Manuel Jesús Cid, El Cid
El 10 de marzo de 1974 nací en Salteras (Sevilla). Mi padre se llama Manuel y mi madre Encarnación.
Mi familia ha sido siempre muy trabajadora. Todos teníamos que arrimar el hombro en un pequeño negocio familiar, una envasadora de leche. Teníamos vacas y repartíamos la leche en Sevilla.
Fui al colegio, como todos los niños y, aunque no se me daba mal, pronto empecé a sentir el gusanillo del toro. Por la gran afición que tenía mi padre y sobre todo por la presencia de mi hermano, que quería ser torero y se anunciaba como El Paye, comencé a soñar con capotes y muletas. Como mi padre estaba con mi hermano, fue mi tío Pedro quien se ocupó de mi en los primeros momentos. En la familia estábamos muy unidos y la idea de ser torero no cayó mal. Todos me apoyaron.
La primera vez que toreé en público fue en Guillena (Sevilla) en 1992, y la primera vez de luces fue en Santa Olalla (Huelva) en 1993. El debut con picadores me llegaría al año siguiente. Fue en Salteras, en concreto el 6 de febrero de 1994, con mi hermano y El Umbreteño en el cartel. Los novillos fueron de Antonio Muñoz y corté tres orejas y rabo. Recuerdo la emoción de esa tarde, el paso de estar sin caballos a torear con picadores. Tenía la sensación de estar subiendo en el escalafón poco a poco. También recuerdo que estaba muy responsabilizado porque era mi pueblo. Cuajé un novillo muy bien y le corté el rabo.
Toreo mi segunda novillada en Calamonte y rápidamente me doy cuenta de que en mi zona no tenía oportunidades para torear, así que decidí poner rumbo a Madrid. Me echó una mano José Maguilla, que me movió bastante y me preparó en el campo. Allí comenzó otra etapa de mi carrera.
El 10 de marzo de 1974 nací en Salteras (Sevilla). Mi padre se llama Manuel y mi madre Encarnación.
Mi familia ha sido siempre muy trabajadora. Todos teníamos que arrimar el hombro en un pequeño negocio familiar, una envasadora de leche. Teníamos vacas y repartíamos la leche en Sevilla.
Fui al colegio, como todos los niños y, aunque no se me daba mal, pronto empecé a sentir el gusanillo del toro. Por la gran afición que tenía mi padre y sobre todo por la presencia de mi hermano, que quería ser torero y se anunciaba como El Paye, comencé a soñar con capotes y muletas. Como mi padre estaba con mi hermano, fue mi tío Pedro quien se ocupó de mi en los primeros momentos. En la familia estábamos muy unidos y la idea de ser torero no cayó mal. Todos me apoyaron.
La primera vez que toreé en público fue en Guillena (Sevilla) en 1992, y la primera vez de luces fue en Santa Olalla (Huelva) en 1993. El debut con picadores me llegaría al año siguiente. Fue en Salteras, en concreto el 6 de febrero de 1994, con mi hermano y El Umbreteño en el cartel. Los novillos fueron de Antonio Muñoz y corté tres orejas y rabo. Recuerdo la emoción de esa tarde, el paso de estar sin caballos a torear con picadores. Tenía la sensación de estar subiendo en el escalafón poco a poco. También recuerdo que estaba muy responsabilizado porque era mi pueblo. Cuajé un novillo muy bien y le corté el rabo.
Toreo mi segunda novillada en Calamonte y rápidamente me doy cuenta de que en mi zona no tenía oportunidades para torear, así que decidí poner rumbo a Madrid. Me echó una mano José Maguilla, que me movió bastante y me preparó en el campo. Allí comenzó otra etapa de mi carrera.