La Peña Carazo
Ermita de Santa Cecilia S. X
La parte de Silos desde Sad Hill
Francisco Javier Gómez Izquierdo
"... y no hallé cosa en que poner los ojos / que no fuese recuerdo de la muerte."
En estos tiempos nefastos se encuentra uno a los amigos y conocidos, no en los bares y tabernas como hasta hace poco, sino en los tanatorios y cementerios y como si nos hubiera alcanzado una maldición de múltiples cabezas como aquella hidra de Lerna, hablamos de pestes, calamidades, desgracias y caídos. Nunca he quitado al gran Quevedo (para servidor no ha nacido aún quien supere tanto ingenio y dominio del idioma) de la mesita de noche y en sus palabras encuentro las más atinadas explicaciones a lo que ocurre.
Hemos pasado calor en la Demanda (no se tiene recuerdo de tanto y tan seguido), pero en las noches se puede dormir. Nada más llegar ayer a esta antesala del infierno que son los julios y agostos cordobeses me avisan que Santibáñez del Val, Tejada, Quintanilla del Coco, Silos, los Carazos y hasta Hacinas corren peligro de abrasamiento. Algo parecido a lo que llaman depresión me asalta porque son lugares a los que casi todos los años suelo rendir pleitesía: comer en Covarrubias, sestear bajo el puente romano junto a la ermita mozárabe de Santa Cecilia, cruzar el desfiladero de la Yecla, escuchar las vísperas de los monjes de Silos al atardecer y vuelta por los Carazos, Hacinas y Salas al pueblo. A veces subimos temprano a la peña Carazo o la Valdosa, con V, desde donde se divisa todo lo que al parecer se está quemando ahora mismo y repartimos la propaganda y carteles de la leyenda de los Infantes de Lara, la magnífica creación de Abilio. Las buitreras, Barriosuso donde acaba la estrecha carretera y se asienta abrigado por el cerro al que subimos, Santibáñez el pueblo en el que Sinesio no pregunta a un viandante donde podemos dejar los dípticos de los infantes porque lleva una gorra colorada. "Un serrano no puede llevar una gorra roja, Abilio", los sabinares del Arlanza a los que también Sinesio les daba un origen mágico para pasmo de mi tierno infante hará veinte años y protestas nuestras por lo que puede confundir y maleducar un reputado maestro de Lerma. "Javi, las sabinas se originaron de las deyecciones de un pájaro llamado picus glandarius..." Miedo da volver por donde tan a gusto anduve.
¡Ah, quiero dejar constancia que de ciertos ecologistas prefiero no hablar porque es tanto su poder que me colocarían un sumario de aquí te espero! Téngase en cuenta que está don Marlaska, mi último jefe, al acecho.