Listos para empezar a volar
La preocupación del gran Piné hace un mes en la sede del Burgos
Francisco Javier Gómez Izquierdo
La Liga del Fútbol Profesional no sabía que el 28 de mayo era día propicio para Córdoba y Burgos cuando puso el partido más importante de cada uno de ellos en la tarde del último domingo del mes florido. La derrota del Burgos en Linarejos hubiera supuesto el descenso a Tercera División (me santiguo ante tan gran peligro superado) mientras que la no victoria del Córdoba ante el Oviedo un sobresalto casi mortal. Un sobresalto como el del Alcorcón, sin ir más lejos.
El Burgos suele doblegarse ante las autoridades del “furbo” que lo defenestra sin compasión, para escarmiento ajeno y sin margen de poner remedio “gracias”, todo sea dicho, a nefastos presidentes como el difunto tintorero Vadillo o el ínclito y dicen que chatarrero Martínez Laredo. De los asuntos deportivos y económicos de mi equipo de siempre no estoy muy al tanto. La lejanía y no quedar ya nadie de mis amigos, ni siquiera el Gaitu, pendientes de las batallitas de El Plantío, han reducido mi interés a ver el resultado en el Marca del lunes y a mis buenos deseos de siempre hacia el equipo. La amenaza del descenso y unos ratos con Piné, ese inconfundible y querido gamonalino jubilado y valiente que llora como un niño con nuestro equipo, me ha tenido sobresaltado hasta que a las seis y media de ayer tarde me dijo mi chico que el Burgos marcaba el 0-1. De camino al Arcángel empató el Linares, pero el empate nos dejaba en 2ªB. Al poco, gol del Burgos y final. Desciende el Linares. “Empezamos bien”, me dije y como que me relajé.
El delantero centro del Córdoba, mi equipo de ahora, Piovaccari, de nombre e italiano de nación, completó los buenos augurios marcando un gol a Juan Carlos, que en vez de un lateral izquierdo (Christián Fernández, veterano racinguista de épocas de Primera) descubrió un Rey Mago para la hinchada enemiga, antes de sentarnos, y un segundo a los diez minutos. El doble que en toda la temporada. Javi Lara, la calidad del Córdoba, se puso a tocar el piano con la pelota entonando una marcha desconocida en este 17. Su tocayo Javi Galán la bailó con la colaboración que agradecemos de corazón del lateral Johannessen, que a pesar de lo sueco del nombre es nacido en Oviedo capital. Total, que en el descanso 3-0.
El entrenador Fernando Hierro se quejó al final del partido con razón de la falta de carácter de sus futbolistas. Los vi contemplativos, que no sé si es calificación adecuada, pero casa con la sospecha y el runrún de un ovetense amigo que acusa a la plantilla azulona de no querer ascender... por temor a quedarse sin trabajo en la capital del Principado. Eso dice el amigo. No creo que sea cierto, pero a veces las personas se buscan las habichuelas de modos incompresibles.
En honor del Real Oviedo es justo señalar que se encontraron con Kieszeck, nuestro portero polaco, ya seguro que el mejor de la categoría. Paró un penalty en el primer tiempo a Toché. Sacó con el pie y en escorzo balonmanístico un balón rebotado con muy malas intenciones. Al alto capitán Erice le sacó un cabezazo mortal y a Saúl Berjón –-¿por qué no es titular el que fuera pareja de Javi Lara en Éibar?- le birló otro gol cantado . Nando, el valenciano que fuera nuestro, estrelló en el larguero un balón de gol al que todos vimos dentro cuando salió del empeine. Y por último Susaeta, guadianesco, sí, pero temible cada vez que salga una falta. Ayer le venía todo de cara al Córdoba y Javi Lara acertó en un libre directo con rebote en la barrera para poner el 4-0. Saúl y de penaty el Linares menos fiero que recuerdo colaron los dos goles del Oviedo. Si bien inútiles, no por ello dejan de ser honrosos.
Bien. Buen día el 28 de mayo. Nos falta un punto. Es posible que hasta nos sobre, pero el Rayo-Córdoba huele a equis.