Estafeta
Jorge Sánchez de Castro
En la primera parte del artículo terminamos exponiendo la nada intuitiva relación entre corrupción y riqueza, que va mucho más allá de la idea, tan cara a los liberales, según la cual «los vicios privados se convierten en beneficios públicos» y que desarrolló Mandeville en La fábula de las abejas.
En este poema comentado, el precursor de Adam Smith explica de qué manera las motivaciones consideradas libertinas ponen en marcha una floreciente industria para satisfacer sus demandas, por extravagantes que sean.
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La actuación coordinada de finales de marzo de los Bancos Centrales de EE.UU., la Unión Europea, Japón, Canadá, Suiza e Inglaterra para ofrecer liquidez al sistema a través de acuerdos de líneas de intercambio de divisas en dólares, constituye prueba suficiente para concluir que los inversores perdieron la fe, dejaron de aportar fondos a la pirámide y los Bancos Centrales tuvieron que entrar para sustituirlos a modo de reserva moral que viene a paliar los factores de corrupción inherentes al esquema (el rechazo a participar de nuevos inversores, la solicitud de los que ya están dentro de que les devuelvan su dinero y las pérdidas generalizadas al no poder cumplir con los reembolsos de todos).
En suma, si el dinero, institución que representa el valor de todas las cosas, dejó de fluir porque tiene miedo, el estado del crédito augura crisis porque nos señala que el esquema piramidal se estancó.
La pregunta que los gobiernos se hacen es si serán suficientes los bancos centrales para restaurar la confianza en el sistema financiero, pues su capacidad para reemplazar a los inversores y garantizar los retornos a los depositantes tiene un límite.
Hasta ahora, los Bancos Centrales de Occidente se han bastado para superar los crash piramidales, pero ¿cómo hacer que los chinos o los saudíes no se desprendan de la deuda pública norteamericana o no vendan en el mercado secundario sus acciones de empresas europeas, si han decidido crear su propio esquema piramidal cerrado donde ellos, y no la FED, sean los dueños?
Al respecto, véase el reciente acuerdo comercial entre los presidentes de Rusia y de China que se desmarca del dólar y se centra en el yuan como la moneda de intercambio.
Si los chinos no necesitasen dólares para adquirir, por ejemplo, carbón ruso… ¿para qué van a querer participar en el sistema financiero piramidal americano cuando están concentrados en crear el suyo propio para reforzar a su moneda?
Las dudas asaltan a los gobiernos occidentales porque el abandono, aunque sea parcial, del «patrón dólar» por parte de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) podría sentar un precedente de imprevisibles consecuencias.
En definitiva, si se pierde la confianza en la arquitectura piramidal globalizada donde EEUU aún ejerce el papel de regulador, garante y dueño, el orden financiero surgido a finales del s. XVII en Inglaterra habrá periclitado.
El esquema piramidal continuaría en el mundo occidental, pero con un tamaño menor si existiesen menos partícipes y/o menos aportaciones, y más inestable si concurre con la competencia de otro sistema. La consecuencia sería la depauperación porque el método más fabuloso de crear dinero que jamás tuvo el hombre habría sido raptado. O lo que es igual, el Estado clientelar vería reducidos los fondos con los que poder ejercer su función redistribuidora...
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