Hughes
Abc
Macarena Olona daba a sus detractores la excusa del tono. Siempre es el tono. En la tribuna gesticula, se enciende y convertida en un torrente de oratoria contradice las nuevas verdades oficiales. Quienes niegan la evidencia se agarran a eso: ya, pero es que el tono…
En «La Hora de La 1», mostró ayer un tono distinto, irreprochable y unplugged. Cambió vehemencia por suavidad. Con la voz de la azafata que se dirige al pasajero soñoliento, afrontó las preguntas con una mirada de impasible dulzura que resultaba hasta divertida. Era la misma mano de hierro en guante de seda, la firmeza de siempre en una voz de extremada afabilidad:
–¿No cree usted que ganó Biden?
–¿Lo cree usted?
Además de exhibir moderación mucha moderación, Olona hizo hincapié en los políticos como clase y como carga: «Hay que reducir el gasto político».
Semanas atrás ya había hecho un tuit que pasó desapercibido. Los tuits, desde Trump, son formas de comunicación que se tienen muy en cuenta y por un tuit de Garriga, por ejemplo, se relacionó a Vox con las protestas y altercados recientes. Aquel tuit de Olona, sin embargo, no recibió atención. Hablaba de los diputados y añadió: «¿Has votado a alguno de ellos?». No era una frase cualquiera. Ella, que pisa el Congreso, iba al fondo del asunto. ¿Hemos votado a nuestros diputados? No. Hemos votado, quien haya votado, la lista de un partido y dentro de ella cada diputado (hay ejemplos recientes) votará contra sus ideas, si es preciso, si así lo ordena el jefe del partido que allí le ha colocado. Esto hace que no se pueda hablar técnicamente de representación.
Tras hablar del gasto político y deslizar esa falta de representación, ¿y si Macarena Olona y Vox fueran hasta el final? ¿Y si además de proponer una reforma territorial del Estado prometieran la reforma de la ley electoral para que votemos auténticos representantes de distrito? Vox, así, no sólo reivindicaría la nación, sino que propiciaría la forma de su expresión democrática. Se intuye que Olona ya lo piensa y que además podría defenderlo con su letal suavidad.
(Columna publicada en Abc el 13/11/20)