domingo, 31 de julio de 2022

Remembranzas trevijanistas XIV


 

La biblioteca de AGT

 

Martín-Miguel Rubio Esteban

Doctor en Filología Clásica
    

Este remembrante ya sexagenario estaba de acuerdo con su amigo Paco Nieva: “El recuerdo es historia viva, a la vez que representación alucinada”. A menudo, en estas remembranzas de Antonio, mi memoria me sirve las más curiosas estampas en bandeja. Es como un claro chapuzón en la historia, en una historia de “primera mano”, de la que yo puedo decir con cierto agradecimiento al destino, “Yo estuve allí”.

Después de treinta años de kampucheísmo educativo visitar la preciosa y bien nutrida biblioteca de Antonio García Trevijano es una fiesta que te llena los pulmones del alma de oxígeno espiritual y de optimismo cultural y moral. Durante largos años la canalla gubernamental, forjada toda ella en el yunque de las necias y vulgares ambiciones, ha intentado con todas sus fuerzas convertir en un secarral la cultura media del pueblo español, sometiendo durante treinta años a niños y adolescentes a un implacable y despiadado proceso de analfabetización sólo comparable al régimen del Khemer rojo Pol Pot. La calidad intelectual de los actuales miembros que componen nuestro Parlamento Nacional son prueba sobrada de ello. Disciplinas y saberes arraigados de la cultura escolar española desde la Ley Moyano, e incluso desde la egregia Ley de Gil de Zárate, que introdujo a España en la modernidad, como el latín, el griego, la filosofía, la literatura española, el francés y otros, se han rabiosamente liquidado en favor del diseño, la tecnología de trabajos manuales, la peluquería, las técnicas de belleza facial, la cosmética, los misterios del género o sexo artificial, y otros catecismos muy creativos con los que lograr por completo el terrible desiderátum vandálico de “¡muera la inteligencia!”. Si lo de José Millán Astray y Terreros, culto Jefe del Cuerpo de Mutilados, fue una fanfarronada retórica de la eterna desconfianza de la espada hacia la inerme e írrita pluma, resuelta ya inesperadamente por Don Quijote, lo que ha perpetrado turbiamente el Estado español a través de su tumultuario Ministerio de Educación y Ciencia, o de Doctrina y Barbarie, deja de ser retórica vana para convertirse en una realidad cruel y despiadada: la sistemática barbarización, programada implacablemente por la kampucheana Reforma educativa contra dos generaciones de españoles ya perdidas, y que está ya teniendo dramáticas consecuencias en el desarrollo cultural y económico del país. El sistemático saqueo de valores espirituales, culturales y morales ha alcanzado un nivel pavoroso, sólo comparable al de los cruzados del veneciano Enrico Dandolo sobre Constantinopla, causantes de una ruina con la que cayó un telón entre los Antiguos y nosotros; un telón oscuro e impenetrable que no se levantaría jamás. Pero la degradación moral y educativa de los ciudadanos son imprescindibles para el dominio de esta clase política de las Lastra y los Pons inanes.

Por todo ello, la primorosa biblioteca de Antonio García-Trevijano, con la colección universal de clásicos de “La Pléiade”, con todos los números reunidos y magníficamente encuadernados del periódico “La Falange”, dirigido por Fourier y Víctor Considerant (los analfabetos del estado actual, pons-lastrista, entenderán, los pobres, otra cosa), con las obras completas del genial político, antropólogo y poeta cubano José Martí –imposibles hoy de encontrar en la propia Cuba, de librerías vacías de libros, y sólo con libelos infumables de su Revolución masacradora, famélica y esuriente
, con las obras completas de las mejores ediciones críticas de Jean Bodin, Thomas Hobbes, Montaigne, Leibniz, John Locke, David Hume, Montesquieu, Rousseau, Jeremy Bentham, Benjamin Constant, Proudhon, Thomas Carlyle, Hyppolite Taine, François Guizot, John Stuart Mill, Tocqueville, Marx, Engels, Auguste Comte, Errico Malatesta, William James, Max Weber, Pareto, Karl Kautsky, Hans Vaihinger, Benedetto Croce, Gramsci, Georg Lukacs, Adorno, Walter Benjamin, Hannah Arendt, Isaiah Berlin, C. B. Macpherson, Herbert Marcuse, Michael Oakeshott, Karl Popper, John Rawls, Jacques Maritain, Mario Bunge, y medio millar de pensadores políticos más, antiguos y modernos, con docenas de obras de historiadores de todas las épocas, bellamente encuadernadas en fina piel de vitellus por el infinito amor que tenía su dueño al género literario de la Historia, con miríadas de obras de Derecho Romano y moderno, con todos los clásicos de la economía y la sociología, con los mejores libros de Antropología, desde Morgan o Frazer a Karl Wittfogel y su teoría del Estado hidráulico, etc., etc, etc.; con todas esa maravillas de hazañas intelectuales de la Humanidad la biblioteca de Antonio García-Trevijano sigue representando hoy un faro iluminador y un espíritu singular y apasionadamente curioso que está muy presente aquí. La biblioteca privada, y no la figura pública, es el verdadero espejo del alma de un intelectual humanista. Sus obras, además, acreditan para siempre que la erudición no es mero conocimiento del pasado, sino acicate incesante del pensamiento sobre el presente y de la coherencia en la conducta moral.

Haber estado en la biblioteca de Trevijano es un requisito imprescindible para quienes quieran acercarse en el futuro a su figura. Sus libros, sus plúteos, la belleza de sus encuadernaciones nos dicen muchísimo de nuestro amigo. Al final de su vida fueron adquiriendo cada vez más importancia los principios morales de su obra de pensamiento político. Su obra fue convirtiéndose cada vez más en una ética política. Así, nos solía decir que para un demócrata la verdad es más importante que la victoria, siendo ésta elemento básico en el homo politicus. Pero la democracia no puede nunca degradarse a la moral futbolera de los hinchas de fútbol, para quienes lo único importante es la victoria de su club, aunque se hayan hecho trampas descomunales o se hubiese comprado al árbitro. Pues lo único importante es ganar el partido. No es así en la Democracia, en la que la razón de la victoria es el bien y la verdad. Ganar y ganar, ganar por ganar tiene siempre algo de brutalidad. El método de tomar decisiones que constituye la Democracia ya se funda en el bien y la verdad. E incluso añadiría en la belleza, que diría el maestro. Por lo demás, ya decía Ganivet, egregio paisano de Antonio, que la verdad no surge del concurso de muchos hombres, sino del esfuerzo de las inteligencias.

