes, 10 de noviembre de 2025

Hughes. Rayo, 0-Real Madrid, 0. Bla, bla, bla, Vinitius, patientia nostra?



Hughes

Pura Golosina Deportiva

 

Los primaveras que mirábamos al Madrid con positividad vangaaliana tuvimos en Vallecas el justo pago a nuestra ingenuidad.


El Madrid salió con un bonito color azul, retro y a la vez lleno de futuro, y un 4-2-3-1 que me parece esclarecedor. Si han de jugar Mbappé, Vinicius, Bellingham y uno por la derecha, sólo quedan dos detrás. El Madrid está obligado a un 4-2-3-1 con Valverde, si acaso, en alguna de las dos posiciones de la banda derecha.


El 4-2-3-1 más que un sistema de juego es un sistema de castas: los que corren mucho, los que corren un poco, los que corren casi nada y el que no corre.


En Güler veo siempre físicamente un Dybala. Dybala era técnicamente un crack pero tenía pinta como de panadero chico. ¿Será eso? Ojalá no.


Lo que hay, el Madrid realmente existente, determina el 4-2-3-1 y determina la presión, que en Vallecas era mero paripé, un ramalazo, 1/4 de presión y 3/4 de clasicismo defensivo.


Estaba el argumento de siempre: Vinicius, que empieza sus jugadas yéndose del juego, huyendo hacia el exterior del campo, hacia fuera y lejos, llevándose el partido con él y luego, después de haber huido, se busca la entrada al área.


En el Rayo, la pinta de punk de la MTV de los 90 de Chavarría junto a Isi, que parece un calvo por afición.


Lo del florentinismo en Vallecas es un clásico. Compre a quien compre, desde Zidane hasta Mbappé, siempre acaban humanizados por un calvo en Vallecas, ya sea Isi o Movilla. Es como una fábula moral cada año allí.


Batalla hizo alguna parada. Una a Vinicius en el 23 tras vainica colectiva (como si se batieran un huevo entre todos y se fueran pasando el recipiente unos a otros).


El individualismo de Vinicius a mí se me cruzaba con la digestión y me la cortaba un poco.


¿Por qué Vallecas es barriada pero Salamanca no? ¿Por qué no se puede decir la “barriada de Salamanca”?


El Madrid era estatismo puro. Ensayaban el belén.


Hacía alguna cosita liliputiense Brahim, pero luego no levantaba la pelota. En sus jugadas va muriendo en jugador de subbuteo.


El pelo de Carreras parece el del personaje de Bardem en No es país para viejos. Esto lo hace simpático.


En la banda, todos de negro. Xabi y el joven míster del Rayo. Los entrenadores cogieron el color que dejaron los árbitros.


La primera parte fue mala y descorazonadora. El único interés que yo encontraba era cuando la cogía Huijsen, ver si la perdía o si dejaba solo a Mbappé, ese todo o nada me parecía lo mejor del Madrid, como si todo estuviera ahí.


Cuando lo cambiaron en el descanso mi domingo se hizo más domingo y ya no esperé nada del partido que, por otra parte, se reanudaba con mala pinta.


El Madrid perdió el primer cuarto de hora en carreritas y se notaba en la cara de cabreo de Alonso. Hablaba con el segundo tapándose a la boca porque seguro era todo irreproducible.


Es una pena, pero con Alonso no hemos llegado a Navidad y ya sentimos viva esa frase que es ley de hierro del fútbol y del Madrid: “cuando llega el domingo, los mismos once cabrones de siempre”.


El doble pivote era Guler-Dybala con Camavinga, que es un jugador que a mí ya me ha hecho perder la paciencia. No proyecta nada sobre el juego, no aspira a dominarlo, a dejar su impronta. Revulsivo, complemento, pero no creo que haya ya nada más.


Vinicius pasaba de Carreras (defensivamente) y (ofensivamente) no se la pasaba a Carreras.


Esto va haciendo crecer una solidaridad con Carreras.


Vinicius, con su actitud corporal de base de los 76ers, irritaba hasta a los vinicistas acérrimos.


Pero yo... ¿pierdo los ismos, pierdo la ‘acerrimez’ con los años? Si en Vinicius surgiera un chispazo distinto, mi ismo crecería, pero esas carreritas...


¿Cuánto de culpa tiene Mbappé? Estuvo desaparecido. Si un 9 es gol y referencia, en lo segundo no está.


Lo mejor de la segunda parte fue el tackling de Asencio, que luego, para colmo, se echó al monte del ataque. Ahí hubo una vibración, sentimos algo.


Ojo: la cantera siempre aporta una base de pundonor y corrección.


El ataque eran individualismos absurdos; Vini, Belli y Kili querían hacer cada uno su jugadita inverosímil desde fuera del área.


Parecían estar retando a Xabi Alonso. ¿A que no hay cojones de cambiarnos?


