lunes, 8 de mayo de 2023

Jamón con hueso


 

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Vinicius Jr. salió el sábado del Bernabéu (“hat-trick” de Benzemá y “morantina” de Rodrygo) lesionado por un rival, que completó el partido con una amarilla a la hora de juego, y sancionado por un árbitro que cuadró la cuadratura del círculo, como prescribe el Nuevo Protocolo del fútbol español, ese pasacalles con dos charangas, la arbitral y la mediática.


    En tiempos de Messi, el Relato imponía el protocolo de “proteger a los jugones” (primera falta a Messi, primera amarilla para el infractor), y así se explican los pasillos que en España le hacían en los campos al Potele rosarino. En Barcelona cambiaron a Messi por Gavi, y el Relato impuso el protocolo de “proteger a los intensos”, cuya estrella es, precisamente, Gavi, el jugador que, por su intensidad, más faltas comete en Europa, y que, curiosamente, recibe menos tarjetas que Vinicius, el jugador que más faltas sufre en el fútbol actual. ¿Qué hacer? En España, nada. Y fuera, lo que dice Ancelotti:


    –La única manera de preservar a este tipo de jugadores es la justicia. Sólo la justicia puede prevenir que pase algo malo.


    Lo dijo después del nefasto partido en el Ampurdán, donde un defensa local le hizo a Vinicius la entrada de Goicoechea a Maradona (a cámara lenta, el tobillo del brasileño, con el impacto, baila una danza del vientre), y el árbitro no pitó falta, porque, de haberla pitado, hubiera tenido que expulsarlo. Sin embargo, la protesta de Vinicius (tal vez debiera cambiar la protesta verbal por el griterío a lo Óscar Puente), le valió la consabida amonestación, porque el juego siempre es el mismo: patada intimidatoria que se deja pasar para que quien la padece entre en efervescencia. La charanga arbitral (¿qué no daríamos en España por un Michael Oliver?) amonesta y la charanga mediática remata: “Vinicius tiene que madurar”. Es decir, tiene que obedecer, que significa dejarse pegar. De ahí la importancia del concepto de “justicia” que invoca Ancelotti.


    Las madres abadesas del periodismo saben, por viejas, que la justicia no existe, y no necesitan leer el Eclesiastés para darse cuenta de que sólo el malvado florece como el verde laurel. Pero Vinicius es un muchacho veinteañero y religioso, que cree en la justicia de Dios y en la de los hombres; si ésta le falla, se subleva, y ahí lo esperan las dos charangas del pasacalle paleto que es hoy el fútbol español, cuya cultura viene hasta de los colegios de monjas, donde siempre se castigó más la grosería que la violencia, la protesta que el patadón. Ocurre que la charanga mediática tiene sus intereses, y anima a la charanga arbitral a expulsar a Vinicius, porque los importantes ya no son los futbolistas jugones. Qué alegría la del árbitro del sábado en su trote, amarilla en mano, hacia Vinicius, que no podrá jugar en San Sebastián (eso que gana el Real Madrid). En el centro del espectáculo, ese árbitro llegaría a imaginarse que aquellas decenas de miles de piperos habían decidido echar la tarde en el Bernabéu para verlo a él, en vez de a Vinicius, que es “un jamón que viene con hueso”, dicho por Lopetegui en cita de Relaño.


    Lopetegui pasará a la historia del fútbol por ser el entrenador que no vio a Vinicius (Zidane tampoco, pero éste contaba con la coartada de que quería colocar a Hazard). A Lopetegui se le escapó Vinicius como a Tácito se le escapó la Crucifixión. Si en vez de nacer en Roma (o donde fuera, pues tampoco se sabe a ciencia cierta), Tácito hubiera nacido en Asteasu, ahora diría que Jesús era un jamón que venía con hueso. Como en Asteasu no hay cultura jamonera, Lopetegui debió de sacar su metáfora del jamón vertebrado de su época madrileña, cuando en Carabanchel Alto se dio el caso, primorosamente consignado por José-MiguelUllán, de “un jamón paranormal que detuvo el corte carnicero del camarero en un bar al mostrar en su cóncavo seno un rostro masculino, de abundantes cabellos y mueca compungida”. Viendo ahora a Vinicius, lo normal es que Florentino Pérez, con el hueso del jamón, le hubiera hecho a Lopetegui un Carmen Maura.


    Mas la vida sigue. En España, Vinicius seguirá jugando cada domingo como si  estuviera en el patio de la cárcel, mientras el FBI avanza en su investigación del muñeco de Ku-Klus-Klan colgado en un puente madrileño. En la tierra de Dalí, oh, justicia surrealista, la charanga mediática acusó a Vinicius de provocar porque, en vez de arrojar contra la grada el hueso del jamón, se tocaba el escudo de campeón en respuesta el “¡mono! ¡mono!” del respetable público. ¿Cómo reaccionarían los distinguidos miembros de la charanga mediática si a cada figura retórica que profieren por las buenas les soltaran por las malas una colleja?

 

 


 

FACTOR MAGUIRE


    “Tengo que meter a Maguire porque pagaron mucho dinero, tiene que jugar sí o sí”, fue la explicación que Solskjaer, entrenador del United, dio a Marcos Rojo, defensor argentino, que contestó: “Hijo de p..., ponme a jugar, Maguire hace una m… en todos los partidos que juega”. Sirva la anécdota para conceder el valor que merece a la decisión de Ancelotti de alinear a Vinicius Jr. por encima de Hazard, como hubiera sucedido con Zidane. 

 

[Lunes, 1 de Mayo]