Ignacio Ruiz Quintano
Abc
En el 16 fueron los hackers rusos, y en el 20, los Founding Fathers, que están obsoletos, quienes habrían dado la victoria a Trump, lo cual, según el ex canciller mariano Margallo, supondría el fin de la “la democracia liberal”, oxímoron de Montalembert, un liberal catolicón que sabía de democracia lo que Margallo de Montalembert, nada.
En su viaje al centro de la Tierra, el partido de Margallo tuerce por Biden (“camarada Biden”, lo llama Maduro), que ha prometido curar el cáncer, no sabemos si con el botón nuclear, dadas las cosas tan raras, o seniles, que dice, aunque es de esperar que de ese botón se hagan cargo sus cuidadores, los Obama, y lo guarden en el joyero de Michelle.
¿La democracia divide? ¿Los electores se equivocan? Franco, el dictador de El Pardo, creía que sí (eran sus dos argumentos contra la democracia inorgánica). Y Vargas, el Nobel de Puerta de Hierro, también. La solución sería que los electores enviaran su voto a un grupo de novelistas de reconocido prestigio, y estos, como hacen los asesores bursátiles, procedieran a emitirlo en la urna más virtuosa.
–Es que Trump no sabe mandar en el mundo –razona el Nobel.
Trump, en efecto, ha cerrado un montón de chiringuitos, la mayoría provenientes de la época de Michael Josselson, cuando la CIA tenía en nómina a toda la “intelectualidá” de Occidente para imponer la socialdemocracia. Pero es una idea del mando como la que retrató el rey de los revistosos taurinos, Curro Fetén:
–Para ser figura del toreo hay que mandar. Fulano no manda. Y si manda, aquí no llega.
Fallan las encuestas y fallan las Casandras, que nos prometieron a Hitler y nos hemos encontrado con el primer tipo que no ha tirado una bomba desde la Casa Blanca. Los demócratas llevan desde el 18 pidiendo una recesión para vencerle, a los chinos se les fugó un pangolín y España confina para no recibir al exilio de la farándula antitrumpiana. Madrid no es ancha: ya tenemos la City del Brexit y no nos cabe el Hollywood de Jussie Smollett.
[Jueves, 5 de Noviembre ]
