Mr. Khan
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Un filósofo alemán que los ha tenido cerca, Peter Sloterdijk, opina que los periodistas de hoy sólo consideran a sus lectores como ganado para seguir los escándalos.
–Curiosa síntesis de liberalismo y totalitarismo.
Con esa síntesis el periodismo español quiere enseñar a votar a los ingleses, tan aislados, al parecer, que si no nos devuelven Gibraltar es por tener alguna compañía.
La misma síntesis llevó en noviembre al mismo periodismo a ver a Hitler en Trump, aunque siete meses después, una vez leída la Constitución del 87 (¡a mes por artículo!), vislumbran ya el sistema de contrapesos de la democracia representativa, por lo que no se descarta que a fin de año descubran que a Hitler lo aupó al poder un sistema proporcional de listas de partido.
A Trump, en efecto, un juez federal (¡el contrapeso!) le suspende una orden ejecutiva porque la suegra del imán de Hawai, al ser siria, no podría visitar a su yerno en el supuesto de que deseara hacerlo, con lo que esa orden ejecutiva se queda en “l’alarme pour l’alarme” de un hombre solo, y “¿de qué le sirve a la opinión pública un ganso solista que grazna un aria demencial cuando es imposible ver a un solo moro en toda la costa?”
–¿Es el ganso que alerta de los moros el que decide qué es un moro? –preguntaba Sloterdijk en su lío con una prensa que se arroga las funciones del corral capitolino.
Lo último en alarmismo es lo del alcalde de Londres, Mr. Khan, que en pleno ataque islamista, con la flema de Hrundi Bakshi en “The Party”, dijo que no había razón para alarmarse, dando lugar a una mofa de Trump, y con ello, al título de “Empleado del Mes” que otorga el periodismo, que lo convirtió en su héroe hasta que se supo de Echeverría, y entonces los mismos que juzgaban heroico el antialarmismo del alcalde rompieron a hacer romanticismo sociológico de terror a cuenta del español que, contra lo recomendado por el gran Khan, incurrió en el alarmismo de hacer frente, heroicamente, al ataque de los bárbaros.
–Curiosa síntesis de liberalismo y totalitarismo.
Con esa síntesis el periodismo español quiere enseñar a votar a los ingleses, tan aislados, al parecer, que si no nos devuelven Gibraltar es por tener alguna compañía.
La misma síntesis llevó en noviembre al mismo periodismo a ver a Hitler en Trump, aunque siete meses después, una vez leída la Constitución del 87 (¡a mes por artículo!), vislumbran ya el sistema de contrapesos de la democracia representativa, por lo que no se descarta que a fin de año descubran que a Hitler lo aupó al poder un sistema proporcional de listas de partido.
A Trump, en efecto, un juez federal (¡el contrapeso!) le suspende una orden ejecutiva porque la suegra del imán de Hawai, al ser siria, no podría visitar a su yerno en el supuesto de que deseara hacerlo, con lo que esa orden ejecutiva se queda en “l’alarme pour l’alarme” de un hombre solo, y “¿de qué le sirve a la opinión pública un ganso solista que grazna un aria demencial cuando es imposible ver a un solo moro en toda la costa?”
–¿Es el ganso que alerta de los moros el que decide qué es un moro? –preguntaba Sloterdijk en su lío con una prensa que se arroga las funciones del corral capitolino.
Lo último en alarmismo es lo del alcalde de Londres, Mr. Khan, que en pleno ataque islamista, con la flema de Hrundi Bakshi en “The Party”, dijo que no había razón para alarmarse, dando lugar a una mofa de Trump, y con ello, al título de “Empleado del Mes” que otorga el periodismo, que lo convirtió en su héroe hasta que se supo de Echeverría, y entonces los mismos que juzgaban heroico el antialarmismo del alcalde rompieron a hacer romanticismo sociológico de terror a cuenta del español que, contra lo recomendado por el gran Khan, incurrió en el alarmismo de hacer frente, heroicamente, al ataque de los bárbaros.