José Ramón Márquez
Algunos, por jóvenes o por irreflexivos, piensan que esta empresa que gestiona a pachas con el Consejo Taurino la plaza de Las Ventas y que ya ha presentado ‘oficialmente’ los carteles de las ferias de San Isidro y de ‘Toma el rabo y corre’, con la significativa ausencia de Don Choperón (es que al parecer no le gusta lo de ‘Choperita’), es la peor empresa que ha habido en Madrid.
Para no aburrir, no nos vamos a retrotraer a la Plaza Vieja, así que sólo nos fijaremos en Las Ventas. Creo que aunque estos lo están haciendo de pena, el nivel mínimo está todavía en la época de José Luís Martín Berrocal, ‘el ganadero de los autobuses’ de La Sepulvedana; el promotor de boxeo que veía posible traer a Cassius Clay a pelear a España y que fue representante del púgil Alfredo Evangelista cuando éste hizo la gran hazaña de perder a los puntos con Clay llevando el bagaje de catorce combates; el inventor de las corridas mixtas en las que alternaban un rejoneador, un matador y un novillero. Empresario de Las Ventas una sola temporada.
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Recojo esta anécdota del imprescindible Viaje a los toros del sol del gran Alfonso Navalón con el entonces ganadero de Concha y Sierra para ilustrar mínimamente al personaje:
Primero declara:
-Los ganaderos que triunfan son los del borreguito del puyazo y los que se pasan la vida dando coba a los toreros y a las empresas.
-Entonces ¿tu nuevo gremio no te satisface?
-Los ganaderos, como gremio, somos un desastre.
Al final del artículo, Navalón tiene que poner una aclaración:
[En la primavera de 1970, la ganadería de Concha y Sierra] pasa a manos de una sociedad americana. A Martín Berrocal le ofrecieron un magnífico negocio. Se había gastado unos cuarenta millones de pesetas en la ganadería y la finca. Le dieron más de setenta. Ganaba treinta y se deshizo de los conchaysierra.
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En la gresca para deshacerse de Berrocal, la Diputación Provincial de Madrid, propietaria de Las Ventas a la sazón, le acusó de no haber cumplido el reglamento taurino, de sobreprecio en las localidades, de cesión de subarriendo inconsentido, de incumplimientos de carácter fiscal, de no presentación de documentación contable y fiscal, de inadecuación del capital social, de la venta del abono de la temporada 1981 sin permiso de la Diputación, de irregularidades en la Feria de Otoño y de haber derribado el burladero del tendido 7 (‘por el bien del espectáculo’, en la opinión del empresario). Berrocal se defendió con poca efectividad, vistos los resultados; chocó contra los políticos y ése fue su gran error. Siempre alegó que de forma ilegal la Diputación había hecho una rescisión unilateral de contrato, por lo que recurrió a los tribunales. Siempre alegó que no le habían dado tiempo para poner en marcha su proyecto.
Se apartó del boxeo, se deshizo de los hierros que poseía, fue apoderado de toreros y presidente de clubs de fútbol y anunció que, si le daban permiso, era capaz de construir una Plaza de Toros en Madrid para dar corridas a quinientas pesetas.
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Estos de ahora, como prueba de su ineficacia sólo pueden presentar su triste historial de ferias para el olvido y una retahíla de incumplimientos, también ya olvidados, que fueron aireados por algunos cuando el viento soplaba en esa dirección. A lo mejor con la antigua Diputación les habrían rescindido como a Berrocal, vaya usted a saber. Les falta carácter picaresco y extrovertido, les falta cualquier atisbo de personalidad, pero conocen bien la primera regla del juego: nunca soliviantes al político, sométete.