Hughes
En la muerte de Dragó se ha repetido su condición de hombre libre. Lo han dicho, sobre todo, los que no le daban ya tribuna para escribir. Dragó se acercó a Vox en los últimos tiempos; sin embargo, son otros los que explotan su libertad. ¿Por qué? ¿Hasta cuándo? ¿Por qué Vox no coge esa bandera?
Dragó culminó, como poco antes Tamames, una interesante pinza entre los preboomer y postboomer, los que estaban antes y los que estarán después de la gran bumerada central de la vida española. En ese encuentro generacional se ponían en contacto hábitos, formas de vida, símbolos: el nieto se reconoce en el abuelo, hace suya su libertad distinta, y mata al búmer-padre.
La de Dragó era una libertad que se traducía en cosas concretas...
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Dragó conoció y estimó a Jünger y él mismo sería la adaptación y popularización aquí de una de sus figuras: el anarca, un anarca de Soria, en este caso, un soberano de sí mismo. ¿Y no tiene sentido que, unida a la reivindicación de la soberanía nacional, se reivindicara la soberanía plena del individuo?
Soberanía de España, pero antes ¡soberanía del español solo!
[Leer en La Gaceta de la Iberosfera]