Ricardo Bada
FINA GARCÍA MARRUZ
Pienso en Dios y en por qué Él,
pese a Su Omnipoderío,
nos diera el libre albedrío:
¿para elegir... a Fidel?
Y en vez de llorar, me río*.
* Este fandango debe interpretarse como una variante profana de uno de los grandes poemas teologales de la formidable poeta cubana, allá donde dice:
Debe ser una cosa terrible ser Dios! Uno tiemblade pensar que el que hizo los océanos insondables
se detenga ante la libertad del hombre
y no quiera forzarlo ni aun al bien,
para que su inocencia no sea como la de las bestias
que no pueden ser sino inocentes,
para que su libertad sea una imagen y una semejanza.
[...]
Pensad en su poder, y pensad luego
en el don inaudito de nuestra libertad.
Qué precioso ha de ser cuando Él lo ha pagado
a un precio tan inmenso. Nuestras iniquidades
no han podido lograr que nos retire
el don terrible y puro. Lo forzamos
y delicadamente retrocede ante ese abismo
de sí mismo en nosotros, ese misterio
de nuestra libertad. No ha querido robárnoslo.