Ignacio Ruiz Quintano
Abc, 3 de Marzo de 2012
Quien no reconozca a la izquierda callejera será que no ha leído. Basta con los “Diarios” de don Niceto Alcalá-Zamora.
–Prieto, quien hace a pelo y a pluma, es decir, a revolucionario y a gubernamental… –anota en marzo del 36 don Niceto.
O sea, Rubalcaba.
La izquierda ameniza en las calles la democracia del Frente Popular recién estrenada. Don Niceto no es un político sin tragaderas, pero conserva cierta capacidad para el asombro.
A 26 de febrero, le asombra que la izquierda muestre “con insensato rencor que la amnistía (por el golpe del 34) no la concibe como tregua, y sí como una fase más de la guerra civil… Obtiene la impunidad para los suyos, procura extenderla a los crímenes comunes con el pretexto de ser conexos y pretende que se castigue severamente… a Gil Robles”, que no ejercía autoridad en la fecha.
–En cuanto al país, les tiene sin cuidado.
A 14 de marzo, tiene lugar “el inconcebible diálogo con el titulado ministro de la Gobernación”:
–No sé si sabrá usted –dice el ministro– que continúa el deporte… Sí, el de los incendios. Y con el mismo estilo de costumbre: siempre manifestaciones pacifistas, de las que al final salen grupos que incendian o atropellan…
Y quitándole importancia al incendio del día por ser convento de menos monjas, explica el merluzo: “No, si son unas de la calle Lope de Vega”.
El presidente, atónito:
–¿Pero usted no sabe que allí es donde se conservan las cenizas de Cervantes, y si la fuerza pública tolera y presencia su profanación se deshonra España ante todo el mundo culto?
En Madrid, el culto es Azaña, a quien Cervantes importa una m...
[Publicado en Marzo de 2012]