miércoles, 31 de mayo de 2023

San Isidro'23. Novillos de Fuente Ymbro para Hernández, Burdiel y Lalo de María. Apoteosis del pico en homenaje a Fuentes y la consabida plaga de bernardas y manolas. Márquez & Moore

 

Un 10 a Lalo de María por el vestido tabaco y oro

 digno de un emperador persa para su debut en Madrid

 

 

JOSÉ RAMÓN MÁRQUEZ

 

Minuto de silencio en memoria de José Fuentes, torero de larguísima trayectoria a quien se debe la famosísima anécdota del pico: aunque ya se había generalizado esa ventaja de citar con el pico de la muleta, fue a José Fuentes a quien más se mortificó con la censura de su cite cada vez que se producía. En la Feria del año 70 comenzó el tormento del torero a costa del abuso del pico desde el principio de la faena y éste, sin amilanarse, se fue a la barrera, pidió una puntilla al mozo de espadas y, a la vista del respetable, cortó el pico de la muleta. Recibió el aplauso del público, pero en seguida se dieron cuenta de que, aunque de menor tamaño, él seguía citando con la muleta de perfil, atravesada. Con buen humor declaraba el linarense en una entrevista hace no tantos años que él debería cobrar una patente por ese truco que todo el mundo usa y que en la época presente ya apenas nadie censura. Descanse en paz.


Tras la preceptiva jornada de descanso lunesino instaurada este año, que nos ha servido principalmente para seguir paladeando la torería y la enjundia de Fernando Robleño del domingo pasado, hoy vuelve a nuestros pechos el hierro de Fuente Ymbro, a quien tan injustamente maltrata la razón social Plaza1, dado que en lo que va de temporada sólo han programado, con ésta de hoy, tres corridas de la divisa verde y así no hay manera de alcanzar la cima de las ocho corridas que echaron en Las Ventas la temporada pasada. Vamos, que entre 2022 y lo que va del 23 llevamos 66 toros y novillos de Fuente Ymbro, que o bien los dan a precio de saldo o acaso que comprando una corrida de toros te regalan dos novilladas o yo que sé, pero que no hay recuerdo de que en Madrid se hayan lidiado de manera tan abusiva tal cantidad de reses de un mismo hierro, quizás para dar en las narices a los agoreros que predican eso de que «no hay toros en el campo», porque puede ser que todos los toros de Iberia los tenga don Ricardo Gallardo en sus predios de San José del Valle.


Para vérselas con el encierro de Ymbro se trajeron a Víctor Hernández, que anda sin apoderado por unos líos con Miguel Tendero que no hacen al caso, Álvaro Burdiel, que está en las manos de José Ortega Cano, y Lalo de María, de Nimes, nuevo en esta Plaza, a quien apodera José Antonio Campuzano. Ya nos hubiera gustado que se hubiesen dado la vuelta las tornas y haber visto a Campuzano, Ortega Cano y Tendero matando la novillada, para ponernos la miel en los labios en un imposible Regreso al Futuro.


La novillada ha tenido dos capítulos: el primero, compuesto por los tres novillos del inicio, nos lleva directamente a la introspección y la somnolencia que procede de la mansedumbre del ganado, de sus pocas ganas de hacer caso a las telas, de su aspecto canijo y cansino. El segundo capítulo es el de los tres de final que han exhibido otra disposición y otras hechuras, levantando el interés del público al traer a la Plaza movilidad, dificultades y problemas o problemillas.


