lunes, 25 de septiembre de 2023

Corrida Concurso a más a más. Toreros como siempre (bien Marín), picadores tirando a deleznables y del peonaje mejor no hablar. Márquez&Moore

 


JOSÉ RAMÓN MÁRQUEZ

 

Con una espléndida tarde otoñal y con mejor entrada que en las precedentes nos subimos a la Andanada a ver qué nos trae esta Corrida Concurso de Ganaderías previa al inicio de la Feria de Otoño, la Feria de Julián ad portas. El primer sinsabor es el de comprobar que la ganadería de La Palmosilla, que es la que venció el concurso el año pasado, no comparece porque la inveterada sapiencia de los eminentes profesores veterinarios, liderados en esta ocasión por don Francisco Javier Horcajada García, han estimado que el animal presentado a concurso no era apto para hollar el suelo de arena de miga de Las Ventas por ignotas causas que, a buen seguro, se concretarán en esa jaculatoria de la “falta de conformación zootécnica”, que es como cuando vas a una gestión a la Seguridad Social y te dicen eso de “a ver cómo anda hoy el sistema, que lleva toda la mañanita dando muchos problemas”, o cuando quedas con uno y te llama que no puede ir porque ”chico, es que estoy con el Covid”.


Entonces echamos al Palmosilla y, mirando por ahí a ver qué hay, en seguida aparece un chucho de Victoriano del Río que sirve para completar la media docena y para que a cada espada le toquen dos, como es preceptivo. Lo mismo podían haber echado otro de los Hermanos Collado Ruiz, como el castaño aquel del domingo pasado, o uno más de Fuente Ymbro, si es que acaso le quedan toros en el campo después de la hecatombe de esa ganadería que llevamos en Las Ventas.


En estas corridas concurso suele pasar que los ganaderos, o quienes elijan los toros, escojan al ganado por su aspecto más que por otras condiciones de evaluación algo más complicada y que nos gusta poner para que no se olvide que la elección basada en la nota, la reata, el tipo, la nota del padre y de la madre, la comparación con los resultados obtenidos por otros hermanos y, por supuesto, la fachada está mejor orientada que la que tan solo se dirige a esta última condición, sin hacer caso de las demás.


En primer lugar salió Cabañito, número 33, con el hierro de Pablo Romero, ahora Partido de Resina. Toro cárdeno precioso de lámina, como corresponde a su estirpe, puro trapío, que tras su primera y vigorosa entrada al caballo quedó desfondado y en condiciones blandurrias que soliviantaron a parte de los espectadores y echaron un jarro de agua fría a los que somos partidarios de esta vacada desde que nos salieron los dientes. El toro, entre su aire blandengue y su ausencia de malas intenciones, no metía ningún miedo por lo que todo el lío del peonaje se desarrolló en el tipo versallesco y amable. En los primeros lances de capa Serafín Marín dejó unas preciosas verónicas templadas, torerísimas y a cámara lenta, sin darse importancia y una media de oro puro. Y en la faena de muleta también sacó algún pase de gusto y cadencia, de torero cuajado, por ambas manos. A la postre, lo mejor de la tarde. Deja cartel y ganas de que le repitan.


El segundo, Triana, número 55 tenía muchísimas probabilidades de ser elegido el toro más feo de la ganadería, o sea que a este no le eligieron por belleza. Después de la armonía del Partido de Resina ver salir a ese bicho, con el Pinar de Valsaín por pitones, ensillado, largo y sin gracia ni finura era como si un toro de las calles se hubiera colado donde no debía. El bicho tampoco era un Hércules, pero se llevó menos censuras que su predecesor. En la cosa de los pencos tampoco quería líos, o sea que tras un breve paso por la cosa de las banderillas ahí estaba el Samuel con Pinar, que dio una impresión bastante pobretona desde que se fue al toro cavilando a ver qué hacía él con esa tómbola de cuernos. Y lo que hizo el veterano Pinar fue pajarear por aquí y por allá hasta que llegó el momento de pegarle al toro una estocada y un descabello que pusieron al animal en manos de los destazadores, e imaginamos que la cornamenta en manos de un ebanista para que fabrique con ella un bargueño bien grande.


Gómez del Pilar es torero al que se mira con atención, pues es de los que no rehúyen la lucha y ahí está su palmarés con toros de los que importan. Por compensación divina o lo que sea le tocó el de Victoriano del Río, Manisero, número 63, que ni nota, ni reata, ni tipo ni ná, vamos que cogieron a uno que andaba por allí y que habrían quitado de en medio esos connoisseurs que van a donde Victoriano a espigar los toros con los que triunfarán los príncipes del escalafón. Éste no estaba destinado a ningún príncipe, pues era desabrido, metía unos cabezazos de padre y señor mío e iba cómo y cuándo quería. Le vino bien a Gómez del Pilar para vender sus formas, de las que resalta el inicio por abajo algo enganchado y, sobre todo, comprobar el cariño y la bondad con que se le trata. Le vitorearon la faena, que no hubo tal faena en sentido estricto, y si no llega a embarullarse con el estoque lo mismo hasta le hubieran pedido la oreja.


El ensabanado Mexicano, número 47, levantó aplausos al salir de los chiqueros por su lámina y sus hechuras. Un toro que podría haber pintado Perea en las láminas de La Lidia. Lo recibió Marín con la suavidad de un par de verónicas exquisitas, de nuevo sin darse importancia. Acudió con ligereza a la primera vara y resultó tardo y meditabundo en las otras dos, arrancándose con poco ímpetu. Las gentes, no obstante, tomaron partido por el toro, con la losa que eso suele ser para su matador. En banderillas el toro se fue parando y esperando, para que se luciesen Marcos Prieto y Diego Valladar, pese a lo cual Serafín Marín se fue a brindar el público y cuando se puso frente al toro este se había convertido en una estatua blanca de purísimo mármol de Carrara a la que fue literalmente imposible hacer pasar de muleta, ni por la derecha ni por la izquierda. Tras varios intentos infructuosos de torear a esa especie de Toro Blanco de Guisando, Marín se fue a por el estoque para cobrar una estocada entera.


Como dicen que no hay quinto malo, ahí tenemos a Castellano II, número 58, de José Escolar, que fue recibido con ciertos silbidos por algún exquisito al que le parecía, desde el confort de la piedra del tendido, que el toro no tenía presencia. Cumplió en varas, que bastante bien lo hizo para las varas que le atizaron, y llegó a banderillas desafiante y pidiendo el carnet de profesional a los dos que, como un guiño al que las hace, le fueron poniendo los palos de uno en uno cuando conseguían clavar, que el toro al que aquellos protestaron de salida tenía una seriedad imponente. Y ahí que se va Pinar, tras el mitin de los peones a dar el suyo. El toro es muy exigente y demanda una colocación que el tobarreño no está dispuesto a dar. Más bien se dedica a citar muy por afuera, pero el toro eso no lo admite y no atiende al cite. Cuando se coloca el torero en una posición algo más ortodoxa, el toro acude y lo hace sin cabecear y sin derrotar y ahí consigue Pinar ligar un par de pases, pero su afán por echar fuera de él al toro malogra sus intentos. El toro es el típico toro de encumbrar en Madrid a un tío con ganas de jugársela, pero Rubén Pinar tras quince años de alternativa no parece querer jugársela como hizo aquella memorable tarde de lluvia, última de Guardiola en Madrid.


Y ya sale el de Pedraza de Yeltes, Sombrero, número 25, colorado como muchos de esa vacada, que ha sido el toro de la corrida y el que se ha llevado el premio que otorgaba un ignoto jurado. El toro fue bravo en varas, acudiendo con presteza y de largo  al cite y metiendo los riñones. El Presidente cambió el tercio tras el segundo puyazo, porque le dio la gana, cuando el toro estaba en el platillo de la Plaza aguardando el cite de Sangüesa y ahí nos dejó dando palmas de tango y coreando “fuera del palco” con esa vara que nos puso a los aficionados el Presidente don José Luis González González con su trapajo blanco. Gómez del Pilar comenzó de rodillas con mucho ímpetu y siendo muy jaleado. Cuando se puso de pie la cosa cambió y el hombre estuvo muy por debajo de las condiciones tan boyantes de Sombrero. Fue armando Gómez del Pilar su trasteo a menos sin aprovechar las largas embestidas del toro y la franqueza de su embestida, quedando muy por debajo de las posibilidades que se le abrían. Su toreo de pelea no ha encontrado forma de acoplarse a un toro que, sin ser el típico bobo de vaivén, demandaba bastante mejor trato que el que se le ha dado.


