sábado, 13 de julio de 2024

Rusia e Inglaterra


Otto von Bismarck


Martín-Miguel Rubio Esteban

Doctor en Filología Clásica


Rusia e Inglaterra, dos naciones en los márgenes de Europa, y quizás los dos pueblos más dignos de Europa, más europeos, tal como establece Saussure en su inmortal Curso en relación con los hablantes de una lengua que están en las fronteras (“el espíritu de campanario”), son los principales artífices de la configuración plurinacional de Europa desde finales de las guerras napoleónicas, guerras que enseñaron a los ingleses y rusos la esencial doblez del resto de pueblos europeos –salvo España–. Muchas naciones aún existen en el continente europeo gracias a ingleses y a rusos, y sin ellos no hubieran sobrevivido, como Dinamarca, Bélgica o Luxemburgo. Y otras han nacido gracias a ellas, como Bulgaria, Rumanía, Serbia, Montenegro o Macedonia. Así, por ejemplo, la neutralidad armada de Rusia e Inglaterra consiguió la independencia de Bélgica y de Luxemburgo durante la guerra franco-prusiana, y Dinamarca no fue absorbida por Prusia porque el zar Nicolás I lo impidió llevando su ejército a las fronteras con Prusia. Tras la grave derrota de Majuba Hill a fines de febrero de 1881, la reina Victoria recibe otro golpe; la soberana se entera el 10 de marzo del asesinato del zar Alejandro II, suegro de su hijo Alfredo, y expresa su dolor afirmando que la yunta que tira de Europa ha perdido uno de sus dos bueyes, lo que significa que la reina había leído las Vidas paralelas, de Plutarco, pues en la vida de Cimón aparece esa expresión referida a Atenas y Esparta, como los bueyes que tiran de la yunta de la Hélade. El Congreso de Berlín, celebrado en junio de 1878, y presidido por Bismarck, cuyos bigotes en punta glosaban fieramente las lanzas de sus ulanos, fue el mayor Congreso de las naciones de Europa del siglo XIX, y en él Rusia e Inglaterra marcarán los principales derroteros por los que marchará Europa hasta prácticamente hoy. El gran Disraeli y el Ministro de Exteriores ruso Alexánder Gorchákov –los rusos siempre han tenido lo mejores ministros de exteriores: Schuvalov, Brunow, Nikolai Girs, Molotov, Gromiko, Labrov…– habían dicho: “Les traemos la paz, y la paz concertada con honor”. El 21 de octubre de 1878 las fuerzas británicas penetran en Afganistán, a fin de disuadir y advertir al emir de Afganistán, Sher Alí, de que no se le ocurriera nunca dejar pasar por su territorio al ejército ruso. La joya de la India tenía que quedar siempre lejos de las manos de Rusia. En el citado Congreso de Berlín Bulgaria queda constituida en principado cristiano autónomo gobernado por un príncipe elegido. El primer príncipe búlgaro fue un príncipe alemán de veinte años, pariente de Alejandro II, Alejandro de Battemberg. Al sur de los Balcanes, Rumelia oriental estará administrada bajo la autoridad del sultán de Estambul. Dentro de las fronteras de Montenegro, la distinción de las creencias religiosas no podrá ser opuesta a nadie. Serbia es declarada independiente y se proclama en ella la libertad de culto. Rumanía devuelve la Besarabia a Rusia y recibe la llanura pantanosa de Dobrudja. No deberá afectarse de ninguna manera el statu quo de los Santos Lugares en Tierra Santa, conviviendo en paz las comunidades de judíos, cristianos, tanto católicos como ortodoxos ( “Pravoslavie” ), y musulmanes ; y en Grecia, los monjes del Monte Athos, cualquiera sea su país de origen, igumenes, popes o archimandritas, serán mantenidos en sus posesiones y ventajas anteriores, y gozarán, sin excepción alguna, de entera igualdad de derechos y prerrogativas. Inglaterra ofrece Túnez a Francia, y se queda ella con Chipre, a fin de “pastorear” las gentes del Mediterráneo oriental. Efectivamente, Lord Beaconsfield y el gran Alexander Gorchákov trazaron casi definitivamente las fronteras de los países de Europa. En el Congreso de Berlín, iniciado en el Palacio Radetsky, cada país participante llevó sus platos típicos a las comidas y cenas comunes de los altos dignatarios; quizás pensando que si dar de comer a los demás es un verdadero acto de amor, esta ocurrencia bismarckiana podría generar cierta fraternidad y armonía entre los representantes de los distintos países que componían/componen Europa. Y aunque los ingleses vendieron el Congreso como una capitulación de zar, en realidad Alejandro II consiguió la supresión del control civil y militar de Turquía sobre las provincias del sur de Bulgaria. Por su parte, Inglaterra se convirtió, siguiendo las palabras de la propia reina Victoria I, en “Guardiana de los Derechos públicos del mundo”. Todos los países de los Balcanes (Bulgaria, Serbia, Montenegro, Bosnia-Herzegovina –que quedará temporalmente administrada por Austria–) son amigos leales y protegidos de Rusia. Era la época en que un joven Óscar Wilde escribe “Soneto sobre las masacres de cristianos en Bulgaria”, en la que Gladstone escribe su panfleto Los horrores búlgaros, y en la que el inmortal Dostoyévski narra los empalamientos y horribles torturas que hacen los turcos a la población eslava en los artículos que escribe en la revista “El Tiempo” (Vremia), fundada por su hermano Mijaíl Mijaílovich, en “El Ciudadano” (Grachdanin) y en “La Cuota” (Skladchina), una especie de antología, editada para socorrer con el producto de su venta a las víctimas del hambre que en 1874 afligió a la región de Samara. Más de 30.000 búlgaros fueron asesinados y sus aldeas quemadas. Todavía hoy la fecha de la fiesta nacional de Bulgaria es el 3 de marzo, fecha en que Rusia firmó con la derrotada Turquía el Tratado de San Stefano. Aquí Dostoyévski actúa como el periodista que dispone de la caja de doble fondo del escritor. El verdadero periodista es un filósofo de la historia, y hay que decir que no todo gran escritor ha sabido escribir artículos, tal es el caso de nuestro Galdós. La respuesta de la barbarie islámica al Congreso de Berlín fue el salvaje asesinato en Salónica de los cónsules francés y alemán llevado a cabo por musulmanes fanáticos. Durante las dos últimas décadas del siglo XIX se sentarán las bases para la formación de dos bloques en Europa, tanto desde el punto de vista político como militar: el austro-ítalo-alemán y el franco-ruso. Esto llevó al fortalecimiento del deseo de expansión de las principales potencias mundiales y la lucha por la repartición del mundo. En un principio Gran Bretaña quedó fuera de los bloques, pero el aumento del antagonismo contra Alemania y la incipiente carrera armamentística la obligaron a establecer una alianza con Francia en 1904 y con Rusia en 1907. De esta manera se formó el bloque de la Triple Entente. Rusos e ingleses lucharán juntos en la Iª y la IIª Guerras Mundiales. Pero hoy Ucrania parece representar el papel de la Turquía de 1871. Y los nombres de generales como Surovikin, Valery Gerasimov o Yevmenov recuerdan a aquellos de Gurko, Skóbelev y Stolétov. Pero no sabemos quién hará las veces del brillante general turco Osmán Bajá.

[El Imparcial]