sábado, 15 de febrero de 2025

Magos


Adoración de los Magos, Leonardo da Vinci

Ignacio Ruiz Quintano

Abc Cultural


Los primeros convocados al pesebre fueron los humildes: esto no le parece radicalmente avanzado al alcalde de Madrid, que contempla las pesebreras únicamente desde el progreso, y por eso cree que lo interesante –lo moderno– del acontecimiento de Belén son los quince días de fiesta para leer a los niños cuentos sindicales a lo Joaquín Dicenta.


Decíamos que los primeros en llegar al pesebre fueron los humildes, y sólo después llegaron los tres Reyes Magos, que, como observó Nebrija, “ni eran tres, ni eran Reyes, ni eran Magos”. “Tres”, en realidad, son las ofrendas. Lo de “Reyes” se ha explicado como estilización de las profecías bíblicas sobre unos reyes gentiles que se postrarán ante el Señor. Y por “Magos” hay que entender, no prestidigitadores, sino sabios. “Y muy importante: estos sabios son paganos”, dirá Ratzinger, para llamar la atención sobre la iglesia de los gentiles que se pone en marcha.


Los Reyes llegaron al pesebre llevados, como sabios que eran, de una señal astronómica. Son científicos. Son intelectuales, aunque no de los que piden, como los nuestros, los occidentales, sino de los que dan, que son los orientales. Sabios árabes, por las fragancias de la mirra y el incienso, o sabios persas, precisamente por “magos”, seguidores de Zoroastro, el Zaratustra al que Nietzsche convirtió en el Gabilondo de los fuertes. Y cuando llegaron los Reyes allí estaban los pastores con el burro y el buey.


Del buey se sabe que fue semidiós en Egipto, y en Roma, galán de diosas alegres, pero buey, en cualquier caso, de labor, no de lidia, que es un buey exclusivamente español contra el que conspira en Europa el socialismo de Rodríguez negándole la subvención. Y del burro cabe decir que, en forma de “asno de oro”, fue venerado en los templos paganos como imagen de Paz. ¿Paz, hemos dicho? No se hable más: Paz, Oriente y Rodríguez. No cuesta imaginarlos, al través de un ojo de buey, sobre la cubierta de la intrépida “Álvaro de Bazán”, entre cuyas jarcias aún debe de resonar la arenga del teniente coronel Tim Collins al Primer Batallón del Regimiento Real irlandés, el 20 de marzo de 2003, en Kuwait: “Iraq cuenta con una gran riqueza histórica. Es el emplazamiento del Jardín del Edén, del Diluvio Universal, y es el lugar de nacimiento de Abraham. Allí tenéis que andaros con pies de plomo.” En el belenismo español, el burro, con pies de plomo, acostumbra ceder su sitio a la mula, que es un caballo hecho por un asno y –también como icono pacifista– más nuestra.

Sábado, 15 de Febrero

 


Pocoyó extraviado

viernes, 14 de febrero de 2025

El país



Ignacio Ruiz Quintano

Abc


La envidia que produce el espectáculo de las audiencias de confirmación de cargos de Trump en el Senado de allá nos recuerda que siempre valdrá más una democracia podrida, como la americana, que todas las tiranías sanotas que nos gastamos acá.


Somos, se nos dice aquí, la locomotora económica de Occidente, y nos dirige una generación de analfabetos funcionales mediante “decretos-ómnibus”, al decir de los legisperitos del Estado, que en realidad son los “decretos-tranvía” (homenaje al “Se vende un tranvía” de Berlanga) del país hampón de Salas Barbadillo.


Por “decreto-ómnibus” hemos de entender lo mismo que por infierno entendía el catecismo, es decir, “un conjunto de todos los males sin mezcla de bien alguno” que los mandaderos de los partidos votan con arreglo al consenso. Como la Constitución del 78, en sí misma un “decreto-ómnibus”, batido como un lumumba, que elimina el juramento real de la de Cádiz (“que no enajenaré, cederé ni desmembraré parte alguna del Reino”), en cuya tacita de plata los liberalios gaditanos acaban de abuchear a una chirigota “negacionista” de la pandemia con el cuento de que carraspeaban al cantar.


“Una especie de partidos fantasmas que defienden los fantasmas de unas ideas y que, apoyados por las sombras de unos periódicos, hacen marchar unos ministerios de alucinación”, resumió Ortega la Restauración. El 78 nos trajo, no la representación política (democracia), sino la integración de las masas en el Estado (partidocracia), un motor alemán de dos tiempos (invento de Leibholz) que son dos consensos: el normativo, dominado por el cinismo, y el expeditivo, dominado por la hipocresía.


Por el consenso normativo, los partidos transfieren al partido en el gobierno “el derecho de no oponerse” a su acción legislativa. Y por el consenso expeditivo, la oposición comunica al gobierno su intención de no trabar los decretos que no merezcan su conformidad pública.


Aquí, partidos y sindicatos son constitucionalmente órganos del Estado. Un Régimen de fantoches que controla el negocio y el ocio, y ahí está el catastrófico chiringuito del fútbol patrio, a las órdenes, como todo lo demás “en este país”, del “ejército desarmado de Cataluña”.


La cultura del país no se queda atrás: el Rey del Pollo Frito sale en TV achicando las neuronas de Elon Musk y en la sala de las Musas del Prado el DJ Nacho Patillas pincha música para gaznápiros con cubata en la mano.


Amo la violencia española, vuestro amor a la violencia, vuestro amor a la destrucción –decía Cocteau a Ruano–. Es más hermoso quemar un cuadro que venderlo. El público francés es casi insoportable, porque ante un cuadro se cree que entiende más que el pintor... ¿Sabe usted lo único que el público francés respeta? Al que toca la flauta, porque él no sabe tocar la flauta.


Somos el país de Ana Guerra, que un día fue al Prado: le sudaban las manos, sentía que todos la miraban y se preguntaban qué hace Ana Guerra sola en el Prado.


[Viernes, 7 de Febrero] 

El juicio del beso

 

El Beso. Gustav Klimt

 

Las Fuerzas del Mal en el Friso de Beethoven. Gustav Klimt



          Francisco Javier Gómez Izquuerdo

            Antes del 20 de agosto de 2023, día de San Bernardo de Claraval, éramos legión los que creíamos que Don Luis Rubiales merecía ser encausado y juzgado por evidencias varias, alguna de ellas harto llamativas por mediar familia en cosas de la Federación Española de Fútbol. "Pablo, Pablito, Pablete", "Pedrusquete", "Villarato".., no se ha conocido presidente en la FEF libre de sospecha y ¡vaya por Dios! de culpa.


