Bien se ve que estás mañica, de un mañico enamorada
JOSÉ RAMÓN MÁRQUEZ
En el día de regreso de Timi al palco presidencial, tras la que lió el otro día, su presencia en el mismo fue saludada por la afición con pancartas pidiendo su destitución como presidente, con palmas de tango y con gritos de ¡fuera del palco! o simplemente de ¡fuera! La Plaza guarda memoria y ésta es una de las pruebas de que Madrid no está tan acabada como parece, por más que esté cercada y acosada. Hubo otro grito que se oyó en varias ocasiones a lo largo de la tarde, proferido por una voz de barítono, grito minimalista de gran concisión y efectivo mensaje, compuesto de una sola palabra: «¡ladrones!». Acaso éste guardase relación con el bochinche que han montado respecto de las dificultades para la devolución de los boletos a la que se tenía derecho por la no comparecencia de Marcos Linares, herido grave en Sevilla hace unos días.
La cosa es que entre lo de la devolución de las entradas, que muchos se han quedado con ellas en el bolsillo sin que se les haya dado la oportunidad real de devolverlas, lo del campeonato del balompié y lo desapacible de la tarde ventosa de mayo marceando, parecía que hoy la Plaza iba a estar medio vacía y menuda sorpresa, al llegar jadeando a la Andanada y comprobar que había una entrada de lo más apañada, dadas las circunstancias. Puestos a ilusionarnos podemos pensar que la llamada de la casta de la ganadería de Los Maños ha sido lo que animó a las gentes a no quedarse en casa. Lo que sí es verdad es que a partir de la muerte del tercer novillo las gentes comenzaron a abandonar la Plaza a mansalva y el acicate de la interesantísima corrida que estábamos viendo no era de suficiente peso como para mantener a los espectadores en sus asientos.
Antes de seguir diremos que hoy han salido al ruedo dos novillos de 535 y 525 kilos de los de la báscula venteña y un par de 512, cuatro de nacimiento en 01/20 y dos de 02/20, con lo que nos vamos a ese enigma sin resolver, a ese Expediente X de la corrida del desafío ganadero del cual se retiraron los tres de Los Maños sin que aún sepamos cuáles fueron las causas de su expulsión, con el tiempo que ha pasado ya, y mucho nos tememos que ya nunca lo sabremos.
Seria y difícil la novillada que Los Maños han mandado a Madrid desde Zaragoza, poseedora de esa condición que tanto odia el torero actual que es la casta. Novillada difícil y exigente, con su punto de mansedumbre, que demandaba oficio y valor, toros vivísimos, que se enteraban de absolutamente todo lo que pasaba a su alrededor, que desarmaban constantemente a los peones y a los matadores, que hacían sumamente incómodo el tercio de banderillas y que, en líneas generales, cumplieron en varas. La predisposición a atacar a los montados incluso antes de citarles, la reticencia en salir de las cercanías del caballo y la atención constante a la presencia de esos pencos enfaldillados hablan de la decencia del señor Marcuello, su ganadero. El primer capote que pasó de las manos de su dueño a las astas del novillo fue el de Diego García y luego fueron muchos más los capotes que fueron cambiando de dueño a lo largo de la tarde; dos de los novilleros resultaron cogidos, por fortuna sin consecuencias a pesar de la aparatosidad de los percances, hubo persecuciones a los peones hasta la barrera tras clavar las banderillas y de nuevo vimos brillar con los palos y con el capote a ese grandísimo Curro Javier y a Gómez Escorial.
De la terna original permanecieron Diego García y Christian Parejo, de Chiclana de la Frontera, nuevo en esta Plaza. Mario Navas entró en sustitución de Marcos Linares.
La cuestión es que si los toros demandaban una gran firmeza y claridad de ideas lo que tuvieron enfrente fueron trasteos de largo metraje. Cuatro toros con un aviso, uno con dos avisos y el único que se murió sin música fue el sexto, que el porrazo que se había llevado Mario Navas no le dejó plantear una mínima faena y de ahí la brevedad. La impresión que da es que estos jóvenes novilleros no se han visto en otra como la de hoy a lo largo de sus incipientes carreras. Si a lo desabrido de los novillos, que no estaban dispuestos a regalar nada, unimos los torbellinos de viento que hacían ondear los capotes y las muletas como si fueran ropa tendida ahí tenemos una buena ocasión para no cargar la mano en la censura. Lo principal es lo mal que matan, que esto ya es una epidemia nacional porque no ves a un tío que haga la suerte como Dios manda. Ni siquiera se pide que claven arriba, que ahí también se precisa de un poco de suerte, pero al menos que hagan la suerte, que marquen tiempos y que se pongan en corto para la estocada, que ahora la moda es ponerse de larguísimo.
Secretario II, número 41, sirvió para abrir Plaza, novillo en el tipo de Santa Coloma al que Diego García lanceó con gusto por verónicas. Cumplió en varas y su matador no aprovechó las embestidas que el toro tenía, proponiendo un largo trasteo del que el toro acabó desentendiéndose.
Embajador, número 72, fue algo protestado de salida vaya usted a saber por qué. Toro vivísimo que se recorrió la Plaza midiéndola como un agrimensor y que todo lo que llevaba en su mente eran dificultades. A Parejo no le perdonó cuando se quedó cruzado con él, pegándole un trastazo que parecía de cogida fuerte, pero que luego no. El chiclanero estuvo valiente y decidido y dejó unos naturales de buena ley. Mató muy mal. Eran casi las ocho y llevábamos dos novillos.
Molinero, número 73, es el primero de los de Mario Navas, que se vino a Madrid elegantemente vestido de azul soraya y oro. Tras varias coladas al recibir al toro y el paso del animal por los del castoreño, por el de turno y por el de reserva, vino otro trasteo largo que antecedió al mitin con el estoque, que estamos en campaña electoral.
Secretario I, número 75, no se parecía en hechuras al Secretario que salió en primer lugar. Novillo que podía pasar por toro y que cumplió en las dos varas que tomó, brindis del torero al abuelo que está en el tendido 6 y trasteo de ni fu ni fa.
Tostadino, número 49, probablemente haya sido el mejor toro del encierro. También cumplió en varas, puso sus dificultades en banderillas para que Curro Javier nos dejase dos torerísimos pares de gran exposición y se abalanzó a la muleta de Christian Parejo cuando le citó por alto y a pies juntos. Un par de series con la derecha, de óptima colocación, cayendo hacia adelante y cargando la suerte, otra serie con la izquierda de menos a más y luego vuelta a la derecha. Mata mal y deja ganas de volver a verle.
Ateridos estábamos cuando salió Confitero, número 54, que inmediatamente arrolló fortísimamente a Mario Navas destrozando su bonito vestido. Entre que le recomponen en el burladero del 6 va desarrollándose la lidia sin que Diego García se haga cargo de dirigirla y cuando Navas sale a la Plaza, maltrecho, es para coger la muleta. Evidentemente se ve que no está en condiciones de torear y además que las condiciones del novillo pedían estar en posesión de todas las facultades. Abrevia con una estocada y descabello y salimos corriendo de la Plaza a ver dónde nos dan una taza de caldito bien caliente o un chocolate, que es lo que pide el cuerpo.
ANDREW MOORE
LO DE GARCÍA
LO DE PAREJO
LO DE NAVAS
FIN