martes, 3 de noviembre de 2020

We love you


 

Hughes

Abc

Ha sido imposible conocer por las televisiones nada sobre la familia Biden y sus tratos con China, Ucrania y Rusia. Era de esperar. Ayer, la propaganda, que tiene ya el humor de la autocita, volvió a avisar: el mundo en vilo.

Pero una cosa que sabemos de Trump es que, si gana, no bombardeará humanitariamente el planeta. Si a algo puede compararse la mentira antitrump es a la mentira de Irak, por eso no extraña que algunos de sus perpetradores, con extensiones en España, sigan arreando al presidente como si el personal fuera imbécil y el mundo no estuviera en tan serio trance.


Este nuevo engaño masivo ya era grave en 2016, ahora mueve a delirio y nos afecta en casa.

Si Trump se parece a Sánchez, será en el avión, pero Sánchez se monta en el Falcon para ir al FIB y Trump recorre cinco estados en cinco días, con cinco mítines por jornada. Miles de kilómetros mientras Biden no se aleja de casa. Porque Trump y Biden comparten edad, efectivamente, pero nada más. La energía de Trump, que no duerme y se alimenta de pizzas y Big Macs, es sobrenatural y parece venir de otro lugar. No de cuarenta años de política corrupta, sino de los 80, lo mejor de un siglo ya lejano. Otros consideran, y no es ninguna broma, que esa energía viene de Dios. Así de importante es el asunto.

Porque otra cosa que sabemos de Trump es que respetará su Constitución. Para ello no tiene que ser bueno o malo, tiene que hacer lo mismo: cumplir sus promesas, como ha cumplido, y defenderse de la burocracia malévola del deep state y de los envites del Congreso. Con eso, y defendiendo sus instituciones (colegio electoral, segunda enmienda…) ya hace un servicio titánico a su país.

Pero ni siquiera es decente a estas alturas apoyar a Trump con la salvedad snob de su carácter o sus excentricidades. Con humor y resultados, Trump ha conquistado a sus votantes, que interrumpen sus mítines, entre risas, con “We love you”:

-Thank you.

-We really do!

Y es verdad. Sólo contra todos, ha sido imposible no sentir, ante su epopeya, un inmenso asombro y un cariño sincero. Como último y solitario campeón del único faro de la libertad que hay en el mundo, gane o pierda, Trump será recordado con afecto y agradecimiento.