Antonio, impenitente fumador, leía siempre con su mano izquierda sujetando el perenne cigarrillo, y con la diestra pasaba suavemente las páginas del libro con cariño respetuoso y singular elegancia, sin caer jamás un grano de ceniza en aquel inmaculado y selecto papel de tina. Yo diría que leía los libros como el notario y exitoso abogado que era, como documentos de un proceso judicial en el que intereses personales enfatizan unas cosas y ocultan otras, adivinando pronto las inclinaciones más escondidas de su autor. En la época en que lo conocí, la década de los ochenta, caía en una reunión de amigos correligionarios todo un paquete de aquellos cigarrillos largos y finos.

La pasión por el arte y la belleza la tuvo Trevijano toda su vida –sólo hacía falta visitar su casa
, pero fue a partir de la primavera del 2000 cuando se enfrascó en el desarrollo de una teoría del arte y la belleza, poniendo en movimiento todos sus miles de conocimientos almacenados y ordenados en su prodigiosa memoria, que comenzaron a salir en múltiples escritos con una fuerza pasmosa, y con la frescura del que cuenta algo largamente rumiado en su inconsciente. Escribió centenares de páginas, muchas de las cuales aún no están editadas, y su Ateísmo estético, Arte del siglo XX, recoge apenas un 20% de la producción sobre arte plástico que nos pasó a sus amigos para leer. Son páginas en que su enorme erudición sobre las artes plásticas se une con una increíble penetración psicológica y su sabiduría hermenéutica. No conozco ningún crítico ni pensador sobre el arte que la haya tenido, ni si quiera Friedrich Schelling.

[El Imparcial

Domingo, 31 de Julio

 


Hormigas culonas

"Así es el que atesora para sí y no es rico ante Dios"

DOMINGO, 31 DE JULIO

En aquel tiempo, dijo uno de entre la gente a Jesús: «Maestro, dije a mi hermano que reparta conmigo la herencia». Él le dijo:

-Hombre, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre vosotros?


Y les dijo:

-Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes.


Y les propuso una parábola:

-Las tierras de un hombre rico produjeron una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos, diciéndose:“¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha”. Y se dijo: “Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el trigo y mis bienes. Y entonces me diré a mí mismo: alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe, banquetea alegremente”. Pero Dios le dijo: “Necio, esta noche te van a reclamar el alma, y ¿de quién será lo que has preparado?”. Así es el que atesora para sí y no es rico ante Dios.


Lucas 12, 13-21

sábado, 30 de julio de 2022

Claudio Sánchez-Albornoz, la excepción ética


 

Claudio Sánchez-Albornoz, por Sirio


ABC AL PASO

La excepción ética

CLAUDIO SÁNCHEZ-ALBORNOZ, A LAÍN: “USTED DECLARA LEER A KANT; YO RECONOZCO QUE LEO EL ABC”


Ignacio Ruiz Quintano

 

Don Claudio Sánchez-Albornoz es el único ejemplo ético (es decir, el contraejemplo) de la Santa Transición, remedo cultural y social del Directorio francés, ese vivalavirgen liberador que sucede a la muerte del dictador (Robespierre, Franco…)

La pobreza es una idiotez; la virtud, una torpeza; y todo principio, un simple expediente… dirá Barrás.

En la República, don Claudio, que habla del “cortocircuito de la Modernidad española”, lleva del bracete a Azaña (¡el cojo de Quevedo llevando al ciego al hombro!), que nos lleva a la cuarta guerra civil (“Si había un hombre mal dotado para presidir la gran batalla, ése era don Manuel”, reconocerá a toro pasado don Claudio).

A la ortegada “Castilla hizo a España y la deshizo”, en las Constituyentes del 31 contesta don Claudio: “Castilla hizo a España y España deshizo a Castilla”, corrección que hacen suya Unamuno y el propio Ortega.

La guerra está perdida –dice Azaña a don Claudio en Valencia–, pero si por milagro la ganáramos, en el primer barco que saliera de España tendríamos que salir los republicanos. ¡Si nos dejaban!

La dignidad en el exilio de don Claudio es única. Umbral tiene experimentado que los exiliados en general no perdonan, a su vuelta, que España haya seguido sin ellos, al margen de las intrigas de El Pardo.

–Querían no incorporarse a nosotros, sino implantarnos sus años veinte. Pero sus años veinte eran pura cretona.

Don Claudio permanece en Buenos Aires tieso como una torre de coraje, consagrado a luchar contra las fantasías moras de Américo Castro (la otra castroenteritis, antes de la de Fidel), grandiosa polémica que en el 74 se dirime en las páginas de ABC.

–Orgullosamente usted declara leer a Kant –dice don Claudio al pedantón de Laín, que sale en defensa de las “vividuras” castristas, con la ayuda del metomentodo Ridruejo–; humildemente yo reconozco que leo el ABC.

 


Laínes y Ridruejos tienen más mano y don Claudio deja de colaborar hasta que Guillermo Luca de Tena asume la dirección del periódico y lo invita a recuperar los envíos. La respuesta de puño y letra de don Claudio es un modelo de rectitud castellana:

“Distinguido amigo: Dejé de colaborar en ABC por la andanada que su hermano [Torcuato] lanzó contra mí interviniendo sin razón alguna en mi réplica al ataque Laín que me había llamado “alanceador de republicanos muertos”. Me invita a reanudar mi colaboración. Muchas gracias. Acepto. Pero no se haga muchas ilusiones, pues van a caer pronto mis 85 años y... En agosto de 1976 escribí un largo ensayo que titulé “Las claves de nuestro tiempo”. Iba a prologar una enciclopedia proyectada por Sarpe. No se ha publicado ni se publicará. Pero no logro arrancarles la autorización para darlo yo a la imprenta. Si lo lograra o lo consiguiera usted tendríamos uno o dos artículos. Los arreglaría. En caso contrario quizás escribiera unas páginas tituladas “La Historia es la historia de la inflación”. Buenas intenciones no me faltan. ¿Tendré fuerza? Dios dirá. Un cordial apretón de manos de su amigo que le desea grandes éxitos. Buenos Aires. Diciembre, 1977”

 


Sabe usted que adoro España y que deseo la reconciliación y la paz de los españoles –le dice en otra carta–. Soy muy viejo y no veré el fin de la pesadilla.

 

Don Claudio Sánchez-Albornoz, ante las tumbas
 de sus antepasados en Ávila


Sábado, 30 de Julio

 


Matt Dillon

viernes, 29 de julio de 2022

El caso Cromwell


 

Cromwell en Westminster

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Una ley Vyshinski de Censura Democrática en un país de tertulianos te hace pensar de los españoles lo que Mirabeau pensaba de los franceses en una carta a Sieyes:


    –Notre nation de singes à larynx de perroquets! (¡Nuestra nación  de monos con laringe de cotorras!)
    

Bendito Brexit, que permite a los ingleses prescindir de uno de los grandes valores de la UE, la censura democrática (es decir, comunista), consagrada en leyes persecutoras de opiniones en sus países miembros.
    

