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Zidane votará a Macron. ¿Qué puede salir mal?
Lo dije cuando Parejo empató en el Bernabéu a cinco minutos del final y Zidane, el hombre que oía voces, movía en los relevos a sus becarios: Asensio, Morata, Lucas… Nada podía salir mal y entonces Marcelo dio con la sorpresa del roscón de Reyes, pues Zidane (como todos los modistas, y todos los eurócratas, y todos los imanes de Francia) ha pedido el voto para Macron “porque no me gustan los extremos”.
¡Al fin una definición de Zidane!
Zidane es persona de orden, y el orden, para él, es la ausencia de extremos. El extremo es improvisación, desborde y, en algunos casos, desobediencia, como Megido, aquel extremo del Sporting que se cambiaba de banda en cuanto le daba el sol. La consecuencia es que el Madrid juega un fútbol de centro y hasta Cristiano aparece “asantillanao”.
Cuando acabe la Liga habremos completado el puzzle de Zidane, y luego los periódicos podrán venderlo en fascículos los domingos. Tenemos “Zidane oye voces”. Tenemos “Zidane dice de p… madre”. Y tenemos “Zidane no quiere extremos”. Sólo nos falta el final de la película. ¿Cómo será el Madrid de Zidane visto hacia atrás?
––Si miras “Tiburón” marcha atrás, resulta que es una película en que un tiburón vomita gente hasta que abren una playa.
El Zidane de esta Liga tiene algo del Spielberg de “Tiburón”, en cuyo rodaje fallaron el tiburón, que nunca funcionó, y el mar, con olas tremendas. “¿Qué haría Hitchcock en mi lugar?”, se preguntó Spielberg, aterrado ante la certeza del fracaso, y a base de amor al arte y pánico al despido montó una película de “suspense” que, marcha “alante”, cuenta la historia de una playa donde un tiburón se come a la gente y hace millonario a su director.
–Supongo que Zidane tiene bastante capital financiero, por eso le interesa que gane Macron las elecciones y guardar la riqueza que ha obtenido gracias a su talento –ha contestado la candidata Marine Le Pen.
Marine Le Pen es una señora pelín masculina que uno se imagina cuidando ocas en las Landas y representa el nacionalismo (el fascismo es otra cosa) de Francia contra el establishment. Emmanuel Macron es un señor pelín femenino (poco que ver, desde luego, con la nariz-Courtois de De Gaulle, cuya V República, esa monarquía de paisano, está acabada, ni, por supuesto, con Salan o Massu) y representa el establishment que se come el "foie d'oie". Los periodistas, que ya no son lo que fueron, lo llaman “socioliberal”, es decir, un anfibio ideológico que el propio Macron resume con una frase de José Antonio Primo de Rivera: “No soy ni de derechas ni de izquierdas”.
–Los extremos no son buenos –remacha Zidane, metido a politólogo del pelotón, cogiendo la rueda buena del “colocao”.
Que los extremos no son buenos lo comprobamos el otro día en el derbi manchesteriano City-United, o mejor dicho, Guardiola-Mourinho. Guardiola, que jugaba en casa, salió con Sterling tirando de Touré y Fernandinho, que son como una pareja de bueyes de labor. Mourinho, sin Pogba ni Ibrahimovic, salió con Martial y Rashford tirando de Fellaini, que es un buey de labor. Rashford, Martial y Sterling anduvieron menos que un bote a patadas, y cuando acabó el partido uno, la verdad, sólo tenía ganas de venganza, es decir, ganas de votar a Macron.
Viendo cómo le va a Zidane, ¿qué podría salir mal?
EL NÚCLEO IRRADIADOR
El central culé Piqué ha desafiado a uno de los intelectuales orgánicos del madridismo, el becario black Errejón, que formuló la ley de la hegemonía que se mueve en la tensión entre el núcleo irradiador y la seducción de los sectores aliados laterales. “Se pueden perder puntos hasta en el campo del Málaga”, dijo el marido de Sakyra. El entrenador del Málaga es Michel, el ex carrilero de las bananas blancas, que salvó la Liga a Zidane ganando al Barcelona. Ahí tenemos el núcleo irradiador. Pero sucede que, si el Madrid ganara la Liga, tendría que abonarle al Málaga un millón de euros, como, al parecer, se estipula en una cláusula del fichaje de Isco, a cuyo puesto en el Madrid aspira Hazard, el Isco belga del Chelsea. Y ahí tenemos la seducción de los sectores aliados laterales. Es natural que el zidanismo se agarre a Macron, que es “le centre et le néant”.