Y Alonso quitó a Brahim (que es revulsivo y solo revulsivo, por favor) para poner a Ceballos, que debería ser titular junto a Güler.


Belligham tuvo una reacción, se echó a la espalda el equipo en un par de jugadas y Batalla paró un buen tiro a Valverde, que se lastimó en el intento.


Camavinga pasó a la derecha. Puede jugar en cualquier sitio porque le da igual dónde le pongan. Pero además de verdad.


Ya andábamos preocupados cuando en el 78 salió, por fin, Rodrygo, a hacer sus slaloms bonitos y estériles.


El Madrid presionó un poco, achuchó un poco, pero logró poco: algún córner que permitió ver la pared desconchada de Vallecas. ¿Le costaría mucho a la LFP una manita de pintura? En Vallecas España se asoma al mundo como lo que es.


Hubo una gran ocasión de Güler en el descuento. Ocasión personalísima, sin contar con nadie. Yo, yo, yo... Un 4-2-yo-yo-yo-yo es lo que jugó el Madrid. 

A Xabi no le gusta Cervantes


Bob el Inglés y su segurolo W. W. Beauchamp


Ignacio Ruiz Quintano

Abc


A Xabi Alonso no le gusta Vinicius, es la conclusión del mundo mugrilla del fútbol. Tampoco le gusta Endrick. A cambio, a Alonso le gustan Carreras y Gonzalo, así que, en lo tocante a gustos, empate. Recordemos cómo tituló la prensa de la época el escándalo provocado por César González Ruano, cuando quiso darse a conocer como escritor en Madrid y fue al Ateneo a conferenciar contra el Quijote: “A González no le gusta Cervantes”.


Los complejillos culés del piperío crearon en el madridismo la necesidad de un tiquitaca (¡el estilo! ¡tenemos quince champions, pero no tenemos estilo!, etcétera) y la intelectualidad orgánica creyó ver en Xabi Alonso al Guardiola blanco. Ahora en la capital hay tortas por convertirse en el biógrafo de Xabi (como W. W. BeauchampSaul Rubinek–, el biógrafo de Bob el InglésRichard Harris– en “Sin perdón”), y el que más méritos acumula es una especie de cura vasco que dice Pilatos, con ese, como los curas vascos, y al que uno sólo conoce de la barbería con limpia de color. Para él la proyección del Madrid en el mundo es Xabi, no Vinicius, porque ¿qué haría Pep en el lugar de Xabi?


En 2011, ante el Mallorca, Pep cambió a Messi, pero Messi se negó a salir, número que repitió en 2014 con Luis Enrique ante el Éibar. Para el Relato, estos incidentes sólo mostraban el gen competitivo del Potele argentino. Pero en 2019, cuando, por un malentendido, Kepa Arrizabalaga se negó a ser cambiado por Sarri en el Chelsea, la mugre mediática presentó el incidente como la revuelta de las Alpujarras, hasta la movida con Vinicius en el Clásico, transformada por el ratoneo periodístico en el “Gulf of Tonkin incident”, donde nos jugamos, no la fuga de Vinicius, sino el sistema de Alonso. De Mijatovic (un ejemplo moral con Iván Helguera) a Alfonsito Pérez (“yo siempre he sido culé”), pasando por el más simplito, Morientes (se negó a salir al campo en un Madrid/Dortmund, al grito de “Sal tú, hijo de tal” a su entrenador, el marqués de salmantino luto), nadie se ha privado de escupir a Vinicius, cuyo error ha sido hacerse madridista, por lo que nunca saldrá del club como lo hizo Alonso.


Los futbolistas no son oficinistas del Catastro; los futbolistas son Lolas Flores (para los nuevos: Lola Flores, en descripción de Ruano, era un Cristo de Velázquez cabreado) en calzoncillos, y cuando no había tanto chufla viviendo de ellos el fútbol era una guerra de goles, no una cucaña de chascarrillos. ¿Nadie recuerda el responso que Kroos le rezó a Ancelotti al ser sustituido en el Bernabéu? El primer desaire a Alonso en el Clásico no fue de Vinicius, sino de Carvajal, que apuraba los ejercicios de calentamiento cuando Valverde hizo el gesto de poder seguir en el campo. Y el jaleíllo charil con Lamine 2030 también comenzó con Carvajal, capitán y ya con una edad. Pero, a la hora de vender sus cuentos, a los revistosos del puchero les pasa con Carvajal lo mismo que a Gaspart: “¿Quién es Carvajal?” Y a Lamine 2030 no se lo puede tocar. Conque Vinicius al salón, a pedir perdón. Almafuerte, poeta paisano de Mastantuono, condenó el perdón porque, según Borges, en el perdón hay algo de pedantería. Contra el perdón también se levantaron Nietzsche, que lo juzga indigno, y Blake. El inglés lo consideraba una forma de cobardía y de soberbia. Y Almafuerte dice: “¿Quién soy yo para perdonar si yo soy como los otros?” Bueno, pues Vinicius tiene que pedir perdón por mosquearse/cabrearse cuando lo tratan como a un Pedro León de la vida, después de tener que cargar por la banda con un sistema de juego como si fuera un somier a la espalda.


