martes, 9 de mayo de 2023

Clases medias

 

Vernon Walters

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    En el 73 Nixon envió al general Walters a sondear a Franco para orientarse: “Habrá grandes locuras, pero ninguna de ellas será fatal para España”, dijo Franco. “¿Cómo puede estar usted seguro?”, preguntó Walters. “Porque yo voy a dejar algo que no encontré hace cuarenta años.”


    –Yo pensé que iba a decir las Fuerzas Armadas, pero dijo: “La clase media española.”

 
    Tres años antes, Alinsky había radiografiado a la clase media americana: “En ella yace el poder”. Hizo la distinción de clases y las definió en términos termo-políticos, anticipando en medio siglo nuestra maravillosa sociología del Cambio Climático. La humanidad, decía, siempre ha tenido tres partes: los que tienen, los que no tienen y los que teniendo poco quieren más.


    Arriba están los poderosos, que son los menos, y en términos termo-políticos “están fríos y determinados a congelar el statu quo”. Abajo están los desposeídos, que en términos termo-políticos “son una masa compuesta por las cenizas frías de la resignación y el fatalismo”. Entre los poderosos y los desposeídos están los que tienen poco y quieren más, pero “insisten en tener un mínimo de tres ases antes de jugar una mano en el póker de la revolución”, la Clase Media, que en términos termo-políticos “son tibios y están enraizados en la inercia”. De esta clase salieron los grandes líderes mundiales del cambio (Moisés, Lutero, Hamilton, Bonaparte…) y puede ser dividida en alta, media y baja. “Sus vidas están hechas en un noventa por ciento de sueños incumplidos”. Para escapar a semejante frustración, se aferran a la esperanza de que sus hijos los cumplan por ellos. El resto reside en urbanizaciones extrarradiales “en una ilusión de fuga”. Cuanto más formados, más perdidos.


    –Nada parece tener sentido. Pensaron que con un chalet de dos pisos, dos coches, dos televisores a color, carnet en el club de campo, una cuenta corriente, hijos en buenos colegios…, habrían triunfado. Triunfaron sólo para descubrir que no lo habían hecho.


    Mas Alinsky los veía como los únicos aliados potenciales de los pobres, y se propuso organizarlos. Así venció a Kodak. “La táctica nace del juego de acción y reacción, y requiere que el organizador acepte la aparente desorganización”. Cita a Lincoln, gran pragmático, que dijo a su secretaria: “Mi política es no tener política”. (Y antes a un amigo: “Me dejé llevar por los acontecimientos”).


    La Santa Compaña de liberados que ayer salió a la calle era el coro y la danza del único sindicato que tenemos, el Sindicato de Poder concertado en el 78 para repartirse el solomillo de España, cuya antidemocrática Ley de Memoria Democrática prescribe la disolución, por franquista, de la clase media, y de paso, y por su origen, el propio Régimen, siguiendo la lógica de pata de ganso de la Santa Transición, con su falso góspel de la democracia: el hombre tiene dos piernas; por consiguiente, todo lo que tiene dos piernas es un hombre; luego el ganso es un hombre.

 

[Martes, 2 de Mayo]