La corrida, como se ve en estas líneas, ha ido a más. La actuación de los varilargueros, por mucha raya que pinten, tirando a deleznable. Le han dado el premio a Antonio Peralta, por su trabajo con el Peñajara, pero en mi opinión deberían haber dejado el premio desierto. Del peonaje mejor ni hablar.

 

ANDREW MOORE

 

Los Toros







 Los Toreros





FIN

La Merced 2023

 

 
 La Merced de Martínez Cerrillo, hoy en el Zumbacón
 Córdoba



Francisco Javier Gómez Izquierdo

 
         En todas las cárceles de España (bueno, en estos tiempos ya no estoy tan seguro, pero sí durante mis décadas de vida penitenciaria) toca paella los domingos, pero hoy, día de la Merced, los funcionarios de alimentación, junto al administrador y el visto bueno del director, habrán cambiado el menú y es casi seguro que los presos coman langostinos, ensaladilla rusa y solomillo de cerdo más un postre aparente que los proveedores se habrán esforzado de facilitar a muy buen precio, teniendo en cuenta las cantidades pedidas. El viernes 22, en todas las ciudades y pueblos con establecimiento carcelario, se celebraron actos de homenaje a profesionales y repaso de los logros y actividades anuales en cada centro con asistencia de autoridades, concejales, jueces, fiscales, coroneles... Todos reconocen la labor de los funcionarios a los que dedican muy bonitas palabras y con los que departen al final con una copa de vino y un platito de jamón.


      En este acto se entrega placa conmemorativa a los funcionarios de prisiones que se jubilaron el año anterior y a los que cumplen 25 años de servicio. Entre los reconocidos está mi doña, que se jubiló a finales del 22 y en los corrillos en los que estuve, todos profesionales de la vigilancia y tratamiento mientras el delincuente cumple pena, no encontré alma humana que entendiera, explicara o hallara acomodo a eso que dicen que va a hacer el presidente del Gobierno con un delincuente fugitivo al que aún no se ha juzgado. Todos hemos conocido de cerca procedimientos en lo tocante a indultos. Lo que les ha costado a algunos y lo fácil que les resultó a otros, pero ¡éso sí!, siempre con pena firme mediante, arrepentimiento, perdón de los perjudicados, etc, etc... Recordamos  el viernes curiosos indultos. De amnistía ya no quedan funcionarios en activo que recuerden sus nefastas consecuencias al gremio. Aquella COPEL que protestó salvajemente por el agravio comparativo y que tuvieron que padecer mis compañeros por la torpeza de aquellos padres de la patria del 77 que fueron generosísimos con asesinos y mezquinos con los yonquis menesterosos que abarrotaban los talegos, no tendría que extrañar se reencarnara de nuevo si hay empeño en olvidar delitos gravísimos no juzgados. "¿Pero qué dices?" me salta un veterano aún en activo, "los internos son una malva. Saben cómo actuar para conseguir permisos y terceros grados. Se apuntan a terapia, módulos de respeto, programas de desenganche...la vida carcelaria es una rutina que bien entendida es el pasar de un jubilado en una residencia de categoría. Tienen todo hecho. Los más débiles se afanan en conseguir droga y comprometen a la familia en las comunicaciones vis a vis. Aún quedan tipos duros y refractarios a todo tipo de tratamiento, pero no tienen espíritu apostólico y además son demasiado cerriles para que alguien les haga caso y siga en sus reivindicaciones. Los presos, como los ciudadanos, están amodorrados y consideran que con ellos no va nada de lo que pasa fuera de la cárcel".


       Reconozco que Rafael tiene razón y que estamos condenados a que nos pase lo que nos tenga que pasar. Esta mañana, al pasar por el Zumbacón, he entrado en San Antonio de Padua a ver a la Merced, nuestra patrona, la que nos recuerda que cada cual es preso de lo que le toca: preso de adiciones químicas, ignorancia, estulticia, pereza, soberbia, cobardía, hipoteca...

Vertebrados gaseosos


 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Ahora que sabemos más cosas, y todas malas, la pereza (musa de tantas revoluciones) de volver al fútbol se parece mucho a la pereza de hacer el belén cuando te enteras de que los magos son los padres.


    ¿Quién “revolucionó” el fútbol español, Cruyff con sus cuatro Ligas, incluidas las de Tenerife, o Negreira con sus tres quinquenios? El Relato, totalitario y cursi, dice lo que dice, pero lo que dice, hoy, mueve a la risa. Y sólo ahora se entiende el odio mediático a Mourinho, que no venía motivado por su carácter, sino por su conocimiento. Era el moscón en el sopón de la corrupción, y los sopistas lo atacaban como si les fuera en ello, más que la vida, la nómina. “¡El rey va desnudo!” gritaba el portugués en cada rueda de prensa. Y lo estaba. Pero todos (totalitarismo) los paniaguados del Relato elogiaban (cursilería) la hermosura y riqueza de los ropajes que “vestía” el tío corito.


    En los regímenes totalitarios, el Relato es importante. Miren que lo primero que el “fuguillas” Puigdemont ha pedido a sus cortejadores de “Madrit” para pastelear lo que sea es… relatores. La historia contemporánea de España nos enseña que las cosas nunca son como sucedieron, sino como se contaron. En la política los relatores dan gobiernos, y en el fútbol, títulos y leyendas.


    –Haaland se merece el Balón de Oro sobre Messi, porque ganar un triplete es más difícil que ganar una Copa del Mundo –ha dicho el alemán Rummenigge–. En nuestros tiempos no nos regalaron este premio por anotar penaltis.


    Rummenigge pasa por alto que el Relato siempre ha estado con Messi, el Oliver Twist de este cuento navideño. La analogía dickensiana la hizo Terry Venables, puesto entre la espada y la pared de escoger entre Cristiano y Messi, él, que pudiendo escoger en su día a Hugo, escogió a Archibald:


    –Cristiano –se explicó Venables– es un atleta y Messi es Oliver Twist: un pequeñín que llega a la estación Victoria y se lleva las carteras de todos sin llamar la atención y que tiene a un gran grupo de pícaros trabajando a su lado.


    Estos relatos gustan mucho a las masas sentimentales, y la masa culé lo es. Mas como Messi, ciertamente, ya no está en Barcelona, en Barcelona el Relato revuelve la cantera en busca de otro Messi, aunque luego los messitos duran lo que duran las rosas: Pedri, Gavi, Ansu, y ahora, Yamal, del que los Herodotos del fútbol (Herodoto pasa por ser el historiador más cotilla, y por tanto, divertido) cuentan que celebra los goles dibujando los números del distrito postal de su barrio en el Maresme. ¿Qué busca el Relato, fomentar el individualismo futbolístico o revalorizar el patrimonio culé?


    Si el Relato no le negara a Vinicius, un poner, lo que regala a los del País Pequeñito de Ahí Arriba, pensaríamos que los relatores son amantes del fútbol en busca de individualidades, que son las que hacen atractivo el juego. Un equipo de fútbol es una sociedad, y la sociedad no puede pasarse sin personalidades individuales. Lo que pasa es que la sociedad, y ésta era la teoría del autor de “El animal ladino”, hace lo que puede hacer: socializar. “Lo importante es el equipo”, repiten los entrenadores cazurros. Pero “hacer” individuos (individualizar) no es asunto de la sociedad.


    –Lo único que la sociedad puede hacer en favor del individuo es esa hermosura que consiste mitad en no estorbar, mitad en fomentar (poner fomentos: caldear y abrigar; dar pábulo al individuo; a la individualización de los individuos –lo que Ancelotti con Vinicius, para entendernos–). Y esto deberá hacerlo por una razón: la sociedad, que no puede fabricar individuos, como fabrica socios, los necesita.


