miércoles, 4 de octubre de 2023

Lovelock


Ignacio Ruiz Quintano
Abc Cultural

    Entre James Lovelock y Linda Lovelace me quedo con Linda Lovelace.
    
Ésta es una reflexión de puente de los trabajadores en el país de los parados, donde el periódico de la hegemonía cultural llama a Ullán “Luis Miguel” y “pintor”, entre nublo y nublo de primavera invernal, cuando todos los cálculos indicaban que España sería una sartén del calentamiento global.
    
En un ataque de platonismo hormonado, Lovelock postulaba en 2009 la supresión de las democracias en pro de unos gobiernos de sabios tan competentes como él para hacer frente a la catástrofe.
    
Antes de que termine este siglo, miles de millones de personas morirán –escribió Lovelock.
    
Decir que miles de millones de personas moriremos antes de que termine este siglo está al alcance de un ciclista, sólo que el ciclista, sometido a un control antidopaje, no lo puede decir.
    
Como Lovelock no es ciclista, puede decir esa bobada y hacerse rico y famoso con ello.
    
Doce años después de las amenazas de Lovelock, los parados no pueden irse de puente de los trabajadores por culpa del agua y el frío, y los únicos prodigios que vendrían a anunciarnos una catástrofe se han producido en Chicago: la postal recibida por un hombre en un buzón equivocado después de 54 años (se la envió su madre en 1958) y la deslocalización de “Playboy”, la revista de Hugh Hefner, que deja la ciudad del viento para irse con su batín a Los Ángeles.

    Con ese par de datos, más la cita de autoridades de Al Gore, un periodista verde te monta una guerra de los mundos en menos de lo que tardaba en persignarse un cura loco.

    Y, sin embargo, no hay nada.

    –No sabemos lo que hace el clima. Hace 20 años creíamos que sabíamos. Eso llevó a escribir algunos libros alarmistas, como el mío. Se supone que teníamos que estar ahora a medio camino hacia un mundo frito, pero han pasado 12 años, un tiempo razonable, y la temperatura ha permanecido casi constante.
    
Palabra de Lovelock.
 
[Publicado en Mayo de 2012]

 

Los medios contra Russell Brad (y viceversa)


  

Javier Bilbao


El sistema, aquí y allá, ha encontrado en el feminismo algo parecido al bolsillo de Doraemón, la navaja de MacGyver o el bolso de Mary Poppins, según las referencias que maneje cada uno. Moviliza a la población cuando anda remolona y acalla a los críticos independientemente del asunto que aborden; copa las portadas oportunamente cuando noticias incómodas intentan abrirse paso; permite justificar enormes desvíos de fondos públicos a bolsillos privados y cambios legales que atañen a los derechos fundamentales; incluso lo hemos visto enarbolado como casus belli en la política internacional; es, en definitiva, el equivalente al Mandato del Cielo de la Antigua China, cuando hasta el mismo intento de romper la nación se pretende justificar en el anhelo de una «República catalana feminista».

Ejerce de ideología política y de brújula moral, es un movimiento, uno que nos urge a ir más deprisa («¡queda mucho camino por recorrer!» es su frase predilecta), pero siempre dando vueltas en círculo, y a modo de la Kaaba en el centro el statu quo​ político y económico, que así puede permanecer inmóvil mientras los demás nos ocupamos en deconstruirnos. Es, en fin, un fenómeno tan poliédrico, omnipresente y, sobre todo, pelmazo, que no podríamos capturarlo en unas pocas líneas, así que nos centraremos en una de sus vertientes: su capacidad —en alianza con la maquinaria mediática— para quitarse de en medio a cualquier figura pública que por un motivo u otro resulte molesta a quien ostenta el poder. Abruma la cantidad de casos en los últimos años en los que una condena mediática, sin proceso legal mediante, ha logrado eliminar de la vida pública o erosionar la reputación de alguien por algún comentario, gesto, broma o acusación de violación o acoso sexual dado que el «Believe Women/Yo sí te creo, hermana» pasa a ser un principio epistemológico.

Así que, a estas alturas, cuando nos llegan ahora noticias en torno a Russell Brand es inevitable tomarlas con cautela si tenemos en cuenta el contexto y al personaje protagonista. Para quien no conozca el caso, se trata de un actor y humorista británico que, desde hace unos años, presenta un podcast de enorme éxito en varias plataformas —sólo en YouTube tiene más de 6 millones de seguidores— sobre el que una reciente publicación periodística conjunta (¿?) entre Times, Sunday Times y Channel 4 cuenta que entre 2006 y 2013 supuestamente habría agredido sexualmente a cuatro mujeres, que en el momento de escribir estas líneas no han presentado denuncia alguna ante las autoridades. A continuación, ha aparecido una quinta acusación por parte de alguien que sí ha acudido a la policía para denunciar una agresión que habría acontecido en 2003.

En primer lugar, desde este humilde rincón cabe sugerir a cualquier víctima que no espere 20 años para denunciar a su agresor, pues esa impunidad que percibirá le animará a perseverar dañando a otras personas y, además, al menos en la legislación española, el delito en muchos casos ya habrá prescrito. En segundo, dado que no estábamos presentes el día que pasó o no lo que fuera, solo cabe apelar entonces a la presunción de inocencia hasta que llegue una condena… Y esto es lo más asombroso de todo este asunto: ya ha sido declarado culpable por los medios.

Pero hay precedentes que nos invitan a la prudencia. Este caso inevitablemente nos remite a la nominación del juez Kavanaugh para el Tribunal Supremo de EE.UU. en 2018, cuando fue acusado por una mujer de haberla violado 36 años antes, a la que luego se sumaron otras. No hubo ningún proceso judicial, claro, solo escarnio público de alguien al que se vinculaba a un delito gravísimo y un cuestionamiento de su candidatura que cerca estuvo de lograr su objetivo. Él fue, sin duda, el peor parado de un proceso que nos remitía a siglos pasados de la Europa luterana, pero tampoco resultó un buen trago para el resto del mundo la vergüenza ajena de contemplar manifestaciones de mujeres disfrazadas como en la serie El cuento de la criada. Luego una de las supuestas víctimas reconoció que se lo había inventado todo por motivaciones políticas. ¿Y si ahora estuviera repitiéndose la misma historia con Russell Brand? ¿Cómo resarcirle entonces del daño a su reputación y a su fuente de ingresos?

Porque YouTube ya ha desmonetizado su canal, mientras que Paramount+ ha borrado sus monólogos, y la BBC por su parte  acaba de eliminar de sus plataformas los contenidos en los que él aparece por considerar que «está por debajo de las expectativas de los espectadores». La prensa española, siempre obediente, se ha apresurado a descalificar a un personaje al que su audiencia ni siquiera conocía, pero por si acaso. Aunque la reacción más desconcertante ha sido la del «Comité para la Cultura, Medios y Deporte» del Parlamento británico instando mediante una comunicación oficial a la plataforma canadiense de vídeos Rumble a desmonetizar el canal de Russell. Así mismo, se ha puesto en contacto con la emisora de televisión inglesa GB News porque una de sus presentadoras lo ha defendido públicamente. Es decir, parece que hay que expulsar del espacio público a cualquiera que sea acusado… y también a cualquiera que pueda defender su presunción de inocencia. Desconocíamos que en el Reino Unido el parlamento, además de legislar, tuviera todas estas atribuciones. Quedaremos a la espera de que uno de los habituales expertos nos explique si esto es o no «iliberal».

