sábado, 6 de diciembre de 2025

Bravo


Ingeniero Manuel Melis Maynar

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


Si convenimos en que Gallardón es un magnífico capataz y un pésimo político, también convendremos en que Gallardón es un hombre que no se puede quedar sin dinero. El magnífico capataz que hay en él necesita del dinero, pero el pésimo político que lleva dentro, en tiempo de crisis, es incapaz de proporcionárselo. Y ahí está al concejal del dinero, de nombre Bravo, pidiendo en nombre, precisamente, de la bravura el indulto de la oposición. Porque hay que ser muy bravo para llegar cada mañana a la caja del Ayuntamiento y no salir corriendo. Madrid debe más que Alemania. Cómo será la deuda madrileña que Gallardón no ha podido retener en el Ayuntamiento al ingeniero Melis, que es el hombre que lo ha hecho grande. Gallardón le dijo: “Vaya a ver a Bravo.” Y Bravo le dijo: “Vuelva usted mañana.” Ante la deuda municipal, sólo caben dos soluciones: reducir el teatro o subir los impuestos. Es decir, reducir la subvención que se lleva el sobrino de Mario Cabré o subirles a los vecinos la socaliña del catastro. Conociendo a Gallardón, se inclinará por subir la socaliña del catastro. Con Gallardón en el Ayuntamiento todo transeúnte se ha sentido un poco ciudadano-hucha o cerdito con ranura expuesto en la calle a ser volteado por dos guardias municipales de Gallardón, con lo que eso significa, pues, boca abajo, siempre cae alguna multa. ¿No es Gallardón quien nos quitó los relojes de las calles con la disculpa de que no daban bien la hora y los cambió por unos hologramas horarios en las paradas del autobús? Después desplegó los chirimbolos, que son como cabezas de la isla de Pascua diseñadas por Eva Lotz. Y, finalmente, se quedó sin dinero. Bravo, que es el concejal del ramo, se devana los sesos en busca de ingresos atípicos. Dicen que las goteras que inundan los túneles de la M-30 son prospecciones del concejal Bravo en busca de vetas. Se le ocurrió hacerlas viendo “La leyenda de la ciudad sin nombre”: al fin y al cabo, ha costado tanto dinero esa obra que empieza a cundir la leyenda de que al horadar el hormigón sale polvo de oro. También dicen que quieren retirar los techos de los túneles para que, con la crisis, no se guarezcan en ellos los “sin techo”. ¡Bravo!