A Santayana, el filósofo mayor de España, nunca le entraron las matemáticas: para él, nuestro sistema decimal no se fundaba más que en la estúpida razón, decía, de que tenemos manos y pies.


Con un buen profesor puede que hubiera sido un alumno ilusionado.


Dicen que el sistema Xabi Alonso/Sebas Parrilla imponía en el Clásico cambiar a Vinicius por Rodrygo para tapar a Koundé, que fue quien en el último minuto falló el empate, solo, delante de Courtois.


[Sábado, 1 de Noviembre] 

Lunes, 10 de Noviembre

 



Escaparate madrileño III

domingo, 9 de noviembre de 2025

Botella



Ignacio Ruiz Quintano

Abc


Menudo escándalo hay en Madrid, porque Gallardón le ha puesto a Ana Botella la concejalía en la calle de Ortega y Gasset, que para mi taxista sigue siendo la de Alberto Lista. Caramba. Ni que le hubiera puesto un piso. Y todo, ¿por qué? Porque Botella es la esposa de Aznar, al que Llamazares –¿cuándo trabajará este tío?–, no se sabe por qué, llama ahora “el asqueroso de la clase”. ¿Cuándo estuvo en una clase Llamazares? Total, que ya tenemos el lío: Gallardón, primero, nos sube los impuestos, y luego, se lleva la concejalía de los pobres a una calle de los ricos. Sólo con este dato, los demagogos de progreso pueden pasarse una semana llenando artículos de fondo sobre la lucha de clases. ¡Pobres demagogos de progreso, si supieran la de pobres que viven, y no lo saben –que son pobres–, en la calle de Ortega y Gasset! “Ortega escandaliza a Europa”, decía el otro día Trevijano, trayendo a colación la época en que los españoles se apasionaban antes por las figuras de la cultura como por las del toreo: el bando de los de la razón vital de Ortega frente al bando de los del sentimiento trágico de la vida de Unamuno. ¡Pobres! Gallardón, que no entiende de filósofos ni de toreros, entiende, en cambio, de pobres, porque a ver, ¿qué razón hay para llevárselos a Ortega y Gasset? Esto sólo persigue la supresión de los pobres, cosa que antiguamente dependía del ministro de la Gobernación, y hoy, de la concejala de Asuntos Sociales, que ahora es de Empleo y Servicio al Ciudadano. El procedimiento de los ministros de la Gobernación para acabar con los pobres era francamente conservador: no darles limosna. “Pero si son pobres y no les damos dinero –objetaba en su día Julio Camba–, seguirán siendo pobres. La manera de acabar con los pobres sería hacerlos ricos.” Y eso es lo que Gallardón, con Botella, se propone hacer en la calle de Ortega y Gasset, una calle donde las viejas tienen a los pobres para depositar en ellos la propaganda que se encuentran en el buzón. “Tenga usted, buen hombre.” Y le dan un folleto de Vitaldent, rechazándole, de paso, la mano extendida con una frase de Nietzsche: “¡Haceos duros!” En la calle de Ortega y Gasset hay una frutería con un letrero que dice: “El corazón tiene razones que la razón no entiende. José Ortega y Gasset.” 

Árbitros revisionistas

 
Orellana Cid , entre Albarrán y Alfonso,
 portero que paró con el Burgos y el Mirandés  

 

Francisco Javier Gómez Izquierdo


     Ando por la Demanda lejos de las novedades del Málaga-Córdoba, pero he visto el partido con el hijo en un ordenador con poca cobertura en el móvil. El hijo ha despotricado y saltado de la silla como si estuviera en El Arcángel y es que ahora el aficionado está condenado a padecer arbitrajes insólitos. Si además a uno de los trencillas lo distinguen como primus inter pares y le adjudican un derby andaluz, siendo del colegio andaluz, cosa que no parece mal al aficionado y al hombre no le cabe el ego en el cuerpo y decide "que van a ver éstos de lo que es capaz Manuel Jesús Orellana Cid"... pues se calza el careto más alucinado de su repertorio, bracea como guardia antiguo de circulación, parlotea a lo Mateu y en un arrebato como de orate entre riscos despeña un partido que transcurría disputado, emocionante, con 0-0, expulsando al defensa cordobés Albarrán... yo creo que para que los de la tele le enfocaran a el. La roja no se puede explicar pero Orellana y el VAR conferenciaron con muchos gestos y poses del árbitro sevillí, que decidió no ver la jugada y mantener la expulsión. A partir de ahí las cámaras buscaban, cotillas, los visajes actoriles del árbitro.

