Gutiérrez (Ciudadanos)
Hughes
Abc
La visita del presidente Rajoy a China es buen momento para introducir el término chino “baizuo”, que se ha empezado a utilizarse en internet y que viene a ser algo así como el equivalente a “progre” o “buenista”, pero dedicado en concreto a la izquierda blanca u occidental.
La visita del presidente Rajoy a China es buen momento para introducir el término chino “baizuo”, que se ha empezado a utilizarse en internet y que viene a ser algo así como el equivalente a “progre” o “buenista”, pero dedicado en concreto a la izquierda blanca u occidental.
De su extensión en la discusión política china (en caso de que tal cosa exista) informa la politóloga Chenchen Zhang en un artículo en Open Democracy.
El término baizuo se utiliza generalmente, cuenta, para describir a aquellos que “sólo se preocupan por temas como la inmigración, minorías, LGBT y el medio ambiente” y “no tienen sentido de problemas reales en el mundo real”. Son “humanitarios hipócritas que abogan por la paz y la igualdad” sólo para “satisfacer su propio sentimiento de superioridad moral y están obsesionados con la corrección política” en la medida en que sí toleran, “en aras del multiculturalismo, los valores islámicos”. También creen en un Estado de bienestar que “sólo beneficia a los ociosos y los free-riders”. Son los “occidentales ignorantes y arrogantes” que “compadecen al resto del mundo y piensan que son salvadores”.
Porque el término conecta con la crítica oficial al eurocentrismo y la pretendida superioridad intelectual de Occidente, que considera sus valores hegemónicos; lo que unido a la escasa libertad de internet en China, le permite a la autora dudar del origen espontáneo de esta reacción contra la “izquierda blanca”.
Porque el término conecta con la crítica oficial al eurocentrismo y la pretendida superioridad intelectual de Occidente, que considera sus valores hegemónicos; lo que unido a la escasa libertad de internet en China, le permite a la autora dudar del origen espontáneo de esta reacción contra la “izquierda blanca”.
En cualquier caso, revela otro foco (trumpianos, far right, lepenismo, putinismo, y demás) de reacción planetaria contra el hombre socialdemócrata como nuevo hombre de Vitruvio, ejemplar cultural que ayer, por cierto, quizás estuviera dando en Ferraz sus últimos estertores -o penúltimos pero cómicos- en el cuerpo esbelto de Pedro Sánchez.
La autora se pregunta seriamente por la razón de la emotiva visceralidad contra la “izquierda blanca” que anima a estos chinos “anti baizuo” (¿pragmatismo? ¿autoritarismo?) y su conexión simpática y espontánea con Donald Trump, al parecer muy popular allí.