    Pero advertía el autor, versado en marxismo: la dosis que de individualidad genuina tolera la sociedad es muy escasa.


    El cigarreo desatado (la estridencia del canto de cigarras) del Relato con su cuento de “¡otra figura culé!” no obedece, pues, al gusto por el individualismo, sino al negocio de la publicidad, siempre hacia el mismo lado. Estridencia por estridencia, ninguna como la no presencia de Vinicius en la piñata de la Fifa, cuyos premios se desacreditan por ridículos (o cosa peor).


    –Por cierto, los Tweets Completos de Donald Trump se merecerían un Premio Nobel de Literatura, al menos tanto como se lo merecieron las letricas guajiras de Bob Dylan –escribe el cubano Pardo Lazo en su “Espantado de todo me refugio en Trump”.


    El mítico Barcelona del Relato vendría a ser el “vertebrado gaseoso” de que habló Ernesto Haeckel, aquel alemán darwinista con mano para inventar palabros de periodista científico con cuenta en Tuiter, como, por ejemplo, “ecología”, que a tantos da de comer. Y parece curioso que los obispos y abadesas del Relato pongan ahora en duda la reputación de un colega, Piers Morgan, sólo porque entrevistó a Rubiales. Lo acusan de “amarillista”. ¡Ellos!




SUENA XABI


    Ancelotti es un italiano que ha entrenado en Inglaterra, así que, según se aproxima la hora de su sucesión, o bien por el poema de Virgilio o bien por el cuadro de Turner, conocerá la historia del bosquecillo de Nemi, en cuyo santuario el rey-sacerdote era ritualmente eliminado por su sucesor. Para suceder a Ancelotti suenan dos mourinhistas: Arbeloa, que tiene al antimourinhismo en contra, y Xabi Alonso, que tiene al antimourinhismo a favor, y con un fervorín que escama, como ocurre, en la otra orilla, con el Cholo. Desde Benito Floro, cuyo Queso Mecánico nos vendieron los periodistas-intelectuales, no se había visto una campaña igual.

 

[Lunes, 18 de Septiembre]

Empujados al abismo: suicidio masculino e instrumentalización de la LVG


Mingote

 

Manuel Mañero

 

Por chocante que nos pueda parecer, la ciencia del suicidio no ha cambiado demasiado, o al menos no de forma proporcional respecto a los pretendidos avances en materia social, en los más de 120 años desde la publicación de El Suicidio, el gran tratado teórico que lo presentó al mundo moderno, firmado por el sociólogo francés Émile Durkheim. Lo que la posmodernidad ha traído consigo ha sido su banalización, el encriptamiento, si se prefiere, de la casuística suicida. Y esto no tiene tanto que ver con el empirismo como con las obligaciones desatendidas de los Estados, lo que desemboca en lo que Durkheim ya categorizó como suicidio anómico: el que resulta de la desorientación del individuo respecto de la circunstancia social que lo avasalla. Por eso, aunque las cifras y las categorías aparenten invariabilidad —que no es el caso—, sigue llamando la atención que ni el desarrollismo de las naciones ni la ubercivilización hayan mitigado esa definitiva falla que empuja a los individuos al abismo del mal considerado mayor acto de libertad posible: atentar contra la vida propia. De hecho, en el caso del hombre (tan a menudo criminalizado, arruinado y ridiculizado) ocurre al revés.

En España, dos de cada tres personas que se quitan la vida son hombres...

 

Leer en La Gaceta de la Iberosfera

Lunes, 25 de Septiembre

 

Madrid

domingo, 24 de septiembre de 2023

En busca de la prevalencia de los Idiotas (XVII)

Tito Livio

 

Martín-Miguel Rubio Esteban

 

La amnistía (de amnêstía) es el olvido de los delitos políticos tras una época de confrontación nacional sangrienta en la que triunfa la libertad, dejando vivos a los enemigos de la misma sin que políticamente ya no pinten nada, y sólo respiren; es la superación generosa y fraternal de una guerra civil en la que se impone la Democracia. Ocurrió en la Atenas Clásica tras el régimen de los Treinta Tiranos, fruto de la derrota ateniense en la Guerra del Peloponeso, y en los EE.UU. de América tras la Guerra de Secesión. Así como el indulto tiene un carácter individual, la amnistía es colectiva.

Cuando los demócratas atenienses derribaron en el 403 a. C. el efímero pero criminal régimen de Los Treinta Tiranos, entre los que formaban parte Critias, Melobio, Teognis, Pisón, Dracóntides y Menesítides, como la facción más terrorista y asesina, que produjo las horribles matanzas de Salamina y Eleusis, y Terámenes, Fidón y Eratóstenes, como la más moderada, se hicieron los pactos del Pireo entre los demócratas y los oligarcas más moderados, partidarios de Terámenes, que había sido eliminado por la facción más dura del régimen tiránico, y Trasibulo, el héroe de aquella sublevación popular contra la tiranía, vencedor de Muniquia, consiguió que la Asamblea (Ekklêsía) sacara adelante un decreto merced al cual se aprobaba una amnistía para todos los atenienses que habían colaborado en el régimen de los Treinta Tiranos, salvo aquellos que tenían delitos de sangre, e incluso la amnistía salvaba al grupo de Terámenes que tras rendir cuentas ante la Asamblea del pueblo, ésta los declarase inocentes. Aquella amnistía sólo permitía llevar ante los tribunales a los autores materiales de asesinatos, y se prohibía bajo graves multas acusar a nadie que no tuviese ensangrentadas sus manos con el asesinato. Sin embargo, estas excepciones a la amnistía dieron esperanzas al gran orador y logógrafo Lisias para llevar ante los tribunales al tirano Eratóstenes, que indirectamente era el responsable de la muerte de su hermano Polemarco al haberlo él mismo detenido. Sin embargo, la mayoría de los estudiosos se inclinan a pensar que Eratóstenes fue absuelto en este proceso, dado que según el propio acusado detuvo a Polemarco por miedo a los tiranos más duros, lo que revela su poca gallardía en comparación de Sócrates, que no detuvo jamás a quien la Tiranía le señaló. Por otra parte, el pueblo de Atenas, los idiôtai, tenían razones para considerar al tirano Terámenes, que lideraba la facción más moderada en la que estaba Eratóstenes y Fidón, como el elemento más positivo y humano en la aciaga y reciente época de Los Treinta. Al fin y al cabo, Terámenes fue asesinado por los otros tiranos más radicales, como el salvaje Critias, tío de Platón. Además, la tinta de los Pactos del Pireo, que trajeron la amnistía, estaba todavía lo suficientemente fresca como para no avivar de nuevo los enfrentamientos fratricidas que tanto dolor les habían causado a los atenienses. Borrón y cuenta nueva eran el objetivo de esta Transición. Sin embargo, aquellos amnistiados, aunque salvaron la vida, ya no pintaron nunca nada en la renacida democracia, y jamás dijeron «mu» como rhêtores en ninguna Asamblea o Ekklêsía. La Democracia los dejó vivir. Nada más. Eratóstenes, tal como acabamos de decir, pertenecía al grupo del «benevolente» Terámenes, y ello explica muy bien la repugnancia con que muchos idiôtai, recién salidos del terror político, debieron ver cómo Lisias no sólo rozaba lo prohibido al presentar una acusación que, si no legalmente, vulneraba en espíritu la amnistía, sino que, además de presentarse como el campeón de la intransigencia vengativa, antipática y disonante con respecto al tono de fatigada relajación pasional que suele dominar en las postguerras, no tenía más remedio, si aspiraba al éxito, que aprestarse a derrocar de sus pedestales a los nuevos ídolos que eran Terámenes y, en menor escala, Fidón. Diríase que los atenienses en esta ocasión prefirieron el orden y la paz a la estricta justicia, y no quisieron que una venganza privada pusiera en peligro la armonía, la paz, y la restauración de la democracia tan difícilmente conseguidas. No cayeron en el rigorismo de fiat iustitia, pereat mundus. De todos modos, el olvido no fue completo. Así, por ejemplo, un año después, en una dokimasía, cuando la carrera política de un ciudadano y sus actitudes eran objeto de un examen minucioso, se adujo la lealtad a la democracia de tal idiôtês durante la Tiranía como mérito cívico. El autor de la Athênaiôn Politeia reconoce que la reacción de los atenienses ante sus desgracias pasadas, tanto personales como colectivas, fue mejor y de un espíritu más cívico e indulgente que la de cualquier otro pueblo en la Historia. Sabemos por Tito Livio que en la época de la República el Senado de Roma concedió tres amnistías en quinientos años. El Estado español ha tenido siempre una generosidad inexhausta a la hora de conceder amnistías a catalanes: la otorgada por don Juan de Austria, en nombre de Felipe IV, el 14 de octubre de 1652, y la concedida a los mismos por Felipe V en 1713.