 
  Cuando el excordobesista Jáuregui marcó lo que parecía el 2-1, los manejantes del VAR y Orellana Cid acapararon durante ¡yo qué sé los minutos! ¡muchos! la televisión y decidieron lucirse en plan revolucionario e inventaron un fuera de juego que no cabe en cabeza humana. Toda explicación -vendrán muchas- de la anulación del gol es tomar por tonto al aficionado.

 
  El gol es un remate del malaguista Jáuregui a pase de Carlos Isaac, defensa cordobés. El VAR presumió en plan petimetre tiquismiquis y llamó a D. Manuel a glosar la norma del "orsay" durante casi diez minutos y decidieron a favor de mi Córdoba tras horrorosa interpretación que servidor considera sacrílega.


   Luego hubo otro golazo que valió el 2-1 (el joven Rafa Rodríguez tiene que ser titular en el Málaga grande).. y en el ¡¡¡¡¡minuto 102!!!!! empató el Córdoba para dejar claro que los partidos de segunda son paladas de emoción. Sí, imprecisiones, fallos... pero emoción al fin.
   Mi chico ha cantado el final como si se ganara un título.

Domingo, 9 de Noviembre

 


Escaparate madrileño II

Quitad todo de aquí y no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre

 DOMINGO, 9 DE NOVIEMBRE



Cuando se acercaba la Pascua de los judíos, Jesús llegó a Jerusalén y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas con sus mesas. Entonces hizo un látigo de cordeles y los echó del templo, con todo y sus ovejas y bueyes; a los cambistas les volcó las mesas y les tiró al suelo las monedas; y a los que vendían palomas les dijo:


-Quitad todo de aquí y no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.


En ese momento, sus discípulos se acordaron de lo que estaba escrito: El celo de tu casa me devora.


Después intervinieron los judíos para preguntarle: "¿Qué señal nos das de que tienes autoridad para actuar así?" Jesús les respondió:


 -Destruid este templo y en tres días lo reconstruiré.


Replicaron los judíos: "Cuarenta y seis años se ha llevado la construcción del templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?" Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Por eso, cuando resucitó Jesús de entre los muertos, se acordaron sus discípulos de que había dicho aquello y creyeron en la Escritura y en las palabras que Jesús había dicho.


Juan 2, 13-22

sábado, 8 de noviembre de 2025

Bosé



Ignacio Ruiz Quintano

Abc


Existe un tipo en la vida y raza española que vive sentado y otro que vive tumbado. Fuera de la cama, de la que tiene una cultura y experiencia que otros no alcanzan, el tumbista no hace, según Ruano, sino insistir en todo lo posible sobre aquello que ha llegado a ser en él una actitud natural y una consecuencia del espíritu, y en todas partes continúa tumbado, dando a su cuerpo toda la inclinación que la vida en sociedad le permite con un margen de tolerancia que en España es bastante amplio. Este tipo de tumbista, decía Ruano, suele propender a largas meditaciones, a la contemplación lírica y al mismo tiempo un poco desdeñosa de la vida; es siempre un aventurero de la imaginación y, con frecuencia, el personaje de un mundo fabuloso de humo, desde el cual se entrega a menudo con maestría a la dialéctica de los divanes de café o de los butacones del casino. Tumbado se piensa con una sutileza entre perezosa y poética, entre cínica y ausente, que corresponde a quien ve las cosas con una desviación del punto de vista vertical.


El tumbista es un tipo latino, que cuando se da entre los sajones pierde gracia de calorías, se destiñe y desangela, produciendo, por ejemplo, el tonto de club, muy frecuente en Inglaterra.


Parece ser que el otro día el viejo Bosé fue a tumbarse a una radio para decir que esta derecha –vamos a suponer que el tumbista pensaba en la de Rajoy, registrador de la propiedad, no en la de su padre, torero de poder– quiere dinamitar la democracia desde dentro, que es una cosa que no viene en el Touchard, es decir, que se le ha ocurrido a él solo. Y los taxistas –sobaco al viento de los ventanillos, sin derecho a aire acondicionado– te lo contaban alarmados: “Parece ser que la derecha está preparando otro golpe.” “¡?!” “No, que no lo dice uno, que lo ha dicho el Bosé.” Las opiniones políticas del viejo Bosé deben de tener el mismo peso intelectual que las opiniones musicales de Rodríguez, el de la Moncloa, no ya sobre “El Cantar de los Nibelungos”, sino sobre los coros de “Bandido” o el do de pecho de Pablo Alfaro. Si nos ocupamos de él, es porque se trata del último pregonero, y eso obliga. 