Veamos el caso de Cromwell, protector/dictador de Inglaterra (un “sauveur” contra la anarquía) y promotor de la hostilidad suprema en la Edad Moderna con su odio a los españoles (por encima del odio al francés de Von Stein o del odio al burgués de Lenin), con su discurso de 1656:
    

“Why, truly, your great Enemy is the Spaniard”. Es un enemigo natural. El español es vuestro enemigo, su “enemity is put into him by God”. Él es “the natural enemy, the providential enemy”, y quien lo tiene por un “enemigo accidental” es que no conoce las Escrituras.
    

Una piedrecilla en su próstata cambió la historia inglesa. Su cuerpo fue exhumado de la abadía de Westminter, sujeto a ejecución póstuma y destazado. Hoy tiene estatua en la Cámara de los Comunes, frente a un busto de Carlos I, al otro lado de la calle.
    

Jacob Burckhardt resumió lo que los ingleses piensan de Cromwell, nacido para mandar: los que creen que sirven mejor a la nación si ponen al personaje por las nubes, obviando “ciertos puntos débiles” (su “pisoteo de los sentimientos liberales”); los que lo ven como un espíritu básicamente pío (César no se creía obligado a dirigir sermones a sus soldados); los que reconocen al hipócrita y cazacoronas que había en él, mas como no pueden negarle talento y liderazgo la toman contra los ingleses de la época; los que lo explican como un personaje terrible en el sentido de que destruye lo que algún día podría interponerse en su camino, de Carlos I a los irlandeses…
    

El suyo fue un régimen que, sin duda, durante muchos años ofendió todos los días y de manera letal las convicciones y en especial los gustos de innumerables personas, pero fue un régimen bajo el cual la gente podía vivir y hacer negocios.
    

Para Burckhardt, compañero de pupitre de Nietzsche, lo malo de juzgar a Cromwell son nuestras visiones de café, a base de imaginación e impaciencia: Cromwell, que por sobre todas las cosas quería gobernar, trató de hacérselo entender a la nación de varias maneras, pero su verdadero punto débil era que todo dependía y recaía sobre su propia persona. Para Inglaterra es de vital importancia considerarlo “como un hombre genial, mítico, portentoso, porque es demasiado humillante cuando se reconoce al Cromwell real”. Bajo su mandato el “Estado inglés” fue más poderoso de lo que nunca había sido, opinión que los ingleses, gracias al Brexit, pueden manifestar hoy sin la amenaza europea de que un comisario (fascista/comunista/liberalio) les robe 150.000 libras a la salud de... ¡la Democracia!

[Viernes, 22 de Julio]

Viernes, 29 de Julio

 


Rececho

jueves, 28 de julio de 2022

Cuando lo de Cervera (García contra Almanzor: 29 de julio del Año 1.000)

 


Abilio y el cartel de los Infantes

 


 La Peña Cervera

 


La Yecla que parte la peña

 

Francisco Javier Gómez Izquierdo


         A cuenta del fuego de Quintanilla he vuelto a mirar "lo de Cervera", o mejor, "lo de la peña Cervera", que es asunto que Abilio suele sacar a relucir cada vez que andamos por los riscos que caen entre Caleruega y Santo Domingo de Silos.

Abilio está jubilado tras varios decenios "dando" filosofía a las bachilleres (no tardarán en multar si no ponemos bachilleras amparados en el decreto-ley correspondiente) de Burgos, pero lo que más le gusta son las sociedades y gremios de la Sierra de la Demanda alrededor del año Mil. Ha dedicado ni se sabe el tiempo, en trastear entre los archivos de Castilla sobre carreteros, ledanías, mojones... y en cuestiones bélicas ha procurado siempre contrastar las fuentes castellanas con las musulmanas.

Abilio es una autoridad en Almanzor y como quiera que muy pocos bachilleres modernos y no tan modernos saben qué cosa pasó en la peña Cervera se me antoja que justo donde se ha presentado el fuego devastador no está de más reseñar que hace exactamente 1.022 años, el 29 de julio del redondo y rotundo 1.000, las tropas cristianas -desde Navarra a León- unidas bajo la autoridad del conde castellano Sancho García se enfrentaron al poderoso ejército salido de Córdoba con Almanzor al mando y con intención de escarmentar a Castilla.

La peña Cervera la parte el desfiladero de la Yecla a escasos tres kilómetros de Santo Domingo de Silos y es un roquedal que en sus inaccesibles cortaduras viven unas cuantas docenas de buitres, tantas que hasta llegan a ensombrecer las calles de Covarrubias cuando las da por volar a todas. No hay casi referencias castellanas de la batalla, pero las fuentes musulmanas, un tal Ibn Jatib y otro Dikr Bilad. son prolijos en la descripción y señalan que los suyos lo pasaron mal y hasta hubo desbandada de la morisma, pero Almanzor para tranquilizar las huestes bajó del caballo y se acomodó en una litera, acto que se ve transmitía confianza.  Imploró a Alá y Alá le escuchó. Cambió de ubicación, subió a un promontorio rodeado de jinetes que asustaron a las tropas cristianas y obtuvo lo que se llama una pírrica victoria en grandiosa batalla. Tan pírrica que al volver a Córdoba castigó a alguno de sus capitanes por mal comportamiento. Los cronistas árabes hablan de "cuando lo de Cervera" como nosotros de las Navas de Tolosa. Almanzor no quedó del todo satisfecho y a los dos años, en el 1.002 subió de nuevo a ajustar cuentas con los insurrectos castellanos. "En esa razzia del 1.002 murió de disentería, o sea de una vulgar cagalera".


      Abilio tiene localizadas muchas crónicas árabes y de vez en cuando y a cuenta de mi querencia por Barbate me suelta que a mediados del siglo VIII hay un año (el 753 o 754, el 136 en sus cuentas) al que señalan como "cuando lo de Barbate". Aún no existía el cambio climático, pero llegaban calamidades y hambrunas criminales. "...la tierra no produjo nada y la esterilidad fue general. Del 131 al 136 no llovió más que un año y poco, de cada dos. El hambre fue especialmente cruel los años 134 y 135.." "... La mayor parte de la población emigró a Tánger, a Zawila y al litoral africano; la partida se hizo desde el río de Sidonia, llamado Barbate, por lo que este nombre sirvió para designar este año 136. "  "Los habitantes de España disminuyeron de tal suerte que hubieran sido vencidos por los cristianos a no haber estado éstos preocupados también por el hambre.." La cita procede de Adjabar Machmua que recogió Lafuente Alcántara y que Martín Díaz, medievalista paisano, reprodujo en su Condado de Castilla.
     

"Toda esta maravilla quedaría arrasada cuando lo de Cervera", decía Abilio mientras nuestros ojos eran incapaces de abarcar tanto monte. Para evitar pesadumbres, me malicio que tardaremos en volver.

