Hughes
Abc
Maradona fue el mejor y también el que más patadas recibió. Desde muy joven aprendió que regateando sólo no llegaría muy lejos. Había que regatear y, a continuación, saltar, esquivar la tarascada. El estilo resultante se parecía un poco a los cien metros vallas.
Se recuerda el marcaje que le hizo Gentile en el Mundial de España. Cada vez que iba a recibir le daba, tac, en los gemelos. También el de Camacho. “¡Mamita, cómo pegaba Camacho! Hay una final de la Copa del Rey contra el Madrid en la que hasta una patada en el culo me pegaron”. Cuando recordaba a estos defensas, a Maradona le salía el ¡mamita! Pero no le pegaron sólo los defensas. En Venezuela, en un partido de selecciones, le lesionaron el menisco por una patada al bajar del avión.
En “México 86. Mi Mundial, mi verdad”, su autobiografía, recuerda las once faltas que le hicieron los coreanos el día del debut. “¡Mamita, cómo me pegaron! Una patada tan rara que me cortó en un lugar inexplicable: justo atrás de la rodilla. Yo se lo mostraba a los muchachos y no lo podíamos creer (…) fue el lateral izquierdo, que volvió a pegarme en seguida. El tipo salió a buscarme (…) lo vi venir y le tiré el caño (…) pero me dejó el bracito levantado y me calzó justo en la mandíbula. No fue una patada: fue una piña, un golpe de karate, un cortito. Y recién ahí el gallego (Arminio) le sacó amarilla. ¡A los cuarenta y cuatro minutos! Fue al número 17; yo ni sabía cómo se llamaba, pero ya lo había bautizado Kung Fu”.
España fue una experiencia literalmente traumática. “En los entrenamientos te pegaban patadas en la boca. ¡No era fútbol eso!”. Los españoles corrían y él tocaba, solo Schuster y Carrasco le entendían. No entró en “la furia”, pero se puso fuerte en España. Es famosa la entrada de Goikoetxea, pero menos lo que sucedió cuando regresó a Bilbao con el Sevilla diez años después. Le recibieron con una pitada y una pancarta: “Maradona, marica, te pica el gol de Endika” (autor del gol ganador en la final de Copa del 84). Entre gritos de “Goiko, Goiko”, Lakabeg estuvo a punto de dejarle sin tobillo derecho con una entrada-homenaje.
Cómo sería España que agradeció el cambio a los defensas italianos, “artistas de la marca” moderados por la televisión. “En España te pegaban hasta en la lengua, te mataban a patadas y a codazos, pero eran más ingenuos para marcar”.
La lucha de Maradona contra los árbitros y la FIFA de Havelange, al que se refería siempre como “el exjugador de waterpolo”, fue para proteger a “los buenos”. Y es por Maradona que ahora a Messi no se le puede ni toser. Cambió el fútbol y recibió en su cuerpo, como un San Sebastián, todas las patadas del mundo.
(Publicado en Abc el 27-11-20)