Del gran e solemne recibimiento que (tal día como hoy) nos hizo el gran Montezuma a Cortés y a todos nosotros en la entrada de la gran ciudad de México

El 27 de febrero de 1574 concluyó Bernal Díaz del Castillo la redacción, comenzada a los 84 años, de su monumental Historia verdadera de la conquista de la Nueva España


QUINIENTOS  SEIS AÑOS HA

 8 de Noviembre de 1519





Bernal Díaz del Castillo

Sábado, 8 de Noviembre

 


Escaparate madrileño II

viernes, 7 de noviembre de 2025

Erótica de lo penal



Ignacio Ruiz Quintano

Abc


En “Alicia a través del espejo”, Alicia platica con Humpty Dumpty, que tiene forma de huevo y que emplea palabras con significado sin sentido. Alicia se lo reprocha, y él se explica. “Cuando yo uso una palabra –contesta con desdén– quiere decir lo que yo quiero que diga… ni más ni menos”. “Pero la cuestión –insiste Alicia– es si se puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes”.


La cuestión –zanjó HD– es saber quién es el que manda…, eso es todo.


Bolaños, que reúne en sus manos de reponedor los tres poderes del Estado (en vuestra cara, liberalios: ministro de la Presidencia o Ejecutivo, ministro de Relaciones con las Cortes o Legislativo y ministro de Justicia o Poder Judicial), y nunca ha leído una línea de Lewis Carroll, ha hecho el tuit del 78: “Tras 140 años, 12 Papas, 4 reyes, 44 presidentes y 106 ministros de Justicia, aprobamos el Proyecto de Ley Orgánica de Enjuiciamiento Criminal, que mejora, agiliza y europeíza un proceso penal más moderno y garantista”.


Bolaños, nuestro Hamilton de Aluche, extrajo su título en Derecho de la Complutense, la universidad de Elías Díaz, el Chomsky de Santiago de la Puebla, autor de un obrón sobre el Estado de Derecho y la democracia que en la Complutense del 76 nos obligaban a comprar en Periodismo, para nuestro entusiasmo y regocijo, con golpes dignos de McGuinness, Kaufman y Ryskind, los guionistas de “Una noche en la ópera”, de los Marx: “No todo Estado es Estado de Derecho. Por supuesto es cierto que todo Estado crea y utiliza un Derecho. Y, sin embargo, decimos, no todo Estado es Estado de Derecho; la existencia de un orden jurídico, no autoriza a hablar sin más de Estado de Derecho. Designar como tal a todo Estado sólo lleva al confusionismo.” Etcétera.


Bolaños europeíza nuestro Derecho, y lo europeíza bien: Alemania, por flamante sentencia del Tribunal Superior Regional de Berlín, declara que sólo lo que dice el Estado es correcto y todo lo demás es desinformación, resolviendo el viejo enigma de Pilato: “¿Qué es la verdad?” La verdad es lo que diga el Gobierno. Lo que jamás hizo la prensa (“Porque si la libertad de prensa no sirve para la averiguación de la verdad ¿para qué sirve?”, se preguntaba ingenuamente Hamilton), lo ha hecho la justicia tudesca: la verdad está donde esté el que manda, cosa que no sabe el Papa León, que escribe en X algo que haría sonreír a Pilato mirando de reojo a Claudia Prócula: “Ser Iglesia sinodal significa reconocer que la verdad no se posee, sino que se busca juntos, dejándonos guiar por un corazón enamorado del Amor”.


Agradezcamos a Bolaños que nos haga empalmarnos con Europa, es decir, con lo que Muray llamó la “erótica de lo penal”, y que se despliega, dice Erriguel, en un arsenal de mecanismos de delación y de punición contra cualquier opinión supuestamente discriminatoria, que se traduce en una bulimia normativa que no cesa de inventar delitos para la victimización total de la sociedad.


[Viernes, 31 de Octubre] 

Viernes, 7 de Noviembre

 


Escaparate madrileño

jueves, 6 de noviembre de 2025

Rocanrol. Get The Water in The Rossi Bar, Brighton


@MarilynDiary



El receso / César Leal




Get The Water 





in

The Rossi Bar



Domingo, el de la armónica

 


Ayer, en Salas. Domingo Contreras, Chomin, el que toca la armónica en El bueno, el feo y el malo. Es el cura de Huerta de Arriba. Iba a decir misa a los viejos de la residencia por la tarde.

F.J.G.I.