Dado que el interpelado ha negado categóricamente las acusaciones y nadie puede determinar si es inocente o culpable hasta que no se celebre un juicio, se deduce necesariamente que si alguien —y ese alguien, según vemos, es un proceso coordinado de medios, plataformas y políticos— quiere castigarlo al margen de los procedimientos legales es porque lo considera un enemigo o una molestia a eliminar. ¿Por qué?, ¿qué ha podido hacer o decir para ganarse semejante hostilidad?

Las ideas que Russell defiende...

Ler en La Gaceta de la Iberosfera

Miércoles, 4 de Octubre

 

La huella

martes, 3 de octubre de 2023

La España de los lenguados


Alasdair  MacIntyre

 

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    El Pentecostés del otro día en el Parlamento (“y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos”, y hablaron como parpayuelas hasta en 18 idiomas, que son, por cierto, los que hablaba don Julio Casares) me lo ha resumido un amigo mío con muchos años de cárcel, y lo ha hecho en gacería, que es la lengua de los trilleros de Cantalejo, Segovia.


    –¡Qué siertería garlear sin que aterven los manes!

 
    Que traducido por mi amigo, con mucha cárcel, como digo, sería: “¡Que gozada hablar del negocio sin que se enteren los ‘primaveras’!”


    En la España de los lenguados (habrá que llamar así a estos políglotas del pan “pringao”), el 78 ha disuelto la nación española haciendo culta cualquier lengua menos la española, cuyo verbo “prever” no lo sabe conjugar nadie del gobierno, comenzando por su presidente, que prometió acabar con la corrupción… “preveyéndola”. Mas somos españoles, y con las lenguas vuelve a plantearse el asunto de la preminencia con los títulos de nobleza. ¿Catalán o vascuence?

 

En las “Fantasías mexicanas” de Julio Torri dos carrozas se encuentran en angosto callejón y ninguna retrocede. “¡Paso al noble señor don Juan de Padilla y Guzmán, Marqués de Santa Fe de Guardiola, Oidor de la Real Audiencia de México!” “¡Paso a don Agustín de Echeverz y Subiza, Marqués de la Villa de San Miguel de Aguayo, cuyos antepasados guerrearon por su Majestad Cesárea en Hungría, Transilvania y Perpiñán!” “¡Por bisabuelo me lo hube a don Manuel Ponce de León, el que sacó de la leonera el guante de doña Ana!” “¡Mi tatarabuelo Garcilaso de la Vega rescató el Ave María del moro que la llevaba atada a la cola de su bridón!” Tres días con sus noches se suceden, apunta el narrador, y aún están allí los linajudos magnates, sin que ninguno ceda el paso al otro. Al cabo de estos tres días –y para que no sufriera mancilla ninguno de ambos linajes– mandó el Virrey que retrocedieran las carrozas al mismo tiempo, y la una volvióse hacia San Andrés, y la otra fuese por la calle del Puente de San Francisco.


    Imposible no ver a Urcullu y a Puigdemont subidos a esas carrozas en el callejón de la UE. Un idioma no es más que un dialecto con un ejército; ellos no tienen ejército (aunque Puigdemont siempre puede tirar del Barça de Xavi como “ejército desarmado de Cataluña” que les vendió Montalbán), pero como lenguados de España aspiran a su propio estado-nación. Podrían leer este apunte del escocés MacIntyre (¡por Dios, no confundir con Innerarity!): “El estado-nación moderno es una institución de trato imposible. Por una parte, se presenta como un proveedor de bienes y servicios, pero nunca lo hace; y por otra, como el depositario de unos valores sagrados que de vez en cuando nos invita a dar la vida por él… ¡Es como si se nos pidiera dar la vida  por la compañía telefónica!”.


    Pues sí. Los partidejos haciendo la repartija, y los “primaveras”, sin coscarse.

 

[Martes, 26 de Septiembre]

Ni Frank, ni país


Vilma Espín

 

Orlando Luis Pardo Lazo

Hypermedia Magazine

 

Vilma Espín lo delató a la policía de Batista.

Había querido ser su novia. Lo que implicaba, para el joven bautista, que él nunca se había acostado con ella.

Vilma, que venía del Massachusetts Institute of Technology con una genitalia voraz, sólo por esa carencia de carne odiaba celosamente al pastorcito no promiscuo. Por lo demás, para entonces ya ella se estaba templando a Raúl Castro, en las noches sin tabús de la Sierra Maestra.

Vilma era, por supuesto, un agente a sueldo del comunismo internacional. Aunque, en honor a la verdad, en este asesinato específico ella no cumplía órdenes de Moscú, sino de Fidel Castro en persona, otro celoso radical. Para colmo, no pocos santiagueros resentidos con el cristianismo, odiaban a ritmo de conga comunitaria cada uno de los principios puritanos de Frank País.

Muchos lloraron al mártir a la hora del velorio y de usar su cadáver como un trofeo castrista de la Revolución. Pero muchos más se alegraron de que Batista lo hubiera reventado a tiros en plena calle cubana. Era otra manera de matar a Dios en Cuba. Y ese trabajo sucio era mejor que lo hiciera un mulato y no una partida de blancos con cuantiosas cuentas de banco.

De hecho, Frank era un peligro que aterrorizaba a nuestro pequeño país. Los gigantes morales siempre lo han sido: un peligro que nos apenca en tanto nación. La decencia y el coraje siempre lo serán: una luz imperdonable a ras del fanguero insular. Nuestra cubanidad deforme no tolera mirarse en el espejo excelso de la virtud.

Vilma Espín llamó por teléfono a la casa donde Frank País estaba escondido. Ella misma alertó a los chivatos del BRAC en la compañía de teléfonos, para que circularan la llamada que estaba a punto de hacer.

Frank, ¿estás bien? ―le dijo―. Cuídate mucho, por favor. No dejo de rezar por ti.

Fue una de las pocas veces que el veinteañero revolucionario perdió su compostura de gentilhombre civil. Le colgó de inmediato y comenzó a dar puñetazos contra la pared, escandalizando a sus vecinos de Santiago de Cuba.

Frank la llamó “puta” a gritos. No una, sino al menos tres veces. Las frases exactas que ningún libro de historia va a recoger fueron:

Puta.

Puta de mierda.

Puta criminal.

Entonces se arrodilló y pareció pedirle perdón a Vilma. Él era un hombre. Ella era una mujer. Frank no iba a permitir que, minutos antes de su calvario, la flojera de alma (y de patas) de una dama corrompiera la integridad de su caballeroso corazón (y de sus dos descomunales cojones).

El resto es harto conocido.

Los sicarios de Fulgencio Batista, que sin saberlo también actuaban para el comunismo internacional, rodearon la cuadra donde Frank había recibido la llamada telefónica de Vilma Espín.