La incuestionable conexión entre riqueza y actividad política en la Atenas democrática no muestra cuál fue la causa y cuál el efecto. ¿Los rhêtores eran en su mayoría reclutados entre la clase alta? ¿O era remunerativo ser rhêtor, de modo que un ciudadano pobre pudiera obtener buenos beneficios de la actividad política y convertirse en miembro de la clase litúrgica? Ambas preguntas pueden responderse afirmativamente. Muchos rhétores destacados procedían de familias ricas, por ejemplo, Andócides, Calias, Midias, Demóstenes y Apolodoro. Las familias ricas tendieron a monopolizar el liderazgo político. Por otra parte, las familias ricas no formaban un grupo cerrado. Un ciudadano común y corriente podría ascender al puesto de rhêtor en el sentido político, pero entonces también podría hacerse rico, como por ejemplo Esquines, Cares y Démades. Y esto lleva a la siguiente pregunta: ¿cómo podría un rhétor en la Atenas democrática obtener ganancias siendo políticamente activo? A los rhêtores no se les pagaba por presentar propuestas o realizar acciones públicas. La actividad política era un deber cívico. Todos los ciudadanos deberían turnarse, en cuyo caso la carga que incumbe a cada ciudadano sería tan pequeña que el salario ordinario por asistir a una ekklêsía o servir en la Boulê sería suficiente. Es cierto que la presentación de un proyecto de ley puede requerir mucho trabajo preliminar, pero Demóstenes enfatiza en sus discursos políticos que durante un debate la gente a menudo se beneficiaba de contribuciones improvisadas. Estas propuestas podían redactarse por escrito y presentarse a los proedroi durante la misma sesión de la ekklêsía. En principio era imposible sacar provecho de ser rhêtor. Sin embargo, numerosas fuentes afirman que los rhêtores y stratêgoí a menudo obtuvieron ganancias económicas en su actividad política. Cuando Demóstenes en 324 a. C. fue acusado de corrupción, Hipérides, su acusador, tiene el siguiente comentario en su discurso ante el tribunal que juzgaba el caso: «Es como dije en la Asamblea. Dad pleno permiso, señores jueces, a los oradores y generales para cosechar cuantiosas recompensas. No son las leyes las que les conceden este privilegio, sino vuestra tolerancia y generosidad. Pero vosotros insistid en un punto: vuestros intereses deben ser favorecidos, nunca perjudicados, con el dinero que ellos reciben». Esto es, si un político se enriquece enriqueciendo al pueblo su riqueza se perdona. Es así que nuestro rey Juan Carlos I, de acuerdo a los argumentos de Hipérides, sería totalmente inocente de su enriquecimiento, ya que el mismo supuso el enriquecimiento de grandes empresas españolas. Las cautelosas observaciones de Hipérides sobre los «regalos» a oradores y generales parecen dignas de confianza, ya que las hace un acusador que sin duda hubiera preferido decirles a los jueces que todos los obsequios eran sobornos. La mayor parte de la información que tenemos sobre obsequios específicos a oradores con nombres y apellidos es poco fiable y en la mayoría de los casos equivale a un cargo no verificable formulado contra un rhêtor por otro rhêtor. Como ejemplo podemos mencionar los sobornos que Demóstenes y Esquines se acusan mutuamente de haber recibido. Esquines recibió dinero de Filipo en el año 346 a. C, y una concesión de tierras de cultivo de las que supuestamente obtenía una renta de 3.000 dracmas al año. Obtuvo 2 talentos de los líderes de las simmoríai (conjuntos de ciudadanos que pagaban a escote la liturgia que Atenas les obligaba llevar a cabo) en el año 340 a. C. como pago por oponerse a la ley trierárquica de Demóstenes, y tierras de cultivo en Beocia. En definitiva, suficiente para llevarlo de la pobreza a la riqueza. Demóstenes, sin embargo, fue un líder político de otro calibre, también en lo que respecta a los «regalos». Obtuvo enormes sumas tanto por los decretos que propuso como por su ley trierárquica. Según Hipérides las donaciones sumaron 60 talentos. En una ocasión se dice que recibió 5 talentos «por no decir nada» en una sesión del pueblo. Además, en el año 355 a. C. recibió del rey persa una cantidad de oro que se estima entre 10 y 300 talentos. Este dinero supuestamente se utilizaría para el alivio de Tebas tras la batalla de Queronea. Sólo hacia el final de su vida (324/3) Demóstenes fue juzgado y multado fuertemente por haber sido sobornado por Harpalo, el tesorero exiliado de Alejandro Magno. En gran medida los atenienses debieron tolerar el hecho de que sus líderes recibieran «regalos», y su indulgencia explica cómo varios líderes políticos que comenzaron como ciudadanos pobres sin ser castigados pudieron adquirir tanta riqueza que tuvieron que realizar liturgias. Cuando los líderes políticos atenienses ponían en claro las cuentas ante aquella Hacienda sumaban talentos y minas, mientras que los ciudadanos corrientes sólo tenían dracmas y óbolos para hacer su declaración. El lado justiciero del panorama, sin embargo, fue que las multas impuestas a los líderes políticos eran proporcionales a los obsequios. Así, la condena por una eisangelía o por un graphê paranomôn (haber propuesto alguna medida inconstitucional) podría fácilmente resultar en una multa de 1, 5, 10, 20, 50 o incluso 100 talentos, a veces incluso en la pena capital. Una eisangelía contra un rhêtor generalmente terminaba, en caso de condena, en una sentencia de muerte, como ocurrió en los casos de Calístrato, Filócrates, Euxenipo y otros. La eisangelía consistía en una acción pública, ante el pueblo reunido en la Ekklêsía, interpuesta contra idiôtai acusados de traición, intento de derrocar la democracia o corrupción. Generalmente se iniciaba con una denuncia hecha en una Ekklesía Kýria (la Asamblea principal de cada pritanía —el año se dividía en diez pritanías o mese políticos—) que resultaba en un decreto por el cual el caso era remitido a un dikasterion o Tribunal. Las eisangelíai se entablaban especialmente contra estrategos y el resultado solía ser un veredicto de culpabilidad y una sentencia de muerte. Eran, por supuesto, los principales rhêtores quienes recibían los mayores obsequios, tanto de sus conciudadanos como de príncipes extranjeros. Pero incluso los rhêtores menores podrían enriquecerse actuando como sicofantes. El significado literal de la palabra sykophantes es «el que señala higos» —en el sentido de aquél que denuncia al ciudadano que importa higos del extranjero: los higos del Ática eran un producto nacional protegido—, y el término denota, sobre todo, una persona que obtiene ganancias haciendo mal uso del derecho de cada ciudadano a interponer una acción pública. En algunos tipos de acción pública, el delator recibía una recompensa sustancial si ganaba el caso. Un ciudadano que se especializaba en emprender acciones públicas de este tipo era considerado un sicofante. El beneficio que obtenía era legal, pero al sujeto se le miraba con desprecio. El típico sicofante, sin embargo, era el chantajista a quien sus víctimas pagaban por desistir de una acción pública que les había amenazado con emprender. La víctima podía ser un delincuente de verdad (que al pagar al sicofante evadía la pena que se merecía) o un hombre inocente (que prefería sobornar al sicofante antes que arriesgarse a un juicio contra un rhêtôr entrenado y sin escrúpulos). Esta última forma de sicofantía era, por supuesto, un delito penal, que se castigaba con la pena capital. Tanto los ciudadanos como los metecos aparecían como sicofantes, y la víctima solía ser un ciudadano común (idiôtês) o un meteco; y no un líder político.