El borde


Calvo


Ignacio Ruiz Quintano

Abc


El periodismo de Corte habla de bordillo, aunque a uno le parece más adecuado hablar del borde de Gallardón, o mejor, del borde de Pedro Calvo, que es el concejal que se ha hecho cargo del invento de los arbitristas Barranco y Medel para separar el carril del autobús. Al fin y al cabo, estamos hablando de treinta y cinco centímetros –del borde, no del concejal–, una medida que el mítico John Holmes –actor, pero de verso libre, como Gallardón– elevó en las pantallas cinematográficas a la categoría de hipérbole. O sea, que el concejal Calvo lo que va a hacer es llenarnos Madrid de hipérboles. Quítenos usted los maceros y los relojes –sigue sin aparecer ni el nombre ni la foto del tonto que ha dejado a la ciudad sin relojes–, se supone que por franquistas, y pónganos esos rodapiés chillidescos que fueron un día “referente emblemático” del municipalismo socialista. Y luego nos metemos con el muro de Sharon, pensado para encauzar el tránsito de los palestinos como el borde de Calvo encauzará el paso de los madrileños. La palabra, al parecer, es disciplina. “El elemento más importante de disciplina”, ha dicho el concejal Calvo que es el borde que lleva su nombre. ¡Dios Santo! ¿Por qué no dejaron hacer la mili a este hombre? Hoy trabajaría en el cine de doble de Chuck Norris, que siempre traerá mejor cuenta que trabajar en la política de doble de Matanzo, aunque nunca se sabe. Matanzo, por correr a los artesanos, fue llamado Fhürer. Calvo, por correr a los manteros, es saludado como el hombre que mató a Liberty Valance. “¡Ya era hora de que se reconocieran las ideas socialistas!”, grita la prensa de progreso en la presentación del borde de Pedro Calvo. Porque el borde, que es de hormigón –de este Ayuntamiento uno hubiera esperado que fuera de metacrilato–, es, junto con la Institución Libre de Enseñanza, una idea socialista. Krausismo y bordismo. ¿Borde separador o borde separatista? A la inauguración del borde de Pedro Calvo deberían llamar a Gonzalón, que es quien mejor sabe diferenciarlo. 

Jueves, 6 de Noviembre

 


A carne nada, nada
en la copa de sombra que me hace aún doler;
mi carne nada en ella,
como en un pantanoso corazón de mujer

miércoles, 5 de noviembre de 2025

Hughes. Liverpool, 1-Real Madrid, 0. Courtois evita la noche negra


@ESnomanu


Hughes

Pura Golosina Deportiva

 

Una manera de verlo es que hace unos meses hubiera sido una paliza. Otra es que no cayó goleada por Courtois. La derrota es un hecho, pero el vaso ¿medio lleno o medio vacío? El Madrid estuvo vivo un buen rato y hubo jugadores que brillaron, los de detrás. Courtois, por supuesto, y Tchouaméni y toda la línea defensiva salvo Huijsen, irregular y horchatoso, sin ser una calamidad y con algún buen intento de construcción. El resto del equipo fracasó. Bellingham hizo una buena primera parte y Vinicius ganó su 6’5 por correoso, insistente y honrado, pero no se fue de Bradley.


Y la conexión que venía definiendo lo mejor del Madrid, la Güler-Mbappé, quedo en nada. No se vio.


El Liverpool empezó con una presión enloquecida. Daba miedo el Liverpool por la altura y fuerza de sus hombres. Casi que Salah ya es lo de menos. Tienen una media espectacular y Ekitike parece un proyecto de algo nuevo, un delantero experimental, en la línea inteligente y evolutiva que ya emprendieron con Firmino.


La presión agobiaba al Madrid y a cualquiera y la empalizada se saltó con un pasecito de Carreras para Vinicius. Saltó la valla Vinicius y descubrió la libertad y a su correr miró el Madrid, que se fue hacia allí.


En ese primer ir y venir, el Madrid estiraba sus costuras de equipo en formación.


En esos instantes, Camavinga, que salió por la derecha, aportaba cambios de juego y algún tackling providencial y Bellingham brillaba en la presión alta. El Madrid metía al Liverpool en su campo y jugaba minutos de gran calidad. El Madrid parecía capaz de todo. Todos corrían y Vinicius se iba hasta su área a ganarse una amarilla.


Carreras detenía a Salah, lo controlaba, y escoltaba con ojo a Vinicius.


Algo cambió en el minuto 27, cuando un error de Huijsen acabó en paradón de Courtois. Consiguió una postura en la que maximixó su ocupación del espacio, se hizo envergadura toda; un brazo por aquí, otro por allá, y lo mismo con las piernas, y así nubló al delantero. Es una cualidad como de superhéroe.


El Madrid sufrió a partir de ahí. Se estudió un posible penalti de Tchouaméni, que no era, pero ya entonces se sentía que, de concederse, el Madrid no tendría fuerza ni fútbol suficiente para sobreponerse al tiempo, a la grada y al Liverpool.


Hubo una ocasión; llegó Güler al área, pero igualó en candor a Huijsen, y quedó definido en parte el Madrid actual. Esos dos jugadores son quienes tienen que armar el juego, cambiarlo, dirigirlo, conseguir imponer el ritmo y la salida, pero parecían niños entre los Konatés, Gravenberch y compañía.


La presión del Liverpool se intensificó y Courtois tuvo que seguir parando, en especial un tiro de Szoboszlai.


El Madrid todavía se sostenía y respondía en la primera parte, aun entero; en el 44 Bellingham tuvo una ocasión tras recorte suyo en carrera a pase de Vinicius, lo único del fútbol del Madrid.


Nadie nunca por la derecha.