Frank salió a la calle a vender cara su vida, pero no lo consiguió. No pudo ni herir a un solo uniformado de aquella operación. Le pusieron el rostro como un guiñapo, de culatazo en culatazo. Los pendejos son pandilleros. Luego, cuando estaba indefenso como el niño puro que Frank aún era, lo acribillaron a ráfagas de metralleta. No se atrevieron a matarlo mientras Frank País tuviera mirada.

Todos los vecinos vieron esta escena obscena. Ni uno solo movió un dedo. Ni siquiera dejaron escapar un ay audible. Se retiraron a sus aposentos a esperar que Fidel Castro les trajera la justicia a perpetuidad.

Aquel 30 de julio de 1957 moriría, junto con Frank, todo un país.

 


Frank País en su ataúd

Santiago de Cuba, 1957

Martes, 3 de Octubre

 

et j’ai lu tous les livres.

lunes, 2 de octubre de 2023

Feria de Otoño. Novillos de Guadaira para Burdiel, de Sevilla; Peñaranda, de Cuenca; y Martín, de Zurich. Vuelta a la normalidad. Campos & Moore




Pepe Campos

Plaza de toros de Las Ventas. Domingo, 1 de octubre de 2023. Segundo festejo de la Feria de Otoño. Tarde ideal. Tres cuartos de entrada. Las andanadas donde se han regalado los abonos anuales para los jóvenes aficionados, vacías.

Novillos de Guadaria, de origen Jandilla (Domecq), bien presentados, mansos, no se emplearon en el caballo, flojos y nobles; primero y, sobre todo, el tercero con algo de picante que desbordó a los toreros; cuarto idóneo para la muleta; segundo y quinto con buen son; sexto descastado y muy flojo. Cuatro de ellos lucieron crotal.

Terna: Álvaro Burdiel, de Sevilla, azul Prusia y oro, con cabos blancos, silencio, ovación y silencio (en el sexto que mató por haberse lesionado Ismael Martín); veinticuatro años. Alejandro Peñaranda, de Iniesta (Cuenca), grana y oro, con cabos blancos, ovación y palmas; veintiún años. Ismael Martín, de Zurich (Suiza), hacía su presentación como novillero en Madrid, de azul Rey y oro, no pudo descabellar al tercer novillo, por lesionarse el hombro, silencio; veinte años.

Nos costó mucho esfuerzo volver a los toros, ayer, cuando se lidiaba en Madrid la primera novillada de la Feria de Otoño de 2023. Las sensaciones vividas el día anterior en la despedida de El Juli de Madrid, para un aficionado de a pie ponderado, fueron deprimentes; y se nos hizo muy difícil volver a la plaza, a nuestro abono, con buen ánimo. El espectáculo montado y sucedido en esa despedida fue paupérrimo y nocivo. Volvamos a recordarlo. No hubo toros y no existió toreo, pero sí se produjo corte de orejas debido a un público obsesionado en pronunciarse de modo burdo y chacotero, invasivo, lo que viene a significar, de nula seriedad. Un público adocenado, por no decir cumplidor de consignas. Una multitud ciega, seguidora de las directrices que plantea el mundo taurino, que parece ser, por lo visto, tiene mucho eco y fuerza. Este aspecto, desde el punto de vista de si la tauromaquia tiene adeptos, sería una muy buena noticia, pero no es así, pues bajo el criterio de que el toreo tiene unas exigencias éticas, técnicas y regladas, se prefigura como un pésimo vaticinio.

 
Nos abocamos a un tiempo futuro incierto para el mundo de los toros. En este momento, no encontramos, dentro del mismo, referentes válidos. No decimos que no exista algún que otro buen torero, sino que ese modelo necesario —o modelos— que sirvan de faro para que un nuevo aficionado pueda fijarse y aprender —en toreros clásicos y poderosos— no lo intuimos. Tampoco vemos por ningún lado a ese molde que, a su vez, pueda ser útil para los novilleros, para que aprecien la verdadera técnica del torear —el canon—. Ni para que la sociedad que nos rodea entienda el verdadero compromiso y esfuerzo que representa la tauromaquia —en torno a un torero cabal— no lo vislumbramos. En este último apartado tenemos que agarrarnos, porque no tenemos más remedio y nos conviene, a lo que representa Morante de la Puebla hoy, si bien compartiendo con él todas sus dudas, que no son otras que esa su resistencia a elegir verdaderos toros para su toreo, y no ese toro dócil y claudicante que desde hace un tiempo eligen todas las figuras y que tiene adulterada y homogenizada a la tauromaquia.

 
Decir figura del toreo es como convocar a la ataraxia y entrar en un estado espiritual beatífico en el que ya no es necesario pensar, sino obedecer y acatar. Es un término que debe llevar un siglo de existencia, habría que datarlo exactamente. En el diccionario de José Carlos de Torres, Léxico español de los toros, leemos la siguiente explicación: «Dícese del torero cumbre, as o mandón en el toreo…(Camisero)». Camisero será seguramente Ángel Carmona, que fue torero y escritor. Por lo que se ve, en la actualidad, los taurinos han entendido la voz acogiéndose, exclusivamente, a la expresión: mandón en el toreo, que señala al torero que llega arriba —en la jerarquía taurina— y que desde ese instante se dedica a defender sus propios intereses, dándole igual cualquier aspecto ético que se relacione con la tauromaquia —lo grave y lo serio de la misma—. Un tipo de torero que manda para configurar carteles; para torear donde le plazca; para crear una atmósfera de boato de sí y a su alrededor, —nada de críticas—; para no medirse nunca a toros de edad, trapío, íntegros y con casta —sólo le vale el toro comercial—.  Para hacerse rico de cualquier modo y manera. Etc. Ante esta apabullante realidad de la existencia de las figuras del toreo, que parece son tan necesarias, el aficionado tiene que claudicar y hablar bien y servicialmente de esa figura, de sus caprichos, de sus estadísticas, de su técnica, de su pétrea verdad taurina, porque es figura y ser figura viene a ser como un Dios taurino que nos da la vida, nos protege y nos aporta razón y lógica para nuestra vida de aficionados. Por lo tanto, no hay nada más que hablar, ni reflexionar o discutir.
Ante esta dictadura psicológica candente del mundo de los toros, los novilleros están dirigidos y espoleados a ser figuras, y quedan engullidos en una trama espesa de intereses y complejidades que para cualquier persona —y para el aspirante a torero— es incomprensible, ni de entender ni de digerir. En fin, una realidad envolvente que devora también al aficionado. Inextricable. Desde esta perspectiva vamos a analizar con brevedad lo sucedido ayer en la novillada de Las Ventas, a la que acudimos como probos aficionados y mosqueados ciudadanos.


Álvaro Burdiel mató tres novillos. En su primero se vio superado, creemos que porque abusó de poner la muleta en uve y así era muy difícil someter, mandar, a un novillo que requería dominio, no se acopló en ningún momento, ensayó ligeramente el natural por las afueras y mató de bajonazo en la suerte contraria. En el cuarto de la tarde, con el capote lució en una media verónica, se enfrentó a un excelente novillo, realizó un buen comienzo de faena —con dos estupendas trincheras— y un final clásico, con buen compás, en el desarrollo de la labor consiguió muletazos de clase, pero sin llegar a redondear nada, le faltó presentar mejor la muleta y mató en la suerte natural de una estocada trasera, caída y desprendida. En el sexto novillo tuvo poco trabajo pues éste llegó muy quedado a la muleta, mató en la suerte contraria, de pinchazo y de media caída baja.