             De lo que salió por televisión el día de San Bernardo, ha dado cumplida cuenta el periodismo escrito y audiovisual, pero da la sensación, escuchando lo que se dice en las calles, que los espectadores no tienen opinión unánime y discrepan ante la doctrina de lo políticamente correcto. Está acabando el juicio y hemos visto pasar a no sé cuántos "empleados" de la FEF, en una causa sumarísima en la que se persigue sobre todo si hubo presión de Fulano, Zutano y no sè cuántos Menganos para minimizar el "escandaloso beso" y que la víctima "de agresión sexual" disculpara a Don Rubiales en público. Días convulsos aquellos para los protagonistas con declaraciones de asociaciones, sindicatos y opinadores políticos que gritaron lo buenos que eran ellos y lo asqueroso que resultaba Don Rubiales. El Gobierno ya no admitía al otrora sindicalista como de los suyos por mor de ciertas evidencias e inquietantes rumores motrileños y en vista de que la víctima no acudía al Juzgado, el día 28 intervino la Fiscalía tras seis denuncias de particulares y asociaciones. El 6 de septiembre, 15 días después del "Beso", la víctima presentó denuncia... y hasta el juicio.
     La gran mayoría de los juicios en causas penales no se celebra porque se llega a una conformidad entre las partes. En éste de Don Rubiales tal solución era a todas luces imposible porque la parafernalia necesita ser sacada a la contemplación pública en las ocasiones a propósito. Visto el caso fríamente, como lo estarán viendo los delincuentes presuntos y confesos en los patios talegueros, todos han perdido antes de que el juez dicte sentencia. El primero Don Rubiales que ha dejado de cobrar 675.761, 87 € brutos anuales que se le quedaban en 371.669,03 limpios; 30.972,40 al mes. Entre delincuentes se estima que no puede haber condena mayor. Pierde Jorge Vilda que tras conseguir el Mundial se vio en la calle por, al parecer, intentar mediar (presionar) entre su jefe y su pupila. Grave delito al parecer. Pierden unos cuantos colocados en la Federación por amistad presidencial que también mediaron-presionaron... y pierde la futbolista, condenada a pasar muy malos ratos desde el día de San Bernardo... y los que a mi modesto entender, le quedan.
       ¿Y no ganan las mujeres que se verán protegidas de sujetos así? Pues mire usted, rotundamente, no. Sólo gana ésa secta fanática que se ha apoderado de las voluntades y a la que se han subido los individuos e "individuas" de mayor perversidad. He visto un vídeo de hace años en el que Mapi León y Dani Alves, representando al Barcelona. se proclamaban adalides de la secta. Mapi León es la futbolista que se comporta "mu feamente", como Michel con Valderrama, con una jugadora del Español. A la secta no se le ve intención de hacer con mujer lo que hace con hombre. A la secta le falta un Errejón que de un paso adelante y grite por las calles y pinte por las paredes "Daniela Caracas somos todos y todas".

       Uno cree que la jugadora víctima de Don Rubiales padeció presiones por todos los puntos cardinales. Esperemos que el Derecho y no las presiones juzguen y sentencien.

Viernes, 14 de Febrero



Día de los Enamorados

San Valentín



Salmonetes... les desea un feliz Día de San Valentín



Claudia Ruiz Picot'10

jueves, 13 de febrero de 2025

Lucía


Julio Torri

Ignacio Ruiz Quintano

Abc Cultural


A Lucía, y que nos perdone la Virgen de Fátima, la han pillado, primero, fusilando a un poeta –“¡Lorca somos todos!”, suspira el canario Fernando G. Delgado, albacea sentimental del poeta–, y luego, chupando de un psicoanalista. Total, que no era Lucía quien escribía así, sino un psicoanalista y un poeta. ¿Plagio?


La luciérnaga es un plagio. Pero la estrella no protesta.


Nadie está llamando aquí luciérnaga a Lucía ni estrella al poeta o al psicoanalista. Lo de la luciérnaga es un fogonazo neuronal de Alberto Guillén, un enano perulero que arrasó en el Madrid de la “belle époque”. Un poco antes que él, el mejicano Julio Torri había dicho que el plagio es el último absurdo a que conducen los apologistas de la personalidad y el individuo:


Es el desconocimiento de la comunidad espiritual de la especie. ¿Qué le importa a la humanidad que una nota del gran himno vuelva a ser cantada por otro cantor? ¿Por qué excluir del mundo que crea el hombre la posibilidad de la repetición, cuando aún la naturaleza la acoge como una de sus formas predilectas? Se necesitaba el advenimiento del reino de los abogados –siglo diecinueve– para que se colocaran estacadas y cotos en el dominio del espíritu. ¿Qué importa que las ideas se tomen directamente del espíritu divino o de su exposición humana? El plagio y el respeto que impone a los timoratos es contrario a las leyes que presiden las vidas de las ideas... Casi no hay idea que no haya sido expresada ya, y la novedad significa sólo olvido, ignorancia de la época presente.


Hablando de la ignorancia de la época presente, le viene a uno a la memoria una carta de don José Fernando Blanco Sánchez al director de un periódico en que decía: “Acabo de ver en la televisión estatal a Lucía diciendo que ‘murciélago’ es la única palabra en nuestro idioma que tiene las cinco vocales. ¡Confiturera, frene la euforia! Un arquitecto escuálido llamado Aurelio (o Eulalio... o Ausencio) dice que lo más auténtico es tener un abuelito que lleve un traje reticulado y siga el arquetipo de aquel viejo reumático, desahuciado y repudiado, que consiguiera en su tiempo ser esquilado por un comunicante que cometió adulterio con una encubridora cerca del estanquillo (sin usar estimulador). Señora escritora: si el peliagudo enunciado de la ecuación la deja irresoluta, olvide su menstruación y piense de modo jerárquico. No se atragante con esta perturbación, que no va con su milonguera y meticulosa educación, y repita conmigo, como diría Cantinflas: ¡Lo que es la falta de ignorancia!”


¡Lus, más luz! –gritó Goethe. Y entregó su espíritu.

Jueves, 13 de Febrero

 




He perdido a Pocoyó en esta zona

Le echo mucho de menos

Lleva conmigo desde que nací

¡4 años!

Si le has visto, llama a mi mamá, porfa

Gracias

miércoles, 12 de febrero de 2025

Hughes. Manchester City, 2; Real Madrid, 3. Victoria contra el City de Lillo


 Carlo Ancelotti

Hughes
Pura Golosina Deportiva

 
Había espectáculo de luz y sonido en el Etihad, los jugadores bajaban del túnel de vestuarios como si fueran a entrar en una discoteca. Se percibía esa tensión en las miradas.

Todos llevaban a su niño de la mano, pero el de Vinicius parecía ser víctima de bullying.


El Madrid salió con ánimo. Más que confiantesh salieron presionantesh, pero duró lo que tardó Guardiola en hacer uno de sus movimientos geniales de peón. El central por aquí, el medio por allá, chis, chas, un escalonamiento más y lo posicional blue pareció mejorar, aunque poco.

