MARTÍN-MIGUEL RUBIO ESTEBAN
Llamamos nosotros aquí «prevalencia de los idiotas», esto es, de los ciudadanos ordinarios que no ostentaban ningún cargo oficial en la Atenas clásica, al desiderátum político de la Democracia, al menos en sus orígenes, entendiendo la etimología de krátos tal como la interpretaba el gran indoeuropeísta sirio Émile Benveniste. Y en este nuestro sentido de «idiota» no recogemos el sentido negativo que le confirió el divino Heráclito en lo que nos queda de su libro, «Pero, siendo la razón común, viven los más como teniendo un pensamiento privado (idían) suyo» (fr. 2 D-K). Así, el corpus legal que se fue desarrollando en Atenas durante los siglos IV y V a. C., y durante algunos otros cortos y rutilantes períodos antes de la aparición funesta y letal en Atenas del siniestro y debelador personaje, Lucio Cornelio Sila Epafrodito (ni siquiera la batalla de Pidna supuso para Atenas la desaparición de su Democracia), es una armónica mezcla, un perfecto hibridismo de decretos probouleumáticos (originados en las recomendaciones de la Boulê o Parlamento anual compuesto por 500 ciudadanos elegidos no por ese dios menor que es el voto interesado, sino por la divina suerte, Diosa que hace iguales a todos los hombres, entre las diez tribus y todos los dêmoi que las componían de acuerdo con el número de habitantes que tuviese cada uno de los 139 dêmoi que formaban dichas diez tribus establecidas por Clístenes —aprobadas por la Ekklêsía o Asamblea de ciudadanos varones y mayores de 18 años— convocada cuatro veces en cada pritanía o mes político de 36 días, en su inmensa mayoría idiotas) y de decretos no-probouleumáticos (originados en las recomendaciones o propuestas por los propios idiotas presentes, y aprobadas por los idiotas de la misma Asamblea). Los decretos probouleumáticos apuntarían a una «Democracia Representativa», con perdón del anacronismo, pues que la aparición de tal concepto nació en A Fragment on Government, de Jeremy Bentham, publicado en 1776, y en una carta del padre fundador Alexander Hamilton, dirigida a su amigo Gouverneur Morris el 19 de Mayo de 1777 —pero nos vale provisoriamente—, donde la Boulê es arrendataria de la autoridad ajena, mientras que los decretos no-probouleumáticos inducirían a pensar en una «Democracia Directa», donde la voluntad del Dêmos no puede enajenarse jamás, y el soberano, que no es sino un ser colectivo, no puede hallarse representado sino por él mismo, presente en las 40 Asambleas anuales, en las que en cada una de ellas todo el Estado podía salir totalmente nuevo. También aquí se me puede reprochar la utilización anacrónica del concepto acuñado por Jean Bodin, pero a falta de algo mejor, lo usaremos también aquí provisoriamente.
Pues bien, el estudio de los porcentajes de estos dos tipos de decretos nos definiría el tipo de Democracia que era...
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