Alejandro Peñaranda, en su primer novillo, le vimos precavido, mal colocado, perfilero, en ocasiones con la pierna retrasada, a medias todo, mató en la suerte natural, de estocada delantera caída y un descabello, escuchó un aviso. En el quinto, intentó por todos los medios hacer faena pero no pudo acoplarse, por la distancia, en la que no se ajustó, por falta de mando en las embestidas del novillo que sacó un poquito de picante, por su postura de perfil que no le ayudó; mató en la suerte natural de estocada caída. Fue una lástima ver a este torero algo desdibujado ayer tarde, pues en su presentación en Madrid, acaecida este verano, nos encantó por su corte clásico, por su seguridad y su por su elegancia.

 
Ismael Martín, en el único novillo que intentó matar —tuvo que descabellarle Álvaro Buriel—, se midió al astado más interesante para el aficionado, por su movilidad y casta, pero más difícil para el torero. No pudo en la pelea, que le ganó el novillo, intentó la estocada en la suerte contraria en cuatro intentos, quedando caída en el último. Al descabellar —en el tercer golpe— se lesionó en el hombro y tuvo que hacerlo Buriel, que se empleó en cinco descabellos en los mismos medios a dónde el ejemplar de Guadaira llevó a los toreros.

 


ANDREW MOORE

 


 



  
Álvaro Burdiel, de Sevilla, azul Prusia y oro,
 con cabos blancos, silencio, ovación y silencio
 

  
Alejandro Peñaranda, de Iniesta (Cuenca),
 grana y oro, con cabos blancos, ovación y palmas;
 veintiún años
 

Ismael Martín, de Zurich (Suiza),hacía su presentación como novillero en Madrid, de azul Rey y oro, no pudo descabellar al tercer novillo, por lesionarse el hombro, silencio; veinte años

FIN

El derbi más "postrimero"


Los Jeroglíficos de las Postrimerías

Valdés Leal

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Una rosa es una rosa es una rosa y un derbi es un derbi es un derbi.


    Lo de la rosa (“A rose is a rose is a rose”) lo dijo Gertrude Stein, mascota de la Generación Perdida americana, que hoy estaría aventando el Alzamiento feminista en la Federación de fútbol, cuyos graves voceros (además de los hirientes chillidos de Carlos Martínez) son Relaño, nuestro Paulo Freire, y Ferreras, nuestro Derrick Bel, que han legado a la posteridad un par de líneas de mármol: “Sé que hay gente que no entiende a estas mujeres. Yo sí. Se quejan de un desprecio ancestral” (Relaño). “Es un asunto de dignidad humana” (Ferreras). Hablando de líneas: no nos olvidemos del linemán, como los llamaba Bilardo, que el día de la Real Sociedad en el Bernabéu hizo de recogepelotas (así empezó Guardiola) y entró al campo a patear el balón para que el portero Arrizabalaga, que iba ganando, no perdiera tiempo. Al parecer, este simpático personaje (¡lo que nos faltaba para el duro!) fue en su día suspendido por ‘ser demasiado amigable’ en un Clásico con los jugadores del Barcelona.


    Y lo del derbi lo dice, o puede decirlo, Ancelotti, que ha llegado al derbi gracias a Bellingham, que vino como asistente de Mbappé y es el asistido de Joselu. Por Bellingham cambió Ancelotti el sistema, un sistema que reduce la producción de goles a Bellingham, negro-torero, que hace goles de puntillero, es decir, a capón y en el último minuto, que es el 94.


    El minuto 94 distingue para bien al Madrid y para mal al Atlético, que en Champions fue apuntillado en Roma por el portero de la Lazio, dorsal 94, en el minuto 94, precisamente el minuto en que Bellingham, con un desmarque a lo Gerd Müller, salvaba al Madrid ante los berlineses de Bonucci. Cuando Courtois habló del lado malo y del lado bueno de la historia (él ha vividos en los dos) se refería a esto. Quienes no estén familiarizados con la figura del puntillero, que vean Justino, un asesino de la tercera edad, la historia de un puntillero de la plaza de toros jubilado, y comprenderán la habilidad (no la fortuna) de Bellingham para apuntillar a los equipos que no acaban de entregarse.


    El derbi madrileño, pues, más que postinero, es un Derbi Postrimero, ya que ese minuto 94 tremendo y postrero que marca a ambos equipos representa los 90 minutos del fútbol y las 4 Postrimerías (muerte, juicio, infierno y gloria) del catecismo. Los atléticos atribuyen lo suyo a la fatalidad, mientras que los madridistas lo suyo lo atribuyen a su mentalidad deportiva, que no sería la de Santayana, sino la de Bellingham.


    Santayana, filósofo español en América, llamaba “mentalidad deportiva” a una inteligencia imparcial que estaba en los antiguos filósofos (Montaigne, Voltaire, Hobbes, doctor Johnson…). La “mentalidad deportiva” de Bellingham, el hombre de la puntilla, la resumió Camavinga con una anécdota: cuando ganó su primer título, entró al vestuario esperando una fiesta, y no había nada, porque todo el mundo andaba conjurándose para ganar el siguiente.


    Un derbi madrileño con medio Vinicius y sin Joao Félix, un portugués, como Velázquez, que retrata a Simeone, que lo ponía a marcar al carrilero contrario. Cedido al Barcelona por el Atlético, que es como el Espanyol para el Madrid (ahí está Joselu), Joao se ha quitado dos pesos de encima, el peso de Simeone (“ese señor de negro”, que diría Mingote) y el peso de los millones, pues al parecer, con tal de jugar, juega de balde, detalle que contradice un poco la vindicación feminista de igualdad salarial en el fútbol, cuyos números redondos, Mundial frente a Mundial, son un poco extraños: de los seis billones generados por el Mundial masculino, los hombres se repartieron un fondo de cuatrocientos, que hace un porcentaje del siete; y de los ciento treinta millones generados por el Mundial femenino, las mujeres se repartieron un fondo de treinta, que hace un porcentaje del veinte.


    En tanto que espectador, a uno le pasa con el fútbol femenino, campeón del mundo, igual que con la tauromaquia de Julián López, figurón del taurineo: si el toro no mete miedo al tendido, el espectador se siente capaz de estar en la arena y de hacerle las mismas pasadas que López, sensación que no se tiene con Sánchez Vara lidiando a “Cazarrata” ni con Bellingham buscando apuntillar a Oblack o con Morata disputando el cuero a Rudiger. La cosa, entonces, pierde cualquier interés, y sobreviene la charlatanería política. Los españoles somos bajitos, como Napoleón, y como Napoleón al decir de madame de Staël, sólo sabemos expresarnos mediante una pompa mezclada con charlatanismo.