El Madrid respondía con una salida tocada, y las ocasiones llegaban una detrás de otra: de Vini, de Mbappé y sobre todo de Mendy, debajo de la portería pero a la vez muy lejos porque la pelota cayó en su ortopédica pierna derecha. El fallo fue de los que provocan ira.

Era un pequeño festival. Se perdía la cuenta de las ocasiones. La facilidad era sospechosa y hacía sentir culpable. porque todos sabíamos lo que eso significaba.

Poco después, el City iba a marcar por Haaland tras un buen pase de Gvardiol. Hubo intriga de VAR que tuvimos que sufrir de nuevo con los comentarios de Carlos Martínez sobre los primeros planos de Haaland. Qué les costará buscar planos de chicas guapas en la grada... Haaland hacía el gesto de algo muy pequeñito. "El frame es siempre crucial", decía alguien en la tele. Ya nos habíamos dado cuenta...

El travelling es una cuestión moral, decía Godard. El frame es una cuestión política, decimos nosotros.

Algo muy pequeñito, repetía Vinicius. Algo muy pequeñito, confirmó Rodri, el Balón de Oro con las cejas más raras, cuando el árbitro confirmó el gol.

El Madrid siguió llegando incluso con la zozobra comprensible. En el 25, Vinicius tiró al palo. Pero era un llegar sin moral. El Madrid encontraba facilidad, pero era blando también y transmitía poca entereza. En el campo ya no había ninguno de los campeones veteranos, ningún superviviente de los jerarcas...

Hubo un rato de desconexión, incapaz el Madrid de salir de la cueva, con siniestro deportivo de Camavinga. Asencio salvó una ocasión derrapando.

En esos minutos, cuando el City ganó algo de convencimiento y entereza, estaba la temporada. También para ellos. Hubo una ocasión en un córner y Pep y Lillo pegaron un respingo los dos como si el banquillo fuera una montaña rusa. Qué mayores están ya los dos...

Al Madrid lo de presionar se le daba regular, es casi mejor que no lo haga, así que volvió al fútbol que le hizo campeón: echarse atrás.

Hubo una ocasión de Rodrygo, los de arriba llegaban bien pero al final se estorbaban... Era una vieja sensación galáctica.

Quienes recordamos bien esa época sentimos a veces algo de aquel perfume, cuando, por ejemplo, la acumulación de estrellas y ocasiones alcanza un punto que parece marginalmente decreciente...

Mbappé se iba del área y quería empezar sus jugadas con ese paso flamenco que hace que parece Tomatito... Valverde chutaba desde lejos, lo que intenta cuando no lo ve del todo claro. Esos chuts son un contrapunto de seriedad y contundencia cuando los de arriba se barroquizan en exceso...

EL City, la verdad, parecía más un equipo de Lillo que un equipo de Guardiola y el Madrid acabó la segunda parte venido arriba, con ocasiones, alguna bastante clara.

El Madrid dejaba en el descanso sensaciones raras. Frustrantes, desordenadas. El cuerpo me pedía destituir a Ancelotti allí mismo. Tomar medidas serias aunque solo fuera porque algo fuera definido, fuerte, serio, tajante... No se sabía si el equipo presionaba o esperaba. Encontraba facilidad pero también concedía un gol. Era una cosa difusa con ocasiones de gol y esa expectativa feliz de que triangulen los de arriba que provoca todavía más frustración porque se ve fácil y luego genera ahogo defensivo.

En conjunto, todo eso era poco serio. El Madrid transmitía irritación y flaqueza, como si el equipo hubiera perdido galones en el campo y acusara psicológicamente las humillaciones sistémicas de España.

La segunda parte comenzó con un regalo de Asencio, sospechosamente elogiado a mi parecer, que Haaland aprovechó para una ocasión al palo.

Asensio regalaba un balón y Mendy parecía una mina antipersona itinerante... Lo mismo: facilidad y fragilidad. Eso tenía el Madrid.

Había alguna diferencia. Los cambios habían debilitado al City y Bellingham tomaba más responsabilidades en la construcción.

EL Madrid mejoraba pero le faltaba una idea. Le falta una idea. O un sentimiento caníbal de orgullo o una voluntad hegemónica de hacer disfrutar al mundo de su juego. Hay timidez, indefinición, jirones, retales, diseños solo pespunteados... Falta un sueño, un deseo imperativo.

Bellingham, lo más parecido a eso, bajaba a distefanear y también emprendía una presión solitaria que se parece a una prédica en el desierto que va sumando fieles. Es como un rastreo suyo, como un perro persiguiendo su hueso. El Madrid de Ancelotti inventa el individualismo defensivo.

En el 53, tuvo una ocasión como las que falló contra el Atleti, con pase de Vinicius, que fulminaba al simpsonesco Rico Lewis. Si el Etihad estuviera en España, Lewis hubiera optado por dar patadas sin fin y retorcerle el cuello a Vinicius, pero tratándose del extranjero solo pudo claudicar.

Esa jugada, por cierto, la había iniciado mucho antes el propio Bellingham. Eso fue una cosa habitual.

Los primeros quince minutos de la segunda parte fueron otro pequeño festival que no acabó en total frustración porque Mbappé marcó, tras un gran pase de Ceballos, en remate pegamoide con la tibia o el peroné.

Valverde tras el gol y las mil ocasiones volvía a dar un puñetazo en la mesa con otro zambombazo que lamía el poste como Turturro la bola en El Gran Lebowsky. Como lateral derecho, le dio a esa banda una solidez que ya no recordábamos. Volver a Lucas resultaría un ultraje.

Bellingham tuvo un mano a mano clarísimo que le salvó Ederson. Otra llegada pero de mediofondista (Bellingham mezcla al futbolista con esos ingleses elegantísimos que corrían sin parar).

El portero brasileño empezó a agotarse ahí o a acusar el stress.

En el minuto 70, Ancelotti tenía el banquillo inmaculado. No así Pep, que lanzaba esos escupitajos lubricantes suyos de actor porno muy preciso.

La blandura del City era excesiva. Llegaba un punto en el que era demasiada blandura, tanta que desdibujaba las líneas, los peligros, el sentido de los ataques, como alterando las tensiones inherentes al propio fútbol. Desimantando el juego. El City era un rival de pachanga y eso destruía la seriedad que exigían los cracks del Madrid que, ante tanta facilidad, se aturullaban.

Era todo demasiado sencillo así que el Madrid quiso darle al partido una seriedad nueva e hizo lo que mejor puede hacer con Ancelotti: juntarse como haciendo un montoncito (de qué, no se sabía). Y ahí, recién estrenada esa forma, llegó el penalti a Foden cometido por el imprudente Ceballos justo en la línea del área. Es bueno Ceballos, pero no es Casemiro.