Quizás por eso, Alonso cambió la posición de Arda y Camavinga. Devolvía a Güler a la derecha cuando había fracasado en el centro. Lo volvieron a expulsar de allí, a anularlo con presión y empuje. Güler está encimismado porque cuando lo enciman, no puede girarse, no termina de ofrecer una salida segura al Madrid. Cuando hay presión fuerte, el primero que la acusa es él.


Del descanso el Madrid salió con ese retoque pero con menos tensión y además empezó a manifestársele el problema del juego aéreo.


Vinicius defendía en un córner a Van Dijk y le llegaba al esternón. La acción consistía, al parecer, en estorbar, dejarlo llegar y que rematara solo, cosa que exigió otra parada refleja de Courtois. ¿Es posible lesionarse los nervios? Que la respuesta sea tan rápida que colapse un nervio. Courtois arriesgaba la salud instintiva.


EL Liverpool no sólo parecía más alto. Subió su ritmo y choque a choque fue ganando los balones divididos, conquistando cada espacio en liza, cada medio metro. Pronto, el Madrid ya mostraba un cráter de nada alrededor de la mediapunta, la gran mediapunta que era también el mediocampo. Era una sensación conocida.


No había mediapuntas ni dirección, ni había nueve cuando Carreras, ascendido de nuevo a la comparación con Maldini, llegó al ataque. Se paseó la pelota pero no había nadie y si no había nadie allí, ni estaban en la mediapunta, ¿dónde estaban? El equipo ya se rompía.


Esto, prometo al querido lector, lo pensaba este ínfimo plumilla y lo estarían pensando muchos. Se frisaba el minuto 60 y ¿por qué no cambiar? Se pensó, lo pensamos. Mueve el banquillo ya. Aunque no haya mucho.


Pero cuando nos contestábamos a nosotros mismos diciendo que Xabi no lo haría, llegó el gol de Macallister, de cabeza en un saque a balón parado, cómo no.


De nuevo, el vaso medio lleno: te ha ganado un equipo de gigantes, la mayor inversión de Europa, a balón parado. De nuevo, el realismo belga: sin Courtois, hubiera sido una noche negra.


El cambio llegó después, tarde ya, y era Rodrygo, de nulo impacto en lo estructural. Comenzó a planear en ataque con jugadas poco agresivas en las que rifaba la pelota como si el partido no tuviera importancia.


El ataque del Madrid ya era individualista y volvía a caerse el barniz, a aparecer el año pasado, la cara ajada, el rostro grotesco. ¡Tú otra vez!


El mayor cambio fue que Mbappé decidiera activarse. Apareció entre los vivos en el 74, con un remate a pase, quién si no, de Vinicius.


No solo Courtois salvó al Madrid, también participó Militao. Y más allá de uno u otro, la forma en que la defensa sujetó al equipo o resistió esos minutos significó algo. Aunque sólo fuera la forma de sufrir. Algo se puede salvar y fue eso.


El ataque eran jugaditas de fogueo de Rodrygo y salió Brahim después, que parecía un gnomo entrando en el bosque de Konatés.


En la grada de Anfield gritaban como desorejados. Gritaban los ingleses viejos pero exactamente igual hacían los ingleses nuevos, de modo que no hay nada genético. El comportamiento de la grada Kop lo explica el ambiente. Si vinieran aquí, estarían comiendo pipas y murmurando de Vinicius.


El Madrid atacaba con soliloquios baratos y no ganaba una por alto. Volvía a parecer antiguo en lo táctico y en lo físico. En esos minutos, además de agarrarnos a Courtois, luchamos por rechazar un pensamiento: que el Madrid no está donde estaba pero tampoco mucho más cerca y que la mejoría será larga, y no dependerá de Xabi Alonso sino de que lo que hay, en el mejor de los casos, madure. Alonso no puede acelerar el níspero, urgir al membrillo. 