“CIUDADANO KANE”


    La verdad es que se lo llevan a uno los demonios cada día, que es cada partido, que Harry Kane, un cisne entre patos, golea en el Bayern de Munich, cuando tendría que estar haciéndolo en el Real Madrid, si de veras, como se dijo, lo pidió Ancelotti. Bueno, también Mourinho pidió a Ribéry le hubo de conformarse con Callejón, pasando de Pedro León, que no era Zidane. Kane parecía nacido para el Madrid, donde hubiera formado collera histórica con su amigo Bellingham, y ahora tendríamos a los culés exigiendo la devolución del Peñón de Gibraltar, sólo por molestar al Madrid. Nos perdemos eso y también todos los juegos de palabras del periodismo deportivo con “Ciudadano Kane”.


[Lunes, 26 de Septiembre]

Lunes, 2 de Octubre

 

Valle de Esteban

Rastro zorruno

domingo, 1 de octubre de 2023

Feria de Otoño. El Juli convierte la tauromaquia en un chiste. Campos & Moore


Presidió el festejo D. Eutimio Carracedo. No sabemos si se quedó con las ganas de conceder uno o varios rabos


Pepe Campos

Plaza de toros de Las Ventas. Sábado, 30 de septiembre de 2023. Primera corrida de la Feria de Otoño. Tarde excelente. Lleno de no hay billetes. Claros en las andanadas del cinco y del seis, seguramente donde se han repartido abonos anuales gratuitos entre jóvenes aficionados. Despedida de Julián López, El Juli, de Madrid. Presenció el festejo la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.

Toros de Puerto de San Lorenzo y de La Ventana del Puerto. De escasa fiereza, ni acometividad. Flojos, mansos, inválidos. Nobles desrazados. No merece la pena entrar en detalles de toro a toro, por su parva presencia y juego. Todos impresentables, el cuarto flojo y cobardón (abanto).

Presidió el festejo, D. Eutimio Carracedo. No sabemos si se quedó con las ganas de conceder uno o varios rabos.

Terna: Ignacio Uceda Leal, de púrpura y plata, palmas y silencio. Julián López, El Juli, de burdeos y oro, con cabos blancos, ovación y dos orejas eutímicas. Tomás Rufo, de violeta y oro, con cabos blancos, silencio y oreja eutímica.

Todo lo que vimos ayer tarde en la Plaza de toros de Las Ventas fue un puro chiste, una chanza que no tenía ninguna gracia. El público que acudió al festejo de despedida de El Juli de la afición de Madrid, fue tan responsable de la chuscada taurina que vivimos como lo fueron los empresarios de la plaza que permitieron que se lidiaran seis toros bobalicones, impresentables, hasta decir ¡basta! Ayer la plaza de toros de Madrid estuvo irreconocible. Ningún atisbo de afición, de seriedad, ni de exigencia. Nadie dijo nada desde la salida del primer toro de esa ganadería que no hay por dónde entenderla, Puerto de San Lorenzo/Ventana del Puerto, que se ha convertido en una especie de factoría de toros desrazados, nobles babiecas, mansos gilís, de comportamiento borreguil, alguno de aspecto caprino, sin ningún trapío, flojos e inválidos para una lidia mínimamente rigurosa. Todos los toros dio pena verlos, impropios de Las Ventas y de una feria que antaño tenía su aquél, con corridas a final de temporada que reconciliaban a la afición de Madrid con ganaderos y toreros, por lo cabal de sus planteamientos.
Es muy difícil entender y explicar lo que ayer sucedió en el ruedo venteño. Es cierto que muchos aficionados sensatos renunciaron a acudir a lo que se presagiaba como la segunda salida obligatoria por la Puerta Grande de El Juli en Madrid. Es posible que esos aficionados buenos regalaran sus entradas a personas de bien que querían prohijar a El Juli, aunque el torero madrileño —veinticinco años en la cúspide taurina— es un ser algo mayorcito y con un inmenso capital de ganancias acumuladas. Pero había que sacarle por la Puerta Grande como fuera, y así ocurrió. Las paupérrimas lidias realizadas a los toros gaseosos de «El Puerto», el toreo ventajista que se les aplicó por los tres espadas —un destoreo de quilates—, los espadazos bajos con los que se pasaportó a los bóvidos chochos puerteños, sea cual sea su obscuro origen, avalan el dislate, el disparate, la chirigota, de una tauromaquia escenificada en un templo, otrora cátedra del toreo, ayer mismo taburete de una fenecida tauromaquia. Si nos ponemos algo serios y hacemos honor a lo visto en nuestras vidas en la plaza madrileña —más de mil setecientas corridas, a pesar de tantos años fuera de España—, lo de ayer fue tocar fondo, con graves consecuencias para que podamos remontar la afición a los toros por la vía del saneamiento, de la ética, del canon y del clasicismo, de todo aquello que convierte a la tauromaquia en un arte defendible del cual podamos sentirnos orgullosos de poseer y practicar.


Estamos en tiempos donde la controversia entre aficionados toristas y toreristas, creemos, ya no existe, a pesar de esos gramos de festejos donde a lo largo del año sale el toro serio, con cuajo, con incuestionable trapío —recordemos ese toro de Sobral, sardo, de nombre recluido, lidiado el domingo 17 de septiembre, hace unos días, aquí en Las Ventas, al que toreó con suma dignidad Octavio Chacón—; ese toro inexistente al que cuesta poderle, al que el torero debe entender e imponerse con valor, conocimiento y técnica. Pero ese toro ya es una alucinación, un pasaje de nuestro recuerdo que no sabemos si se dio realmente. Hoy todo es torerismo, que viene a significar triunfalismo, diversión, llamarada, cachondeo o farra —por qué no, si al torero se le alza a hombros sin ningún motivo para que suene la carcajada de la multitud—. El aficionado digno sabe que la fiesta de los toros es verdadera y debe seguir siéndolo —que hay vida y que hay muerte— y que todo aquello que lleve o se encamine hacia una simple distracción sin fundamentos donde el toro sea flácido y que la técnica empleada por los toreros —consecuentemente— transformada en un simulacro, a modo y a la manera —un símil—de conceptos taurómacos de aficionados devotos prácticos que sólo quieren mantenerse en forma y que defienden el destoreo…; eso, el aficionado solvente sabe que, todo eso, ese cambalache, devalúa la tauromaquia, que le extirpa la razón de existir, que la deja fuera de la razón histórica. Eso, ese manejo, aconteció ayer en Madrid.