Cuando se preparaba el penalti, Ancelotti entendió que ya podía sacar a Modric, que entró cuando Haaland había marcado el 2-1.

El convenio neogaláctico ya vimos que es claro y en el 84 entró Brahim por Rodrygo. Esto fue todo lo que se estrujó Ancelotti la cabeza.

El Madrid, que podía haber marcado quince goles, perdía contra el peor City desde el Definitely Maybe. Y Ancelotti ponía cara de Carletto, llenaba de aire sus carrillos. Con los mofletes henchidos, mandó a sus hombres contra los elementos y la flauta de Pan sonó.

En el 86, Brahim marcó tras un tiro de Vini que Ederson rechazó mal. El City se autodestruía, aunque hay que reconocer la ambición de Belligham y Vinicius.

Bellingham tenía otra ocasión inmediatamente y en el lamento de la falta recibida se veía que decía "Madre mía". En Manchester, Jude habló ya como un español. En su gran segunda parte estuvo ayudado por un mejor Camavinga, titularísimo muy necesario, jugador imprescindible.

Poco después, ya en el descuento, marcó Bellingham siguiendo una jugada de Vinicius, en él empezada con un robo. Un toque fue en el mediocampo, otro en el área pequeña. Volvía a asistir Vinicius (en los dos goles con su viejo estilo: con semifallos, ocasiones, rechaces que valen como una asistencia depurada) y Belligham llegaba agónicamente antes que el lentísimo central. Llegaba y remataba hincando la rodilla, en otro partido en el que había estirado el rango de su juego como si quisiese, él solo, salvar el desequilibrio del Madrid.

La victoria permitía entregarse a la épica habitual, al soniquete inconfundible, efímero placer de pocas horas, pero era imposible la euforia. Solo el alivio entre una risa floja y nerviosa. El Madrid se acercaba a la ronda siguiente pero también certificaba su escasísima consistencia.

Los Obama



Ignacio Ruiz Quintano

Abc Cultural


El tontismo cultural, que en nuestro mundo es el tontismo periodístico –no hay otro– nos había vendido al huero, chirle y hebén Obama como al Hércules que las cuadras del Occidente estaban aguardando desde el asesinato de Kennedy, pero, hasta el momento, de Obama lo único que se sabe es que no habla austriaco –con lo bien que quedaría de emperador del imperio austrohúngaro en una película de Berlanga– y que ante el monarca absoluto de Arabia Saudita se ha postrado como un pastor de villancico.


Cuando, una vez independientes, los republicanos norteamericanos resolvieron adoptar como saludo darse la mano para diferenciarse de los monárquicos ingleses y su consabida reverencia, Obama no estaba allí, sino en Hawai, escribiendo su autobiografía, pues lo mejor de Obama es que siempre cuenta con una buena disculpa.


¿Cómo puede un político escribir así de bien? –se pregunta la Corín Tellado de Manhattan, Toni Morrison–. ¿Cuándo se ha visto en un político esa capacidad para la reflexión, esa viveza para las imágenes y ese oído para los diálogos?


La verdad es que, visto así, sólo le falta hablar austriaco.


A Morrison se lo presentó el filósofo cómico Cornel West, un tipo que ve en Obama una mezcla del Che y Jesucristo. Esa majadería –que toreros como Castella y Tomás han hecho suya– la puso en marcha el socialista que le dijo a Donoso Cortés que Jesucristo fue el primer revolucionario.


Es cierto –contestó el orador–. Pero Jesucristo no derramó más sangre que la suya.


Obama, el Hércules que aguardaban las cuadras del Occidente, está casado con Michelle, la señora que confesó haber odiado a su país hasta que su marido tuvo posibilidades de ser presidente, y que, de visita en Europa, le arreó un democrático espaldarazo a la reina de Inglaterra, quien en su día hubo de pasar por las horcas caudinas del general portugués Eanes en una carroza por las calles londinenses. Al disculparse la reina porque los caballos dieran rienda suelta a algún céfiro infecto de olímpico embate, el general respondió:


¡Oh, no se preocupe, señora! ¡Pensé que había sido un caballo!


La sumisión de pastor de villancico de Obama al rey absoluto de Arabia Saudita y el espaldarazo de la señora de Obama a la reina de Inglaterra son señales de que Jean Cau llevaba razón al decir que, cuando ya no hay verdaderos señores, toda la sociedad es de esclavos. Y de que, a este paso, a los Obama no los van a dejar salir de casa.

Miércoles, 12 de Febrero

 


Espíritu 12 de Febrero

martes, 11 de febrero de 2025

El problema



Ignacio Ruiz Quintano

Abc


El problema son los profesores, ha dicho, al hilo de la destructiva metafísica woke, JD Vance, el vicepresidente americano (y magnífico escritor), citando a Nixon, que acertó al señalar el nido de la serpiente en ese lavadero de cerebros que es la Escuela de Fráncfort y su funesto profesorado alemán, que ya había sido vislumbrado por Bakunin en sus confesiones: “La propia Alemania me curó de la enfermedad filosófica… Pronto me convencí de la nulidad y vanidad de toda metafísica: buscaba vida en ella, pero sólo encontré muerte y aburrimiento; estaba buscando acción y era simplemente inactividad absoluta… ¡Porque no hay nada más estrecho de miras, más despreciable, más ridículo que el profesor alemán!” (y aquí lo dejamos).


¡Y qué profesores! –describe Dombrovsky al profesorado estalinista–. ¡Faros! ¡Pensadores! ¡El cerebro y la conciencia de la intelectualidad revolucionaria! Así decían: ¡El derecho es una de las cadenas con las que la burguesía esclavizó al proletariado! Pero nosotros lo liberaremos de ese peso. Y lo hicieron.


“La revolución de los profes”, tituló Revel un capítulo de “El conocimiento inútil”, versión posmoderna de la traición de los intelectuales y de la traición de los clérigos: “los profes” serían intelectuales sin inteligencia y clérigos sin fe, desde luego, y lo que es peor, sin teología. Sacristanes del Palmar, como el salido Pons, que pide obispas como Mbappé pide balones, al hueco, viéndose de epígono pepero del sicalíptico don Ricardo León, el académico que visitaba a Concha Espina con medias rayadas en el bolsillo del chaqué, aunque a él le pegaría más una Pardo Bazán, a quien Ramón tenía por “la obispo de las letras”.


Se cree un hidalgo, pero toma por las mañanas aguardiente en calzoncillos –decía del pobre León su vecino Juan Ramón, el de “¡Mi Platerillo!”


