Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Eso es: “Buitres”. Así es como Calderón, que se llama Calderón y que daba suerte, ha llamado a los candidatos a la presidencia que insisten en que se cuenten los votos para saber quién ganó las elecciones. ¿Buitres? Dicho en ese tono, parece una desconsideración hacia Butragueño, que sigue siendo uno de los nombres mitomotrices del madridismo, al menos en provincias, donde todavía no se han enterado de que el Buitre es vegetariano. Yo lo he visto disputar una bandeja de canapés con el político López Garrido, que es como la gitana de capotes del socialismo cañí, y todas las pulguitas de galufo caían del lado de López Garrido, conformándose el Buitre con la tenue y honesta hoja de lechuga. Dicho esto, no se entiende que la curiosidad por contar los votos de unas elecciones lo conviertan a uno en un buitre. Ese mote no viene en mi Tocqueville. “¡Menudo problema el de estas guerras donde, para defender la Democracia, lo primero que se le exige al ciudadano es que renuncie a ella! –se lamentaba Camba hablando de una guerra casi tan pesada como la del Madrid–. ¡Oh, Demos, que en griego parece que quiere decir pueblo y en gallego quiere decir demonios!...” ¿Por qué demonios no se termina de contar los votos? Los votos son como las almejas o como los huevos: se comen los buenos y se tiran los malos. Esperanza Aguirre, la de “¡Esperanza sí que tiene huevos!”, según la coletilla de sus incondicionales, iba a visitar ayer el instituto Fortuny, donde los alumnos de más progreso la esperaban con la pancarta de “No a la Especulación”, como los enseña Simancas, y algunas docenas de huevos. Pero la presidenta no se presentó, y los muchachos tuvieron que comerse sus propios huevos. El Instituto aburre a los alumnos y, para divertirse, proponen democratizar la enseñanza. Como el Madrid, que aburre a los socios y, para divertirlos, Calderón, que se llama Calderón y que daba suerte, sortea entradas para democratizar el palco. Ya puestos, ¿por qué no democratizar el once? Se sortea el puesto de Emerson –el Kaká de los pobres– entre los socios y a correr. ¿A quién no le haría ilusión salir al Bernabéu a hacer de Emerson en el doble pivote?