Ramón Pastor, el hueso de la Censura


 

Ramón Pastor


ABC AL PASO

El hueso de la Censura

RAMÓN PASTOR, LA DISCRECIÓN Y, ESA COSA NUNCA VISTA EN EL OFICIO, LA LEALTAD


Ignacio Ruiz Quintano

 

En lo más duro de la censura franquista, el ministro Ibáñez Martín, tutor del sector opusdeísta del Régimen, es el Florito de los censores, que son los cabestros encargados de llevarse los toros devueltos al corral, una cosa muy nuestra.

A Ramón Pastor le tachan la frase “la vieja España de Alfonso X el Sabio” porque es “propaganda monárquica”. Pastor protesta y en Prensa le aclaran que “al ABC no se le permitiría hablar ni de Recesvinto”.

El ministro Ibáñez publica un día un decreto sobre enseñanza y el director general de Prensa pide el apoyo del ABC. Pastor se niega. El cabestro se viene arriba (esto no pasa en los ruedos) y envía un artículo “de inserción obligatoria”. Pastor desobedece. Es amenazado con la destitución (los directores los nombra el gobierno) y con las multas. Pastor no se mueve. Juan Ignacio Luca de Tena, que se encuentra en Barcelona, regresa por la noche. En casa le informan del asunto. Habla con Pastor y le da la razón (“el director es Dios”, ha oído uno siempre en la Casa).

Se la hubiera dado en cualquier caso, estando o no conforme con él, porque siempre he tenido por costumbre respetar las decisiones de los directores del periódico. Si no me gustaban los sustituía, pero, mientras durasen, acataba su criterio. Jamás como en los tiempos de la dirección de Pastor ha sido tan duro el régimen de prensa.

El editor acude al ministro y el ministro se evade con triquiñuelas. Y un día JILT tiene la ocasión de contárselo a Franco, que le responde gallegamente:

Pero ¿es posible que estén tan locos?

Que viene a ser la misma evasiva que le suelta a Pemán cuando va a quejarse de sus tachaduras: “Pemán, ¿usted ha visto cosa más tonta que un censor?”

El enfrentamiento definitivo lo tiene Pastor a raíz del primer plebiscito sobre la sucesión, al que reacciona Don Juan con sus dos manifiestos, “y toda la prensa, por orden ministerial, desencadena una violentísima campaña contra el Conde de Barcelona”. Lo amenazan con la suspensión, pero se conforman con una sanción de restricciones de papel que cuesta varios millones a la empresa.

Pastor tiene por “delicadeza de pasión” la lealtad y acompaña a JILT desde que coinciden en El Pilar (promoción del 15). Algo único.

Mis “amigos” bajo la dictadura –recuerda, sobre lealtades,  García-Trevijanose hicieron “razonables” bajo la monarquía y les convino pasar a detestarme. Y los que lograron no confundir sus sentimientos, conservan el recuerdo de la amistad a condición de no hablarnos en público, ni buscarnos en privado.

Pastor es redactor de mesa en ABC y en 1930 (“ese año se contagió de la epidemia republicana que asolaba al país”) pasa a confeccionador y subdirector de “Blanco y Negro”.

A mediados de mayo del 31 –cuenta JILT–, Pastor vino a visitarme a la cárcel. En el locutorio me agarró las dos manos con las suyas a través de las rejas, y con los ojos arrasados en lágrimas me dijo: “¡Perdóname!” Y se marchó corriendo.

En el 36 no puede salir de Madrid y se refugia en la Embajada de Francia. En el 39 es el primero en llegar, con Cuartero, a Serrano, 61.

 

Ramón Pastor con Torcuato Luca de Tena

 
[18 de Agosto de 2020]

Jueves, 28 de Julio

 


Cristal roto

miércoles, 27 de julio de 2022

Wenceslao Fernández Flórez, el relimpio de su generación


Wenceslao Fernández Flórez


ABC AL PASO

El relimpio de su generación

WENCESLAO FERNÁNDEZ FLÓREZ DICE A DON TORCUATO QUE LE PAGUE BIEN LOS ARTÍCULOS MALOS, QUE LOS BUENOS SE LOS REGALA


Ignacio Ruiz Quintano

 

Wenceslao (“Don Wenceslado”, para las señoras finas) Fernández Flórez hace con la crónica parlamentaria lo que Gregorio Corrochano con la crítica taurina, elevarla a género literario, hoy extinguido. Ante las “Impresiones de un hombre de buena fe” de WFF, el periodismo parlamentario que se oferta desde la Transición (todas las libertades, menos la de elegir a nuestros gobernantes) debiera despacharse con un ansoniano “¡Fuera de mi vista, gacetilleros!”

No hay más que dos grupos humanos: los que guisan con aceite y los que guisan con manteca. Los semidioses y los esquimales –suelta D’Ors en un almuerzo de Pascua de la Española, y WFF, que es gallego, se levanta, molesto, pero tercia Pemán y vuelve a sentarse.

Su llegada a ABC tiene la gracia de sus crónicas. Un año lleva intentando, en Madrid, “taladrar el muro de la indiferencia”, y un día, mientras apura en La Coruña una colilla veraniega, desconocido, oscuro, recibe un telefonema de Luca de Tena: “¿Le conviene escribir en ABC las impresiones parlamentarias?”

Incluir su firma en ABC es la oportunidad más codiciable para un cronista. Luca de Tena nunca cohibió el pensamiento de quienes a su lado escribíamos... Cierto artículo mío motivó que se prohibiese la venta de ABC en determinada región. No sólo no me indujo don Torcuato a cualquier rectificación, sino que no me habló del asunto más que al azar de un encuentro en el ‘foyer’ de un teatro. Me dijo: “¿Sabe usted cuánto le cuesta hasta ahora al ABC su crónica de tal día?” “No”. “Ochenta mil pesetas.” Y se alejó sin una sombra de enfado.

WFF percibe en ABC cien pesetas por artículo, tres veces más de lo habitual. Tarda hora y cuarto; hora y media, si el artículo es bueno. Si es malo, más: “Cuesta mucho trabajo y por eso sale malo. Yo le decía a don Torcuato que me debía pagar muy bien los artículos malos y que los buenos se los regalaba”.

Su sensibilidad ideológica es socialista, pero Mainer, un maño sexador de pollos literarios, lo adscribe a lo peor porque “aceptó la Dictadura de Primo de Rivera” (¡como todo el Psoe!). WFF, muy crítico con los personajes de la República, tiene billete de coche-cama a Estoril en el bolsillo para el 18 de julio del 36, y no puede salir. Comienza su pesadilla, que tiene tres sonidos: el automóvil que pasa frente a la casa, el ascensor que sube y el timbre de la puerta que tintinea. No vuelve a ser el mismo.