Revel acusa a “los profes” del 68 de declarar “reaccionaria” la simple transmisión del conocimiento: de pronto, aprender era de fascistas, y la ignorancia pasó a ser objeto de culto (hasta hoy). Esto se comprende cuando habla Bolaños, incapaz, el hombre, de construir una subordinada, pero que cobra como ministro en un país donde el jefe del gobierno sitúa en Soria la cuna de Machado; donde el jefe de la oposición ve a Orwell “escribir su distopía” 34 años después de su muerte; o donde el PNV equipara a Martin Luther King con Sabino Arana (“Aquí padecemos muy mucho cuando vemos la firma de un Pérez al pie de unos versos euzkéricos, oímos hablar nuestra lengua a un cochero riojano o a un liencero pasiego o a un gitano, o cuando al leer la lista de marineros náufragos de Bizkaya tropezamos con un apellido maketo”, en “De su alma y de su pluma”, 1932).


Nuestros legisperitos Bolaños y Pons rivalizan por pasar a la posteridad como el Thomas Wolsey que logró para sus amos el cisma con Roma. Consumado el troceamiento histórico de Yugoslavia y de España, los destazadores de Kaja Kallas podrán centrarse en el de Rusia.


[Martes, 4 de Febrero] 

Martes, 11 de Febrero

 


Recuerdo de Esculapio

lunes, 10 de febrero de 2025

La familia Al Khalifa y el Big Data


Nasser Bin Hamad Al Khalifa



Miguel Loureiro con el Córdoba

 

Francisco Javier Gómez Izquierdo


         Es Baréin monarquía constitucional hereditaria y es su rey Hamad Ben Isa Al Khalifa, de la familia Al Khalifa; hereda el trono el primogénito o aquél que el rey designe y curiosamente el primer ministro es también Al Khalifa, Salman Bin Hamad bin Isa Al Khalifa. Por Baréin se interesó servidor hace cinco años cuando un fondo de inversión de aquel reino llamado Infinity, tras el que estaba el príncipe Nasser Bin Hamad Al Khalifa, Comandante de la Guardia Real y presidente del Comité Olímpico, compró el Córdoba CF y lo libró de una más que probable desaparición. Infinity toca muchas parcelas de negocios por el mundo con ánimo de ganar dinero como es natural, pero por entonces, principios del 2020, sospeché que el príncipe (no es el heredero) Nasser Bin Hamad Al Khalifa, archirrico por nacencia, tendría querencia por el club de fútbol de Córdoba, ciudad venerada supongo, por su familia, y así presumir ante otros reinos y emiratos de poseer la legendaria joya de la familia Omeya. Nadie parece más a propósito que la familia Al Khalifa para la adquisición al que en las radios y televisiones llaman "equipo califal".


       Servidor adjudica un romanticismo al príncipe que quizás sea estúpida imaginación pero esta última semana, tras consultar lo que llaman Big Data, y salir un 96'56 % de posibilidades de que el Córdoba permanezca en Segunda División, el príncipe ha tenido a bien aportar una palanca Laportina y le ha cambiado el nombre al Nuevo Arcángel a cambio de no se sabe cuántos euros. Estadio Bahrain Victorious Nuevo Arcángel van a tener que decir los locutores de radio y televisión para hablar correctamente. Me cuentan que esto del Big Data es consultoría ya imprescindible para los que están en el mundo del fútbol. Un fanático de semejante moda, Haralabos Vougaris, otro rico, pero éste jugando al póker, reclutó para el Castellón en 1ªRFEF desde el entrenador hasta el que mete los goles tirando del Big Data y le salieron chollos sorprendentes, tal que Israel Suero, madrileño al que encontró en el Elsverbeg, un segunda holandés.


     El Big Data decía antes del Córdoba-Huesca en el ya bautizado Bahrain Victorious por nombre y de apellido Nuevo Arcángel, que el Huesca era el único equipo europeo al que no le habían marcado ni un gol en 2025. Pues se lo marcó Casas, pero el otro dato que decía es que llevaba once partidos sin perder. El Big Data suma uno y ya son doce tras el 1-2 con goles de Loureiro, al que servidor siempre ha tenido por tosco, pero que se cascó un partido ayer tan inesperado que desnudaron de sopetón los datos que uno creía tener y el segundo de Enrich, veterano que aprovechó la debilidad de Marvel -ay, Marvel, Marvel- y la indecisión de nuestro portero Carlos Marín. El Big Data supongo daría un 80% por lo menos de posibilidades de que el Rácing de Santander puntuaría en El Plantío -qué bonito nombre, tu nombre- pero mire usted por donde, de regreso a casa me recompuse de la decepción en directo en una tarde que coincidieron a la misma hora mi Burgos y mi Córdoba. 2-1 en El Plantío y 1-2 en el Arcángel, y que me perdone su Alteza Al Khalifa.


      Cuando presentamos al Almería servidor hizo referencia a su facilidad goleadora, 46 goles, el único que lleva más de 40, pero le acusaba de encajar demasiado, 35 le han colado, número de los de los puestos de descenso Rácing de Ferrol, Tenerife, Eldense... aunque miro y  el Córdoba ya lleva 41 en contra sólo superado por el Cartagena, que tiene todas las papeletas para el descenso. Los datos que servidor venía percibiendo eran que el Almería subía casi seguro, pero no me extrañaría que el Big Data, está mas práctico en el asunto, de aquí a unas jornadas ponga al Mirandés en Primera. 

Y ahora qué


El mítico Curro Fetén, con el habano en la boca,
 autor de la teoría del mando a la española

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


Y ahora qué. Ahora, a la repesca, como lo pobres. Y contra el City, ese “matón” que el ceferinato acostumbra enviarle al Madrid en castigo por la Superliga. ¿Traicionaría Laporta a la Superliga por una Orejona puesta como las carambolas a Fernando VII?


En otro orden de cosas, le das a un tío, en tu Competición, a Vinicius, a Bellingham y a Mbappé, los tres mejores del mundo, y ese tío es incapaz de meterte entre los ocho primeros de la liguilla europea. ¿Qué puede hacer el presidente? Pues seguir confiando en su Ancelotti, porque Flóper, igual que Napoleón, no los quiere con genio, sino con suerte. Los informes que pedía Napoleón para elegir generales no tenían que ver con la competencia militar de los aspirantes, sino con su relación con la fortuna. Huía de lúseres. Y si algo ha acreditado Ancelotti ante Flóper es fortuna, y la 14 es su monumento. Mou fue el entrenador genial, pero no tenía suerte, pues a Ancelotti nunca le hubieran fallado en una tanda de penaltis nada menos que Cristiano, Ramos y Kaká. Es verdad que a Ancelotti el Liverpool de Benítez le levantó un 0-3 en Estambul (¡el milagro de Estambul!), pero, visto lo visto, al final va a ser que el verdadero lúser era Ricardo Izecson dos Santos Leite, estrella de aquel Milán.