Reflexionemos sobre lo anterior. En este sentido, ahondemos un poco sobre la trayectoria profesional del homenajeado ayer tarde en Las Ventas, El Juli. Según dicen algunos fervientes taurófilos, un torero que pasa a la historia como el gran dominador de todos los toros; es decir, es un torero completo. Bien. Llegados a este punto repasemos la relación de ganaderías duras —con leyenda, vigentes todavía— que ha toreado y matado Julián López, El Juli, en el último cuarto de siglo. Nos llevamos una enorme sorpresa, pues, prácticamente, El Juli, no ha matado ningún toro procedente de encastes a los que al torear, el torero debería llevar —palabras de Domingo Ortega— «por donde el toro no quiere ir», para demostrar el auténtico poder del matador sobre los astados. Así (dentro del paréntesis, el número de toros matados de cada una de las ganaderías por El Juli), encontramos —datos de la web de El Juli— que de Dolores Aguirre (ha matado 0 toros), de Celestino Cuadri (0), de Murteira (0), Hoyo de la Gitana (0), Cebada Gago (0), Prieto de la Cal (0), José Escolar (0), Palha (0), Conde de la Maza (0), Valverde (0), Hernández Pla (0), Saltillo (0), Flor de Jara (0), Peñajara (2), Adolfo Martín (2), Pablo Romero (4), Baltasar Ibán (4), Victorino Martín (17). Son datos. Toros totales matados por El Juli, 3.876. Entonces debemos pensar que El Juli es un «gran dominador de toros comerciales». De toros como los de ayer tarde lidiados en Madrid de El Puerto de San Lorenzo/Ventana del Puerto. ¿Dónde situar ante todo esto una trayectoria como la de Francisco Ruiz Miguel? En fin… Y no entramos hoy en «esas maneras de torear y de matar» de El Juli. Mejor, aquí lo dejamos, y pasamos a un breve análisis de lo ocurrido.


Uceda Leal, ante su primer toro, un bóvido dormido y ausente, flojo e inválido, que se derrumbaba aquí y allá, un borreguito con boca abierta, toreó, en cercanías del tendido siete y del ocho, con maneras elegantes —que valoramos— pero despegado y por las afueras. Todo con muy poca transmisión y sin emoción. Le recetó un bajonazo. Al cuarto, un toro similar al primero pero, además, con muy poco celo y huído, no pudo plantearle ninguna faena. Volvió a dirigir la espada, al matarlo, hacia los bajos del toro.


El Juli, en el segundo, toreó a la verónica con cierta rapidez —toda la tarde estuvo veloz—, puso al toro al caballo por chicuelinas al paso, realizó un quite manteniendo las chicuelinas y se empleó en tres medias —digamos que decentes— no conclusivas. La faena fue un simulacro de tauromaquia, pues toreó a un perrillo, con el pico, por las afueras y despegado. Muy vulgar. Estocada baja. A pesar de esto el «respetable» pidió una oreja para El Juli, que quedó en ovación. Don Eutimio aquí resistió. En el quinto, de limitado trapío —como toda la corrida—, con cuerna buida y vuelta, derrengado, que parecía que se iba a derrumbar pero a duras penas se mantenía sobre manos y patas, lo toreó en los medios con medios pases, entre amago de caídas del toro y vueltas a empezar, mucho pico, despegado, destacando, de entre todo dos pases en círculo por delante de su persona, echando el torero el torso hacia delante y acompañando el paso del toro con un giro corporal en redondo difícil de describir y que encendió las almas de la mayoría de los asistentes, hecho que le condujo —junto a la muleta que mantuvo en el hocico del toro hasta el remate— por la Puerta Grande de Madrid, tras esgrimir «el gran julipié» de su carrera, traserillo y caidillo. Don Eutimio, llegado este momento, se manifestó profuso enseñando pañuelos.


Tomás Rufo, al tercero, un toro flojo, inválido, de lengua fuera, lo recibió con verónicas despegadísimas. Todo fue poquita cosa, el toro claudicante y el toreo de Rufo, más, de pierna retrasada, pico, por fuera y despegado. Lo mató de un bajonazo. Escuchó un aviso. En este toro El Juli realizó con quite a la verónica, lentas por el pitón izquierdo. Lo mejor de su actuación. En el último de la tarde, un toro que parecía una cabra, Rufo lo toreó con medios pases, despegado, tandas de muletazos sin plan. Cerró con manoletinas y una estocada trasera y tendida, muy eficaz.

 

 
"lo toreó en los medios con medios pases, entre amago de caídas del toro y vueltas a empezar, mucho pico, despegado, destacando, de entre todo dos pases en círculo por delante de su persona, echando el torero el torso hacia delante y acompañando el paso del toro con un giro corporal en redondo difícil de describir y que encendió las almas de la mayoría de los asistentes, hecho que le condujo por la Puerta Grande de Madrid, tras esgrimir «el gran julipié» de su carrera, traserillo y caidillo"
 
 

Con tuteo falangista, López brindó lo que hacía de toro a la presidente Ayuso, que ocupó, no el palco de respeto, sino la barrera del jolgorio

FIN

En busca de la prevalencia de los idiotas (XVIII)

 

Demóstenes llama prodosía a «engañar al pueblo con falsas promesas»

 

Martín-Miguel Rubio Esteban


Los antiguos griegos llamaban prodosía a la traición, y los idiôtai de la Democracia Ateniense la castigaron siempre como tal peste espiritual merece, que deforma e insufla miasmas mortales al alma sublevándose contra la propia naturaleza humana. La traición (prodosía) entrañaba un proceso público incoado siempre por idiôtai, esto es, ciudadanos particulares. Los cuatro principales procesos públicos que existían en la Democracia Ateniense eran, además de la traición, la malversación de fondos públicos, los malos tratos infligidos a un huérfano y la seducción de una mujer libre. Estos cuatro delitos se castigaban siempre con la muerte. En estos delitos que afectaban a toda la comunidad de Atenas, entendida como un todo unitario, se permitía y se alentaba la acusación ejercida espontáneamente por individuos particulares (idiôtai). El mantenimiento de la democracia y la prosperidad de la pólis dependían, según entendía Licurgo, de tres elementos esenciales: del código legal, del voto de los dikastas (el jurado popular) y, sobre todo, de que hubiera ciudadanos dispuestos a perseguir a los transgresores de la ley, en especial a los traidores. El mismo Licurgo se sintió obligado a acusar a Leócrates de traición por haber abandonado Atenas después de la derrota de Queronea en el 338, y no por enemistad ni por deseo de pleitear, sino por justicia y por el sentido de que los delitos que afectan a lo público ofrecen motivos públicos para la enemistad. Generalmente los acusadores públicos hacían hincapié en que actuaban movidos por un deseo de colaborar con las leyes y protegerlas. No obstante, Esquines sostenía que muy a menudo las enemistades privadas corrigen abusos públicos, aserto que, naturalmente, no aprobaría nuestra moral kantiana, pero que a la Democracia Ateniense le funcionó dos siglos. La prodosía podía consistir algunas veces en la acción de rendirse antes de tiempo, abandonando el combate o desertando en los momentos difíciles, y uno de los motivos por los que se podía presentar una eisangelía (acusación) por traición era haber entregado una ciudad, barcos o fuerzas terrestres a los enemigos. Aunque la prodosía pudiese resultar de una acción calculada, de falta de celo, pero también de circunstancias que estaban más allá del control de un hombre o de otras causas accidentales, parece que los idiôtai eran reacios a aceptar las razones por las que un jefe había abandonado una posición, u otras justificaciones, y más bien juzgaban por el resultado efectivo. A los idiôtai no les interesaba para nada las intenciones, buenas o malas que tuviesen los procesados. En el transcurso del siglo IV muchos stratêgoi fueron acusados de prodosía. La prodosía, la malversación y la aceptación de sobornos de los enemigos de la democracia fueron los motivos por los que, por ejemplo, Ergocles, un Sánchez de la época, fue acusado y condenado a muerte, y sus propiedades confiscadas en el 388. Stratêgoi como Ergófilo, Timómaco, Cefisódoto, Dionisio, Calístrato de Afidnas, Filocles, Calístenes, Leóstenes, Filón, Teótimo, y muchos más fueron condenados a muerte por prodosía. Y si se consideraba ya traición no tener valor en el combate, ¿qué se consideraría traicionar la Constitución Ateniense, tan bien analizada por Aristóteles? Y aunque parece que la mayor parte de las eisangelíai por traición (prodosía) iban dirigidas contra los stratêgoí, podían usarse también contra los rhêtores o contra cualquier ateniense o meteco (extranjero residente en Atenas). Hipérides cita la ley por la que se puede incoar una eisangelía por prodosía: «Si alguno (establece la ley) intenta destruir la democracia ateniense, o si se reúne con otros en cualquier lugar con el propósito de abatir la democracia, o forma un partido político (hetairikón: ser miembro de un partido era traición en Atenas); o si alguno entrega una ciudad, o un barco, o una fuerza terrestre o naval; o siendo rhêtôr pronuncia un discurso contrario a los mejores intereses del Dêmos ateniense, recibiendo dinero y regalos de aquellos que trabajan en contra del Dêmos ateniense, es culpable de prodosía». Incluso Demóstenes llama prodosía a «engañar al pueblo con falsas promesas» ( 49.67 ).