Mingote va a la Feria del Libro con el primer tomo de las Obras Completas de WFF para que se lo dedique. “Con amistad y admiración a Antonio Mingoti”, escribe el maestro.

O sea, me admiraba, pero no tanto como para aprenderse mi apellido.

En seguida se ha ido, amabilísimo, pero resbalante, como si estuviera en un espejo, anota Ruano, que lo visita en su casa de Alberto Aguilera:

Es el relimpio de su generación.

 

Wenceslao Frnández Flórez

[15 de Agosto de 2020]


Miércoles, 27 de Julio

 


Abnegación

martes, 26 de julio de 2022

La moscarda

 

La metamorfosis

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Con la nueva ley de memoria democrática, concepto extrañísimo que obliga a recordar algo nunca visto en España, el personaje Villarejo quedará, en vez de como un mito de nuestra democracia (“la democracia también se defiende desde las cloacas del Estado”, dijo famosamente Gonzalón, nuestro Lincoln), como un maestro de periodistas: todo el periodismo top pasa por la “fonera” del guardia, que es el Estado, y que acuña un decir fundante, “la moscarda”, palabra como del Cobarruvias convertida en el Gregorio Samsa de la Santa Transición: la democracia es ese vendedor de lonas que un día se levanta y es una moscarda por la corrupción de todos con el pretexto de la concordia, como en el Directorio de Barras.
    

La “memoria democrática” de “nuestra democracia” ya no debería estar a cargo de Paul Preston, que hace tiempo que dio cuenta, y sin gracia (¡Rabelais sólo hubo uno!), de toda la gastronomía española, sino de Ginés Morata, un señor de Almería a quien los bedeles llaman el Señor de las Moscas porque lleva una vida entera dedicada a la observación estatal de la “drosophilla”, o mosca de la fruta, que, fuera del ámbito científico del organismo creado por el padre Albareda, tampoco será muy diferente de la moscarda, o mosca de la vaca, el Gregorio Samsa de la democracia que nos ocupa.


    –Quien tenga razón sólo unos años antes de tiempo no lleva razón. Quien arroje luz sobre un asunto que debe permanecer oculto es un traidor. Quien analiza la revolución es un reaccionario. Pero quien analiza a los revolucionarios es un cerdo contrarrevolucionario. Eso está claro, mi buen don Capisco.
    

El tal don Capisco señaló el punto central de la construcción hobbesiana del Estado en la relación entre protección y obediencia: si cesa la protección, falla la obediencia.
    

Contra Strayer, el medievalista de Princenton y hombre de la Cia, que defendía el nacimiento natural del Estado, Tilly, que era de Chicago, explicó el éxito europeo del Estado-Nación por su mayor capacidad para extraer recursos de la población local: sus impulsores construyeron el aparato capaz de extraer eficazmente de la población los recursos necesarios y de contener los esfuerzos de esa población por resistirse a esa extracción de recursos; resistencia “popular, profunda, frecuente y violenta”.


    En el 85, Tilly tituló un artículo “Guerra y construcción del Estado como crimen organizado”, y proponía la analogía del “impuesto revolucionario” para entender la formación del Estado occidental: “La afirmación de que los Estados nacientes ofrecían a sus ciudadanos protección contra la violencia ignora el hecho de que el Estado mismo creaba la amenaza, y luego cobraba a sus ciudadanos por reducirla”. En resumen:


    –El retrato de unos hombres que hacen la guerra y el Estado como empresarios que buscan sus propios intereses y los imponen por la fuerza se parece bastante más a los hechos que sus alternativas: el contrato social, etcétera.
    

Con el “Estado Compuesto”, los españoles seremos moscardas de un verano.

[Martes, 19 de Julio]

Martes, 26 de Julio

 

La repanocha

lunes, 25 de julio de 2022

Fuego

 La Peña Carazo

 

 Ermita de Santa Cecilia S. X

 

 La parte de Silos desde Sad Hill

        

Francisco Javier Gómez Izquierdo

            "... y no hallé cosa en que poner los ojos / que no fuese recuerdo de la muerte."
           

En estos tiempos nefastos se encuentra uno a los amigos y conocidos, no en los bares y tabernas como hasta hace poco, sino en los tanatorios y cementerios y como si nos hubiera alcanzado una maldición de múltiples cabezas como aquella hidra de Lerna, hablamos de pestes, calamidades, desgracias y caídos. Nunca he quitado al gran Quevedo (para servidor no ha nacido aún quien supere tanto ingenio y dominio del idioma) de la mesita de noche y en sus palabras encuentro las más atinadas explicaciones a lo que ocurre.


          Hemos pasado calor en la Demanda (no se tiene recuerdo de tanto y tan seguido), pero en las noches se puede dormir. Nada más llegar ayer a esta antesala del infierno que son los julios y agostos cordobeses me avisan que Santibáñez del Val, Tejada, Quintanilla del Coco, Silos, los Carazos y hasta Hacinas corren peligro de abrasamiento. Algo parecido a lo que llaman depresión me asalta porque son lugares a los que casi todos los años suelo rendir pleitesía: comer en Covarrubias, sestear bajo el puente romano junto a la ermita mozárabe de Santa Cecilia, cruzar el desfiladero de la Yecla, escuchar las vísperas de los monjes de Silos al atardecer y vuelta por los Carazos, Hacinas y Salas al pueblo. A veces subimos temprano a la peña Carazo o la Valdosa, con V, desde donde se divisa todo lo que al parecer se está quemando ahora mismo y repartimos la propaganda y carteles de la leyenda de los Infantes de Lara, la magnífica creación de Abilio. Las buitreras, Barriosuso donde acaba la estrecha carretera y se asienta abrigado por el cerro al que subimos, Santibáñez el pueblo en el que Sinesio no pregunta a un viandante donde podemos dejar los dípticos de los infantes porque lleva una gorra colorada. "Un serrano no puede llevar una gorra roja, Abilio", los sabinares del Arlanza a los que también Sinesio les daba un origen mágico para pasmo de mi tierno infante hará veinte años y protestas nuestras por lo que puede confundir y maleducar un reputado maestro de Lerma. "Javi, las sabinas se originaron de las deyecciones de un pájaro llamado picus glandarius..."  Miedo da volver por donde tan a gusto anduve.


        ¡Ah, quiero dejar constancia que de ciertos ecologistas prefiero no hablar porque es tanto su poder que me colocarían un sumario de aquí te espero! Téngase en cuenta que está don Marlaska, mi último jefe, al acecho.

