Los neutrales, por Sileno
ABC AL PASO
El hombre que entrevistó a Hitler
JAVIER BUENO/ANTONIO AZPEITUA, 300 CRÓNICAS FRENTE POR FRENTE, DESDE EL SOMME HASTA GALLÍPOLI
Ignacio Ruiz Quintano
Javier Bueno hace en 1914 lo que Tom Wolfe dice en los
60 para resumir el tabarrón del Nuevo Periodismo: “El periodismo es el
motel donde pasar la noche camino del destino: la Gran Novela.”
Bueno nace en La Coruña en el 83, y en 1906 marcha “A París en burro”,
viaje cómico-trágico contra la velocidad del futurismo que todavía está
por nacer, un echarse a andar a la gallega (“¡ahí está Cela, con
su viaje a la Alcarria!”) cuyas crónicas son bendecidas por un éxito
popular (la España de la boina bizqueando entre el burro y la torre
Eiffel) que lo pone a tiro de “Mundial Magazine”, el lujo revistero de Rubén Darío,
a quien Bueno salvará la vida en Brasil en una trifulca a punta de
navaja, aventura narrada en su autobiografía “Diálogo con el que se fue”.
Bohemio y anarquista sin causa (justificada), Javier Bueno intima con Baroja y un día lo llama Luca de Tena:
–Va usted a demostrar que es un periodista europeo: infórmenos de la guerra. Y mis instrucciones serán éstas: veracidad, interés y rapidez.
Es cuando, frente por frente, Javier Bueno se convierte en Antonio Azpeitua,
que “tuerce” por los soldados alemanes y ridiculiza a los periodistas
americanos, a los que niega el “talento artístico” de los europeos:
–Lo que más sorprende de estos colegas es que alguna vez escriben.
Primero, los hechos. Luego, las ideas. (¡Lo “factual” con un siglo de
adelanto!) En el viejo Nuevo Periodismo, lo mismo que en la vieja
Revolución Francesa, los hechos posteriores dan sentido a los anteriores
sin ser sus consecuencias necesarias. Es la Historia.
–¡Voy a contar cómo se desarrolla la tragedia más gigante que
presenciaron los hombres! La Historia, que tantas mentirillas permite a
los historiadores, conmigo se muestra demasiado rigurosa. ¡Nada de
fantasías!
De Javier Bueno quiere burlarse Rivas Cherif, el mismo que luego, enchufado de asistente del presidente del Gobierno, Azaña,
su cuñado, relata su juerga en la quema del convento de jesuitas en la
calle de la Flor: describe, letraherido, el corro danzante de alegría de
mozalbetes, y, mezclándose a ellos, famosos, “como el poeta festivo
Luis de Tapia, mi casero y amigo, siempre juvenil, a quien me uní en la
chocarrera zarabanda”:
–No ha comido caliente hasta convertirse a la germanofilia –escribe de Bueno con maldad azañil.
Unas trescientas crónicas de guerra envía Javier Bueno para ABC, desde
el Somme hasta Gallípoli. Presenta el conflicto como una lucha de la
pedagogía alemana contra la rapiña inglesa, y los franceses protestan:
–¿Qué quieren los franceses? –pregunta Luca de Tena–. Doy cabida a todos los escritores que les defienden. Azorín publica sus “Páginas de un francófilo”. Gómez Carrillo, Manuel Bueno…
Pero ése es el éxito de ABC: ofrecer por un “perro chico” un periódico
con toda la información y completa independencia de juicio en las
cuestiones políticas. Bueno, que entrevistará a Hitler en el 23, cubre la corresponsalía berlinesa hasta su retiro patriarcal en Suiza.
Javier Bueno/Antonio Azpeitua