Víctor Hernández, de azul marino, estuvo muchísimo tiempo con sus dos novillos. El primero era una mansedumbre que acudía a los cites como el que va a la obra a abrir una zanja a pico y en esa sosería se mantuvo la larga faena con Víctor poniendo ladrillos y ladrillos, sin que el aparejo cobrase forma. Como homenaje a Fuentes citó a base de bien con el pico y usó todo el repertorio del neotoreo que se cifra en los tres mandamientos: No te cruzarás/la suerte no cargarás/ la pata la esconderás. Eso unido al uso de la muleta como si fuese bayeta, a los pases dados de cualquier manera, sin solución de continuidad, y a replantear la faena desde el inicio en cada nueva tanda nos lleva a la evidencia de que Víctor no fue esta vez capaz de despertar pasiones. Estocada de aquella manera y aviso. Su segundo, Ibicenco, número 208, que en la corrida del día 21 ya salió otro Ibicenco, se queda crudo en varas y desarrolla unos modos airosos y juveniles que hacen al público ponerse de su parte. El toro, que tira a manso, tiene sus cosas, por ejemplo un geniecito o una embestida algo descompuesta que exigen mando, temple y un plan, cosas que Víctor Hernández no es capaz de poner. Así se va desarrollando la faena, a base de enganchones y porfías en la que se va percibiendo que gana el toro. Saca una serie con la derecha y ya nada más hasta que entre pinchazos y estocadas acaba can él, sin haberse enterado de la distancia que el novillo demandaba. Un aviso al torero y palmas al toro es el balance del pugilato.


Álvaro Burdiel venía con un vestido azul noche con unos floripondios que nos llevaron a pensar que podía ser diseño exclusivo de su apoderado. Con su primero, el de la parte sosa y canija del espectáculo, ahí anduvo el bueno de Álvaro tirando líneas, hizo su homenaje particular al pico de Fuentes y fue dejando pasar el rato mientras la cátedra que estaba a cubierto sesteaba y la que estaba a descubierto se protegía de las lluvias de mayo, sin echar cuentas los unos ni los otros al muchacho. Terminó con el novillo a base de descabellos y recibió el ya tradicional aviso. Su segundo, Gritador, número 103, tiene otro aire y más que torear. Lo recibe con la rodilla en tierra y cuando el toro se le viene encima resuelve bellamente con una trinchera de pura improvisación. A partir de ahí tenemos a Burdiel desarrollando su particular visión del neotoreo siglo XXI, en la que se aprecia que en la cabeza del muchacho hay estructura de faena y que compone una elegante figura, pero que sus modos son más o menos los de todos: la pata retrasada, el viaje de expulsión, de nuevo el pico de Fuentes. Lo mismo si hubiese venido a los toros el domingo y hubiese visto hacer el toreo se podía haber inspirado en un modelo basado en la verdad que le cuadra a sus maneras, pero parece que sobre su alma pesan más las palabras ofidias y en su mente anida una gran confusión.

 
Hay que darle un 10 a Lalo de María por el vestido tabaco y oro digno de un emperador persa que se hizo para su debut en Madrid, ¡vaya preciosidad de vestido, sin un gramo de espumillón blanco de ése que se estila ahora y vaya bordados! Parece que quien sea ha tenido prisas por traer a este nimeño a Las Ventas, en el que se percibe en sus maneras y en su tosquedad una patente falta de oficio, suplido a base de ganas y valor. Su deficiente uso del capote y su deslavazado manejo de la muleta nos llevan a pensar en qué intenciones albergaría quien le haya traído a Madrid con tan poco equipaje. Al entrar a matar a su segundo, se aprecia perfectamente en la foto del gran Andrew Moore, el novillo, Tamboril, número 96, le pone espeluznantemente el pitón en la cara junto a la nariz, y no ha pasado nada porque San Isidro protege a los toreros que vienen a su Feria.

 
Hay que decir que lo de las bernardinas y las manoletinas es una plaga equiparable a la de la langosta en los cultivos o el mildiu en la vid. Resulta que la gran herencia que legó José Tomás es ese pestilente final, que ahora lo hacen todos constantemente y hasta la saciedad. A nadie le ha dado por imitar la colocación del de Galapagar, su cite, su toreo al natural, su desgarro: de toda aquella maravillosa ola que duró tres intensos años sólo les ha dado por copiar las bernardas, las manolas con las que nos atufan día sí, día también. Otro de esos incordios nacionales.


Entre 2022 y lo que va del 23 llevamos

 66 toros y novillos de Fuente Ymbro


ANDREW MOORE







LO DE HERNÁNDEZ

 




LO DE BURDIEL

 




LO DE LALO

 





FIN