Leer en La Gaceta de la Iberosfera 

Domingo, 24 de Septiembre

 

Sala de espera

Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos

 DOMINGO, 24 DE SEPTIEMBRE

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:

-El Reino de los Cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña. Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo: "Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido." Ellos fueron. Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: "¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?" Le respondieron: "Nadie nos ha contratado." Él les dijo: "Id también vosotros a mi viña." Cuando oscureció, el dueño de la viña dijo al capataz: "Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros." Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo: "Estos últimos han trabajado sólo una hora, y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno." Él replicó a uno de ellos: "Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?" Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos.


Mateo 20, 1-16

sábado, 23 de septiembre de 2023

Los leales



Martin Heidegger

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    “Madrid” ofrece indulto (olvido de la pena), pero “Cataluña” exige amnistía (olvido del delito), y el principio de incertidumbre tiene al heideggeriano Iván Redondo, el Cerebro de España, en un tris de tirarse por un barranco, ¿o no dice Heidegger que todos somos unos tirados (“arrojados”) al mundo?


    –Mis “amigos” bajo la dictadura se hicieron “razonables” bajo la monarquía y les convino pasar a detestarme –decía el fundador de la Junta Democrática–. Y los que lograron no confundir sus sentimientos, conservan el recuerdo de la amistad a condición de no hablarnos en público, ni buscarnos en privado.
    

Redondo jura estar dispuesto a tirarse al barranco por España, que para él es Sánchez, su nómina, cosa que también le juraban los suaristas a Franco y los apóstoles a Jesús. Los ingleses, que son más largos que nadie, y por eso conservan Gibraltar, lo tienen claro: “Treason does never prosper”.
   

 –La traición no vence nunca. ¿Por qué? Porque, en cuanto triunfa, deja de llamarse traición.
    

El fin justifica los medios… si se gana. La primera parte es jesuítica: la segunda, maquiavélica. Redondo, que tiene menos luces que un barco de contrabando, cree que “lo de Cataluña” se arregla con unos indultejos, típico pasteleo español de los últimos dos siglos, que hasta Cánovas, harto de “pronunciamientos”, se plantó con el indulto de Sagasta y la Reina “Doña Virtudes” al republicanote Villacampa, copado por la Guardia Civil entre Morata de Tajuña y Colmenar de Oreja.
    

En lo que se decide a saltar, Redondo planea una Nasa española (homenaje, al parecer, al Toni Leblanc de “El astronauta” de Javier Aguirre), y esta vez podría ofrecerse voluntario para hacer de hombre-bala en el barranco (el único cohete que han lanzado hasta la fecha, y sin seguro, costó doscientos millones de euros y estuvo en el aire ocho minutos). Así que, Iván, hijo de Heidegger, “arrójese” al barranco, si eso es su satí sanchista, pero antes de hacerlo sírvase de pagar la cuenta (al pelo, o peluquín, está invitado).

 

[Publicado en Mayo de 2021]

El socialismo, herejía gnóstica (y II)


Dalmacio Negro


Dalmacio Negro

 

8.- Lo comprendió muy bien Thomas Hobbes (1588-1679). Para poner fin a las guerras de su tiempo por motivos religiosos (aunque mezclados con los políticos[19]), recluyó las confesiones religiosas en el fuero íntimo y postuló una religión civil obligatoria del Estado, deus mortalis neutral como el theós inmóvil de Aristóteles. El Estado deus mortalis concentra el poder, y del poder, que conlleva religación, fuente de la obediencia, emana la religiosidad civil, que sería con el tiempo la de las  ideologías. Religiones laicas cuya naturaleza religiosa fue quizá Carl Ch. Bry (seudónimo de Carl Decke, 1892-1926), el primero en percibir. Denominó «religiones encubiertas» al comunismo soviético, al fascismo y al nacionalsocialismo.[20]  Raymond Aron y Jules Monnerot las bautizaron religiones seculares.[21] Otras denominaciones corrientes son: Voegelin, influido por Bry religiones políticas; Emilio Gentile religiones de la política; Marco Revelli religiones de la guerra por «la fusión imprevista de religión y política».

Las ideologías son inmanentismos «nostálgicos de lo absoluto» (G. Steiner), que tienden a sustituir al cristianismo, religión trascendente. Elevando valores temporales a dogmas metafísicos, constriñen como camisas de fuerza el pensamiento libre y el sentido común, basado en las ideas creencia tradicionales y la experiencia de la vida. A. de Muralt proponía esta definición de la ideología: «conjunto de ideas vinculadas orgánicamente en un progreso discursivo aparentemente necesario, que representan las aspiraciones pasionales humanas a la racionalidad y la verdad, por una parte, y a la paz, la felicidad y la seguridad, por otra».[22]

9.- Hoy son indistinguibles el socialismo de Marx y el de Lenin. Pero hay diferencias. Para Marx, die Religion ist das Opium des Volkes (la religión es el opio del pueblo), un mito. Lenin era más tajante. Como era ruso y en Rusia, atestiguaba Walter Schubart, es todo religioso, el ateísmo no es indiferentismo sino reproche, oposición u odio a Dios: «Cada pensamiento dedicado a Dios es una vileza indecible» es la frase de Lenin equivalente a la del alemán cosmopolita. La ideología socialista tiene la ventaja de que, al ser atea, no le afectan la cuestión de la legitimad ni el derecho de resistencia porque, como decía Dostoyevski, está todo permitido. De ahí, según algunos, la amoralidad absoluta que caracteriza al socialismo, que no da importancia la corrupción  y a los delitos de sus partidarios.

El marxismo es una inversión del luteranismo hegeliano. El leninismo una inversión del cristianismo ortodoxo apoyada en el mito de la Tercera Roma: «Escúchame, piadoso zar, había escrito el monje Filoteo en 1511: todos los reinos cristianos han convergido en el tuyo… Bizancio, es la segunda Roma; la tercera será Moscú. Cuando esta caiga, no habrá más».[23]

Robespierre había dicho: «La mitad de la revolución mundial ya se ha llevado a cabo; la otra mitad queda por realizar». Y el jacobino Marechall escribió en el Manifiesto de los iguales (1794): «La Revolución Francesa no es más que la precursora de otra revolución, mucho más grande, mucho más solemne y que será la última». Lenin, espíritu religioso admirador de los jacobinos, se impuso la obligación de realizar la mitad que faltaba. Evocaba a Robespierre y Marechall cuando proclamó, malgré tout, la última y definitiva translatio imperii con el mito de Moscú como la Tercera Roma en arrière pensée: «Rusia no es más que una etapa hacia la dominación mundial». Su objetivo era instaurar el único Imperio deseado por Dios. Por los dioses, decían los antiguos. Aunque Marx y su discípulo dirían por la Historia, el gran truchimán,  de Dios en el marxismo y en el leninismo. No ha sido así, pero las iglesias socialistas tienen una deuda impagable con Lenin. Si Marx fue Moisés, Lenin fue el Josué, que derribó los obstáculos para hacer del socialismo una —en su intención, la— religión mundial. Paradójicamente, los misioneros socialistas han esparcido por todo el mundo  ideas cristianas como las de que todos los hombres son libres e iguales. Una causa de la confusión actual sobre en qué consisten la libertad y la igualdad y cómo se garantizan.

Decía Schubart del socialismo bolchevique, que ha dejado su impronta en todos los socialismos: «Es una lucha, contra la religión y por la religión»… «es una parodia, una pseudomórfosis de la religión. Una nueva doctrina de salvación (Heilslehre) sin dios. Quiere ser aquí la religión política y que el Estado sea la iglesia. Combate por eso a la Iglesia y a la religión. Pero esta lucha contra la fe, no la destruye sino que la aviva (Aufrüttelt)».[24]

10.- Situaciones, tendencias e ideas tribalistas y colectivistas ha habido siempre y existirán siempre. El socialismo, que es hoy el verdadero opio del pueblo, fomenta el tribalismo y el colectivismo.