Bono



Ignacio Ruiz Quintano

Abc


Bono bueno, el bonobús. El otro no tiene pase. ¿Dónde está Simancas cantando “No pasará”? Ya tenemos dicho que Madrid ha sido declarada “Provincia Traidora” por el socialismo mandante, razón por la cual a Madrid sólo envían lo que no quieren en casa. Primero fue Tierno. Ahora es Bono. El Kaká de Calderón (“me llamo Calderón y doy suerte”) era Emerson (Calderón es a Florentino Pérez lo que Emerson es a Zidane) y el Kaká del socialismo madrileño es el manchego Bono, pura demagogia con jota (“ejque”), el machete de la jota para transitar por el Madrid trampeado de Gallardón. De la demagogia adolescente de Simancas a la demagogia casposa de Bono, el gamo de Iraq. Escribir de Madrid va a ser una juerga permanente. No hay hoy capital en el mundo que ofrezca más postizos. Teníamos al Sabio de Hortaleza, encadenado a su Villar como Tita a su plátano. Ahora, para completar el belén del casticismo con gallinejas, llega Bono. “Mi padre fue falangista y yo no soy mejor que mi padre”, dijo una vez. Eso también podía decirlo Alicia Moreno, pero todavía no lo ha dicho. Bono, pues, es único. Es Pepe, el hijo de Pepe, el de la tienda. Esta populachez no se paga con dinero en unas elecciones municipales. Bono, además, es de esos meapilas que no creen en el secreto de la caridad. Si da algo con una mano, con la otra da una rueda de prensa para que todo el mundo se entere. Con esta actitud puede arañar votos al beaterio que no ve con buenos ojos a Gallardón. Tierno montó el número del crucifijo. Bono podría montar el número del rosario con cuentas de lapislázuli. Recuperaría la vara y a los maceros. Bloquearía la imprenta municipal con libros y libros de autobombo. Tampoco habría más manifestaciones de víctimas en Madrid, que siempre son una lata. El pregón de San Isidro lo daría su íntimo amigo y correligionario Chávez, que en invierno regalaría al Ayuntamiento fuel para las calefacciones de los pobres. ¿Y los bandos? Gallardón va a verse en un aprieto. ¡Y uno que estaba pensando en Calderón (“me llamo Calderón y doy suerte”) como tapado! Tiene suerte, es de Palencia y va por ahí diciendo que él nunca leería la cartilla a un periodista. ¿Qué más cara hace falta para ser alcalde? 

Miércoles, 5 de Noviembre

 


Cruces

martes, 4 de noviembre de 2025

“El Olivarito” de Trump


Rosa Sanz
Camino del Olivarito


Ignacio Ruiz Quintano

Abc


La UE es “El Olivarito” de Trump, que ha derribado el Ala Este de la Casa Blanca, su Casino, para construir un salón de baile donde la orquesta del “Titanic” amenizará el “Decline and Fall” anunciado por Paul Kennedy en el 87. Pero ¿y “El Olivarito”? ¿Qué es “El Olivarito”?


“El Olivarito” es el nombre de las veinte aranzadas de olivo que poseía un compadre de Pemán. Era el primer año de la República y en “El Olivarito”, cargado de aceitunas, nadie parecía preocuparse de contratar obreros y recogerlas. Interpelado en el Casino, el compadre pronunciaba su palabra favorita: “Calma”.


Y ocurrió que una mañanita, brincando sobre el vallado de tunas, se entró en “El Olivarito” un ladronzuelo ágil y tostado, y empezó a robar aceituna, pues en Andalucía, al lado de la “cosecha oficial”, hay otra cosecha escondida, que se llevan los rebuscadores.


Cayó el ladronzuelo en manos de los guardas, y fue conducido a presencia del compadre, que le dijo: “No mientas ni te disculpes. ¿Por qué van a ser más mías que tuyas las aceitunas de “El Olivarito’”? Dio una chupada a su cigarro y terminó: “Estamos en una República de trabajadores de todas clases, liberal, democrática y casi unitaria, un poquito federal”. El ladronzuelo estaba asombrado, como los cabreros en Don Quijote. “En fin, no se hable más –dijo el compadre–. Te las compro. ¿Cuánto quieres por ellas?” Hubo un regateo y el compadre se quedó con la carga por tres pesetas, que pagó religiosamente al ladronzuelo. La noticia corrió como la pólvora entre los rebuscadores.


En la casa de “El Olivarito” compran las aceitunas en la misma finca.


Cuando la República estableció para la recogida de la aceituna diez pesetas de jornal y seis horas de trabajo, el compadre avisó en el Casino: “Este año el árbol de la paz va a ser el árbol de la guerra”. ¿Por qué? “La jornada de dos horas de un ladrón equivale a la de seis horas de un obrero sindicado, porque el robo se hace siempre con un ritmo más rápido. Pago por la carga tres pesetas. Al otro, por jornal, tendría que pagarle diez. Me ahorro siete. Cuando esté ‘robado’ todo mi olivar, yo tendré a precio módico mi cosecha en el molino”. Y así Trump con los ladronzuelos europeos de los fondos rusos, que sólo tienen que buscar un “promotor de medios jurídicos de destrucción” como Kelsen que les “legalice” el robo, pues ellos no son como el publicano de Lucas (18:9-13), ladrones, injustos, adúlteros, “ayunamos dos veces a la semana, damos diezmos de todo lo que ganamos”… Ahí está la banda del vagón de Kiev, donde Macron escondía su pañuelo “Brigitte” (¡vamos, ni el pañuelo de Otelo!) de la codicia de Starmer y de Merz, el más gracioso, pues su país no pagó una sola reparación de guerra con el argumento “Simplicíssimus” de la “discontinuidad del Estado”. Ahora dice que los fondos rusos son alemanes. El Derecho como botín de guerra del vencedor, sólo que los alemanes tienen, otra vez, la guerra perdida.


[Martes, 28 de Octubre]