Juego de tronos


Margit Cocsis Kerkhoeven

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Pep Guardiola bicicletea por Manchester, esta vez sin camiseta de Open Arms. Le sigue, video en mano, y también en bicicleta, un admirador de color. Pep quiere marcharse y mete plato, como Indurain subiendo el Col du Galibier, pero el aficionado también aprieta, finamente, a lo Bugno, y Pep, creyendo que le va a robar, se para, se apea de la bici y firma su rendición entregando la máquina al admirador, que sólo desea hacerse un selfi con el Gandhi de Sampedor. La secuencia es maravillosa (no sé si habrá desaparecido de las redes), porque se ve a un Pep tan asustado como Varsavsky en Saint Denis el día de la final de Champions, sólo que Varsavsky se cayó del guindo, mientras que Pep se tiró. “¡P’habernos matao!”, diría Lillo.
    

Desengáñese, Ridruejo: lo que el obrero necesita no son sindicatos –dijo el general al falangista–. Lo que el obrero necesita son bicicletas.
    

Pep no es obrero, pero se mueve en bicicleta, aparejo muy incorporado a la poesía surrealista, al “collage”, a los flecos del ultraísmo. Ruano ve en la bicicleta algo de saltamontes mecánico. “Algo, ahora, de lo moderno que se ha quedado viejo. De libertad moderna y entrañable”. De hecho, el español, que nunca ha conocido la libertad política, es feliz con su bicicleta, que al circular le permite infringir todos los códigos. Un español como Pep pedaleando por una acera se siente tan libre como la rubia a caballo (Margit Cocsis Kerkhoeven, actriz y pintora, indonesia de Java, hija de húngaro y holandesa) del anuncio de Centenario Terry, un pelotazo publicitario del 64. Al año, la Sociedad para la Promoción del Ciclismo en Holanda publicitaba la decisión del rey Faisal (archivado en “Pájaros” lo tenía Palau en ABC de Serrano) de la Arabia Saudita, que hizo un pedido de sesenta bicicletas para sustituir a los famosos “Cadillac” que utilizaban las mujeres de su harén, “para que no engorden”, lo que dio lugar a un debate de estetas sobre el peso de la mujer ideal en Oriente.


    La rendición manchesteriana del Pep embicicletado señala, un año más, el camino del City hacia la cima de la Champions, de cuyo trono las casas de apuestas desalojan al actual campeón, el Real Madrid (culpan al algoritmo, que es el nuevo duende de la imprenta), y dan los nombres de los escapados en la fuga: City, Liverpool, Chelsea, Bayern y PSG, montonera que otra vez dispersará Vinicius a base de bicicletas de verdad, que todos los ingleses han probado ya, y por lo que se ve, sin escarmiento.
    

A falta de fichajes, el Madrid ha presentado el nuevo auto oficial de Florentino Pérez, que no es chino, como el de Feijoo, sino alemán, y en palabras del vendedor, “sostenible, solidario, diverso y ganador, perfecto para afrontar presentes y futuros”, algo que podría decirse igualmente de la bicicleta de Pep, y yo creo que el golpe presidencial hubiera sido presentarse oficialmente, en vez de con un auto, con una bicicleta, y más ahora, que ha dejado de ser un vehículo de pobre. Téngase en cuenta que, según el periódico de las élites, un ingreso anual de veinte mil euros convierte a un español en un hombre rico, y Laporta sería el ejemplo, que con una economía equivalente a la de un hombre de veinte mil euros ha adquirido en el mercado dos delanteras que al decir del “mainstream” periodístico dejan en ridículo a la de Brasil del 70. Por un lado: Fati, Lewandowski, Denbelé. Y por el otro lado: Ferrán, Aubameyang y un Raphinha que a los 26 no ha debutado en Champions, pero que en los papeles de prensa ya supera… ¡a Vinicius!
    

Sobre el “fair play financiero” de la Uefa (de la calaña de su jefe, Ceferino, hemos tenido una muestra en el juicio de la Superliga) la mejor explicación la hizo el autor anónimo del Lazarillo de Tormes en este maravilloso diálogo: “Lázaro, me has engañado. Podría jurar que has comido las uvas de tres en tres.” “No señor, ¿por qué sospecháis eso?” “Porque yo las comía de dos en dos y tu callabas.”
    

¿De tanto en cuánto toma las uvas Laporta, si ficha un equipo completo con los ingresos de un rico español medio (veinte mil euros anuales, baremo del periódico de las elites)? ¿Qué hace que a los 34 años Messi y Suárez sean reyes viejos, y Lewandowski, un príncipe imberbe?
    

La respuesta del postureo madridista al postureo culé sería, en efecto, que Florentino Pérez acudiera a la inauguración del Nuevo Bernabéu en bicicleta (se le ve más ágil que a Biden, que se cayó) “para lanzar un mensaje de austeridad”, y atadas, como en los coches de boda, las catorce copas.




XAVI Y LOS USA


    Xavi no puede entrar en los Usa, pero Mourinho tiene coartada. La Administración de Sleepy Joe sabe que Xavi ha visitado Irán, pero ignora que Xavi es un Príncipe de Asturias a la Concordia ex aequo con Casillas, aclarado lo cual el propio Sleepy le abrirá el cordón rojo del acceso a ese Studio 54 que es la Unión, salvo que Xavi prefiera coger la bicicleta de Pep y entrar por la Frontera Sur, sin papeles. Irán y no volverán. Pemán quiso saber qué pintaba Domecq (“detrás va Pedro Domecq con dos sultanes de Persia…”) en el entierro del Camborio, y Lorca le dijo: “Supongo que por la visión de las etiquetas de las botellas de Domecq en las juergas flamencas”.

Lunes, 25 de Julio

 


Vuelta al ruedo con devolución de prendas

La pescozada al Señor Santiago




Hay que seguir afirmando que Santiago bajó a la batalla de Clavijo sobre un caballo blanco, y no hay que transigir ni con que fuera tordo el caballo. Ése era el consejo de Maeztu. Pero ¿qué sabemos hoy del patronazgo de Santiago?

Quevedo se dejó la piel en la defensa del patronazgo de Santiago frente al de Santa Teresa. En Madrid, los columnistas zen (tristas) de la época discutían de la depreciación de la moneda, de las hipotecas de los judíos, de la ayuda a los herejes... La reacción antisantiaguista crecía porque ya no había musulmanes contra quienes hacer la guerra santa. Y el centrismo decidió hacer la petición de que la beata Teresa de Jesús fuera elevada por el Pontífice y admitida por el Reino como patrona de todos los españoles, contando con el favor del Rey y su valido, el Conde-Duque, que miraban por lo suyo.

Quevedo también miraba por lo suyo, pero menos, pues echó todo su crédito gubernamental a perder cuando escribió su memorial por el patronato de Santiago contra la bandera de los carmelitas y el centrismo rampante. Santiago era un patrono guerrero, y Santa Teresa, una patrona andariega, casi una krausista. (Se conoce como “krausismo” a un movimiento de pedantes madrileños que dieron en sustituir la misa dominical por una caminata por Gredos.) A Quevedo, para quien las Españas eran «bienes castrenses ganados en la guerra por Santiago», el buen rollo carmelitano lo hacía sulfurarse. ¿Encomendar al sexo de mujer parte de la invocación de las batallas? «¿Qué comparación puede tener esta postura y pintura con la de un caballero joven, robusto, gallardo, denodado, despidiendo rayos de luz de su hermosísimo rostro, adornado de fuertes y resplandecientes armas, con la cruz roja en el pecho...?»