Empezó a configurarse como una religión mítica tras la Gran Revolución y es hoy la religión encubierta, secular, política, de la política o de la guerra dominante en el mundo de la cultura y la civilización determinadas por la desmitificadora religión de la libertad. No sólo compite con el cristianismo, sino que lo está derrotando por la incapacidad intelectual de las iglesias cristianas para hacerle frente o por la mundanización que las lleva a interesarse en asuntos ajenos a la religión; por ejemplo, los mitos de la justicia social y el del cambio climático. ¿Acabará instaurando el papa Francisco una Iglesia de la Climatología? Se podría decir, que, mientras el socialismo y su ídolo, el Estado, siguen siendo religiosos, las iglesias, el sacerdocio y los cristianos y se desentienden de la religión.[25]

Donoso Cortés advirtió hace casi dos siglos el carácter religioso del socialismo: «El socialismo no es fuerte (más fuerte que el liberalismo), sino porque es una teología satánica. Las escuelas socialistas prevalecerán por lo que tienen de teológicas, sobre la liberal por lo que ésta tiene de antiteológica y escéptica».[26] Mas recientemente, el famoso matemático ruso Igor R. Shafarevich (1923-2017), que vivió bajo el sistema soviético, insistió en su gran libro El fenómeno socialista,[27] publicado clandestinamente en la URSS, en el carácter religioso del socialismo: «Las ideas socialistas jugaban frecuentemente un papel, de una u otra forma, en los movimientos y sectas que surgían en torno al cristianismo naciente«.[28]  

11.- La fe gnóstica en la primacía del conocimiento sobre la fe religiosa connatural al ser humano, confirmada aparentemente por la ciencia y la técnica modernas, imposibles sin la desmitificación de la Naturaleza por el cristianismo, avigora la religiosidad «impura» que decía Weil, del socialismo contemporáneo. Cuya idea creencia rectora es la fe en la auto-redención terrenal de la humanidad. Una secularización o politización  de la creencia cristiana en  la vida eterna y del Reino de Dios del  Padrenuestro y otros lugares. Mediante la revolución en el caso del comunismo, el socialismo radical, o mediante el revolucionarismo de que hablaba Monnerot, transformando legalmente las estructuras.

La mentalidad revolucionaria es antihistórica: quiere cambiar la historia para detenerla una vez conseguido su objetivo (o los revolucionarios están bien instalados). El antihistorismo es una actitud típicamente gnóstica. Lo decía J. Ratzinger: «Una fe que deja de lado lo histórico se convierte en realidad en «gnosticismo»». [29]

12.- El fundamento metafísico de la fe socialista es la absolutización del principio de inmanencia por el racionalismo subjetivista influido por el protestantismo, que elimina la espiritualidad inherente a la trascendencia sustituyéndola por la gnóstica.[30] En la URSS, el espíritu religioso de los rusos, descrito por Walter Schubart en Europa y el alma de Oriente (1938)[31] explica que comunistas convencidos a los que mandó ejecutar Stalin murieran gritando «Viva Stalin». Actitud compartida por muchos comunistas —los «rígidos» del socialismo diría el papa Francisco— y socialistas de otros tiempos. Pues flaquea la fe viva de los sacerdotes socialistas hodiernos. Naturalmente hay muchos de buena fe. Pero la mayoría, e incluso los de buena fe cuando se dejan llevar sin darse cuenta por la corriente  o tendencia dominante, son demagogos —demagogo no es por cierto, sinónimo de populista, aunque puede serlo—[32] que, proclamándose demócratas, hoy conditio sine qua non, para cualquier cosa —«dime de qué presumes y te diré de qué careces»—, aprovechan la credulidad de los creyentes en die wahre Demokratie, la democracia verdadera o auténtica prometida por Marx. En puridad, el socialismo real sólo beneficia, en parte por necesidad, a los que mandan, a sus allegados, a la burocracia y a las clientelas. Se caracteriza por el uso de erística, la retórica de la mentira. Lo único que hace bien, dicen  los detractores, muchos con buenas razones, es la propaganda. De ahí su afán por controlar los medios de información, que son hoy casi todos de desinformación, y la educación.

La religiosidad socialista se conserva más pura y sincera entre la masa popular que sigue, vota o apoya a los gurús. Bien por tradición o costumbre, bien por los abusos de las oligarquías dirigentes no socialistas —generalmente estatistas—[33], por descontento con el estatus social —la envidia igualitaria—, por la educación y la propaganda, por resentimiento y otros motivos. La masa de los creyentes socialistas radicales y moderados, entre los que abundan los cristianos socialistas y los socialistas cristianos, cree sinceramente, consciente o inconscientemente, que die wahre Demokratie, inversión de la expresión de Hegel der wahre Geist, el Espíritu o forma de ser auténtico o verdadero, es el Paraíso perdido y recuperado, «cuyo Reino no tendrá fin», como dice el Credo cristiano

13.- El socialismo es un típico mito político basado en la envidia igualitaria, «el sentimiento social reaccionario por excelencia», decía Gonzalo Fernández de la Mora.[34] Envidia libre del sentimiento de culpa, que suele ser la causa del resentimiento, al ser colectiva. La envidia, «raíz de infinitos males y carcoma de las virtudes», decía Cervantes, es parte de la condición humana. Las virtudes la controlan normalmente relegándola a la vida privada, y hay una envidia sana que induce a emular a los mejores. En economía, la competencia  criticada por muchos socialistas, estimula, si no está viciada, la innovación creadora schumpeteriana. Y como dice Pedro Schwartz, es muy importante para limitar el poder de los ricos.[35]  

La mentalidad o espíritu de la herejía de la apokatástasis, combinados con los de la irenista, hoy casi normal más o menos conscientemente —el pacifismo hedonista a toda costa— y la galicana o regalista de las monarquías absolutas fundamentada en su mítico droit divine des rois (Bossuet), derecho divino a reinar, de origen protestante, atribuido a las dinastías, la trasladó Rousseau a la volonté générale del pueblo, preparando sin darse cuenta la mentalidad colectivista del socialismo. Cuyo gnosticismo rechaza empero  con razón, el mítico derecho divino de los reyes —la única justificación de la Monarquía hereditaria decía Jouvenel— inventado por Jacobo I de Inglaterra y IV de Escocia (1566-1625).[36]

14.- El carácter religioso del socialismo explica quizá actitudes como la del filósofo Alexander Zinóviev (1922-2006), oscilante entre la Rusia soviética y el mundo libre capitalista. Formado en la ortodoxia, en el ambiente socialista, pero opuesto al totalitarismo, fue muy crítico con el intento de Gorbachov (1931-2022) de salvar la Unión Soviética, que estaba en coma, con la perestroika (restructuración) y la glasnost (transparencia) —Fidel Castro comentó que «pasaban cosas tristes» en los países de Europa Central y Oriental—, porque admitía cierto grado de capitalismo o libre iniciativa en la economía. Zinóviev[37] pensaba que el mundo capitalista tendía también hacia el totalitarismo y apoyó al partido comunista contra Gorbachov. Solzhenitsyn y otros disidentes rusos anticomunistas compartían su opinión sobre Occidente. Bukowski decía de Europa que era la nueva Unión Soviética. A la verdad, no se equivocaron.

 

Leer en La Gaceta de la Iberosfera

 


Igor R. Shafarevich  

Sábado, 23 de Septiembre

 

Valle de Esteban

Trébol de cuatro hojas

viernes, 22 de septiembre de 2023

Las brujas de Macbeth


 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    En España la propaganda y la ignorancia nos han reducido el mundo hasta hacernos ver en Sánchez un Macbeth, aunque sea del chino. Y con sus tres brujas ténebres (¡las brujas de Macbeth!), guías de la tragedia, que serían Gonzalón (“sólo hay una salida seria, la federalización”), Zetapé (el “Bobo Solemne” de Rajoy) y Aznar, el Aznarín de Umbral que en la intimidad sólo hablaba catalán, “pero el de Pere” (Gimferrer), no el de Miquel (Martí i Pol), y que ahora llama a la resistencia, pero a la de Jeanette, no a la de Ortega.