Este Madrid de Ancelotti irrita a los contrarios porque anda menos que un bote a patadas, pero opera con armamento nuclear, detalle que le permite presentarse en la alta competición con Lucas y con Lukita (¡el “ovacionao”!), que juegan con la carrera de Aureliano y de Valverde en aras de las jerarquías carolingias del vestuario, que se mantiene firme ante la desestabilización que promueven desde afuera la chusma periodística y el piperío ronceril con encuestas truchas para deshacerse de Vinicius, y después ya les tocará a Bellingham y a Mbappé.


Vendemos a Vinicius a los árabes por trescientos y con ese dinero nos compramos el mejor central del mundo –razonan los cabestros.


España es un país “encabronado por la envidia” (certera expresión celiana), y a la mofa contra Vinicius de periodistas y piperos se han sumado este año los maestros falleros con un ninot que caricaturiza al personaje con una cagada en la mano. Que Vinicius organizara una recaudación de fondos en el vestuario para las víctimas valencianas de la gota fría no importa. “Es humor”, razonan los falleros. Concejal comunista hubo no hace mucho en Madrid, Zapata se llamaba, que con la ayuda del juez Pedraz nos colocó como “humor” sus chascarrillos sobre Irene Villa y las niñas de Alcácer, condición que se le negaba a Arévalo para sus chascarrillos sobre gangosos. Es la patocracia española, que ha borrado todas las líneas de juego. En el último Barcelona-Valencia (7-1), cuando iban 4-0, un periódico deportivo tituló: “El Valencia no sale del fango”. Y con el definitivo 7-1, consumó el triple salto con tirabuzón: “La Aemet no detectó el ‘huracán’ Barça”. Es normal que el mismo periódico se muestre inflexible con el Madrid, que en la misma jornada ganaba por 0-3 al Valladolid: “A este equipo hay que exigirle más… El Madrid debe salir a ganar… y a mandar”, evocación ingenua del mítico crítico taurino Curro Fetén, con su declaración radiofónica para la historia del periodismo: “Para ser figura del toreo hay que mandar. Fulano no manda. Y si manda, aquí no llega”.


Para amenizar la falla valenciana de Vinicius, el pranato mediático agita el fantasma árabe, cuyo objetivo es deportar a Vinicius al desierto, donde sería lo que estrictamente se llama un “chivo expiatorio” de la frustración nacional.


¿Juega mejor el Real Madrid sin Vinicius?


Éste es el cebo que echan a los besugos del Bernabéu. Como dice el Eclesiastés, nada nuevo bajo el sol. “¿Juega mejor el Real Madrid sin Cristiano Ronaldo?”, preguntaba la Ser en septiembre del 18. Cristiano, Mourinho, Bale, Vinicius, y a la cola, Bellingham. “El comportamiento de Bellingham es peor que el de Vinicius”, zanjó sus cuitas de la Supercopa de Arabia el “Marca”, que lleva un tiempo promocionando a líder moral a Gavi, mezcla de Isidoro Tarrés y Torito Zuviría, y lector, al parecer, de la tetralogía de la ejemplaridad que Gomá tomó de Ortega.

Lunes, 10 de Febrero

 



Lucifero II

domingo, 9 de febrero de 2025

Hughes. Real Madrid, 1-Atlético, 1. "Vale, perfecto, César"


George Russell no quiso perderse a Soto Grado

Hughes

Pura Golosina Deportiva

 

Esta vez pudimos escuchar el VAR. La conversación como de hombre llegando a la luna con Houston de los árbitros con la sala VOR. Otras veces no sucede así, pero es propio de lo corrupto ser también discrecional.


El que hablaba por el VAR, supongo que De Burgos Bengoetxea, se mostró muy preocupado de que Soto Grado, el legendario ya Soto Grado, viera nítido el so called pisotón, los tacos "nítidos". El frame justo, a huevo. Ni palabra, ni consideración alguna sobre el resto de la jugada o sobre el pequeño detalle del momento. Cuando eso ocurría, la pelota estaba ya por otros mundos.


-Lo voy a pitar.


-Vale, perfecto, César.


El Atlético de Madrid le ganó hace poco una liga al Madrid con escándalo de VAR y sale vivo del Bernabéu con otro regalo videoarbitral. La mejor aportación de Ancelotti en los últimos meses ha sido ayudar a definir a los rojiblancos: antisistemas a muerte con el sistema.


Vayamos al partido.


La sensación de desconexión del Madrid con la competición se tiene desde el inicio. La señal televisiva desde el Estadio llega para el momento exacto y ni un segundo antes.


Lucas era capitán. Presentaba innovación capilar. Se suma al club de los degradados de Asencio, Valverde y Ceballos.


Se homenajeaba a Marcelo, convertido en Carlos Jean.


El Bernabéu tenía un gran ambiente y Florentino, al llegar al palco, bien es verdad que entre Cerezo y Almeida, exhalaba algo monárquico.


El Madrid salía con su 4-2-3-1, sus cracks y sus laterales de canesú. Bellingham bajaba mucho al principio para construir. Su zona de influencia en el campo fue demasiada. Si el campo fuera un mapamundi, Bellingham sería un imperio, pero un imperio quizás insostenible que debiera restringirse...


El Madrid estaba muy bien, muy serio y no salió a acularse sino bravo al ataque. Evitaba los contragolpes siendo muy espabilado para robar.


El inicio era bueno, pero hemos aprendido a no fiarnos de eso. Pasados unos minutos, el pensamiento ya se iba... Cuando el espectador tiene que concentrarse para seguir el juego, cuando el fútbol no cumple su función de evasión, es que algo pasa... y lo que pasaba era el cholismo. Allí estaba él otra vez, de negro, siempre igual, invariable como una figura de Bergman.


A Vinicius no le llegaban los balones así que se iba al centro, esto producía una congestión de cracks. Quizás la mayor claridad e inteligencia, la mejor forma de "atacar el espacio" (expresión que parece hermana de "cazar moscas") la mostraba Rodrygo, cuya finura y serenidad parecían un bálsamo contra todo. Empiezo a encontrar en Rodrygo sensaciones analgésicas.


Estaba muy agresivo Ceballos, y provocó una primera ocasión de Mbappé. Más que ocasión, llegada.


En el 28 pudimos ver algo tranquilizador, casi tanto como las fintas de Rodrygo: Vinicius perdió la pelota y no descansó hasta detener al rival en falta táctica.


Entonces llegó el gol. La jugada pasó como un tren a toda velocidad y en el andén olvidado, Tchouameni, que no estuvo mal, pisó o quizás ni siquiera tanto a un jugador rojiblanco (que tiendo a olvidar pero no por culpa mía sino por la pérdida de individualidad intrínseca al equipo). Digo que el andén se había olvidado pero no lo digo bien, porque Simeone desplegaba su gestualidad insoportable, esos movimientos que hace como si estuviera perdido en una isla desierta y pasara un avión... que sí pasaba, el avión del VAR de la sala VOR.


