lunes, 24 de abril de 2023

Novillada de Guadaira. La personalidad de Alejandro Mora y la hermosa muerte de "Hortensio"


 

José Ramón Márquez

 

Hoy lo primero que se debe reseñar es que se habían anunciado novillos de Guadaira y salieron por chiqueros seis novillos de Guadaira. Y además salieron los seis cuyos nombres figuraban en la ficha del festejo y además todos salieron a la Plaza por su propio pie y abandonaron el redondel arrastrando el lomo por la arena de miga. Y mira que estábamos a ver si echaban a alguno para que saliese el sobrero de Villamarta, que el Villamarta sobrero del domingo pasado nos supo a poco, pero es que la corrida se fue justificando de manera tan adecuada, a partir del segundo, que a lo largo del desarrollo del festejo ya estaba todo el mundo tan conforme con lo que iba saliendo por los dos portones que hay entre los tendidos 2 y 3.


Hay que reconocer que cuando ves anunciado un encierro de Guadaira, procedencia Jandilla, no te pones a dar palmas con las orejas, ni mucho menos. Es tal la desconfianza que genera en el amoscado aficionado todo lo que huele a Domecq en sus diversas formas y manifestaciones, que a veces pagan justos por pecadores, porque es de justicia decir que la novillada que envió a los madriles el señor Cañaveral ha defendido de manera suficiente el honor de su divisa azul, amarilla y encarnada. Le pondremos el pero al primero, Lagartito, número 28, un colorado al que se les había olvidado quitarle el crotal de la oreja y que dio pruebas de una afición al desplome realmente exasperante. El resto, negros en diversos registros, se justificaron como ganado de lidia y el colorado sexto, Hortensio, número 42, dio una nota bastante alta en bravura, tanto que hasta hubo quien lo consideró de vuelta al ruedo.


La terna ajustada para echar la tarde con los Guadaira estaba compuesta por los veteranos novilleros Curro Durán y Alejandro Mora y por el debutante Miguel Andrades, de Jerez de la Frontera, que hoy hacía su primer paseíllo en la Monumental. Nuevo en esta Plaza.


De Curro Durán diremos que ha tenido una carrera de altibajos con temporadas sin actuaciones y con paso por Méjico, a quien hace guiños con su capote. La verdad es que su actuación ha sido de lo más poco destacable, especialmente para un torero con tantos años detrás, y si su primero ha roto la continuidad de la faena con sus extemporáneas caídas y tropezones, no hay excusa para justificar su segunda actuación. Diremos en descargo del primero, el del crotal, que se murió en los medios y eso es algo que, en estos tiempos, debe ser reseñado. Su segundo, Administrado, número 66, fue un toro interesante que cumple en varas más que Cristóbal Cruz con la vara. Toma con alegría la primera, empujando, mientras el del castoreño le cierra la salida, como hacen siempre con los toros que se emplean, y se queda aquerenciado en las inmediaciones del penco y su jinete. En la segunda vara se arranca con distancia y alegría para obtener un marronazo del piquero, que es agriamente censurado desde el tendido. Se duele Administrado en banderillas y en el vis a vis con Durán se va haciendo con los mandos de la situación sacando al torero hacia los medios, terreno donde el novillo quería estar, y cuando el matador lo trae al tercio, el novillo se las ingenia para volver al terreno que él quería. Lo que Duran pone frente al novillo son telonazos y medios pases y con eso no vamos a ningún sitio.


Alejandro Mora, que venía sin apoderado y nos tememos que con poco bagaje, se significó en ambos toros por querer mostrar un cierto sello de personalidad, ese don tan escaso en estos tiempos. Su primero, Moliendo, número 72, pasó por las varas con más pena que gloria doliéndose y bramando cuan ciervo al caer la tarde. Mora buscó la colocación y trató de enhebrar los muletazos a despecho de las intenciones de Moliendo, que no eran nada claras y aunque nada hay verdaderamente reseñable en su primera actuación, bien es verdad que gustó el aire del torero. Su segundo, Rector, número 68, también ornado de crotal en la oreja, acude presto a la primera vara que le propone Mario Benítez, empujando, y una vez analizado el efecto de la puya, en su segundo encuentro cabecea doliéndose y se larga, que la cosa no le convence. Alejandro Mora propone un inicio de faena muy en el aire de Manuel Benítez, pasando por alto al toro mientras camina hacia los medios y, una vez en el tercio, le receta un par de tandas con la derecha que remata con un pase del desprecio de gran torería. Luego continúa por naturales de diversa laña y de diversa traza, siendo lo más remarcable de nuevo su aire personal. Faena de altibajos con algún muletazo estimable y entrega total en la certera estocada hicieron que algunos le pidieran la oreja, solicitud desatendida por el palco con buen criterio. Dio una justa vuelta al ruedo y deja cartel y ganas de volver a verle.


Si Mora venía sin apoderado, Miguel de Andrades venía con dos: el simpático José Otero y doña Lydia Rodríguez. Otra cosa de Andrades que llamó la atención eran las vueltas blancas de su capote de brega y hasta ahí podemos llegar en lo bueno, porque Andrades tuvo la mala suerte de llevarse el lote del día de su presentación, ya que los dos novillos que sorteó le dieron posibilidades más que de sobra para que explicase su lección, si es que tenía algo que explicar. Y además en dos registros distintos, porque el tercero, Pincel, número 38, presentaba un punto más agresivo, más violento, mientras que el sexto, Hortensio, ofreció una preciosa y franca embestida. Ninguno le sirvió, pues sus trazas bullidoras y pueblerinas no sirvieron en modo alguno para justificarse. Donde había que poner firmeza y claridad de ideas, él puso atropellamiento y falta de mando, donde había que poner toreo del bueno él puso trapazos y telonazos, violencia y descontrol. Las gentes tomaron partido por Hortensio y Andrades, a la vista de la debacle se lanzó atropelladamente a matar, quedando en la cara del novillo que lo zarandeó con fuerza aunque sin consecuencias. La hermosa muerte de Hortensio en los medios aguantando sin caer, como posando para un bronce de Benlliure, llevó a algunos a pedir la vuelta para el novillo. Andrade puso banderillas por los adentros y quebrando e intentó un hermoso par en el que quiebra por los adentros, amaga sin clavar y, todo ventajas para el toro, sale al tercio donde clava. Se le cayó medio par, pero se le agradece el esfuerzo que, sin duda, es lo más sobresaliente de su tarde.

 

 

 


 


 
 


FIN