Y en Su espada por Santiago escribe:

“Los reyes, señor, armaban caballeros en España; mas a los reyes Santiago los armaba caballeros: de su altar tomaban las armas y la espada, y el bulto del Santo Apóstol les daba la pescozada en el carrillo... Pues, ¿cómo pretenderán los padres de la Reforma que Santiago os dé armas a vos y que las volváis contra él; que de su altar toméis la espada y que le quitéis vos la que él (tiene) en su mano para dársela a Santa Teresa, a quien sus mismos hijos han hecho estampar con una rueca? La pescozada, señor, antiguamente Santiago la daba a los reyes; hoy quieren los procuradores de corte que los reyes se la den a Santiago en la cara. A vos os lo proporcionen... Ni los frailes lo pueden negar, ni los procuradores lo deben proseguir; ni vos, señor, lo debéis mantener.”





domingo, 24 de julio de 2022

Regreso al Magreb


 

Vicente Llorca

Al regreso de Brujas, cita en la taberna con Pedro P., que quiere entregarme unos manuscritos. En la ciudad, un verano bochornoso, de nuevo. Un cielo entoldado sugiere otra vez el paisaje árido, sin esperanzas, de los relatos marroquíes de Paul Bowles. No cabe esperar una brizna de aire en ellos, un frescor que alivie su crueldad.

 

Volver a España desde Bélgica es regresar a la orilla del desierto. Éste es un país norteafricano, pienso un momento. Aunque es una impresión que me acomete a menudo últimamente.


Quizás hemos vivido todo el tiempo en África, y no lo sabíamos. Paseo por mi antiguo barrio, bajo las Cortes, en donde aún tengo algunos encuentros. El portero del palacio de la calle Prado me da noticias de los camareros del Óscar, el bar que cerró durante la epidemia y según parece no va a volver a abrir. Bene, el camarero del pueblo de la Armuña, baja aún por allí, pero esta vez desde el otro lado de la barra.


En el estanco de la plaza de Matute no hay luz, la dueña tiene la puerta entreabierta, está recogiendo algo.

 Cierro ya. Me voy de aquí.

¿No te da cosa? –le pregunto.

No me da nada. Llevo un montón de años en esta esquina. Estoy deseando irme.


Otro lugar habitual que cierra, anoto. Bajando por Huertas me encuentro con José, que camina a abrir la taberna. Charlamos un rato, sobre todo del pueblo de la costa de Galicia en donde ahora vive. Me habla de percebeiros y de velas rotas que hay que reparar. Trae como una brisa remota a estas calles afanosas. Le comento de un puente medieval de Brujas y de un café donde me sentaba por las tardes, y de mi deseo de ir a la remota Trieste en estos últimos tiempos. Éste último viene de la lectura de un libro de Claudio Magris sobre la ciudad. Como el viaje a Brujas había surgido de unas fotografías en el clásico, simbolista, Bruges la morte, de George Rodenbach. Él sí ha estado en Trieste, me dice, y me da algunas indicaciones precisas sobre cómo llegar desde la cercana Venecia. Quedamos en vernos luego, en la taberna.

 
Charla con la guapa boticaria de la calle Alcalá, más tarde. Me pregunta por el pueblo de la raya, de donde la habían llamado unos días antes para pedirle no sé qué que yo les había encargado. Marchará pronto a un lugar de Guadalajara, me cuenta, no quiere decirme el nombre. “Está más allá de Majaelrayo”. Hago algunas compras luego en el barrio de Salamanca. El dueño de la tienda habla un buen rato conmigo. Tiene acento de la calle Lista, inconfundible. Es como un personaje clásico del barrio, elegante a su manera tradicional; un tanto ingenuo, al modo tradicional también.


Carlos, el quiosquero de la plaza, ha cerrado y ha puesto un letrero de que se va de vacaciones. No hay derecho, pienso: ningún quiosquero debería abandonarnos al calor y la desesperanza. Estará en una casa de la montaña de Burgos, de la que me habla siempre, que debe de ser heladora hasta en el verano, y que nunca termina de reparar. Al volver a las calles bajo el Prado me encuentro con Elisa, que viene de trabajar en su infatigable gestoría. Nos reímos hablando de su hija, Claudia, con quien yo escribía en tiempos versos asonantados en una mesa del tabanco de su padre, ajenos a los sedientos conocidos que nos rodeaban. Enfrascada en encontrar una rima decente –y con la métrica exacta del octosílabo
para “palo cortado”, ahuyentaba con un bufido señorial a los ociosos que se acercaban a opinar. “Palo cortado rima con pesado”, concluyó un día. Antes de llegar a la plaza saludo a la estanquera de la calle Príncipe, con quien me divierto sugiriéndole algunas maldades sobre el dueño del tugurio, un tacaño ciertamente, que ella recoge en seguida.
 

La taberna está vacía al llegar. Me siento arriba, solo. Hablo con José. Me cuenta de un temporal reciente en la Costa de la Muerte y me gusta oírle, tan lejos su escenario de brumas y periplos celtas del monje Brandán de este laberinto sediento y chillón que nos rodea.
 

Al poco llega Pedro y con él noticias de una Extremadura que está ardiendo, dice. Desde la finca de mis primos, les cuento, bajo el Puerto de Perales, se veían las llamas que surgían de los jarales de la sierra, habían sobrepasado la cumbre y ya se acercaban a Ciudad Rodrigo, a este lado. Uno de ellos recordaba la anécdota del pastor a quien le habían impuesto una multa por cortar las hierbas de la cuneta, este invierno. Habían prohibido subir al monte con las ovejas, trazar cortafuegos, recoger la leña seca que antes almacenaban en los corrales.
 

Desde el avión, les comenté, volviendo de un país de Flandes en donde todo el bajo horizonte era verde, la meseta es un dibujo de cuarteles secos, obstinadamente teñidos de amarillo, o de tierra ocre a veces.


Nos refugiamos en la penumbra de la trastienda. Afuera no hay, sentimos, sino el campo seco, el día sin matices, las calles al sol, las voces a destiempo.

 

 

Remembranzas trevijanistas XIII



 

Martín-Miguel Rubio Esteban

Doctor en Filología Clásica


¿Te has enterado, Martín, de lo que está saliendo en los medios del hermano de Alfonso Guerra?

¿Y quién no, Antonio? Quizás los españoles no podamos ser demócratas porque queremos demasiado a nuestra familia.