No estaba solo el Cholo porque el narrador, ínclito a pesar de ser Martínez, alertaba sobre la jugada. Julián Álvarez tiró con éxito el penalti y el narrador trataba de convencernos de que lo mismo hubiera pasado en otra área. Llegó a jurarlo "por el brazo de su hijo" al que desde aquí le decimos que se vaya inspirando en Valle Inclán.


Son más de treinta años escuchando a Martínez, el desgañitado de Tenerife. ¿No hemos tenido ya bastante?


El gol generó una marejada de dudas y nervios en el Madrid. Sobre eso, Lucas Vázquez, como lateral de la Hammer que es, añadió una ronda de escalofríos. Por su lado llegó alguna ocasión antes del descanso.


El Madrid volvía a su ataque digamos estático sin laterales y con Vinicius más dentro que fuera. No había fluidez ni sorpresa. Esto mitigaba la ira que se pudiese sentir contra el árbitro, aunque la ira madridista ya no es contra el árbitro sino contra El Tinglado, algo que contábamos en Fans del Madrid hace 20 años. Lo que antes veían pocos ya es un clamor. El Tinglado quizás sea el gran rival del Madrid.


El Madrid salió del descanso como los Martinis de James Bond: "agitado y no mezclado". En tromba y con los laterales muy abiertos. En diez minutos hubo una tromba, huracán, aluvión, maremoto, tsunami, vendaval... de fútbol. Ese fútbol que solo puede ser descrito así. Por la banda de Rodrygo llegó el gol, tras regate y centro suyo que falló Bellingham y acertó Mbappé. Por donde Vinicius tuvo otras dos Bellingham, las dos falladas, una al palo.


El ruido era tal que no se escuchaba al locutor Martínez. Se alcanzaba, pues, un estado cercano a la felicidad.


El Bernabéu sonaba a pabellón griego de baloncesto, pero en potencias kilotónicas.


El Madrid apretaba. Sufría el Atlético, aunque Soto Grado tenía errores oxigenantes.


El 4-2-3-1 del Madrid, lleno de riesgos, estaba funcionando. El Madrid estaba a punto de partirse pero resistía con extenuaciones de sus estrellas. Demostraban el 'compromiso' necesario para hacerlo competitivo. Su defensa también era individualista.


Cholo ya hacia cambios. Actualizaba el malón.


El Madrid seguía atacando, el huracán ya era viento racheado y las ocasiones se sucedían aunque demasiado aceleradas e individuales.


Ceballos jugaba los mejores minutos como madridista, y el Madrid añadía riesgos. Un exuberante tacle de Asencio le rozó la mano y todos imaginamos a De Burgos Bengoetxea buscando en la imagen, perdiéndose en el zoom y en el rewind, arañando milímetros como si buscara un pussy en los frames.


La verdad es que el Madrid tenía un problema por la izquierda, en la zona no pequeña entre Vini y Fran García. En esos minutos, el partido se convirtió en un duelo entre lo que pasaba frente a los ojos de Vinicius (sus ocasiones, sus intentos, el gol inmenso que le detuvo Oblak) y lo que pasaba a su espalda, que era la de todos porque por ahí, rondando a Fran García como si fueran a venderle droga, nos entraba a todos un escalofrío.


Se quería el gol, pero también se hubiera firmado el empate.


Seguía moviendo el banquillo Simeone, no así Ancelotti. Llegaron los cambios casi en el 80 y eran previsibles. Renovó el doble pivote y no se terminó de corregir del todo el problema en la zona izquierda.


Rodrygo pudo marcar en el 82 tras una de esas contras de Vinicius que son una pura aventura.


El Madrid ya sí se partía. Los de arriba estaban agotados, alguno acalambrado. No es que se partiera el Madrid, es que se le dibujaban dos líneas separadas y entre medias algún mediocampista como el mensajero de Maratón.


Bellingham estaba seco, pero Brahim entró en el 88. Por Rodrygo. Ancelotti es previsible como un convenio. El punto galáctico del Madrid condiciona también las respuestas en las segundas partes.


Lo mejor en esos minutos, cuando Vinicius ya no podía ni protestar, fueron los intentos de Valverde, que parecía explotar con rabia por salir del lateral, por sacarse de allí. Todo seguía siendo, la verdad, muy personal.


No hubo gol en el descuento, otra de esas cosas que nos quieren quitar. Pero sí hubo algo en el minuto 92: Mbappé ayudando en defensa a Fran García más allá de Orión. Cosas así hacen un equipo. Ceballos, que se había reventado, lo miraba desde la banda sentado como la sirenita de Copenhague o quizás una tahitiana de Gauguin.



El mutis Marcelo

Lobato



Ignacio Ruiz Quintano

Abc Cultural


Las carreras de chóferes (Fórmula 1) son el único espectáculo marinettista que ha arraigado en España. La voz de este marinettismo es Lobato, el calvo de la TV, quien el otro día, en Alemania, patria de Mommsen, se creyó obligado a apelar al humanismo:


Como dijo Cicerón, “Alia (porque Lobato dice “alia”) jacta est”.


Otro comentarista no menos marinettista, comentando el ciclismo en TVE, dijo una vez:


Ahí va Fulano en busca del tiempo perdido, como en la famosa novela de Jean-Paul Sartre.


Todo lo cual indica la evolución cultural de nuestro deporte, al hilo de lo que el director del “As” se pregunta en un artículo de fondo: “¿Por qué somos tan buenos en todo?”


Si Gordon Liddy hizo el retrato social del progre (“progre es el que se siente en deuda con el prójimo y que propone saldar esa deuda con tu dinero”), Relaño, el director del “As”, ha hecho el retrato psicológico:


¿Por qué somos tan buenos en todo?


Dice que es la pregunta que le hacen en la playa los sinculotes chancleteros. Y él los tranquiliza: el secreto es la democracia, que ha terminado con el mito de que el deporte equivale a subdesarrollo:


Aquello formó parte de las confusiones en que la larga noche del franquismo sumió a este país.


Tómese una brocha, úntese en esta hipótesis relañesca y espárzase sobre el cerebro de los lectores del “As”, quienes, con cara de memos, se preguntan:


–¿Y Bahamontes? ¿Y Santana? ¿Y Luis Suárez? ¿Y Ángel Nieto? ¿Y Pedro Carrasco? ¿Y Paquito Fernández Ochoa? ¿Y el Real Madrid? ¿Será fascista la Gran Bretaña, que no gana en nada?

El líder de los emboscados


Dalmacio Negro y J. Sánchez de Castro

Jorge Sánchez de Castro


El reciente fallecimiento de Dalmacio Negro ha provocado una avalancha de obituarios que han puesto el acento en recordarnos su enciclopédico saber y su fructífero magisterio.


Sin embargo, pocos artículos se han referido a un concepto muy querido por él y que ejerció con singular maestría durante la última etapa de su vida: el liderazgo.