    La Transición supuso la catalanización burguesa de España hasta el último rincón, con sus sentimientitos, sus negocitos, sus pactitos, sus corruptitos y sus chistecitos, mientras en el VAR “Bartleby” Negreira jugaba al escribiente de Melville. Ahora que vemos el trampantojo, Gonzalón, Zetapé y Aznar son “la tiesura externa que encumbre la demacración interna”, que diría Nicolás R. Rico, con su teoría de la dificultad en superficie del arte contemporáneo (frente a la facilidad en superficie de la gran cultura occidental: ¡Shakespeare!). Bien lo dijo Tarradellas:


    –¡Cony! ¡Quina Catalunya ens ha deixat Franco!

 
    Desmontado el franquismo, cuyas joyas, para el españolejo, eran la Seat y la Telefónica, es el momento de desmontar el sujeto político de la Nación, y entre truenos y relámpagos de teatrillo aparecen las brujas de Macbeth con sus profecías equívocas, pues jugando a ayudar, lo que traen es ruina.


    –¡Salve, Macbeth, que un día serás rey! –vaticinó una, y somos libres de fantasear cuál de ellas.


    Y Sánchez podría habérselo creído. Para ello, sólo tiene que llamar “alivio” (¡juristas españoles!) a la “amnistía” de los “caganers”. Lo advirtió en su día el jefe de la Junta Democrática, “encarabanchelado” por Fraga (“a instancias de González”, según el preso) en lo que pasteleaban el pacto:


    –El poder meramente simbólico del Rey permite a los nacionalismos utilizar el reconocimiento de la Corona como único lazo de unión con el Estado español, para funcionar de hecho como estados independientes.


    La idea que les baila en la cabeza, incluido Bonilla, en cuya Andalucía el baile viene zapateado, es la independencia de Canadá y Australia dentro de la Commonwealth británica. Por el autonomismo al nacionalismo y por el nacionalismo al separatismo (sobre esto ha escrito un esclarecedor libro Torrox). Una vez separados todos, todos pedirán federarse, no a lo Hamilton, cuyas exequias celebra ahora el partido Demócrata, sino a lo Proudhon, más tragicómico, cumpliéndose, además, lo que Ortega corrigió a Mommsen, para quien “la historia de la nación latina es un vasto sistema de incorporación”.


    –La historia de una nación no es sólo la de su proceso formativo y ascendente: es también la historia de su decadencia, que es la historia de una vasta desintegración.


    Que es donde estamos, y nuestras brujas de Macbeth se limitan a constatar: “Bello es feo y feo es bello”.

 

[Viernes, 15 de Septiembre]

Viernes, 22 de Septiembre

 


Progre a la deriva

jueves, 21 de septiembre de 2023

Champions y guardametas

  
Karius

 



Provedel marca a Oblak

          

          Francisco Javier Gómez Izquierdo

  

El Milán-Newcastle fue el primer partido de Copa de Europa en esta temporada y al repasar la plantilla inglesa asomó el Karius lloroso de Kiev; aquel portero que nos dio pena y del que los médicos explicaron su deficiente actuación porque Sergio Ramos lo conmocionó dos minutos antes de dar el pase del primer gol de Benzemá. Presté atención al partido por Leao, el delantero del Milán, pero me parece que incomodó más a su propio público rossonero que a Pope, el portero titular del Newcatle. No es malo este Leao, pero juega con una autosuficiencia y chulería que supongo desesperará a sus compañeros cuando sus alardes trocan en ridiculeces.

 
            Convalecientes Courtois y Neuer, casi sin trabajo Ter Stegen (eso sí, tuvo dos intervenciones seguidas extraordinarias) y cumpliendo como siempre Oblak, la mayoría del resto de las porterías europeas dejan mucho que desear. Vamos, que me han parecido poco fiables y es cosa sabida que los porteros dan partidos y títulos... pero también los quitan. Fíjense, si les parezco exagerado, en el Bayern-Manchester United: 4-3. Monumento al gol cantarán los críticos sin catalogar el cante del Onana manchesteriano o los modos arrebatados del Ulreich muniqués, al que el Real Madrid en semifinales debe casi tanto como a Karius en aquella Copa de Europa del 18 en Ucrania. Ucraniano es Anatoly Turbin, el portero del Benfica, al que le dio un arrebato al comienzo de la anoche contra el Salzburgo y ¡pum!, penalty. Lo peor no fue el penalty cometido, sino la sensación de inseguridad que transmitió.


        No es cosa de seguir amonestando cancerberos, porque en realidad a mí hay pocos que me convenzan al completo, pero ver a Dmitrovic colocarse tras la barrera en la falta que Sergio Ramos podía haberse ahorrado y no en el portillo que se deja al lanzador como corresponde a las buenas prácticas del oficio, destroza en un segundo la esforzada albañilería de Mendilíbar. El Sevilla tendría que haber ganado al Lens para aspirar a hacer pareja con el Arsenal, que anda muy fino, en la clasificación para octavos, pero cierto es que lo suyo tiene tiempo y arreglo. La Real mereció ganar a un Inter que venía bravucón. Faltó físico al final y le sobró ese momento de descuido que aprovechan los clubes de la nobleza en las grandes noches. Lautaro firmó el empate en el minuto 87... y el Madrid, el más prestigioso de los aristócratas, haciendo honor a los legendarios "minnutti molto longos" del Bernabéu rescató dos puntos que se los llevaban remando al río de Berlín, que por cierto se llama Spree, unos remeros que cerraron los ojos para el último esfuerzo en el minuto 94. No fueron conscientes en el momento de su error, pero ya habrán visto en las repeticiones cómo Valverde entra sin que nadie lo moleste y cómo Billingham y Brahim pueden rematar debajo de la portería con insólita comodidad. Minuto 94. Provedel, portero de la Lazio que mide 1,94, que gasta un dorsal con el número 94... y que decide subir a rematar un córner con el propósito de empatar un partido que está perdido. Va el tío y marca. Podría ser la base para un cuento de fútbol, pero fue un caso real que sucedió en martes. La víctima, el Atlético de Madrid. Un pupas tan pupas como siempre. En jornada de porteros dudosos, al Atlético le salió el raro. El bueno. El héroe. Un portero que se hará inolvidable en Roma. Coloso en la ciudad del Coliseo.


      ¡Ah! El Barça está pitoso. Es justo aplaudir la valentía de Xavi para confíar en unos mocetes que ¡eso sí! han nacido con mucho talento. Junto al City, Madrid, Bayern de siempre..., servidor añadiría al Barça y  Arsenal en un repóker de favoritos en el que va a ser decisiva la inspiración de los porteros.

Real Madrid, 1; Unión de Berlín, 0. Bellingham en la espesura



Hughes

 

El nuevo Bernabéu puede ser visto como algo más que una cubierta. Es una protección, un caparazón. Una forma de afrontar la velocidad de los cambios y la globalización: meterse ahí, estadio-sarcófago, hibernación histórica, cámara hiperbárica para clubes...

Llegaba la Champions de nuevo. Otra vez aquí, en el mismo sitio. La liturgia, Alaridos Martínez con el himno, la épica ya un poco gastada…


El Madrid salía con rombo, y se confirmaba la pauta de un veterano por alineación: Modric y Kroos se turnan como monitores de los nuevos o como padres separados.

El Madrid tuvo su norte en Joselu desde el principio. Balones a Joselu. Le buscaba Bellingham, le buscaba Lucas y la verdad es que él lo remató todo estirando el cuello como una especie de nueve bicho palo.

