Ignacio Ruiz Quintano
Abc
El Madrid se portó de cine en Granada, y está a sólo siete puntos de otra Liga, que ya va siendo hora.
“Portarse de cine” es una forma de hablar puesta de moda, a su pesar, por un intelectual orgánico del madridismo, Ferreras, el hombre que emocionó a Casals… portándose de cine.
En el ferrerismo, portarse de cine sería no contar todo lo que se sabe, siendo Ferreras (¡el Laclau del madridismo!) un tipo que lo sabe todo y que contó hasta los pares de calzoncillos que llevaban puestos (a lo Tom Jones en Las Vegas, que decía Xavier Cugat) unos yihadistas en Leganés. En otro país más respetuoso de la meritocracia que el nuestro ese portarse de cine supondría que el himno de la Duodécima lo hiciera Ana Pastor, dejando la Decimotercera, por la cosa de la superstición, para Margüenda.
Cómo se portaría de bien (¡de cine!) el Madrid en Granada que hasta Casemiro tuvo el detalle de regalar su camiseta ante las cámaras de TV a un niño nazarí.
–¡Dale limosna, mujer, que no hay en la vida nada como la pena de ser ciego en Granada!
Al niño pedigüeño se lo llevaba un segurata a la Lubianka, pero Casemiro levantó la voz como levanta la piernona y mandó a parar.
Casemiro, y esto ya lo dijo Simeone antes de la final de Milán, es el Leviatán madridista, y unos obreros de Morata (el pueblo, no el futbolista) a quienes tengo muy oídos decían el otro día que la remontada de su Atleti pasa por provocar la expulsión de Casemiro al principio del partido en el Manzanares, aunque yo creo que la cosa de la Duodécima está hecha, y Ana Pastor haría bien sentándose ya a la mesa con Píndaro y un lapicero para las sinalefas del himno correspondiente.
Cómo estará de hecho lo del doblete que hasta el Barcelona se pasa institucionalmente del fútbol al referéndum:
–El FC Barcelona informa que se adhiere al Pacte Nacional pel Referèndum, la campaña de adhesiones para recoger el apoyo de instituciones, entidades, electos, y particulares, de dentro y de fuera de Catalunya, para la celebración de un referéndum sobre el futuro político de Catalunya.
Las urnas ya están en camino, y el gobierno español calibra la posibilidad de demandar a los responsables de semejante mamadera de gallos, no por sedición, que en España, y éste es otro regalo que hacemos al constitucionalismo universal, lleva camino de convertirse en un derecho constitucional, sino por… malversación, que es como aquel tonto del pueblo que, en vez de anotar la matrícula del camión que se iba sin pagar la carga, anotó la tara, sólo que al tonto no lo obligaba el 408 del Código.
Con el Barcelona de Messi lanzado al referéndum, ¿por dónde saldrán los rusos?
A los rusos los tuvieron los comunistas setenta años sin votar, y ahora, según el agit-prop liberal, votan en todo el mundo. Frente a la exquisita neutralidad de los demás pueblos de la Tierra, los rusos votaron en Inglaterra con el Brexit, votaron en América con Trump y votaron ayer en Francia con Le Pen. ¡Qué bárbaro! Como ocurre con la ufología, Putin fue visto ayer votando a la misma hora en distintos puntos del Exágono.
–Yo a Putin lo vi ayer, al salir de misa, en un colegio electoral de Saint-Jean-Pied-de-Port –me dice un amigo esquilador (campeón del mundo) que vive allí–. Iba disfrazado de Cioran y petaba las urnas con artículos de Savater.
Puede pasar cualquier cosa.
EL PALCO DE RIVERA
El Extremo Centro de Girauta es a Rivera lo que el Núcleo Irradiador de Errejón fue a Pablemos. El Núcleo Irradiador según Errejón: “La hegemonía se mueve en la tensión entre el núcleo irradiador y la seducción de los sectores aliados laterales”. Consecuencia: Pablemos vuelve a cambiar de novia. Y el Extremo Centro según Girauta: “Ese centro que parece sugerir mucho sin significar nada en concreto. Ese disfraz, ese salvoconducto, ese guiño al establishment progre, esa estafa intelectual, ese extremismo de la ambición”. Consecuencia: Rivera, ese Macron de Cornejo, envió a sus muchachos a ver el Real-Atlético en palco del Bernabéu “para apoyar a un equipo español”. ¿A cuál? Eso, tratándose del Extremo Centro, nunca se sabe.