Ignacio Ruiz Quintano
Abc
La corrupción moral de jugar al franquismo sin Franco (estirar la opinión única de la dictadura en la opinión unánime del consenso) ha impedido la democracia en el Reino de España. Y la corrupción moral de jugar a la Guerra Fría sin Guerra Fría (el triunvirato Clinton-Bush-Obama y el bombardeo de países como negocio, las “guerras interminables” denunciadas por Trump, con el sonsonete, “Gee, let’s go to war”, de Bolton al fondo) ha arruinado la democracia en la República de América.
Hemos llegado adonde nos dejó Jack London. ¡El Talón de Hierro!
Tenemos a Obama vendiendo, como Umbral, su libro, mil páginas de resentimiento narcisista (al lado de este hombre, Trump es el cardenal Cisneros) a modo de memorias que son las del relaciones públicas (el jefe es Xi Jinping) del Cotton Club del Globalismo, y recibe del periodismo las mismas zalemas que en los 80 uno le prodigaba a Marilé Zaera para ganarse el acceso al Cielo de Pachá.
–Michelle y yo… –dice, y lo dice como Augusto diría “Livia y yo…”
Su libro nunca será como “La educación de Henry Adams”, pues Obama es un hombre culturalmente limitado que en su Discurso de El Cairo, citado por los periodistas como si del de Gettysburg se tratara, pondera la “conllevancia” del Califato de Córdoba y la Santa Inquisición (cuatro siglos de diferencia), y ahora elogia… ¡la elegancia de los Bush!, no dice si en el bombardeo de países recalcitrantes, que en tal caso habría de concedérsele el acierto. Cree haber llevado la democracia de los Founding Fathers a Egipto y a Libia, donde sustituyó una dictadura próspera por el “laissez-faire” del tráfico de esclavos. Tiraba drones contra la bola del mundo como un ejecutivo aburrido encesta folios arrugados en la papelera de la oficina, mientras Putin le levantaba Crimea (ya se supone que en colusión con Trump) y los ayatolás le chuleaban con la marmita nuclear.
–Cuando nací, España no era una democracia –le dice a un español que trata de hacerle un retrato ecuestre.
Impresionante.
[Sábado, 21 de Noviembre]