Jejeje. Quizás estemos asistiendo al espectáculo interesante de la formación de un nuevo patriciado, de una aristocracia política nacida al albur de nuestra partitocracia corrupta, constituida por la aglomeración en los cargos públicos de gentes enlazadas por vínculos familiares. Esposas, ex esposas, hijos, yernos, sobrinos, primos, amantes…Sin duda, la nueva aristocracia de nuevo cuño, nacida al calor de la corrupción masiva de los partidos, tenga aún un porvenir que traiga muchos días de gloria a la patria, o, por lo menos, a las respectivas familias de esa mafia rampante. La sustitución tramposa de la democracia formal por una clase política voraz y consciente de su traición trae estas desfachateces.

El CNI de hoy se beneficia del sobreseimiento de los crímenes que perpetró el CESID de ayer, que llegó a escuchar al mismo Rey Don Juan Carlos I. ¿Era entonces Don Juan Carlos I chantajeable? ¿Nos creemos que oyeron al rey por puro azar entre más de cuarenta millones de españoles? Para Trevijano espiar ilegalmente a los ciudadanos representaba la conspiración de un Estado criminal contra la libertad de los ciudadanos. Y cuando oía que las escuchas ilegales se hacían con la justificación del bien general, su sensibilidad moral no lo sufría. No soportaba la idea de que un gobierno criminal hiciera los crímenes en su nombre. Era el colmo de la desfachatez gubernamental. Siempre he sostenido que la filosofía de mi amigo Antonio, más que basarse en la portentosa cultura que tenía y su penetrante capacidad de análisis, se fundamentaba más bien en una extraordinaria sensibilidad moral, como nunca he visto. La hiperestesia ética de todo un caballero.

Un muy justificado miedo, un terror culpable y una prudente desconfianza hacia los súbditos y ciudadanos oprimidos por gobiernos tiránicos, despóticos y oligárquicos, que ejercen su dominio sin control alguno de los dominados, constituyen el origen histórico del espionaje interno, esto es, contra los conciudadanos, como institución pública. Pero ya para Montesquieu el espionaje interno era un acto aborrecible en sistemas moderados –es decir, en aquellos donde no reina la “hýbris”
, como la monarquía y la democracia.

“Un príncipe debe actuar con sus súbditos con espontaneidad, franqueza y confianza. Aquél que tiene tantas inquietudes, sospechas y temores es un actor incapaz de interpretar su papel”, nos dice el siempre flagrante Charles-Louis de Secondat, que abrazó siempre una monarquía en la que el honor y la moderación fueran sus principios morales básicos. Es la propia acción de espiar por parte de un Estado enfermo y no democrático la que nos revela de forma palmaria la conciencia culpable que tiene el gobierno de su ilegítima ascensión o su tozuda y numantina permanencia en el poder gracias a sus crímenes.

Fueron la desconfianza y el miedo paranoicos del tirano sículo Dionisio hacia su pueblo, al que traidoramente arrebató su brillante Democracia, los que crearon el primer estado policial y detectivesco de la Historia, instaurándose en su estructura uno de los sistemas de espionaje interno más perfectos y delirantes de que se tiene noticia. Desde los sótanos del propio palacio de Dionisio salían innumerables galerías subterráneas que comunicaban con las paredes de las casas de los ciudadanos más principales, más dignos y más amigos de la libertad de la ciudad de Siracusa. Con estos artificiales delirios geológicos del subsuelo laberíntico de Siracusa, que descubrió el gran arqueólogo Paolo Orsi, Dionisio podía escuchar las conversaciones libres de sus súbditos desprevenidos, y tomar medidas rápidas contra lo que sólo eran puros anhelos sin peligro o quizás quiméricas ilusiones de aquéllos. Fue la desconfianza del tirano hacia su pueblo la que creó el más grande y estrafalario sistema de espionaje. Y nos cuenta Plutarco que “Dionisio el Mayor era hombre tan desconfiado, y tan suspicaz y medroso respecto de todos los hombres, que no se cortaba el cabello con navaja de afeitar, sino que cuando se presentaba alguno de sus colonos se lo quemaba con un carbón. A su habitación no entraba ni su hermano ni su hijo con los vestidos que llevaban, sino que para pasar adelante era necesario que se desnudaran cada uno de la ropa con que iba vestido y tomara otra, viéndolo desnudo los de la guardia”. Pero en el pecado del poder está la penitencia del poder: el perro asilvestrado del espionaje interno puede también morder y devorar a su desconfiado, suspicaz y medroso amo, y no sólo a las amenazantes víctimas a la que su amo señala con lanzamiento de guijarros. El Estado creóntico, conculcador de los derechos civiles que aparecen en el Artículo 18 de nuestra Constitución, acaba matando siempre, por pura coherencia criminal, a su hijo, el príncipe Hemón; es decir, a su futura e imposible continuación. Es así cómo la desconfianza y la cobardía privadas del tirano se transforman en paranoia pública.

Así hoy, en España, otra vez, y ahora con el alado caballo Pegasus, la oreja de Dionisio oye también al propio Dionisio, rebelándose como miembro contra su propio cuerpo, como en la fábula de Dionisio de Halicarnaso. Al presidente del gobierno, esta vez –antes fue el Rey
, se le espía desde la misma infamia institucional con la que se espían los movimientos del terrorismo islámico, del más despreciable proxeneta, del más repugnante pederasta valenciano, o del mayor y pravo narcotraficante. La oreja, como miembro de un sistema solidario, cuya función sólo era oír lo de fuera, ya no cumple con la vieja parábola política de Menenius Agrippa, inmortalizada de forma sublime por Shakespeare.

Ahora bien, los episodios de sistémicas escuchas ilegales no nacen de una especial idiosincrasia de la nación española, sino que son el resultado de una ley universal: el gobierno despótico, tiránico u oligárquico, con independencia del paraguas-etiqueta bajo el que se cobije (v. gr. Democracia), todo lo corrompe, igualando a todos en podredumbre; hasta tal grado que la ciudadanía y todas las instituciones, públicas y privadas, reaccionan contra la ciudadanía y contra el mismo poder corruptor con la misma perversa metodología que el poder tiránico, despótico u oligárquico ejemplifica. Sejano, que podía haber sido el jefe de un CNI de la época del emperador Tiberio, no sólo sirvió a su señor suministrándole información verdadera y falsa, sino que también ejerció el espionaje contra el heredero del emperador y la continuación del Estado. Pero tendría yo aquí ahora que ponerme a copiar la Historia Universal de Cesare Cantù para probar lo que es claro y aerófano: no hay barrotes que puedan resistir la fuerza y la violencia de una institución pública que por su propia naturaleza y sus fines está fuera de todo control judicial.

Domingo, 24 de Julio

 


La pinta