Camavinga y Tchouaméni empezaron mostrando soltura en la dirección del juego. Sensación de mandar, de estar ya en posesión del sitio. Pero el fútbol se fue secando. Primero, con los laterales muy altos, como cuando se suben los testículos. Estaban, pero no se les veía. Y si intentaba dirigir Camavinga, emprender, iba por el centro buscando también a Joselu. Es impresionante lo importante que es el 9, lo que dirige el juego. Al haber un 9 puro y clásico, el fútbol se organiza naturalmente hacia él, lo que explica que los entrenadores listos y revolucionarios empiecen quitando al nueve para montar su sistema-idea. ¡Por eso les sobraba! ¡Por eso casi desaparecen!

Qué intenso odio hacia los entrenadores, asesinos del fútbol, mataespacios, con sus estudiados looks de maduro interesante que aun quiere seguir follando. ¡Ya está bien!

El fútbol del Madrid ya no está protagonizado por los extremos. Son los interiores los que mandan. No hay contragolpes, no hay espacios, no hay conducciones veloces. Es un fútbol-gacha. Espesote. Me recuerda lo que soñé o me contaron del Madrid de Stielike y Pirri, gente así, y el inicio del Madrid de Valdano, cuando alineaba a Redondo, Laudrup, Míchel y Martín Vázquez. Había clase y posición, pero faltaba gente pidiendo la pelota a la carrera.

El fútbol del Madrid era tan aburrido y saturado que los pocos ataques eran intentos de filigrana de Modric muy por el centro. Se jugaba a su ritmo, lo que describe bien la cosa. Todos conocemos ese ritmo, como de andar descalzo por la orilla de la playa. Empezaba la jugada y la acababa, y es curioso que se haya invertido tanto en potencia, músculo y velocidad y al final el ritmo lo acabe marcando Modric.

Repleto de interiores, todo el fútbol exterior del Madrid quedaba para Nacho y Lucas, lo que daba un baño de realismo al aficionado. Gollerías tampoco se pueden pedir.

En la frente de Tchouameni, perlada de sudor, se presentía la noche estrellada; en su ceño preocupado se avizoraba la contrariedad. El Unión de Berlín defendía con avaricia y el Madrid acabó la primera parte intentando reeditar la línea españoña: Lucas mandando balones a Joselu. La primera parte parecía escrita por chatGPT.

En la segunda, el Madrid mejoró. Empezó con un tiro al palo de Rodrygo, de preciosa volea, tras una jugada suya como extremo, figura o función que sacó al Madrid de la latosa nube de mediocampismo.

Su remate fue bonito por la forma de colocar las manos. Remató y las puso como si presentara un bouquet de flores que acabara de componer. Lo bello del fútbol sobrevive en las manos, curiosamente. Pero también se lo cargarán y pronto solo veremos jugadores con muñón.

El Madrid está chutando mucho y dando muchos palos. Joselu lo remata todo y su momento es una especie de experiencia interclasista. Es un currante del fútbol que ha de acostumbrarse a la opulencia. Le llegan decenas de balones y como los remata todos, absolutamente todos, con ética fabril, parece que falla mucho. Es como esos nueves menores pero muy idiosincráticos que tenía el Bayern, los Jancker y compañía, que no eran virtuosos pero llegaban siempre. Joselu es el Jancker nuestro y acude a todos los centros y la pregunta sale sola generando una intensa melancolía: ¿qué hubiera sido del Madrid y quizás de nosotros si el 'centrismo' de Zidane hubiera tenido a Joselu? Si esos miles de balones que hacían plof como monedas de enamorados a la fuente hubieran encontrado su cráneo de camarero ubicuo.

Es muy bueno pero se hace raro y se nos seguirá haciendo que el florentinismo haya terminado en Joselu. Esto se verá de muchas maneras. Es inteligente pero también cabe preguntarse si no íbamos a inventar el fútbol y al final el fútbol nos ha 'inventado' a nosotros con lo de toda la vida: veteranos, noveles, españoles, extranjeros, suplentes, clase media y un nueve troncal de los de toda la vida.

El Madrid mejoraba: más alto, más rápido y más por la banda. Ya no era solo el gran mazacote del mediocampo. ¿Qué saldrá de ese gran peñón, de esa roca, de ese conjunto telúrico, de ese fútbol continental? ¿Saldrá agua, energía, flujos, yacimientos de velocidad?

Habrá que ver cómo vive Vinicius con ese Mazacote. Vinicius es lo de dentro de las maracas y los sonajeros.

Los balones seguían llegando por la banda viva de Lucas y Rodrygo (por la otra no había nada) y Joselu tiró al palo. Pudo marcar alguno más pero por ahí apareció, de nuevo en nuestras vidas, Bonucci, que debutaba en el Berlín.

Entraron Kroos y Valverde para agilizar las cosas. En la retransmisión televisiva dijeron "qué calidad tiene Kroos". Han añadido un comentarista arbitral, en lo que parece un sospechoso intento por blanquear al 'colectivo' después del caso Negreira.

Se intensificaba la conexión Lucas-Joselu y entró Fran García para completar la línea castiza.

Los recursos del Madrid son sencillos y la entrada de Brahim le dio más complejidad. Aportó movilidad más que desborde y podría especializarse en eso, en hacer de culebrilla la última media hora.

Pero, si hemos de ser sinceros, era Valverde el potencial peligro. Sus llegadas en carrera, como tráiler, eran el segundo nueve.

Ese Madrid del final no sabemos qué era. Había siete en el área esperando el balón y parecían jugar todos de lo mismo. La sensación era de superancelottismo, una fase nueva de caos.

En el minuto 93, un zambombazo con repercusión de Valverde, de esos que rebotan en  varios jugadores, lo cazó Bellingham haciendo de nueve puro, lo cual es feliz (para él) pero sangrante para Joselu, que se pasó la tarde rematando toda la producción futbolística y ladrillística de Lucas Vázquez y al final vio que el nueve bendecido era otro.

Pero Bellingham no sólo demostró baraka y oportunismo. En los minutos finales buscó siempre lo importante y tiró del carro, lo que nos hace pensar en otro jugador joven y en otras Champions y en cómo pasa la vida, tan callando, aunque los alaridos de Carlos Martínez nos engañen tantas veces.

Listas


Casas Viejas, 1933


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Yo no soy Javier Urra, que habla de niños como Rosa Clará de novias, pero a mí me parece que Rato fue uno de esos chicos que en el colegio se echan un amigo sólo para que, de camino a la escuela, a cambio de conversación les lleve la cartera.

Cuando tuvo que llevarla él, Rato ya era ministro, y denunciaba con papeles que el sistema tributario del felipismo había garantizado la impunidad de los defraudadores, “y debemos hacer algo para que esto no se repita”.

Excelente demagogo, si ha hecho algo va a costar condenarlo más que a Danton, cuando la Revolución hubo de recurrir a su hijo más listo, Saint-Just, para que inventara una triquiñuela legal con que arrastrarlo a la guillotina.

Ratos así, entre la Quica y la Pelá, ¡son la vida!... –decía Bonafoux.
Para echar el rato, Pdr Snchz, que sale del molde que el botijero desechó cuando hizo a Zp, quiere publicar la lista de la amnistía fiscal de Montoro, porque ésa es la ilusión que tiene su Juana, y Rivera, cuyo hombre en Madrid cree que Felipe González era krausista y Hobbes un socio fundador de “Up With People”, también.
Cogemos a los de la lista, que pagaron el tres, y hacemos que paguen el diez –dice Rivera, en una interpretación krausista de la receta de la Pardo Bazán que arrancaba: “Se coge un cerdo y se le castra”.
La idea española del Derecho es la que llevó a aquel abogado americano de Ruiz Mateos, Arthur Teele, a darse de trompadas en las paredes del Juzgado. (A Teele lo acusaron de corrupción en Miami, y un día del verano de 2005 entró en el “The Miami Herald” y se voló la cabeza, pero recibió a título póstumo la absolución de la Justicia.)
Abolimos la pena de muerte (Azaña y Gonzalón, los dos “presidentes icónicos” para Ciudadanos), pero si los malos se nos suben a la chepa aplicamos la ley de fugas (Casas Viejas y Gal).
Lo que a Snchz y a Rivera, esos estadistas, les suena del Derecho consuetudinario español es que amnistía (olvido) es una red para cazar pardillos.
 
 
[Publicado en Abril de 2015]