El profesor Dalmacio fue un gran líder. En concreto, el de los emboscados.


Siguiendo a Jünger, el emboscado se va “al bosque”, después de haber sido proscrito por la estadística de la mayoría del 51%, para vivir sólo de sus propias fuerzas.


El gran escritor alemán nos advirtió que el emboscado era “no sólo un guerrero, un médico y un juez, sino también un sacerdote”. 


El sacerdote lo es en tanto ministro de un culto, término procedente del latín “cultus”, del que también trae origen la palabra cultura, y que significa “cuidado”, cultivo”, “adoración”.


El culto de Dalmacio Negro consistió en ejercer el ministerio de la historia de las ideas y de las formas políticas para cuidarla y ponerla a disposición de su grey desde su particular emboscadura en la Universidad, primero, y en su seminario, después. 


Como si fuera una ofrenda a su culto de la historia de las ideas, tan repleta de paradojas y contradicciones, el profesor republicano consentía la existencia de una suerte de Corte del rey Dalmacio, donde el parlamento lo constituía un sanedrín donde pensadores de los dos lados del Atlántico interpretaban el pensamiento teológico-político que contiene los arcanos del Poder.


El liderazgo de la “auctoritas”


La dirección del profesor Negro estaba constituida sólo de “auctoritas”.


Si el poder determina las voluntades mediante la coacción, la “auctoritas” las determina mediante el reconocimiento de la superioridad del “auctor”.  


Ahora bien, lejos de lo que tiende a creerse, la “auctoritas” es tan jerárquica como el poder.


En este sentido, la conversión de Dalmacio en algo parecido a una figura pop en sus últimos años de vida (no había patronato o evento político-cultural que no pugnara por que participase) no se debe tanto a que haya convencido a sus seguidores gracias a la lectura de sus textos esenciales, como al hecho de que su trayectoria les mostraba que siempre supo dónde se encontraba la verdad.


Como dejó escrito Manuel García Pelayo en un libro titulado Idea de la política y otros escritos (Centro de Estudios Constitucionales, 1983) “la auctoritas alcanza su más plena expresión cuando se sigue a alguien no tanto por lo “que” dice, sino por “quien” lo dice”.


Me atrevo a decir que los emboscados no hacían nada que no contase con su aprobación por la confianza que les generaba su prestigio de vencedor de estúpidos, más que por el correcto entendimiento de su obra.


En un mundo dominado por la acelerada legislación del poder, él representaba la “auctoritas” del derecho, la autoridad de lo cierto que sólo se encuentra en las fuentes de lo imperecedero (la tradición, los usos, las costumbres). 


La oligarquía es eterna


El pensador de las formas políticas nos enseñó que éstas consistían en darle una forma a lo necesario, la forma adecuada a cada tiempo histórico.


Y en política, lo que nunca perece es la oligarquía, el poder de los pocos, de los amigos; mientras los regímenes políticos se suceden y pasan.


Esta clara diferenciación del profesor entre lo esencial y lo secundario fue lo que le hizo aceptar tácitamente el rol de líder de grupos tan distintos. Acogió a las variadas facciones de los emboscados para enseñarles con su legendaria sutileza que su antagonismo ideológico carecía de sentido.


El profesor atraía a los orgullosos “trevijanistas” que están convencidos de que son los custodios de las tablas de la ley, pero también a los tradicionalistas que viven en sus retiros avisándonos de la inminencia del abismo que hará irremediable el retroceso, y a los libertarios antipolíticos a los que desencantaba asegurándoles que Hayek era una suerte de socialdemócrata. Qué decir de su frecuente trato con los amantes de la república como forma política a los que recomendaba la necesidad de un partido republicano de derechas.


Esta unión de contrarios no era una consecuencia de su talante liberal.


Su liderazgo no estaba basado en el carácter, sino en las lecciones políticas de cada uno de sus gestos.


Si una de las tareas del emboscado consiste en prever los riesgos y proteger a los suyos enseñándoles cómo actuar, el profesor les advertía del peligro de perder el tiempo defendiendo la existencia de un régimen perfecto y, por tanto, siempre deseable; cuestión que consideraba antipolítica y propia de moralistas.


Con su ejemplo de líder de todos, nos demostraba que él no era socialista, ni anarco capitalista, ni un apologeta del Estado, ni siquiera un doctrinario de la democracia, cuestiones todas de menor rango; pero que según fuesen las necesidades del bien común, echaría su cuarto a espadas por el régimen político que mejor se adaptase a éste, sea cual fuere, con excepción de la tiranía a la que consideraba el enemigo siempre latente. 


Por tanto, el bien común representaba lo esencial, lo único digno de ser protegido mediante la forma política que en cada momento se presentase como la más adecuada.  


Si más allá de preferencias electivas todo sistema político es oligárquico y todo Gobierno es gobierno de un solo hombre, la forma política ideal es aquella que logra casar las necesidades del bien común con la oligarquía que mejor las puede servir.


Por tanto, la forma política ideal es aquella que se adapta a las circunstancias y no al revés, pues éstas no se dejan embutir en una única forma política.     


Duro dictado contra el tirano


Apurando hasta la hez su ausencia de prejuicios y de miedos, nada le impedía admitir que la dictadura podría ser un expediente temporal útil en función de la deriva de una situación donde el sentido común se hubiera perdido y fuera necesario recuperar el orden. El fundamento jurídico-político de su tesis se lo otorgaba el Derecho Romano y el Senado republicano que definían de forma elocuente la dictadura como último recurso para frustrar la llegada de la tiranía.  


Negro era un liberal no dogmático, es decir, no defendía el liberalismo como ideología, sino que era liberal por enemistad con la tiranía, ante la que estaba justificado el derecho de resistencia como acción legítima.


El profesor levantaba los velos del terror y podíamos descubrir que, si en el Estado de Derecho la única ley es la voluntad del tirano, la legislación es su arma; que los sátrapas presumen de despreciar las guerras, pero maltratan a sus ciudadanos como vencidos en una de ellas; y aunque aleguen que aman la paz y reduzcan el ejército, la policía política y la policía económica (impuestos) crecen sin obstáculos que se le opongan.


El tirano se presenta como “democrático bipartidista” porque ofrece una alternativa: o la tiranía o la guerra civil. 


El profesor, como auténtico emboscado que sabía que el sueño de las democracias produce déspotas, sólo se limitaba a prescribir venenos (“duro dictado”) contra la tiranía o medicinas para la libertad con el único fin de impedir la malévola dicotomía del autócrata: o él o la batalla cuerpo a cuerpo.


Los emboscados perdieron a su líder y no tienen recambio, aunque disponen del bagaje intelectual que les legó.


En cualquier caso, ellos no se pueden quejar, pues la mayor parte de los españoles jamás conocieron a ninguno.  


Leer en La Gaceta de la Iberosfera