Houellebecq
Hughes
En un reciente artículo sobre su regulación en Francia, Michel Houellebecq ha escrito que la eutanasia será la «forma europea de morir», EU-tanasia, expresión, que le «repugna», de una mezcla a su vez característica: la «infantilización extrema» (confiar en la institución médica para decidir hasta la propia muerte) junto a la llorona demanda de una «libertad última». Esta curiosa mezcla somos nosotros, estas dos cosas. Una servidumbre gozosa que pone en manos del Estado la propia vida (soberano es el que decide el estado de extinción) y un volatín final de libertad perentoria.
Llama la atención el contraste: una existencia que huye de la libertad real, que busca apoyo, control, una seguridad enchufada a todos los electrodos del Estado y, a la vez, o al final, un alarde de libertad postrera, como un acto que quite de Dios cualquier sospecha de autoría. Es una servidumbre con respingo liberal que acaba en actos semidivinos de resolución personal. Es algo extraño y ciego, inconsecuente, como si quisiéramos lo mejor de dos mundos, y Houellebecq no ahorra para ello la expresión de asco y disgusto. No merecemos la piedad del siervo antiguo, ni merecemos la admiración del liberto...
Leer en La Gaceta de la Iberosfera