Llegados a este punto podemos preguntarnos si los idiôtai atenienses eran demasiado duros y vengativos contra los generales o rhêtores que traicionaban al Demos. En principio habría que valorar la actitud ateniense sobre la conveniencia de la pena capital en general. Porque en Atenas la pena capital se prescribía no sólo en casos de homicidio premeditado, sino también para infractores tales como un deudor público que ostentase un cargo oficial, una prostituta que tomase la palabra en la Ekklêsía habiendo sido previamente condenada a resultas de un procesamiento, o un ladrón que robase en plena noche o que, en pleno día, lo hiciera en un gymnásion, por un importe superior a cincuenta dracmas (más o menos 300 euros), o en el caso de propiedades públicas, por encima de diez dracmas (60 euros). A la vista de la tipificación de estos delitos, la pena de muerte a los stratêgoi y rhêtores traidores no nos parece para nada severa. Debe también tenerse en cuenta que los acusadores, en su esfuerzo por animar a los jurados populares a ser severos con los delitos alegados contra quienes participaban en la vida pública, tenían la costumbre de prevenirlos contra la indulgencia. Esquines, por ejemplo, para recalcar la gravedad de los delitos de Timarco, recordó al jurado que ciertos jurados, incapaces de defenderse a sí mismos contra la vejez y la pobreza juntas —sostenía— se habían visto inducidos a aceptar sobornos, y a causa de ello se les había condenado a muerte (Esquines 1.87-8).

Hoy la cultura de la deslealtad y la traición se ha impuesto sobre la cultura moral de nuestros padres, que advinieron y coadyuvaron a una verdadera reconciliación nacional gracias precisamente a la fe en la sólida lealtad entre todos los hombres de España. Entonces los hombres desleales eran excluidos y marginados de la sociedad por el buen gusto moral de los españoles, como malas semillas de guerra y odio social; hoy son premiados con cargos y prebendas, y honrados políticamente como pacientes de un repugnante morbo que se ha convertido en virtud de Estado.

Por encima de la caducidad e impermanencia de todas las cosas, existe una fuerza de la naturaleza y de la especie permanente, inmutable, una ley que está en todas las cosas y que las gobierna a todas, una ley que hace posible todas las leyes y que es la causa de una armonía interior que existe en el fondo del universo y, por ende, en las naciones, en las comunidades, en las familias y en todas las asociaciones humanas. Se llama lealtad. La vida virtuosa consiste precisamente en mantener la lealtad al orden universal de la Naturaleza. La lealtad basta para convertir el pesimismo en optimismo, la tristeza en alegría, a la patria en el hogar nacional, y nuestra muerte segura en una esperanza de que nuestras obras y nuestros amores se integren para siempre en la comunidad nacional como partículas constitutivas de la Nación y de la Patria. Porque nada muere bajo la ley de la lealtad, todo se concentra en el cuenco de sus manos vivificantes y en los lazos indestructibles de las almas de los compatriotas. Sólo con la lealtad conseguiremos vivir en paz, conservar la serenidad del alma en medio de las turbulencias exteriores y la dignidad de nosotros mismos. Y sólo con la lealtad conseguiremos alcanzar esa isla ética que llamamos amistad, y que es nuestro paraíso en la tierra.

 

Leer en Las Gaceta de la Iberosfera 

Domingo, 1 de Octubre

 

Olivo y Virgen

Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios

DOMINGO, 1 DE OCTUBRE DE 2023

En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:

-¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: "Hijo, ve hoy a trabajar en la viña." Él le contestó: "No quiero." Pero después recapacitó y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: "Voy, señor." Pero no fue. ¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?

 
Contestaron: «El primero.» Jesús les dijo:

-Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia, y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no recapacitasteis ni le creísteis.


Mateo (21, 28-32)

sábado, 30 de septiembre de 2023

San Miguel

  

San Miguel en la iglesia de Santa Cruz

 Sevilla


Francisco Javier Gómez Izquierdo

    En San Miguel, día grato, por ser fecha en la que servidor cobraba una paga extraordinaria cuando a finales de los 70 era productor, conforme denominación de las nóminas de la época, me he dado el capricho de hacer lo que nunca he hecho: acercarme como el Camborio a Sevilla a ver los toros. En casa de mi chico he puesto el televisor y resulta que están votando a presidente (en la votación del 81 de Calvo-Sotelo me pilló cosiendo zapatos) y un catalán al parecer se ha equivocado por no saber muy bien lo que tiene que decir: "No. Tú di no." Y nada, que no lo ha entendido. Cómo han resuelto el sí no me llama la atención teniendo en cuenta la falta de seriedad y formalidad de la mala taberna en la que se ha convertido el Congreso. Los que pasaban lista lo han hecho como servidor no tenía idea que era uso entre los nefasto padres conscriptos: apellido tal, apellido cual, Nacho, Pepe, Pachi... Ésto era falta de respeto imperdonable cuando hacíamos el bachillerato.

 
   Ya saben: con estos bueyes aramos. Servidor espera ver toros esta tarde como gustan a los grandes Márquez y don Ignacio de esta casa. Ya saben que no entiendo nada del arte por lo que no esperen explicación de lo que ignoro. Bueno, creo que ignoro menos de la tauromaquia que los congresistas españoles de democracias.

Lassalle


Lassalle


Roy Bean

Ignacio Ruiz Quintano

Abc Cultural

El espectáculo más solicitado es el sol. En Madrid, todo el mundo quiere tomar el sol. Sólo si el día está nublado a la gente le da por los museos, que este año, por la nubosidad y la crisis, han recibido más visitas.

Pero el sol es un espectáculo urbano. A los rústicos no les gusta el sol, y cuando por San Isidro se acercan a Madrid buscan las aceras de sombra. Un día los pícaros de la capital decidieron cobrarles por ir por la sombra, y así nacieron los “isidros”. Ésta es la base de lo que en la Red comenzó a conocerse como Ley Sinde y ha terminado siendo un Reglamento Lassalle, por el personaje que, enjuiciando lo nuevo con los criterios que sirvieron para lo viejo, ha puesto en marcha esa “tranche de vie” que es el Reglamento Lassalle.

