Además de negra, España es lívida. Todos sus pintores tienen la obsesión
del más allá. Goya, retorciendo sus muñecos entre la miseria y la
muerte. Velázquez, con sus reyes macilentos, con sus bufones grotescos, donde toda la fealdad y toda la miseria de la carne aspiran a la muerte. Teotocópuli, con sus caballeros entecos, apergaminados, con las pupilas febriles, que velan al borde de la Vida. Ribera,
con sus ascetas admirables, de miembros exangües y de ojos llenos de
celestes ensueños. Todos místicos, todos atormentados, lúgubres todos.
Todos diciendo el dolor de la vida precaria y la celeste penumbra que
entreabre la Muerte.
Alberto Guillén