Igual que Lenin, mirando a Tolstoi, le decía a Gorki que nadie había descrito tan profundamente al mujik “hasta que llegó este conde”, bien puede decirse que nadie ha descrito tan profundamente al internauta español, siempre dispuesto a descargárselo todo, hasta que llegó este “petit” Touchard de la Montaña con su reglamento: el Reglamento Lassalle.

Lassalle gasta barba y seguramente ame al ciclismo. La barba parece estudiada para recordar al mismo tiempo a Jorge Laverón (Lassalle también va a gestionar la tauromaquia) y al juez Roy Bean de Walter Brennan, es decir, un juez de la horca digital, lo cual ayudará a disipar los dengues que los más cursis ponen porque el Reglamento Lassalle se salta a la torera (volvemos a Jorge Laverón) la tutela judicial, dejando en manos de un profesor, el profesor Lassalle, la cosa liberal de chapar “webs” como Matanzo chapaba garitos.

¿Liberalismo totalitario o totalitarismo liberal?

Son conservadores los niños, los viejos, los hombres de campo y los grupos religiosos –dice Sábato–. Y son revolucionarios los adolescentes, los jóvenes y ciertos tipos de adultos: neuróticos, resentidos, inadaptados


Sábado, 30 de Septiembre

 

 Valle de Esteban

 

Duelo en OK Corral

viernes, 29 de septiembre de 2023

Kabilismo Ibérico


 Gusman Brid’oison

Las bodas de Fígaro

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    España cabe ya en un barojismo con comején: “¡Crania Vascónica! ¡Kabilismo Ibérico!”. Traducido por Antonio Ortúzar: “Y si no les gusta ‘Amnistía’, le cambiamos el nombre y a hacer puñetas”. (¿Será por I+D? “No te equivoques, Erkoreka: la solución es el I+D”, le dijo una vez a Erkoreka un empresario de Bilbao en el tren). El gato por liebre de toda la vida española.


    ¿Qué mayor gato por liebre que “la izquierda” montando una charlotada de lenguas en el Parlamento? En un Estado de Partidos no hay izquierda política: todos los partidos son órganos del Estado. Por el Estado con él y en él. Cuando esto aún no era así, un izquierdista de verdad (no esos “caganers” que hoy fungen de izquierda en la Carrera de San Jerónimo), Antonio Fabra Ribas, natural de Reus y “mentor intelectual” de Largo Caballero, exponía la teoría izquierdista de las lenguas en las Cortes republicanas: “Por lo que toca a la enseñanza, no ya del castellano, sino también en castellano, la República no puede hacer la menor concesión, so pena de faltar a uno de sus más sagrados deberes, especialmente por lo que se refiere a los trabajadores. Las clases alta y media de las Vascongadas, de Cataluña y de Galicia aprenderán siempre, por la cuenta que les tiene, el castellano, y por la cuenta que les pueda tener procurarían que las clases obreras no conocieran más que el idioma vernáculo. Así los asalariados de las tres regiones se encontrarían confinados dentro de su propio país, o con grandes dificultades para instalarse en los países hispanoamericanos y para establecer relaciones y practicar colectivamente la solidaridad con sus compañeros del resto de España”.


    Fuera del Estado ¿de qué comería en España un “republicanote” de tripa lerrouxista como Rufián, convertido en “clase trabajadora” por un sapo que besó? ¿De qué comería en Francia, nación infinitamente más rica en lenguas que la nuestra y donde la República, en aras de la “égalité”, obliga a hablar el francés de la Isla de Francia?


    Bien por Ortúzar, que ofrece cambiar de nombre a la “Amnistía”. Después de todo, como dice Muray, ya no queda nada de las cosas buenas del mundo antiguo, de manera que las nuevas pueden adornarse con las viejas denominaciones sin temor a ser sospechosas de haberlas usurpado, puesto que ya no es posible compararlas con nada. Qué lucidez, la de Muray:


    –¿Qué podría ser un “desacuerdo” cuando el Observatorio Universal de Vigilancia de Pensamientos Divergentes está subvencionado por todos los estados de nuestro Archipiélago de los Niños? Y de manera aún más general, ¿qué pueden ser las “cosas buenas” de la vida, y la forma de celebrarlas con el lenguaje, cuando únicamente se pueden expresar los que parecen haberse fijado como meta hablar de manera aún más desarrollada que Don Gusman Brid’oison en “Las bodas de Fígaro”?

 
    Y remate con media verónica: cuando la Historia se ha ido, ya no es ella la que farfulla, sino los post-humanos.

 

[Viernes, 22 de Septiembre] 

Viernes, 29 de Septiembre

 

Valle de Esteban

 

Can Tebi

jueves, 28 de septiembre de 2023

Mentalidades




Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Cuando los cubanos nos demos cuenta de que el castrismo no existe, nos vamos a caer de culo, tuitea el hijo literario de Cabrera Infante.

Como los españoles, cuando nos demos cuenta de que el europeísmo de la UE no existe.
La historia de las mentalidades (explicar las movidas políticas por el estado mental de las masas) la inventa en 1932 el francés Georges Lefebvre (marxista y, sin embargo, riguroso) con “El gran miedo de 1789”.

España ingresa en la UE en el 86: Franco había muerto (en la cama) en el 75, y los políticos, para "taparlo", necesitan la “homologación europea” a cualquier precio, sin reparar en el “nunca pertenecería a un club que admitiera como socio a alguien como yo” de Groucho.
Posmodernidad y exclusividad son la mentalidad de los 80. La posmodernidad nos viene al pelo porque se reduce a no tener que estudiar nunca más. La exclusividad nos viene del cordón rojo de Studio 54 en Nueva York, y en Madrid se escenifica en el Pachá, donde de cordón rojo hace Martín, guardia de día y portero de noche, como Helmut Kohl en la UE, más difícil de pasar que el mítico Goyo Benito, pero el premio es el Cielo de Pachá pastoreado por Marilé Zaera, donde sólo hay dos formas de alternar: ser cuentarrentista o tener tarjeta de crédito.

España ingresa en la UE empeñando la casa para los gastos de notario y con tarjeta de crédito. 

Ahora se van del club los ingleses (miren por dónde, mi único recuerdo del Cielo de Pachá es cruzarme en la entrada con el capitán Mark Phillips, marido de la princesa Ana, que salía), los griegos aguardan en la puerta al tercer rescate y los franceses se juegan (“Rien Ne Va Plus!”) la permanencia a Marine, a quien el “establishment” no presta ni un euro, y a Macron, socio de la banca Rothschild, para que los Verlaines del periodismo sujeten a la elocuencia y le retuerzan el cuello.

Prends l’eloquence et tords lui le cou.
Aquí, desde luego, “la grande peur” vendría con la visa, pues nos caeríamos de c...
 
[Publicado en Febrero de 2017]

Jueves, 28 de Septiembre

 

Valle de Esteban

Claudicación